Desde que el hombre es hombre ha procurado observar a sus semejantes y modificar sus posibles rasgos diferenciales de pensamiento, conducta y acción.
¿Para qué? para adaptarse, puesto que la supervivencia es grupal ser diferente en el aspecto del similar viene mal.
Imaginé usted, vestir de rojo cuando todos visten de blanco, ante el depredador no se podrá camuflar. En cambio, ellas, las buenas ovejas blancas, entre ellas huirán y solo aquellas desafortunadas que al extremo del rebaño quedan podrían ser asesinadas.
¿Alguna vez se quedó al extremo?
Seguro que sí, usted y yo sabemos que no es una oveja privilegiada que en el centro del rebaño se resguarda. Usted es oveja normal, de esas blanquecinas color pueblo. Y no, no es oveja diferente, roja, verde o negra, esas se extinguen al nacer y las de suerte llegan a progresar lejos del rebaño.
Usted es una de las ovejas con múltiples heridas en el lomo causadas por el lobo, le enviaron al extremo, no por no ser oveja, más bien porque lo es, es manejable y no tiene una oveja amiga influyente que le salve de aquellos dientes.
¿Es mentira lo de la supervivencia en manada?
¡Hombre, no lo es!
Os dije que la cuestión es la camuflada, usted puede salvarse al esconderse entre otras. De otra forma no hay posibilidad.
Nunca se ha visto a una oveja defender a la compañera atacada por el lobo, si mientras le muerde en las entrañas, las muy tontas observan asustadas, otras gritan escandalizadas y algunas corren horrorizadas. Las ovejas no son como los perros o los lobos, ellas no luchan por el otro. Pero cuando solas, lloran cobardemente, porque comprenden que la soledad es peor que la muerte.
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