Histoire courte
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Animarse

Digo que no, que qué estoy haciendo y para qué. ¿De verdad? ¿Justo vos? Hace varios días que lo vengo pensando y no me animo hacerlo. “¿Qué pierdo?”, pienso en voz alta mientas estoy parado en la cocina, mirando un punto fijo a la par que vaya a saber qué se está cocinando en una olla.

Me lo prometí, sí, hoy a la mañana lo escribí en una hoja y me lo prometí, djie que a la noche iba a hacerlo, me iba a poner en el papel, asumir el rol y animarme de una vez por todas.

Es que hay veces que le huyo a la experiencia gratificadora. Qué fuerza notable, rebelde y sutilmente desgastadora aquella que nos aleja de lo que justamente intuimos que nos hace bien. Repelemos la felicidad como quien rechaza a su ser amado por miedo a no ser correspondido, por reprocharse no merecerlo. ¿Acaso nos gusta castigarnos por adelantado? Y luego devengamos el esfuerzo y hacemos lo imposible para encuadrar coherentemente en la historia de la miseria.

Pero no. Hace días que vengo pensando en positivo, trabajando con frases y afirmaciones, despojándome (o intentándolo) de pensamientos intrusivos y malignos y pretendiendo acércame día a día más a quien soy o a quien quiero ser, no lo descifro aún.

Lo escribí, lo prometí y lo vine pensando toda la tarde cuando decidí solamente salir a caminar, escuchando mi lista de Spotify de folklore y en la que me regalé un momento conmigo mismo. Estuve decidido a hacerlo. Y digo lo estuve, porque de repente mi voluntad inconscientemente enlistó una parva de excusas disfrazadas de motivos muy oportunos para seguir huyendo. Y no saben la habilidad que tengo para mentirme a mi mismo, es tan increíble como envidiable y patética. Porque puedo jurar por lo que más quiera, que me creo absolutamente todo aún a sabiendas que me estoy mintiendo. Qué mágicamente pelotuda es a veces la cabeza. Así soy. Así somos, pluralizo a la raza para no sentirme un desdichado.

Es así que me desato de toda esta maraña de peleas internas, vuelvo al yo de la mañana pero tocando casi las 11 de la noche. Me digo “no te digas nada y hacelo”. En un impulso automático abro la notebook, la prendo, me quedo mirando el fondo de pantalla que Windows me regala diariamente y agradezco que sea un mar visto desde unas piedras en Mallorca. Cierro los ojos, suspiro, cual pianista inspirado dejo danzar mis dedos, me dedico esta noche y me animo, al fin, a jugar que soy escritor.

9 Février 2022 02:08 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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À suivre…

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