Notas de autor: Antes de comenzar a escribir esta historia, debo aclarar algunos puntos que podrían haber confundido a alguno de mis lectores ya. Primeramente, debo aclarar que, tras el reinicio cósmico, en los universos en los que dejó de existir la segunda generación de personas primigenias, las personas primigenias de segunda generación que habían sido convertidas en primigenias incompletas de segunda generación por Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial no serían convertidas en eso durante los experimentos, sino que nacerían siendo ya así físicamente, es decir, en apariencia, aunque su código genético fuera el de personas no primigenias, pues, al no haber llegado su momento de convertirse en personas primigenias todavía, sólo tendrían el ADN relacionado con la apariencia física que habían poseído durante su vida perfecta con algunos aspectos genéticos propios de la degradación biológica, tales como la existencia del ano, la existencia del intestino y la existencia de los dientes caninos. Aunque los no primigenios se volverían primigenios incompletos en el mismo momento en el que se habían vuelto primigenios de segunda generación en su vida anterior, sus características genéticas propias de seres físicamente inferiores a los primigenios completos se mantendrían, salvo por los aspectos relacionados con la ausencia de fallos genéticos y con la longevidad. Adler y Adalia, por ejemplo, nacieron en su segunda vida imperfecta con los rasgos físicos propios de su apariencia física posterior a los experimentos nazis realizados en ellos en su primera vida imperfecta, aunque nunca hubieran sido realizados dichos experimentos. En el universo G, único universo en el que, existiendo el Caído, nunca existieron las personas primigenias incompletas de segunda generación y las de tercera generación, todas las personas primigenias que, en otros universos, eran de segunda generación, nacieron con su apariencia física propia de una persona primigenia incompleta de segunda generación, incluyendo eso a Adler y Adalia en dicho universo, puesto que ellos, así como Alphonse, Erika, Suzanne y el hermano de Suzanne, sí existen en el universo G, universo en el que todas las versiones alternas de los primigenios incompletos de segunda generación de las otras líneas temporales anteriores al reinicio vivirían su primera vida como personas primigenias incompletas desde el momento posterior a su nacimiento en todos los casos, habiéndose vuelto primigenios incompletos todos ellos nada más nacer, puesto que el genocidio nazi no había tenido relación con el surgimiento de las personas primigenias incompletas en el universo G. En dicho cosmos, Adam e Eve se volvieron primigenios incompletos nada más nacer. Con respecto a la capacidad de Adamael y Eviel de atraer fluidos sexuales para poder absorber la energía de estos una vez que estaban en ciertas zonas de su cuerpo falso, debo decir que esa capacidad pasiva dejaron de poseerla al mismo tiempo que la de la saliva y el aliento afrodisíacos. Aunque habían consumido los fluidos sexuales del otro en varias ocasiones mientras tenían relaciones sexuales entre ellos, no habían obtenido la energía vital del otro, puesto que un demonio no puede absorber la energía vital de otro demonio, de un ángel o de Dios mismo. Tampoco funcionan la saliva y el aliento afrodisíacos en otros demonios, en ángeles o en Dios mismo. Sólo funcionan las capacidades relacionadas con generar deseo sexual mediante alguna clase de sustancia extraña cuando son usadas en humanos. También debo decir que Adamael fue creado antes que Eviel. Dos segundos después, fue creada Eviel. Como ellos no son gemelos nacidos mediante reproducción sexual, el primogénito es el mayor de los dos. Sólo queda por aclarar que, cuando dije que los Adam e Eve del universo A eran tiranos invencibles, me refería a que no podían ser vencidos por el resto de los habitantes de su misma especie de su mundo. Ellos no eran invencibles en ese punto y no lo serían en ningún punto, pues seguían siendo personas que poseían debilidades propias del hombre. No dejaban de ser parte de la humanidad. Sólo los Adam e Eve primigenios completos son realmente invencibles. Con respecto a la razón por la que los humanos no pueden ver en el universo H a los demonios y los ángeles con sus ojos si estos no se muestran por decisión propia ante ellos, lo cual se aplica también a olerlos, saborearlos, oírlos y percibirlos mediante el tacto, dicha razón es que, tras la caída de Adán y Eva, el ser humano perdió los sentidos espirituales que había poseído antes de su caída. A diferencia de lo que sucede con las falsas formas físicas en los universos en los que el hombre primigenio existe, en el universo H, las falsas formas físicas no poseen otra naturaleza en esencia, por lo que no dejan de ser una transformación de parte de ese algo espiritual que conforma a los ángeles y a los demonios en su totalidad. Por eso no es suficiente con que un demonio adopte una forma física. Dicho demonio deberá adoptar también una naturaleza que sea parcialmente física para que la parte física falsa tenga una naturaleza completamente diferente de la que poseía originalmente. En el caso de las sombras, las cuales podían adoptar una forma física falsa si lo deseaban, ellas se volvían perceptibles para el hombre degradado debido al cambio automático de naturaleza de lo transformado. Los demonios y los ángeles no tienen esa opción. Con respecto al sultán Adam y la sultana Hawwa, debo aclarar que, en su época, la dinastía otomana no perdonaba los errores cometidos por los adultos. Si un comandante no detectaba un intento del ejército de un país adversario a tiempo en medio de una guerra y sucedía algo malo, no toleraban que hubiera cometido un error. Si una concubina con un hijo del sultán cometía un error y el hijo moría debido a ello, no había tolerancia para esa concubina y terminaba muerta. Si el sultán fallecía debido a un error de un cocinero al preparar un plato, el cocinero era asesinado por ello a la primera. Adam y Hawwa eran sultanes muy atípicos, puesto que ninguno de ellos permitía la intolerancia hacia quien cometía un error en su imperio por parte de alguien. Si un intolerante hacía ejecutar a un adulto o le hacía algo malo por su error a dicho adulto que no fuera matarlo, dicho intolerante era decapitado de inmediato por Adam para que sirviera como ejemplo para todos los demás. En el imperio de Adam y Hawwa, nadie abortaba de forma voluntaria y nadie forzaba a alguien a abortar, pues quien forzaba a otra persona a abortar o abortaba voluntariamente era decapitado por Adam nada más descubrir este dicho suceso. Debía ser cometido un error de un tipo determinado y de una gravedad determinada que hiciera a quien lo hubiera cometido merecedor de morir para que el sultán Adam no tolerase un error suyo y permitiese que lo ejecutaran por ello o no tolerara dicho error y lo ejecutara él mismo. Si Adam no estaba presente para ejecutar a alguien que debía ser ejecutado por un miembro de la dinastía y su gemela, Hawwa, era la que estaba presente en aquel justo y preciso instante, era ella la que ejecutaba a quien hubiera que ejecutar. A Hawwa había que darle el mismo trato respetuoso, quitando la parte de tratarla como si fuera el sultán, que recibía su hermano mayor. Pobre de aquel que tratara a Hawwa como si su autoridad fuera inferior a la del sultán cuando ella daba una orden, puesto que tenía el permiso de Adam para actuar como él cuando quisiera, dado que Adam consentía a Hawwa hasta el punto de haber decretado que ella fuera tratada como si fuera otra gobernante más del imperio hasta el día de su defunción. El día que Hawwa hubiera fallecido, ya no sería obligatorio tratarla como si no fuera inferior al sultán. Lo único que no se hacía con Hawwa era llamarla su majestad y sultana del mundo. Quien no actuara de acuerdo a ese decreto del sultán Adam sería decapitado de no arrepentirse pronto por este o, en su defecto, por Hawwa de no arrepentirse pronto. Quien se opusiera a que Hawwa lo decapitara por no ser la gobernante oficial del imperio otomano sería decapitado por ella con más razón todavía y, de estar presente el sultán de forma repentina, sería este quien decapitaría a ese alguien sin miramientos. Si algo toleraba poco el sultán Adam, ya que lo consideraba muy grave y digno de la ejecución, ese algo era que Hawwa fuera humillada por alguien. La amaba demasiado como para permitir que alguien la humillara un poco aunque fuera y era capaz de asesinar a cualquier persona por el amor que le tenía a ella. A diferencia de otros sultanes, Adam jamás fue manipulado por Hawwa. A diferencia de otras sultanas, Hawwa jamás manipuló a Adam, el sultán que confiaba plenamente en su persona. Ambos se amaban tanto y, por ende, se respetaban tanto que jamás de los jamases y nunca de los nuncas se manipularían el uno al otro. Aclarado todo eso, pasaré a explicar algo muy importante que, probablemente, ya fue notado por algunos lectores. Adamael y Eviel no respiraban porque necesitaran respirar, sino por la costumbre adquirida tras mucho tiempo haciéndolo para poder fingir ser humanos reales de una forma que fuera lo más creíble posible.
Prólogo: Aliado.
Aquella noche de luna llena, en aquel 15 de agosto, eran las 00:00 y algunos humanos vivían sus vidas ajenos a la existencia de los seres celestiales y los seres demoníacos. Algunos humanos pasaban una feliz noche con su familia y otros pasaban la noche solos. La luna llena iluminaba en medio de una noche oscura las calles de New York y un cielo estrellado y completamente despejado adornaba el panorama y lo embellecía más de esa manera. Las tranquilas calles estaban iluminadas por farolas de metal de color negro con una cálida luz amarilla intensa. Todo parecía estar lleno de alegría en aquella noche, pero la verdad era muy diferente.
Una rubia que medía más de 1 metro de altura caminaba por las calles nevadas con su ropa característica y permanecía muy seria mientras miraba hacia el frente caminando por la acera con los puños cerrados y sin mostrar en ellos alteración alguna, pues no hacía fuerza con los puños.
Si yo no digo lo contrario acerca de los rasgos faciales de un personaje y/o de sus rasgos físicos, es porque dicho personaje posee los mismos rasgos físicos que otro en su apariencia, aunque los rasgos faciales propios de cada persona sean diferentes cuando no se trata de hijos que son casi una copia de sus dos progenitores, como en el caso de Athena Lucy Black, de uno de ellos o de gemelos idénticos. El rostro de estilo primigenio incompleto de esta fémina es algo que hay que sobreentender en este caso. Ella mide 1 metro y 90 centímetros de altura. Usa una copa G, su talla de cintura es la talla 80 y su talla de trasero es la talla 90. Ella, al igual que Alice Bonnie White, Yuuki Yamamoto, Selene Katherine y otras féminas cuyo cuerpo no era el más atractivo a ojos de muchos varones debido a lo que “les faltaba tener”, no tiene las piernas tan torneadas como Eve, Melody, Tiffany, Erika, Suzanne, Evelia, Eviel, Clarise Lilith White, Diane Hillary Cooper, Megan Amy Samuelson, Alexandra Petra Patterson, la madre no biológica de Melody, la madre de Lice, la progenitora de Damian y Diane, la madre de Adamas y Evelia, Jane Sarah White, Elsa Montoya Ruiz, Athena Lucy Black, Lice Claire Miles, Lucrecia Fernández Montoya, Izanami Ishikawa, Ana Guerrero Palacios, Solana Guerrero Palacios, Selena Guerrero Palacios, Adalia Leyna Wagner, Sonya Denia Hiddleston y Cindy Anne Hiddleston. Las mencionadas en el primer caso tienen en común que no poseen las piernas más torneadas y una talla grande de pecho. Ella nunca usa ropa apretada y/o reveladora y ese es su habitual atuendo de primavera y verano. Ella está tan delgada como una mujer sana puede llegar a estarlo y no es musculosa. Ella nunca utiliza ropa muy holgada, sino poco holgada. Por cierto, eso que usa es un vestido de tela.
Sus pasos calmados en plena noche evidenciaban su falta de miedo a los peligros de la noche. Ella oyó de repente unos pasos a su derecha que sonaban calmados y que iban no muy despacio y no muy rápido. Miró hacia su derecha repentinamente y frunció el ceño al descubrir que no se trataba de alguien en quien pudiera confiar.
Él mide 1 metro y 90 centímetros de altura. Su talla de cintura es la talla 80 y su talla de trasero es la talla 80 también. Tiene rasgos primigenios en su cuerpo también. Él está tan delgado como un varón sano puede llegar a estarlo y es tan musculoso como un varón sano puede llegar a serlo. Si yo no digo nada, la complexión de los personajes es delgada siempre. Él no usa ropa muy ajustada jamás. Sus alas, salvo la parte membranosa y la parte ósea, están hechas de piel suave y tersa, al igual que su cola y la punta de esta, siendo que dicha cola sí posee carne y hueso.
—Parece que no eres precisamente un ángel—Dijo con voz hostil y seria la rubia de ojos azules mirándolo fijamente a los ojos cruzada de brazos y sin hacer fuerza con los puños cerrados al mismo tiempo.
Todo su cuerpo estaba en frente del cuerpo de él, quien apoyaba sus alas a la izquierda de la entrada de un callejón sin salida que estaba completamente oscuro y con tres grandes contenedores de basura de color gris oscuro al fondo, pues se apoyaba en una pared de ladrillos rojizos. Sus garras afiladas y largas de un color tan pálido como su piel se notaban perfectamente y sus puños cerrados sin hacer fuerza mostraban la ausencia de hostilidad en su ser demoníaco. Él movía la cola hacia la izquierda y hacia la derecha lenta y juguetonamente todo el rato.
Sólo diez centímetros de distancia los separaban a ambos, pero ella sabía que él seguía siendo peligroso, a pesar de ese hecho.
—Hola, preciosa—Dijo con una sonrisa arrogante el joven de cabello negro mientras su mirada maligna y confiada mostraba la ausencia de miedo en su ser—Yo sé que no es común entre los vuestros ver a un demonio, pero tú no me tienes miedo y pareces muy consciente de lo que soy. Por favor, no me temas y seré muy dulce para ti. Pasarás una buena... noche.
Sus últimas cuatro palabras habían sido lanzadas con un tono muy seductor y él no mostraba humildad alguna. Era como si la arrogancia y la soberbia fueran parte de su naturaleza, lo cual era cierto, ya que él era un ángel caído sumido completamente en el mal.
—Eres arrogante, estúpido y nada precavido. Por lo que veo, tú eres de esos que no nos dejan hacer nuestro trabajo pero son demasiado idiotas como para evitar cometer errores fatales al final, demonio—Dijo muy seria y muy tajante la rubia de ojos azules—Márchate o te enseñaré lo que es bueno.
El demonio cornudo sonrió muy emocionado y se puso en posición defensiva de combate moviendo la cola con muchas ansias hacia los lados sin parar. Sus manos ya estaban en tensión y sus afiladas garras estaban preparadas para rasgar la piel de la rubia sin compasión alguna.
—Conque no eres lo que pareces. ¡Esto será muy divertido!—Dijo con su voz aguda y rasgada el demonio de ojos púrpuras, mostrando al abrir la boca cuatro colmillos afilados como navajas en donde debería haber caninos menos afilados con gran emoción en su voz al final y con emoción creciente al inicio.
Sus ojos se abrieron como platos, formando una expresión de inmensa locura cargada de sadismo por ir sus ojos a juego con una sonrisa sádica y llena de crueldad. Se notaba que iba a disfrutar haciendo daño a aquella joven tan alta como él. Su pierna derecha estaba adelantada a la izquierda y la pierna izquierda permanecía en su lugar, pero su postura amenazadora no había hecho que la rubia se alterara un poco aunque fuera, pues ella seguía con los dos pies al mismo nivel, con los puños cerrados sin hacer fuerza alguna y con el ceño fruncido con mirada hostil y seria en sus ojos azulados.
—Veo que mis palabras me delataron. No pretendía esconder mi verdadera naturaleza de todas formas. Aunque no fuera un ángel, podría haberte visto, pues eras visible para los humanos de todas formas, demonio—Dijo con seriedad y hostilidad en su ser el resplandeciente y majestuoso ángel sin cambiar su postura ni un poco—Yo soy... el arcángel Haraniel.
—¡Yo soy... Azatel, el demonio de la lujuria y el sadismo! ¡Soy el segundo más temido en las filas de Satanás, y tu vida acabará aquí, maldito ángel bastardo!—Exclamó un sádico y emocionado pelinegro de piel lívida con su expresión de locura cruel y sádica en su rostro demoníaco todavía.
Sus músculos en tensión evidenciaban que poseía una forma física, al contrario que Haraniel, quien era completamente un ser espiritual.
—Todos los demonios sois demonios de la lujuria al parecer—Respondió Haraniel seria y hostil sin cambiar de posición aún—¿No podéis ser más originales?
—En realidad, eso es sólo cosa de un sexto de las huestes demoníacas. Todos los demonios somos lujuriosos y crueles, pero no todos somos demonios especializados en el pecado de la lujuria, arcángel santito Haraniel—Dijo muy serio y con una frialdad superior a la del invierno más gélido de todos hasta el término “Lujuria”, en donde había cambiado su tono a uno de burla.
Acto seguido, la expresión sádica y de emoción regresó al rostro del demonio con cuernos de animal salvaje.
—No puedes conmigo, demonio de la lujuria y el sadismo. Ríndete y no tendré que lastimarte—Dijo con su misma hostilidad y su misma seriedad Haraniel justo antes de mostrar pena en su rostro—No quiero hacerte daño. Ríndete y no te dañaré, ser del mal.
—¡Los ángeles sois... patéticos santurrones!—Exclamó con tono de burla el demonio pelinegro lanzándose de un salto a toda velocidad hacia Haraniel con las garras de su mano derecha preparadas para perforar a aquel ser celestial atravesándole de frente su pecho espiritual por el lado izquierdo.
—Tú te lo has buscado. Lamento mucho lo que voy a hacer... Yo te he ofrecido una solución pacífica, demonio...—Dijo Haraniel con pena y tristeza en el rostro por un instante y con determinación ardiente como el Infierno justo después.
Haraniel se mantuvo en su posición sin miedo y sin alteración alguna y, justo cuando Azatel se dispuso a atravesarle su piel espiritual y su ropa espiritual con las garras de su mano derecha, la rubia clara lanzó decidida un pulso de energía angelical al demonio en forma de onda de choque circular con la palma de la mano derecha completamente abierta que lo envió a toda velocidad y con una gran fuerza contra el muro del callejón sin salida, contra la parte que estaba un poco por encima de los altos contenedores de basura.
—Parece... que te he subestimado, santurrona—Dijo cayendo sobre la tapa del cubo de basura central de cara de inmediato con una expresión de burla en su rostro demoníaco el pelinegro y cayó justo después al suelo, dando un giro doloroso y rápido que, de haber podido sentir dolor, lo habría llevado a quejarse. Se puso en pie tras sacudirse el polvo de los vaqueros con pequeños bolsillos a los lados y con dos bolsillos traseros un poco más grandes y la camiseta que llevaba puesta por la parte delantera del torso—Eres muy poderosa al parecer. Yo... no sabía que los santurrones eran tan poderosos.
Azatel estaba desde que se había levantado en una posición calmada con los dos pies al mismo nivel y con los puños cerrados sin hacer fuerza mientras se mantenía burlesco.
—Hay mucho de los ángeles que pareces no saber, demonio Azatel. Satanás debió de haberte advertido que atacar a un ángel de frente era muy peligroso, pero es evidente que eres muy arrogante. No eres el primero que ataca a uno de los míos de frente por considerar que los ángeles son menos poderosos que los demonios. Sin embargo, eres el primero que no ha quedado magullado y sangrando tras atacar a un ángel. Los ángeles podemos ser muy compasivos, pero también debemos ser muy duros cuando se requiere que lo seamos. Tener un cuerpo físico es una maldición en el caso de que un ángel deba ser muy duro con un demonio. De no ser por mi ataque con poder comedido, estarías con moratones en la espalda, en los brazos, en la cabeza y hasta en las piernas debido al impacto contra el muro. Eres un ángel caído muy estúpido por tener un cuerpo físico a la hora de enfrentarme y por lanzarte de frente contra mí. Agradece mi compasión hacia ti, Azatel—Explicó muy seria y llena de hostilidad Haraniel con su brazo bajado hacía algo de tiempo ya, nada más haber chocado contra el muro Azatel.
—Preciosa, es una pena que seas un ángel. Te haría mía si pudiera seducirte—Dijo con un tono seductor Azatel cruzándose de brazos justo después.
—Ni en tus mejores sueños, demonio. Yo soy un ángel, y los ángeles no fuimos creados para el placer sexual. Los demonios corrompisteis la naturaleza excluyente de la genitalidad de los seres espirituales. Además, un pecador como tú no tendría opción alguna con alguien como yo—Dijo Haraniel muy segura de sí misma mostrándose igual de seria e igual de hostil aún.
—Si los traidores de Belcemael y Lilael pueden ser ángeles y disfrutar las relaciones sexuales y servir a Dios al mismo tiempo, no veo por qué tú no, preciosa, pero... ya verás que no eres imposible de seducir, bastarda santurrona—Dijo con una expresión de molestia en su rostro y con voz molesta mientras apretaba fuertemente sus puños Azatel.
—Ellos no son traidores y su caso es especial. Yo no pienso ser como ellos. No tengo interés alguno en intercambiar fluidos con otra persona, al contrario que tú, repugnante y vil demonio—Dijo con la misma expresión seria y hostil Haraniel.
—Eres una... ¡maldita ramera! ¡Serás mía y sólo mía!—Respondió Azatel furioso.
—He herido tu orgullo, ¿cierto? Por eso me insultas y te alteras tanto, demonio—Dijo Haraniel con seriedad y hostilidad en su ser—Aléjate de mí y no gastes tu tiempo conmigo. Lo malgastarías intentando seducirme y pondrías en peligro tu integridad física o espiritual, pues, seas físico o no, te haré algo que te lastimará en algún momento, y tú no podrás evitar que yo te lastime. Satanás, tu amo, se enojará contigo, demonio. Haz tu trabajo y sirve bien a tu amo, así como yo sirvo... bien al mío.
Haraniel se desvaneció en menos de un nanosegundo de aquella calle y, dentro del callejón, Azatel apretaba los dientes con toda su fuerza mientras apretaba con la misma fuerza sus puños con un brazo a cada lado desde hacía algo de tiempo.
—(¡Maldita puta, vas a ser mía y pagarás por haberme humillado, pues sabrás que estás pagando cuando te vea gimiendo debajo de mi cuerpo como una perra en celo!)—Pensó el furioso ángel maligno con una mirada de furia incontrolable en sus ojos púrpuras de esclerótica tan negra como la maldad misma.
El demonio cornudo se tomó unos segundos para calmarse, pues debía trabajar esa medianoche. Su víctima lo esperaba. Dejó de apretar los puños con toda su fuerza física humana, puesto que su fuerza era humana por no necesitar más fuerza que esa habitualmente, y sonrió arrogantemente con sus puños cerrados todavía.
—(Primero, lo primero. Ese maldito humano me necesita para satisfacer sus casi insaciables deseos sexuales)—Pensó Azatel con una sonrisa arrogante en su rostro—Él es mío y no sabe que está en peligro—Susurró Azatel con esa misma arrogancia por sentirse dueño del deseo sexual casi insaciable de alguien.
En menos de un nanosegundo, su apariencia cambió mucho.
Lo único que cambia es que pasa a usar una copa H y tener una talla de trasero que es la talla 90. Sus muslos pasan a estar tan torneados como los de Eviel y posee tantas curvas como esta. Toda su musculatura “entrenada” ha desaparecido por completo y ya no es musculoso. Todo lo demás es exactamente igual que en su forma masculina.
—(Ahora... debo recibir su energía vital y muchos halagos)—Pensó el demonio masculino con una sonrisa arrogante en sus labios femeninos, puesto que ahora era completamente femenino—Ahora debo ser... Rinael. Vamos, Rinael—Dijo en susurro muy satisfecho con una voz un poco más aguda que su voz verdadera.
“Rinael” desapareció en menos de un nanosegundo y apareció de inmediato en una enorme y espaciosa habitación propia de una persona multimillonaria. Al parecer, todo en dicha habitación era propiedad de un joven muy rico, el cual tenía 26 años de edad. “Ella”, quien había aparecido allí con una sonrisa dulce y lujuriosa en los labios, estaba a dos metros de distancia de una cama de dos plazas en la que estaba metido un joven “poco agraciado”, pues su nariz era aguileña, su rostro era muy ancho y con grandes cachetes y sus labios eran gruesos. Aquel joven era de piel trigueña y de ojos amarillos como el rayo. Su cabello corto le llegaba hasta el inicio del cuello y lo tenía peinado en forma de champiñón. Dicho cabello era negro como la maldad de Azatel y era un chico obeso el que tenía dicho cabello.
—R-Rinael, hoy... te has tardado un poco—Dijo alegremente y muy sonrojado el joven multimillonario chileno mirando fijamente al demonio “femenino” a los ojos.
—Sí, mi amor, pero... ya estoy aquí—Dijo tiernamente “Rinael” con una sonrisa lujuriosa y dulce en los labios justo antes de aparecer acorralando a su víctima con su cuerpo femenino falso estando en cuatro sobre esta.
Acercó a su oído derecho los labios y se detuvo con estos justo al lado de dicho oído.
—C-o-m-e-n-c-e-m-o-s—Susurró sin ninguna vergüenza y ningún sonrojo en su rostro “Rinael” con mucha sensualidad y mucha ternura en su tono de voz y en su mirada demoníaca.
Aquel humano perdió el control de inmediato y su primera acción fue rodear con ambos brazos al mismo tiempo muy veloz y muy gentilmente la cintura de “Rinael”. No desconocía que “ella” era un demonio, pero le resultaba indiferente ese hecho, pues igual la “amaba” con locura y de forma incondicional, pues la había aceptado sabiendo desde el comienzo que no era un ángel de Dios.
Al día siguiente, a las 11:00, el joven estaba dormido y desnudo sobre la cama con su miembro flácido y su vientre y dicho miembro muy manchados con fluidos vaginales y sudor, siendo el sudor algo propio de su persona, pues el demonio con el que mantenía relaciones sexuales cada noche no sudaba. Estaba solo, con los brazos extendidos en el centro de la revuelta cama, la cual tenía sábanas arrugadas debido a la actividad sexual de la noche ya pasada, y estaba también boca arriba roncando sin parar. Estaba completamente desnudo y estaba solo en su cama. El demonio “femenino” con el que había pasado la noche se había ido hacía media hora, nada más quedar dormido él debido al cansancio. Los rayos del sol no podían penetrar las cortinas negras de tela de la habitación del multimillonario.
A diez kilómetros de la mansión de ocho metros de altura y cinco metros de largo del chileno de cabello negro, un pelinegro musculoso sonreía con arrogancia mientras miraba en medio de la calle sin que nadie pudiera verlo, tocarlo, oírlo, saborearlo y olerlo, incluso estando en su forma física falsa, detalladamente a cada persona que pasaba por la acera, la acera del callejón, en la cual había estado parado el ángel tan fastidioso a su parecer llamado Haraniel.
Apretó los puños con toda su fuerza estando en la misma posición que Haraniel mientras miraba hacia el frente apuntando su cuerpo hacia la izquierda del callejón sin salida, el cual estaba iluminado levemente por la luz del resplandeciente y cálido sol de la mañana. Comenzó a apretar sus dientes con toda su fuerza humana de inmediato.
—(Calma, calma. Esa bastarda hija de puta no vale la pena. Yo... debo centrarme en hacer mi trabajo, al igual que por la noche)—Pensó el ángel con furia creciente y leve tratando de contenerla con toda su voluntad.
Casualmente, fue la rubia en su forma humana falsa, forma que seguía siendo espiritual al cien por cien, aunque pareciera física en parte, quien apareció frente a él en menos de un segundo caminando por la calle. Ella pasó por su derecha repentinamente y le había dedicado una mirada de reojo justo antes de volver a mirar seria y calmada hacia el frente justo después. Azatel se volteó velozmente hacia su izquierda retomando su expresión de furia creciente mientras sus puños comenzaban a hacer fuerza nuevamente.
—(Calma, calma. Tienes que estar calmado para poder vengarte de ella correctamente)—Se dijo a sí mismo mentalmente el joven pelinegro con un gran deseo de atacarla por la espalda, aunque supiera que no tendría buenos resultados intentarlo.
Al cabo de un par de segundos, Azatel se calmó completamente y sonrió maliciosamente mientras mantenía sus puños cerrados sin hacer fuerza.
—(Tal vez... no necesites un seductor cruel)—Pensó con una sonrisa arrogante en su rostro y con intenciones maliciosas el joven pelinegro—(Debo ser... lo que, justo ahora, tú necesitas).
Merci pour la lecture!
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