Histoire courte
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kaeso

Era un día de invierno cuando todo comenzó. Fuera la tempestad que se había formado estaba dejando todo el pueblo sepultado bajo la nieve blanquecina y el aire que azotaba a los árboles de alrededor. Las ramas caían cada segundo dejando las calles aisladas de otras sin ninguna escapatoria, pero en medio de todo aquel desastre se podían distinguir unos gritos.

Ni el aire podía sofocar aquellos gritos de agonía que provenían de la casa más grande del pueblo. Dentro de aquella casa lo único que se oía eran los pasos de espera de un hombre y los aullidos de dolor de una mujer. De una mujer que estaba de parto.

En aquella habitación tan pequeña estaba tumbada en la cama una joven chica de ojos color esmeralda. Su pelo rubio como un halo se extendía por la almohada mientras ella gritaba sin parar. Su cara dulce estaba contraída por el dolor y perlas de sudor bajaban por su cuello delgado y largo hasta le colchón o seguían su camino hacia sus pechos que estaban cubiertos con un camisón del color más blanco que se podría imaginar, pero la parte inferior estaba manchada de el color escarlata característico de la sangre.

De repente aquella imagen se vio interrumpida con el sonido de la puerta al abrirse. De ella salió un hombre fornido vestido con una camisa de lino holgada y unos pantalones negros que se ajustaban gracias a un cinturón de cuero marrón. El hombre se dirigió hacía la joven que estaba empotrada sobre la cama. La miraba como si no le importara. Como si fuera otra puta con la que lidiar en este tiempo tan difícil.

-¿Cuando vas a parar de hacer un escándalo?

Dijo con su voz grave y fría al igual que la nieve que se precipitaba con furia afuera de la casa. La joven no respondió solo se quedo mirándolo sin reconocerlo. Aquel hombre que siempre le hablaba con su voz grave, pero suave al mismo tiempo y dulce. Como si con su tono de voz la pudiera romper en mil pedazos, pero aquello solo eran recuerdos. Ya que hacía meses que la trataba como si no fuera una persona con sentimientos.

Sus recuerdos se disiparon por culpa del dolor que emanaba de su cuerpo. Y el silencio se vio roto por otro grito gutural que salía de las entrañas de la joven. Después de unos minutos la joven dejo de gritar, pero los gritos fueron intercambiados por unos llantos que se distinguían mejor de la tempestad de afuera. El hombre se dirigió a la procedencia de los llantos y encontró entre las sabanas una pequeña criatura que movía los brazos y las piernas al ritmo de su llanto. Estaba cubierta de sangre y aun estaba unida a la joven madre con el cordón umbilical.

El hombre saco de su cinturón una daga lo suficiente grande para cortarlo. Al hacerlo envolvió a la pequeña en una sabana y se dirigió hacia el sofá. Con una mano cogió los almohadones del sofá y los dispuso para que simulara una cama. Cuando estuvo listo dejo a la pequeña en la camita y en ese momento dejo de llorar.

La joven observo todos los movimientos que hacía el hombre en silencio, pero aquel silencio no duro mucho. La joven que ya no tenía fuerzas empezó a experimento otra vez aquel dolor que le arranco un grito que corto el estruendo de la ventisca de afuera. El hombre espero sentado junto a la pequeña que no se estaba quieta moviendo sus pequeñas piernecitas y cerrando y abriendo sus pequeñas manos con fuerza. La observo como si fuera un regalo de los dioses y mientras buscaba un nombre para la pequeña, pero se vio interrumpido con los llantos de otra criatura.

Se levanto lo más rápido posible y se acerco a la cama donde había otra niña. El llanto de esta era más estridente que la otra, pero no era lo único que las diferenciaban. Aquella criatura tenía una gran mata de pelo rubio platino como la de su madre. El hombre hizo el mismo ritual como con la otra niña. Cuando dejo a la pequeña al lado de su hermana se dirigió a la joven,

La joven deseosa de tener en brazos por primera vez a sus hijas miro al hombre. Él se acercaba poco a poco, Su cara estaba desfigurada por la rabia y en su mano derecha sostenía la daga que estaba sucia de sangre. La joven empezó a asustarse y no entendía lo que pasaba.

-¿Por qué no me dejas cogerlas?-El hombre no le contesto y cada vez estaba más cerca.-¡¿Por qué no me dejas cogerlas?!

-No te las mereces.

La joven sabía lo que significaba aquello así que como pudo se levanto de la pequeña cama e intento llegar hasta la puerta más cercana, pero el hombre era más rápido y la atrapo con sus brazos musculosos. Tapo la boca de la joven para que no gritara y con un rápido movimiento de muñeca deslizo la daga afilada por el delgado cuello de la joven dejando así paso a la sangre que empezó a caer a borbotones. Empujo el cuerpo convulsivo de la joven contra la pared así dejando toda la pared salpicada con la sangre de la chica. Callo al suelo con un sonido sordo. Con aquel sonido una de las niñas empezó a llorar y con ella la otra.

El hombre dejo de observar a la joven que alguna vez fue su hija y se dirigió hacia las pequeñas. Las cargo una en cada brazo y al minuto se quedaron calladas. Se sentó en el sofá mirando a sus pequeñas nietas buscando algún nombre para ellas. Enseguida lo supo y las cargo un poquito más.

Mirando a las pequeñas dijo.

-Britania y Galia espero que no salgáis como vuestra madre. Espero que seáis puras y que por fin me sienta orgulloso de alguien.

Las pequeñas se durmieron en los brazos de su abuelo y el solo pudo observar como su única hija se desangraba en el suelo. En sus ojos ya no había ninguna vida. Dejo a las niñas otra vez en la cama improvisada y se acerco al cuerpo. Se arrodillo delante de ella y observo a la última persona que quedaba de su pequeña familia. Empezó a acariciar su pelo rubio manchado de su propia sangre.

-Sabes que tenía que hacerlo mi pequeña Minerva.

5 Juillet 2022 10:47 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

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ara garcía solo escribo por diversión solo escribo para poder seguir solo escribo lo que se me viene a la mente solo escribo para poder sobrevivir

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