pasttelmemories ♡ ♡

"Hyung, ¿prometes siempre quedarte aquí?" "Claro que sí, estaremos juntos para siempre. Cuando la granja se vuelva aburrida, iremos a la ciudad y nos llevaremos a todos los animales con nosotros." Desde pequeños, TaeHyung y JungKook vivieron en un a granja y jugaron allí siempre. Hacían travesuras juntos, se escapaban y jugaban con los animales. Un día, TaeHyung tuvo que marcharse con su madre e irse a la capital del país: Seúl. Destrozados, los años pasan, JungKook se hace cargo de la granja él solo y un día se le ocurre la magnífica idea de ir a Seúl para buscar a Kim TaeHyung. Se lleva una terrible sorpresa al ver que estaba completamente distinto a su niñez y para colmo, tenía una bonita prometida. •| TaeHyung top alfa & JungKook bottom omega. •|GÉNEROS: Omegaverse, romance y drama; fluff + smut. Gracias a @jungkoottom por la idea de la historia en tiktok. <3


Fanfiction Groupes/Chanteurs Interdit aux moins de 18 ans.

#koottom #omegakook #alfatae #omegaverse #taekook #vkook #inkspiredstory #taetop
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PRÓLOGO.

'¿Él se escapó? No lo sé. Si él huyó, si él se escapó, vuelve a casa. Por favor.'


— ¡Hyung, espérame! —


JungKook, quién corría rápidamente tras el de bonito cabello castaño, jadeó e intentó alcanzarlo, pero sus cortas piernas tartamudearon y tropezó, cayéndose sobre un amplio charco de lodo y agua fresca que había caído a penas la noche anterior.


Al verlo caer, TaeHyung se detuvo, se acercó al más pequeño y ahogó una risa.


JungKook tenía una mancha de lodo en la puntita de su redonda nariz y lucía adorable.


— ¿Estás bien? Te dije que soy más rápido que tú y que no podrías alcanzarme.— TaeHyung le sacó la lengua, pero al ver al otro sollozar cambió rápidamente la expresión y se acercó preocupado. Estiró una mano hacia el más pálido y observó sus rodillas lastimadas.


— Ouh, JungKook-ie, era broma. ¿Te duele mucho? Ven, te ayudaré a ponerte de pie.—


Pero JungKook, aún con los ojos cristalizados en lágrimas, tomó la mano de TaeHyung y lo jaló con fuerza hacia él, haciéndole tropezar y caer encima suyo, también ensuciándose completamente de café y espesa tierra mojada.


— ¡JungKook! — Exclamó el otro, molesto, sonriéndole incrédulo.


Esta vez fue el turno del de cabello rosa sacarle la lengua.


— Hyung, no llegaste a la meta, así que también perdiste.—


— Pequeño tramposo, eso no es justo.—


Y le revolvió el cabello con una mano, ensuciándole con lodo a propósito. JungKook simplemente se rió, estirando sus manitas hacia el castaño para tocar sus mejillas y hundir los dedos en ellas, ensuciándolas a propósito también con lodo.


En poco tiempo, los dos estaban completamente empapados y sucios un día de otoño.


— ¿Retomamos la carrera? — JungKook preguntó con emoción, poniéndose de pie rápidamente y tambaleándose un poquito por ello.


TaeHyung, el mayor de los dos pequeños niños, miró sus rodillas un poquito raspadas con preocupación y luego los grandes, brillantes y redondos ojos inocentes del pelirosa.


— ¿Puedes? Estás lastimado. ¿Y si esperamos a otro día, JungKook-ie? Ahora podríamos ir a ver los caballos, mi mamá dijo que nos iba a enseñar a montarlos esta tarde. ¿Qué tal si vemos quién es mejor jinete? —


— Yo, por supuesto que seré yo.— Respondió cruzándose de brazos con una sonrisita de conejo.


TaeHyung rodó los ojos y pasó un brazo por sus hombros mientras sonreía.


— Eso lo veremos.—


Mientras caminaban, jugueteaban y conversaban sin detenerse ni un sólo segundo, TaeHyung le hizo cosquillas a JungKook en las costillas y este se retorció de risa, mientras cubría la zona con una de sus pequeñas manos gorditas y negaba con la cabeza.


TaeHyung repitió la acción y JungKook chilló mientras corría hacia su mamá.


— ¡Mami, Hyung me está haciendo cosquillas, ayúdame! —


TaeHyung carcajeó y corrió con todas sus fuerzas hasta alcanzar a JungKook y abrazarlo por la espalda, rodeando su cintura con las manos hasta entrelazar sus propios dedos y apoyar el mentón en el hombro del más bajo.


— Eso es mentira, tía. JungKook-ie me estaba haciendo cosquillas a mí.—


La omega, con una sonrisa enternecida, se agachó frente a ambos y alzó una ceja. Les pellizcó una mejilla a cada uno y habló dulcemente.


— ¿Y ustedes dos por qué están tan sucios? ¿Acaso jugaron en el lodo, otra vez? Tendré que ponerme a lavar. ¿Por qué no me ayudan y mientras yo les lavo su ropa, van con la tía Hana a ver a los caballos? Luego enséñenme, saben que me muero por aprender y ustedes dos podrían ser mis pequeños instructores.—


Con dos sonrisas hermosas y radiantes, TaeHyung y JungKook asintieron al unísono.


La tarde había sido perfecta, muy hermosa como todos los días. Habían aprendido a montar caballos, a jugar con ellos, ponerles arneses y también las monturas. Aunque, ninguno alcanzaba, así que la alfa les había tenido que ayudar en ello todas las veces. Oscurecía relativamente temprano al ser otoño, pero los pequeños habían ideado un plan perfecto.


Irían a ver las luciérnagas en la noche.


Con sus botas puestas, abrigos calentitos y un par de linternas en sus manos, en risitas pequeñas TaeHyung y JungKook corrieron juntos mientras buscaban los árboles en dónde las luciérnagas se juntarían.


— ¡Ahí, hyung! — Exclamó con emoción, una sonrisa en sus labios.


Igual de emocionado, TaeHyung le hizo un ademán con la mano, indicándole que hiciese poquito ruido al ser de noche. Igualmente estaban un poco alejados de la casa, pero sus madres podrían estar despiertas y oír.


Asombrados, observaron el espectáculo de las luciérnagas entre los árboles y la luna llena iluminándolos incluso más que sus propias linternas.


— Qué bonitas.— TaeHyung dijo, tomando asiento junto a JungKook en el césped.


— Sí, lo son.— Comentó bajito, apoyando la cabeza en el hombro del castaño. Se sentía un poco más cariñoso de lo usual.


TaeHyung se sonrojó, pero pasó una mano por los hombros del menor y acarició con dulzura su espalda.


— TaeHyung-ie Hyung.— JungKook habló, acercándose más a él, apretándole la mano.


El corazón de TaeHyung se aceleró en su pecho. Miró con las mejillas coloradas al de hermoso cabello rosa, encontrándose con sus ojos completamente azules y brillantes, las pupilas algo dilatadas y lágrimas en ellos.


Sin entender qué sucedía, JungKook buscó el cuello del castaño con la nariz y olfateó, encontrándose con un aroma que nunca antes había sentido.


Aroma a chocolate, chocolate amargo con cítricas naranjas. Un aroma otoñal.


— ¿JungKook-


— Hyung, ¿m-me prometes que nunca te vas a ir de aquí? — Su vocecita se quebró, una pequeña lágrima se deslizó por su mejilla de un bonito color carmín como sus labios pomposos y suaves.


TaeHyung le acarició la mejilla y besó su frente.


— Te lo prometo, JungKook-ie.—


JungKook hizo contacto visual con TaeHyung y sus lobos que recién nacían, que a penas comenzaban a presentarse esa noche bajo la luz de la luna olfatearon sus aromas, reconocieron las esencias como suyas, pertenecientes.


Esa noche se había creado un pequeño lazo.


— No me iré de tu lado. Sólo si lo hacemos juntos, sólo si nos aburrimos de la granja y queremos conocer la ciudad. ¿Sí? Hyung jamás te dejará solo.—


Con las yemas de sus dedos pulgares, TaeHyung limpió las lágrimas del pequeño y le sonrió dulcemente, volviendo a abrazarle por los hombros mientras JungKook apoyaba el rostro en su hombro y veían las luciérnagas.


Habían pasado un par de meses luego de eso.


Luego de cepillar a los caballos, ayudar a sus madres con el aseo de la casa y regresar del colegio, por supuesto también en el campo, regresaron agotados y aburridos de tantas horas con la maestra hablando sin parar.


Ese día, TaeHyung no se sentía precisamente bien. Sus encías picaban un poco desde la semana pasada y no entendía el por qué. Él se cepillaba los dientes tres veces al día siempre, ¿por qué algo andaba mal? Tal vez, años atrás, no haber dejado sus dientes de leche bajo la almohada tenía algo que ver.


— ¿Qué tienes, hyung-ie? — Preguntó con tristeza, mirándolo con un puchero en su labio inferior.


TaeHyung sólo negó.


— No es nada, un simple dolor de muelas, es todo. Mi mamá me dijo que quería hablar conmigo de algo. ¿Se habrá dado cuenta que anoche pasamos la noche en el granero junto a los perros? —


JungKook sintió un escalofrío recorrer su espalda. No le gustaba ser regañado, se sentía triste después de eso.


— Espero que no, o también me van a regañar a mí. Tú puedes, hyung.—


Y definitivamente, al recibir la noticia, TaeHyung jamás pensó que podía tratarse de algo así. De algo tan horrible como eso.


Su corazón se partió en dos, sus ojos se cristalizaron en lágrimas inmediatamente. ¿Cómo su madre podía siquiera plantear eso? ¿Se trataba de una broma de mal gusto? Porque ya había conseguido hacerlo llorar. La alfa, mirando a su hijo con tristeza, se acercó a él, pero TaeHyung negó con la cabeza y le empujó suavemente, yendo rápidamente a su habitación para encerrarse allí.


No podía irse de la granja, el amaba vivir allí. ¿Cómo iba a dejar a JungKook solo? ¿Acaso ese sería el final definitivo de la mejor y única amistad que en toda su vida tuvo? ¡JungKook era su hermano!


¡JungKook era su hermanito pequeño que le aceleraba el corazón con sus grandes ojos azules, no podía irse!


JungKook, esperando solo por TaeHyung en su lugar de siempre, bajo el inmenso y viejo árbol donde vieron las luciérnagas e iban todas las tardes a jugar, se puso de pie y junto a uno de los perritos que le había acompañado, acarició con delicadeza la pequeña cabecita de Lucy, un cachorro de golden retriever. Una perrita hermosa, muy dulce de un par de meses.


— ¿Qué habrá pasado con hyung, Lucy? — Preguntó, viendo la colita del cachorro agitarse y sus pequeñas patitas desordenar el césped de la granja.


Junto al nuevo cachorro que habían recogido de la calle, JungKook llegó en pocos minutos a la casa de madera. Al ser grandes amigas, su madres vivían juntas desde que TaeHyung había nacido. Él era dos, casi tres años mayor que JungKook. Lo conocía desde que estaba en el vientre de su madre, el lazo entre ellos, su amistad era enorme.


De alguna manera sentía un poco el malestar de TaeHyung como propio.


Aún sin haberse presentado como omega, pero con los ojos de uno, el lobo de uno, sin tener su primer celo, JungKook caminó hasta su habitación. Dejó a Lucy encima de la cama para que descansara y tocó tres veces la puerta de la habitación del castaño al oírle sollozar.


— Hyung, ábreme. ¿Sí? Soy yo, sólo yo.— Avisó con la vocecita suave, pequeña. Su corazón se sentía aplastado al oírle llorar así.


TaeHyung no abrió.


— ¿Hyung? — Preguntó nuevamente, sin recibir respuesta.


— ¿Estás enojado conmigo, Tae? —


Se escucharon unos pasos pesados y entre lágrimas, con los moquitos en la nariz, TaeHyung abrió la puerta y sollozó.


— ¡T-tendré que irme, mamá quiere que nos vayamos mañana a vivir a Seúl! ¡P-para siempre y no quiero! —


JungKook palideció y su corazón dejó de bombear sangre por un segundo.


— ¿Qué...? —

21 Mai 2022 18:31 1 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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Nico Nico
Me gusta 🤧 me preparo porque sé que voy a llorar
May 21, 2022, 18:56
~

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