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Daniel Acevedo


Hace ocho años la Earth Defense Force pudo derrotar a los invasores provenientes de otro planeta, ahora desde la sede en España se ha detectado actividad sin identificar en un pequeño pueblo. Ante la posible amenaza, el Cuerpo de Choque es preparado para investigar antes de que sea tarde. Spin Off del videojuego Earth Defense Force 4.


Fanfiction Jeux Déconseillé aux moins de 13 ans.

#CienciaFiccion #Aliens #Invasion #Futuro
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W.E.D.F

Madrid, España, Agosto del 2025.


Un día cualquiera para los ciudadanos residentes en la ruidosa ciudad, hacía ocho años que la amenaza de otro planeta había sido vencida tras un enorme esfuerzo de la Earth Defence Force, aquella organización militar abandonó rápidamente Japón para convertirse en un elemento presente por todos los países del globo. Los números crecieron por millones, donde algunas organizaciones militares como la O.T.A.N decidieron fusionarse con la E.D.F con tal de aumentar las capacidades de maniobra de esta.


Se dividió en dos grandes núcleos la E.D.F, teniendo la West Earth Defence Force (W.E.D.F) y la East Earth Defence Force (E.E.D.F) para así facilitar la distribución de presupuestos, disminuir la carga administrativa, formar competitividad en materia de desarrollo y facilitar la vigilancia del globo.


España, la quedaría como miembro de la W.E.D.F sería la primera de Europa en construir una base sin precedentes en las afueras de Madrid, una instalación con seis niveles subterráneos, laboratorios de investigación con lo último en tecnología humana-alien y cientos de miles de soldados a su disposición.


Desde su centro de mando en el nivel seis los altos mandos discutían los presupuestos para el desarrollo de nueva tecnología, y en algunos casos, posibles avistamientos de los terribles aliens que atacarón la tierra hace ocho años. Aquel centro disponía de cientos de oficiales que se distribuían en bloques por todo el nivel, conectados con largos pasillos entre ellos cada uno teniendo una tarea asignada, así entonces, dentro del departamento de avistamientos, se daba una nueva discusión.


-No son normales las lecturas sísmicas. -- pronunciaba una voz femenina desde el centro del departamento.


-Soy consciente de ellos Teniente Eva, pero necesito autorización para enviar una fuerza contundente, además, podría ser un error en el registro.


Desde hace seis años la Teniente Eva ejercía en su puesto, uno de los tres mayores rangos dentro del departamento, un carácter firme como la dama de hierro en tiempos de antaño, de cabello rubio a la altura del cuello por lo establecido en el código de la W.E.D.F.


-No tenemos errores desde hace tres años, debemos revisar la anomalía cuanto antes.. -- dijo mientras le seguía mostrando los datos.


-Los errores pueden ocurrir, entiende que si envío una patrulla sin autorización me van a destrozar en el próximo consejo. -- respondió el General Micael.


A diferencia de la Teniente, el General Micael mostraba un carácter más apacible, estando en la E.D.F desde el primer ataque hace ocho años, la experiencia rebosaba de sus ojos tras los muchos horrores que observó y vivió en carne propia durante aquellos sangrientos choques. Depositando siempre sus enseñanzas en la Teniente la cuál veía como su futuro reemplazo, tras haber compartido con ella muchos años en el departamento.


-Al menos déjame desplegar un equipo pequeño, no tiene que enterarse el consejo. -- sugirió.


-¿Cuántos piensas envíar?. -- respondió con curiosidad.


-Diez hombres, un equipo variado para ver el origen de la anomalía, nada más te pido eso.


-Te doy un grupo de cinco, nada más. -- agregando además - También me preocupa esa anomalía, pero se que al consejo no.


Eva le soltó una sonrisa a Micael, se había salido con la suya nuevamente, algo habitual entre ellos dos con la pequeña diferencia de que mayormente Micael solo la ponía a prueba, después de todo, le gustaba medir la barra moral de Eva.


Aquella orden fue enviada personalmente por la Teniente, desde su despacho y con los archivos en mano seleccionó con pinza a los soldados que pretendía enviar, desde el primer momento que se vió aquella anomalía saltar en las pantallas.


Reposada en su asiento, comenzó a teclear en su ordenador un pequeño informe mientras activaba su comunicador personal buscando al Sargento de Primera Ramirez, encargado de despachar el equipamiento en la armería del nivel tres a los grupos que son enviados a misiones.


-No hace falta formalidades Sargento. -- dijo Eva sin separar la vista del ordenador.


-Entendido Teniente.


-Necesito que prepares equipamiento para cinco personas, ahora mismo te estoy enviando lo que necesito para una misión.


Detrás de las barras de seguridad, en aquel cubículo que separaba la armería y el resto del nivel tres, operada por robots cuadripedos de unos cuatro metros de alto y seis de largo equipados con brazos extensibles. Estos caballos de transporte mecánicos se encargan de dar el equipamiento básico y de menor tamaño, los vehículos blindados junto a los Mechas son levantados a la superficie desde el nivel uno por varias plataformas hidráulicas del tamaño aproximado a un campo de fútbol.


Por la computadora del encargado de turno, se podrá seleccionar todo el equipamiento necesario siendo solicitada la clave de operador la cuál luego de ser introducida creará un informe con toda la información para evitar el robo de material o facilitar la investigación en caso de mal manejo del equipamiento.


-Teniente Eva... -- suspiró - ¿Seguro que son solo cinco?.


-afirmativo Sargento. -- respondió.


-Vale...


-Tendrá todo preparado en la plataforma seis, puede informarle al grupo.


-Recibido, muchas gracias Sargento.


Todas las computadoras se comunican por una red interna sin acceso al exterior, al igual que los comunicadores los cuales disponen de su propia red encriptada por satélites del E.D.F para evitar brechas de información en el complejo. Esta llegaba en cuestión de milisegundos al otro lado de la red gracias a los conductos que están dedicados al cableado de la información, junto a esta se alza una red de respaldo en caso de que la primera se vea comprometida.


Desde las barracas donde se comparten dormitorios en parejas, la información es recibida por los informadores del dormitorio, los cuales constan de una pantalla con un teclado para leer toda la información según tu clave de acceso. Los soldados son notificados desde sus pulseras sobre información nueva, pudiendo acceder también con dicho equipamiento.


En aquel nivel no paraba de sonar desde la habitación 47C el informador personal, que parecía no llamar la atención de ninguno de los habitantes de aquel sitio.


-¡Por amor a díos!. -- gritaba desde la litera superior una mujer -¡Puedes revisar de una vez tu maldito mensaje! Lleva cinco minutos pitando esa porquería.


-¡Ya voy!. -- respondió otra mujer a gritos desde el pequeño lavabo -Una ni al baño puede ir ya.


Aquella mujer se inclinó hacia el dispositivo en la pared, sacando del bolsillo de la camisa un par de lentes con un marco carmesí.


-Todavía me sorprende que uses lentes. -- dijo burlandose la mujer de la litera.


-Déjame en paz Elia, es algo normal. -- respondió mientras tecleaba su clave de acceso -Vuelve a dormir, hazme ese favor.


-Vale, te dejo tranquila.


Elia se volvió a hundir en las sabanas de su colchón mientras su compañera seguía leyendo el informe de misión.


-Tiene que ser importante si es directamente desde la Teniente Eva. -- se dijo a sí misma.


Aquel informe no pasaba de los cuatro párrafos pero era más que suficiente para entender que no se trataba de alguna operación rutinaria. Sino que era algo de mucha importancia, probablemente tenga inquietos al alto mando, o eso pensaba.


Al terminar de leerlo, el documento fue borrado del informador dejando a la mujer observando su reflejo moreno en la pantalla.


-Debo irme Elia. -- comentaba la mujer mientras se colocaba su uniforme.


Una camisa blanca y pantalones del mismo color acompañados de un chaleco blindado rojizo, aquellos eran los colores característicos del W.E.D.F. Agregando también, una gorra blanca con el rango del portador.


-Ten mucho cuidado mientras no estoy, que quiero verte de nuevo. -- Dijo mientras salía de la habitación con la puerta automática.


Era habitual que los pasillos de los barracones estuvieran poco concurridos, la mayoría estaban realizando sus labores en la base. Tanto silencio permitía que los botines negros resonaran por todo lo amplio, destacaba a la vista como algunos reclutas tallaban en sus puertas pequeñas caricaturas de ellos mismos combatiendo.


A pocos metros de su habitación estaba uno de los elevadores principales, que la llevarían al nivel tres donde se ubicaba la armería.


-¡Ey Roby!. -- Le llamaban desde el otro lado del pasillo.


Ella volteó para ver quien llamaba.


-¿Qué tal?. -- dijo el soldado mientras Roby se daba la vuelta.


-¡Daniel!.


-Hace un tiempo que no te veo, desde el último ejercicio de campo.-comentaba mientras se estiraba hacía el botón del elevador.


-Ya ha pasado bastante tiempo eh... -- suspiró -¿Qué haces por aquí? ¿No deberías estar con tus robots?.


-Mechas, se les llama mechas. -- Corrigió a Roby


-Vale... los mechas. ¿No deberías estar trabajando en alguno?.-


Las puertas del elevador se abrieron durante el reencuentro de antiguos camaradas de armas, acompañados de las luces amarillas se acomodaron en aquel lugar.


-Ya tengo uno preparado. -- respondió Daniel -Que además tengo la suerte de poder estrenar hoy.


-¿También tienes una misión?. -- preguntó Roby.


-Si... Directamente de la Teniente Eva. -- presumía Daniel -Seguro es algo importante, para elegir al mejor ingeniero de la W.E.D.F.


Roby observó seriamente a Daniel, no se tragaba el balbuceo de su compañero.


-Ni tu lo crees Daniel.-


Ambos se observaron seriamente, más por poco tiempo al ser imposible seguir conteniendo la risa. Las carcajadas llenaban el elevador mientras las puertas se abrían, cortando el gozo en cuestión de segundos para poder mantener la fachada de seriedad ante todos los de la base.


El nivel de la armería se encontraba decorado de líneas azules que delimitaban los pasillos para evitar perderse, donde para entrar se requería pasar por un pequeño control de seguridad. Dadas las identificaciones y sin ningún problema, cruzaron al otro lado, donde debían separar sus caminos.


-Ojalá podamos vernos pronto. -- dijo Daniel mientras se retiraba a la armería.


-Eso espero... --respondió.


Mientras se gestaba la entrega del equipo, por el segundo nivel se preparaban los vehículos en la plataforma de elevación número doce.


-Los agarres ya están terminados. -- comentaba un ingeniero de campo.


-Quién diría que veríamos el día... -- observaba el segundo ingeniero una enorme figura.


-Jamás pensé que podríamos acomodar las ametralladoras bajo las muñecas.


Anonadados por el imponente mecha de características humanas, que hace unos años era tan solo un mero boceto en una hoja de papel arrugada a punto de ser desechada, no fueron capaces de percatarse de la presencia detrás de ambos. Solamente sintieron como una mano se apoyaba sobre el hombro de ambos sujetos.


-Aún me deben las gracias.. -- habló.


-Cuando vuelvas te invitamos algo, Daniel. -- respondieron ambos al unísono, como si fuera algo habitual.


-Eso espero.. -- dijo dirigiéndose a los pies del mecha.


Levantó la mirada estando debajo de los treinta y dos metros de altura que había desde la planta del pie hasta la cabeza del mecha, con un par de pasos cortos acompañados de un breve giro alrededor del pie del mecha Daniel observaba las escaleras que le llevaban a la cabina ubicada en la espalda del vehículo.


-Hora de mostrar cuánto vales.. -- le susurraba a la máquina.


Acomodando el rifle de cargas que llevaba en un costado, pasándolo a su espalda gracias a una cinta de cuero conectada al arma permitiéndole su cómoda escalada alcanzando sin mucho esfuerzo la pequeña compuerta ya preparada para él.


-¡Preparen el elevador para salir! -- gritaba el ingeniero - ¡20 segundos para el ascenso.


En el enorme espacio que representaba el elevador, también se encontraban dos aviones de gran envergadura los cuales fueron modificados por la división francesa para permitirles el despegue vertical.


Las luces rojas que indican el uso de un elevador descansan su tenue color sobre las paredes y vehículos, a excepción del peculiar mecha cuya superficie reflejaba perfectamente la luz de las bombillas. Desde la plataforma de control los ingenieros utilizaban lentes especiales para soportar aquel brillo tan intenso.


-El único defecto de nuestra aleación de grafeno.. -- se lamentaba un ingeniero.


-La próxima vez lo pintamos.. -- agregó otro mientras revisaba los controles.


-¿Qué les parece si lo pintamos de rojo?. -- dijo seriamente un ingeniero novato.


Ni una palabra más se dijo en aquella plataforma, todas las miradas de asco quedaron clavadas en el novato.


Mientras el pesado elevador ascendía, las cámaras de seguridad transmitían directamente a la oficina de la Teniente Eva todo lo que estaba ocurriendo acompañada del General Micael.


-¿Por qué me pediste enviar el Mecha?.. -- preguntaba confusa la Teniente -Tenía ya un hombre perfecto que he tenido que dejar fuera por tu capricho.


-Los ingenieros necesitan saber cómo se desempeña en terreno irregular... Además, yo también quiero saberlo. -- respondió.


-Entiendo, pero... ‐- volteó a ver al General directamente a sus ojos -¿No que le daba miedo que el consejo se enterase de que enviamos tropas? Será peor si se enteran que envió un mecha.


El General mirando a Eva dejó caer una sonrisa pícara.


-Para eso el consejo primero debe enterarse de que tenemos un mecha.


Ambos soltaron un par de risas, cada que podía Eva observaba las lecciones que le daba Micael. Al acabar el acogedor momento volvieron sus miradas a la pantalla donde observaban el mecha.


-Esperemos que no nos falle el primer piloto. -- dijo Micael observando el pecho del robot, como si fuera capaz de ver a Daniel directamente desde donde se encontraba.


Mientras Daniel se acomodaba por la pequeña cabina, la pesada compuerta activaba su cierre automático los cuales soltaban enormes vapores para ayudar a mover las válvulas hidráulicas. Depositando el rifle a la izquierda del asiento principal en un modesto casillero de apertura arcaica con un solo pestiño, una pequeña saliente de la pared derecha apoyaba a Daniel el cuál comenzaba a colocarse sus amarres para evitar caídas por movimientos bruscos.


-A la vuelta cambiaré el respaldo... Que incomodo por Dios. -- refunfuñaba a la nada.


En el respaldo su espalda era aguantada por un par de cojines de lana dentro de un armazón de hierro reforzado, que no eran del gusto de Daniel, pues claro, si por el fuera hubiera elegido poliéster pero tristemente ese no fue el caso.


Levantando la mirada observó el cable de conexión neuronal que vinculaba al piloto y máquina en una sola entidad, utilizando el cerebro del piloto como una computadora. Alzando sus manos acercó aquel largo cable el cuál terminaba en varios filamentos de metales transmisores, removiendose su gorro mientras aguantaba el conector con la otra mano.


Al caer el gorro acercó lentamente el conector a su cabeza rapada, dejando ver una pequeña plataforma cuadrada metálica en su cráneo, de varias incisiones que concordaban con los filamentos. Un sonido vacío rebotó por toda la cabina al ser insertado el cable, frente a él, la pantalla solicitaba el permiso de activación de la unidad.


—Unidad Mouro 01... permiso de activación concedido. -- era activada por voz a la unidad.


Los ojos se tornaron blancos, el cuerpo colapsó como si de un cadáver se tratara cuya caída fue evitada por los fuertes amarres de la silla de seguridad. Todo lo que la computadora no consideraba esencial era bloqueado por los neurotransmisores, memorias infantiles, nombres de personas no esenciales, recuerdos preciosos que puedan interferir; toda la mente era utilizada para un solo propósito, mover a la máquina.


A la par de este proceso, el elevador que hacía no mucho comenzaba a levantar al mecha ya había culminado su ascenso de varios kilómetros. La suave luz de la luna cobijaba a la máquina, mientras que los breves destellos de los postquemadores iban alumbrando los alrededores de la instalación que mantenía la iluminación al mínimo.


Personal a bordo y todo preparado ambos aviones comenzaron su ascenso lentamente, los cables en poco comenzaron a tensarse reteniendo ambas aeronaves siendo señal de aumentar la potencia de los motores; las flamas azules se alargaban creando una estela de cenizas que salía desprendidas de la pequeña mugre acumulada sobre la superficie de la plataforma.


Lentamente aquella pesada carga era alzada como si de unos pocos kilogramos se tratara ; desde algunos balcones de Madrid se podía observar como la enorme luna llena era tapada por una extraña figura. Al cabo de un tiempo en ascenso, ambas aeronaves giraron sus motores de posición de despegue vertical a una posición horizontal para emprender el viaje.


—Aqui Alpha cero uno con Alpha cero dos, comenzamos nuestro viaje en dirección a Couso... cambio. -- anunciaba el piloto.


—Recibido, buen viaje Alpha cero uno. -- respondierón desde control.


Ahora, comenzaba un corto viaje hasta el origen de la anomalía donde un largo silencio indunarian las dos aeréonaves durante una gran parte del trayecto. La misión de alto secreto del Departamento de Avistamientos había comenzado.



19 Mai 2022 23:59 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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