©LyzOrtega
Tu miedo no tiene porque existir.—Y•D
Hay tranquilidad en el Omega precioso de casa, un chico de dieciocho años que solo ha tenido dos celos en su vida. Y apenas disfruta a sus amigos y universidad. Si, tal vez el chico "inocente" puede serlo delante de sus amistades. Pero, ¿Park Jimin lo era?, tal vez si. O tal vez no. Sus pequeños gemidos son suaves, mientras sus piernas están abiertas y dobladas disfrutando del juguete sexual que se adentra a su culo con delicadeza.
Una de sus manos esta cubriendo su boca, solo evitando que sus padres escuchen sus sollozos de placer o entren a su cuarto para ver que ocurre.
El aroma a tofe parece inundar su habitación, su baba escurre por la camisura de sus labios. Siente ese cosquilleo intensificarse, sabe que esta por llegar. Y muerde su labio para cerrar sus ojos y empujar más rápido el dildo. Embestidas más fuertes, su próstata es golpeada con insistencia.
—Ohhh, si, así.
Tiembla, su lobo emocionado en su interior se remueve sumiso ante la sensación.
—M-más, rápido. —Crea un ritmo más veloz, acelerando sus movimientos.
Su cuerpo se estremece, su interior aprieta con fuerza el objeto de plástico que entra. Jadea conta su palma, y se corre a chorros sobre su abdomen. Temblando en su cama, con los espasmos del orgasmo en su cuerpo.
Su vista es borrosa, las lágrimas caen con suavidad de sus mejillas sonrosadas. Ríe, mirando alrededor. El sudor le gusta. Wow, se siente débil y cansado. Sus piernas se sienten adoloridas, nunca creyó que sus amigos tuvieran razón. Después de todo ir a esa tienda para adultos había sido bueno, comprar algo para él sin que los demás se dieran cuenta. Si, sus amigos eran idiotas a veces.
Suspira rendido. Le gusta su propio aroma, es dulce. De repente los toques en la puerta de su habitación lo regresan a la realidad. Y lo asustan. Saca el juguete, se cubre con las cobijas y esconde las pruebas de su travesura.
La puerta se abre. Odia que sus padres tengan llave de su habitación, no tiene su privacidad, porque según ellos. "Hasta que te cases con un buen alfa podrás irte de casa".
—Cariño. —La voz de su madre solo provoca que su cabeza sobresalga entre las cobijas. —Uff, tu aroma esta por todas partes. ¿Acaso tu celo esta cerca?
—pTal vez, ¿que quieres mamá?
—Oh, veras. Mañana irás a tu primera cita con el ginecólogo. Es importante que hoy te afeites bien arriba de... bueno, tu sabes. —Alzo las cejas varias veces.
Jimin se sonrojo, bufando molesto. No le gustaba que su madre hablará de ese modo de su cuerpo.
—Ya entendí, y mamá. ¿Para que ir a eso?
—Hay cariño, eres un Omega. Esta será la primera de muchas. Es importante llevar un control de tu cuerpo.
—¡Pero mamá...
—No Jimin, esto es importante. Saber cómo está tu interior, porque sé que ya no eres virgen. Al menos me alegro que no terminarás con tu domingo siete.
—¡Mamá!, te dije que no estaré con un alfa así. ¡Ya me lastimaron una vez! — Se cubrió de nuevo con sus cobijas.
La Omega sonrió, aun recuerda el dia en donde su hijo llegó llorando quejandose del dolor por su primera vez.
—Que un alfa sea malo no significa que todos lo sean.
—Mejor buscare consuelo en los juguetes. Son más fáciles de usar. —Pucherea, porque tiene miedo.
—Por eso tu aroma esta así. Pero Jimin, esos juguetes no te darán una marca. No te darán cachorros, una familia o amor. Por eso un alfa, o beta debe de estar a tu lado. Tu decidiras si tener hijos, trabajar o estudiar. —Explica en breve cerrando la puerta.
Jimin suspiro, mirando un momento sus piernas desnudas bajo las sábanas. Solo tal vez si quería un alfa, pero no uno idiota como el que le tocó para tener su primera vez. Que hasta ahora dolía si lo recordaba. Negó, solo esperaba que no fuera incómodo estar en un consultorio con otra persona que viera ahí abajo.
—Que sea un Omega igual que yo, por favor. —Suplico cerrando sus ojos.
Tu cuerpo aún no reconoce el verdadero placer.
©LyzOrtega
Obra 2020
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