El bosque infinito Suivre l’histoire

Nicoleta había despertado a las nueve de la mañana con 11 mensajes de su hermana. Las notificaciones no habían logrado despertarla, después de pasar toda la noche estudiando para el último examen que tenía pendiente. Nada de lo que Violeta había escrito en los mensajes parecía tener sentido. Hablaban sobre un montón de incoherencias fantasiosas, pero cada uno de sus textos hacía referencia al mismo lugar. Un bosque del que no paraba de hablar.

Su hermana la llamaba todas las mañanas para contarle de sus sueños sobre el bosque. Pero conociendo como era Violeta, a Nicoleta no le parecían nada fuera de lo común. Violeta siempre había inventado historias desde niña. Se pasaba hablando de duendes y hadas que acechaban su casa para llevarla al bosque infinito. Más tarde, Nicoleta se enteró por medio de su madre cómo violeta se había inventado esas historias.

Años atrás, la desaparición de jóvenes en el bosque Hoia había incrementado y era titular en el noticiero casi todos los días. Muchos creían que el bosque estaba encantado, otros pensaban que era habitado por brujas que atacaban a quienes se acercaban.

El bosque era un terreno muy extenso y poco explorado, por lo que era fácil que la gente se perdiera en su interior. Pero Nicoleta no creía que tuviera relación alguna con lo sobrenatural. Lo único que le preocupaba era que su hermana se adentrara sola y terminara perdiéndose, pues a lo largo de los años había intentado meterse en más de una ocasión.

Después de recibir los mensajes, Nicoleta no dejó de llamar a su hermana, pero seguía sin contestarle. Se contactó con su madre, quien no parecía para nada preocupada. Al parecer, últimamente Violeta salía de la casa y regresaba al día siguiente, por lo que estaba aguardando su regreso ese día.

Pero Nicoleta tuvo la impresión de que algo andaba mal. Puso al tanto de la situación a su novio para que la ayudara a rastrear la ubicación de Violeta. Desde la última vez que se había perdido, había instalado en el celular de su hermana una aplicación de rastreo en caso de emergencia. Hace unos meses le había suplicado a Adrian que la ayudara a instalar el rastreador, pero él se había negado. Tomó un par de semanas y varias conversaciones sobre el pasado de su hermana para convencerlo. Después de haber tomado esa medida, cada vez que su hermana desaparecía, podía sentirse más tranquila.

Mudarse con Adrian había sido una decisión difícil. Pero era consciente que necesitaba un cambio de ambiente. Los últimos años había sido absorbida por su hermana, que acaparaba toda la atención con sus excentricidades. Sus padres nunca entendieron a su hija menor, se habían dado por vencidos con ella hace tiempo y la dejaban hacer lo que quisiera. A partir de ese momento, Nicoleta había tomado la responsabilidad de velar por la seguridad de su hermana.

Pero esa carga le había producido mucho estrés y su salud emocional se había visto gravemente afectada. Adrian le había ofrecido en varias ocasiones que se mudara con él, pero nunca se animó a dar el paso. Hasta que no tuvo más opción y decidió huir de la sombra de su hermana.

A pesar de la distancia física, todavía se encargaba de ayudar a Violeta cuando estaba en apuros. Y basándose en su experiencia, los mensajes crípticos que le había dejado solo eran augurio de que algo malo estaba por suceder.

Cuando Adrian retornó del trabajo, se pusieron a buscar a su hermana. La expresión de su novio se tornó sombría después de confirmar la ubicación que marcaba el celular de Violeta.

—¿Qué ocurre Adrian? Me estás asustando.

—Me temo que esta vez lo logró. Según el gps, Violeta está en medio del bosque.