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Lord Kuroko


Azai, un hábil cazador de la sociedad de almas, ha sido encomendado con una misión especial por los altos mandos del Cielo. Su tarea consiste en investigar el misterioso aumento de espectros que ha plagado la ciudad de los Zorzales. Con el fin de mantener su discreción y evitar levantar sospechas, Azai debe ocultar sus extraordinarias habilidades y presentarse como un simple ser humano. Con determinación y astucia, se sumerge en la oscura y peligrosa urbe, listo para desentrañar los secretos detrás de esta amenaza espectral.


Fantaisie Fantaisie urbaine Déconseillé aux moins de 13 ans.

#demonios #angeles #fantasmas #cazador
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El Camino del Cazador

El mundo humano, conocido como el planeta Tierra, alberga a miles de millones de personas, animales y una variedad de entidades fascinantes. Pero, ¿qué quiero decir con 'otras entidades'? Me estoy refiriendo a seres más allá de vuestra comprensión, como fantasmas, espíritus malignos y diversas formas de entidades sobrenaturales. Estas criaturas enigmáticas se deslizan en las sombras, interactuando con nuestro mundo de formas misteriosas y, en ocasiones, peligrosas. Es aquí donde entra en juego mi labor como cazador.


Mi nombre es Azai, y pertenezco a un selecto grupo conocido como el Tribunal de las Almas. Se me ha encomendado la tarea de perseguir y capturar a aquellos espíritus que causan daño a los seres humanos. Podrías considerarme como un agente de policía, pero mi enfoque se sitúa en el reino espiritual. Con una estatura imponente de 1.80 metros, y rasgos distintivos como ojos y cabello plateados, se me conoce como el Cazador Plateado.


En esta ocasión, mi misión consiste en rastrear y capturar a un espectro de aspecto aterrador: un payaso. Este ser siniestro ha estado sembrando el caos en una carretera alejada de la ciudad. Antes de adentrarnos en los detalles de esta inquietante misión, permítanme compartirles cómo llegamos hasta este punto. El Tribunal de las Almas es el guardián de las almas errantes y el juicio final para los seres del más allá. Es el lugar donde estas entidades son llevadas para ser juzgadas y, en su mayoría, enviadas al infierno, donde pagarán por sus transgresiones.


Cuando los seres humanos fallecen, una figura conocida como "La Parca" se les aparece para anunciarles que su tiempo en este mundo ha llegado a su fin. Como seres humanos, poseen lo que llamamos "libre albedrío", otorgado por el Jefe de los Cielos. Estos individuos tienen la opción de acompañar a La Parca al más allá, en este caso al Tribunal de las Almas. Allí, son sometidos a juicio y se les asigna un destino en el cielo o en el infierno, según el transcurso de sus vidas.


Los humanos que eligen quedarse en la Tierra, por cualquier motivo, no atraviesan una experiencia agradable. Las almas no pueden permanecer aquí por más de seis años, ya que su espíritu, esa voz interna que les guía en lo que está bien y mal, ha desaparecido. Es como el grillo del cuento infantil que les decía qué hacer. Los humanos que se quedan solo se llenan de sentimientos negativos, hasta el punto de desear hacer daño a otros, pero ellos no lo perciben como algo malo, simplemente lo hacen. Es en este punto donde intervengo como cazador.


Durante los últimos días, había estado recibiendo informes sobre la presencia de un espectro con la inquietante forma de un payaso. Resultaba intrigante tratar de comprender por qué había decidido adoptar esa apariencia en particular. Tal vez, esa fue la forma en la que él mismo abandonó este mundo en vida. En muchas ocasiones, las almas se niegan a partir con las parcas debido a diversos motivos, pero el más común es haber sido forzados a abandonar este plano existencial. Muchos de ellos eligen quedarse para cobrar venganza, sin embargo, una vez que logran su cometido, se ven incapaces de encontrar la paz que les permitiría avanzar hacia el Tribunal de las Almas, convirtiéndose en espectros atormentados.


En esta ocasión, la responsabilidad de dar caza a ese perturbador payaso recaía sobre mí. Los informes indicaban que se encontraba aterrorizando a las personas en una calle poco transitada durante las noches, provocando accidentes automovilísticos con el fin de causar el mismo dolor que una vez le infligieron. Su objetivo parecía ser obligar a otros a abandonar este mundo en contra de su voluntad, reflejando así su propia experiencia pasada.


La misión era clara: debía enfrentarme a este despiadado ser y poner fin a su rastro de caos y sufrimiento. Cargado con la responsabilidad de restaurar el equilibrio y llevarlo ante el Tribunal de las Almas, me preparé para adentrarme en la oscuridad de la noche. Con mis sentidos agudizados y mis habilidades afiladas, estaba listo para confrontar la tormenta en forma de payaso y asegurarme de que ninguna alma más fuera arrastrada a su perturbada danza de terror y tragedia.


Me acerqué a mi silla y tomé mi uniforme, un traje de dos piezas completamente negro, que representaba la seriedad y la autoridad con la que enfrentaba mi labor. Me lo puse con determinación, asegurándome de que cada pieza encajara perfectamente.


Luego, me concentré y abrí un portal hacia el mundo humano, traspasando el umbral entre los reinos. A medida que cruzaba el portal, sentía una brisa etérea y una sensación eléctrica recorriendo mi cuerpo. Finalmente, emergí en la carretera, listo para enfrentar cualquier desafío que me esperara.


Justo en ese momento, un automóvil pasó frente a mí, y dentro de él, pude ver a una familia. Mientras la familia continuaba su trayecto, sus rostros reflejaban alegría y entusiasmo. Cantaban una alegre canción infantil, sumergidos en su propia burbuja de felicidad. El padre, concentrado en la conducción, mantenía su mirada en la carretera sin percatarse de mi presencia.


Con sigilo y agilidad, me impulsé y me subí al techo del automóvil, ocultándome en las sombras. Allí, me acomodé en una posición estratégica, preparado para el inminente encuentro con el espectro. Mi presencia pasaba desapercibida para ellos, como era habitual para los cazadores.


La brisa nocturna acariciaba mi rostro mientras esperaba pacientemente la llegada del siniestro payaso. Sabía que su aparición sería inevitable y que el caos y el peligro le seguirían de cerca. Sin embargo, estaba decidido a proteger a la familia y a cualquier otra persona que pudiera cruzarse en su camino.


Mientras el automóvil avanzaba, me mantuve alerta, mis sentidos enfocados en captar cualquier indicio de la presencia del espectro. Sabía que enfrentarlo no sería tarea fácil, pero mi determinación y mis habilidades como cazador estaban a la altura del desafío que se avecinaba.


Con la oscuridad como aliada y la misión de asegurar la tranquilidad y la seguridad de aquellos que habitaban en el mundo humano, esperé, listo para actuar cuando el payaso hiciera su perturbadora aparición.


La madre de la familia comenzó a hablar con el padre, quien por primera vez apartó la mirada del camino. En ese preciso instante, el espectro hizo su aparición, captando la atención de todos en el automóvil. Fue la niña pequeña quien, al verlo, soltó un grito de sorpresa y temor.


"¡Papá, un payaso!" exclamó la niña, señalando con miedo hacia el espíritu siniestro.


El padre, al volver rápidamente la mirada al camino, se dio cuenta de que el payaso estaba peligrosamente cerca, imposible de evitar. Un escalofrío recorrió su espalda mientras intentaba tomar el control de la situación. Desafortunadamente, sintió cómo las ruedas del automóvil pasaban por encima del ser maligno. El padre comenzó a detener la camioneta, pero su esposa intervino de manera decisiva.


"No lo hagas. No creo que esté vivo", dijo la madre con voz firme, sosteniendo un crucifijo en sus manos como símbolo de protección.


Confundido y conmocionado, el padre miró a su esposa, buscando respuestas a lo que acababa de presenciar. El impacto de las llantas sobre el payaso era indudable, pero las palabras de su esposa le generaron una duda inquietante.


"Pero, ¿qué estás diciendo, mujer? ¿Cómo no va a estar vivo? Sentí claramente cómo las llantas pasaban por su cuerpo", respondió el padre, buscando comprender la situación.


La madre, con calma pero con convicción, insistió en su punto de vista. "Piénsalo detenidamente. Esa figura surgió de la nada, sin explicación alguna. No parece pertenecer a este mundo. Sigue adelante, por favor", instó.


El hombre, lleno de confusión y temor, decidió hacer caso a su esposa. Movido por la necesidad de proteger a su familia y acatando la extraña lógica de la situación, pisó el acelerador a fondo y abandonó rápidamente el lugar, dejando atrás al inquietante payaso en la oscuridad de la noche.


La madre había planteado una perspectiva válida y, a pesar de su partida, el payaso maligno volvió a hacer su aparición, persiguiendo la camioneta con su maliciosa sonrisa. Sin perder un segundo, salté del vehículo y descargué una poderosa patada en su quijada, intentando detener su accionar perturbador.


"¿Te diviertes atormentando a los inocentes?" reproché con voz firme, enfrentando al payaso en su desafiante presencia.


El payaso cayó al pavimento de la carretera, aparentemente intentando escapar de mi alcance. Sin embargo, estaba decidido a no dejarlo libre para que continuara sembrando el caos.


"No, no te dejaré escapar", afirmé con convicción, sintiendo la determinación fluir a través de mí.


En mi mano derecha sostenía una pulsera especial, una herramienta invaluable con múltiples funciones diseñadas para nosotros, los cazadores de entidades sobrenaturales. Con un rápido movimiento, desplegué la funcionalidad que necesitaba en ese momento crítico.


"¡Esposas, ahora!" exclamé con autoridad.


De la pulsera emergieron unas esposas que se deslizaron hábilmente hacia mi mano. Sin perder tiempo, lancé las esposas hacia el payaso, las cuales se abrieron en el aire y se dirigieron con precisión hacia las manos del espíritu maligno. Estas esposas estaban especialmente diseñadas para evitar que los espectros se desvanecieran, manteniéndolos temporalmente atados a nuestro plano de existencia.


Las esposas se cerraron con un chasquido metálico en torno a las manos del payaso, asegurando su confinamiento. Una vez capturado, su capacidad de escapar o desvanecerse se vio limitada por el poder de las esposas. Era hora de llevarlo ante el Tribunal de las Almas para que enfrentara su juicio y pagara por sus acciones..


Toqué mi comunicador en mi oreja y me dirigí a Luz, mi supervisora en el sector del Tribunal de las Almas. Ella era la encargada de recibir y asegurar las entidades capturadas, informándome sobre las celdas disponibles para su confinamiento.


Con un gesto de mi mano, creé una puerta en el aire que se abrió frente a mí. Tomé al payaso capturado y pasé a través de la puerta. Una vez más, me encontraba en el Tribunal de las Almas, satisfecho con el éxito de mi misión aparentemente sencilla.


Me acerqué a donde estaba Luz, agitando al payaso en mis manos para mostrarle mi logro. Sin dirigirme a ella, ella simplemente señaló hacia dónde debía llevarlo. Siguiendo sus indicaciones, me dirigí a la celda designada, retiré las esposas del payaso y lo encerré en su confinamiento.


Solté un suspiro de alivio, sabiendo que había cumplido mi tarea y ahora me preparaba para volver al mundo humano y continuar con mi patrulla. Sin embargo, antes de que pudiera partir, recibí una noticia inesperada.


"Oye, Azai, la jefa quiere verte", dijo alguien detrás de mí.


"¿En serio? ¿Qué querrá esa vieja de mí?" respondí con cierta molestia.


De repente, sentí una fuerte sensación asesina emanando de mi espalda.


"No me digas que está justo detrás de mí", murmuré, sintiendo un escalofrío recorrer mi cuerpo.


Luz simplemente levantó la mirada, y su expresión fue suficiente para entender la situación. Sabía que mi destino estaba sellado.


SLAAP


Ese fue el único sonido que escuché cuando fui arrojado violentamente contra unas sillas que estaban cerca de Luz, perdiendo la conciencia en el impacto.


Me levanté con cuidado, aún sintiendo el leve dolor en mi cabeza por el impacto contra las sillas.


"Azai te necesito en mi oficina surgió un caso especial"


Enfrente de mí estaba la jefa del Tribunal de las Almas era una figura imponente y poderosa. Su cabello rojizo caía en cascada hasta su espalda baja, enmarcando su rostro de rasgos elegantes y firmes. Sus ojos, de un intenso color amarillo, brillaban con una mirada penetrante y dominante, reflejando su autoridad y sabiduría.


Su cuerpo, de complexión delgada, no ocultaba su fuerza y presencia magnética. Cada movimiento suyo irradiaba una energía imponente y un aura de poder. Su altura superaba la de la mayoría, imponiendo respeto y admiración en todos los que se encontraban a su alrededor.


Vestida con una túnica negra que le confería un aire de misterio y solemnidad, la jefa del Tribunal de las Almas destacaba entre los demás. Su porte era majestuoso y su presencia imponía una sensación de temor reverencial en aquellos que se atrevían a cruzar su camino.


Era conocida por su sabiduría, su inquebrantable lealtad al Tribunal y su capacidad para tomar decisiones justas y firmes. Todos en el Tribunal de las Almas le tenían un profundo respeto y sabían que desafiarla sería una empresa temeraria y sin esperanzas.


La jefa del Tribunal de las Almas encarnaba la autoridad y el poder del reino espiritual, y su presencia dejaba claro que estaba dispuesta a hacer cumplir las leyes y castigar a aquellos que se atrevieran a desafiarlas. Su figura imponente y su mirada penetrante eran un recordatorio constante de que ante ella, todos eran meros peones en el juego del destino.


Sabía que no podía hacer esperar a la jefa del Tribunal de las Almas, así que me ajusté mi uniforme negro y seguí a la jefa hacia su imponente oficina.


Su oficina era un espacio amplio y sobrio, decorado con símbolos antiguos y estanterías llenas de libros y pergaminos. En el centro había un gran escritorio de madera oscura, detrás del cual se encontraba la jefa, con su mirada intensa y penetrante.


Me acerqué respetuosamente y me detuve frente a ella, esperando sus instrucciones. Su voz resonó en la habitación con autoridad y sabiduría mientras me hablaba.


Los altos mandos te han asignado una misión especial", dijo la jefa, mirándome fijamente. "En la ciudad de los Zorzales, en el mundo humano, ha habido un aumento drástico de espectros. Tú mismo has sido testigo de ello. Por eso, esta misión está encomendada a ti". Asentí con seriedad, esperando ansioso a escuchar los detalles de la misión.


La jefa colocó una esfera brillante sobre la mesa frente a mí. Mis ojos se posaron en ella con curiosidad.


"¿Qué es esto?" pregunté, intrigado.


"Eso es algo que necesitarás para tu misión", respondió la jefa en tono enigmático.


Mis pensamientos se aceleraron, imaginando las posibilidades de lo que podría ser. ¿Un arma poderosa? ¿Un artefacto místico? Mantuve mi rostro imperturbable, intentando no mostrar demasiado entusiasmo.


"Adelante, tócalo", instó la jefa.


Extendí mi mano hacia la esfera, y en el instante en que la toqué, una intensa luz se desprendió de ella, cegando momentáneamente mis ojos. Cuando la luz se desvaneció, me encontré sosteniendo un objeto inesperado en mi mano izquierda: un reloj.


"¿Esto es... un reloj?" pregunté, ligeramente desconcertado. Me preguntaba qué tipo de arma o herramienta podría ser un simple reloj.


La jefa dejó escapar una risa sorprendente, lo que solo aumentó mi confusión. "No tenía idea de que tomaría esa forma", admitió.


"¿No lo sabías? Entonces, ¿por qué me lo entregas?", cuestioné, perplejo.


"Es un requisito para tu misión", respondió enigmáticamente.


Mi incredulidad se transformó en frustración. ¿Cómo podía ser un simple reloj algo esencial para enfrentar a los espectros?


La jefa se calmó y me miró con seriedad. "Azai, el verdadero poder de ese reloj está oculto. No subestimes su apariencia. Pronto entenderás su verdadero propósito y cómo puede ayudarte en tu misión".


Aunque seguía escéptico, decidí confiar en las palabras de la jefa. Miré hacia el espejo que tenía en su oficina y, al ver mi reflejo, me sorprendí. Mi cabello y mis ojos, antes plateados como la luna, ahora eran de un profundo color negro.


"¡¿Qué diablos ha sucedido?!", exclamé, impactado por el cambio drástico en mi apariencia.


La jefa, sin perder la compostura, me habló con serenidad. "Azai, este cambio en tu apariencia no es una coincidencia. Estoy segura de que está relacionado con tu misión y el poder del reloj. Ahora, más que nunca, necesitarás tu coraje y determinación para enfrentar a los espectros".


¿Por qué ha cambiado de color?" pregunté enojado a la jefa, señalando mis ojos y cabello transformados.

"Es necesario para el camuflaje", respondió ella con calma.


"¿Camuflaje?" cuestioné, aún confundido por la repentina transformación.


"Siéntate, Azai. Necesito explicarte algo", me indicó la jefa, y obedecí a regañadientes.


"En esta misión, no puedes actuar como tú mismo. Debes comportarte como un humano", me informó con seriedad.


Humano. La palabra resonaba en mi mente. No tenía nada en contra de los humanos, pero los veía como seres débiles. No podían correr más rápido que un automóvil, saltar grandes distancias ni poseían la fuerza suficiente para levantar un simple vehículo. Entonces, ¿por qué debía convertirme en uno?


"Presta atención, Azai. No eres el primero al que se le ha asignado esta tarea. El primero fue Uzziel", reveló la jefa.


La mención de Uzziel captó mi atención. Si él había sido enviado antes que yo, ¿qué razón había para asignarme a mí ahora?


"¿Qué le sucedió a Uzziel?" pregunté directamente, buscando respuestas. Uzziel había sido mi mentor desde que abrí los ojos en el Tribunal de las Almas. Él me había enseñado todo lo que sabía, desde cómo moverme sigilosamente hasta el desarrollo de mis habilidades. Era el cazador número uno del tribunal.


La jefa me miró con seriedad. "Uzziel investigó a fondo y determinó que el epicentro de esta actividad paranormal se encuentra en un colegio. Sin embargo, desapareció sin dejar rastro".


La noticia golpeó como un puñetazo en el estómago. Uzziel era un cazador formidable y experto. Su desaparición era preocupante y me llenaba de determinación.


"¿Y su pulsera? ¿Qué pasó con ella?" pregunté con ansiedad. Nuestras pulseras no solo eran armas, sino también funcionaban como un sistema de seguimiento. La jefa podía localizarnos y la pulsera actuaba como un indicador de nuestra seguridad. Si la luz de la pulsera estaba encendida, significaba que el cazador estaba a salvo. Si parpadeaba, el cazador estaba en peligro. Pero si se apagaba, significaba que el cazador había perdido la vida.


"Se apagó..." fue la respuesta de la jefa, y su rostro reflejó la gravedad de la situación.


La noticia me golpeó como un rayo. Si la pulsera de Uzziel se había apagado, eso significaba que había perdido la vida en su misión.


"Dime, ¿qué debo hacer?" pregunté, sintiendo una mezcla de determinación y dolor por la pérdida de mi mentor.


"Irás al mundo humano. Deberás asistir a ese colegio como un estudiante normal, mientras investigas lo que está ocurriendo y descubres por qué hay tantos espectros. Durante tu tiempo como humano, no podrás utilizar tus habilidades de cazador", explicó la jefa, revelando los detalles de mi misión.


Asentí, asimilando la importancia de mi cometido. Estaba dispuesto a asumir el desafío y descubrir la verdad detrás de la proliferación de los espectros en ese colegio. Aunque debía actuar como un humano, sabía que dentro de mí seguía ardiendo el espíritu de un cazador.


"Lo entenderé", afirmé con determinación. "Cumpliré con esta misión y descubriré lo que está sucediendo. No permitiré que más vidas sean afectadas por estos espectros".


"Para volver a tu forma de cazador, tienes que decir una palabra al reloj para cambiar entre la forma humana y la de cazador", explicó la jefa.


"¿Y cuál es esa palabra?" pregunté con curiosidad.


"Eso lo decides tú. Solo tienes que decírselo al reloj, y él la grabará", respondió.


Entonces, sería yo quien eligiera la palabra. Debía ser algo que no dijera con frecuencia, para evitar activar accidentalmente la transformación en situaciones peligrosas. ¡Ya lo tengo!


Acerqué el reloj a mi boca y pronuncié la palabra: "¡henshin!"


El reloj brilló intensamente, y me transformé de nuevo en cazador.


"Está bien, jefa, me despido. Es hora de ponerme a trabajar", afirmé con determinación.


"Toma cuidado, Azai. No podemos permitir perderte", expresó la jefa con preocupación.


"No te preocupes, jefa. Soy más persistente que cualquier espectro", respondí con confianza.


Salí de la oficina de la jefa y me despedí de Luz, aunque ella no respondió al saludo. No importaba, entendía la importancia de mi misión. Abrí un portal hacia el mundo humano y me adentré en él.

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15 Juin 2022 16:03 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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