areneehri A. Ehri

Un escalofrío recorriendo su espalda, sumado a los retumbantes latidos de su desbocado corazón, le advertían de que su tiempo había llegado a su fin. Ese iba a ser el día en que su cuerpo sería devorado por el fastuoso demonio. Aquella imponente, sofisticada y febril criatura, no le quitaba los ojos de encima, y tan solo con una mirada, conseguía hacerla prender en llamas y dejarla temblorosa como un hoja a punto de desprenderse de su tallo. Ella ya no tenía escapatoria, no podía hacer nada para salvarse, había sido cazada. Así que aunque estuviera aterrada, no le quedaba más remedio que aceptar su destino y sucumbir ante los perversos deseos de aquel grandioso ser. Muy a su pesar, debía dejar que él la comiera.


#35 Dan Érotique Interdit aux moins de 18 ans.

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Desde las entrañas

Hacía largos y numerosos siglos atrás, algunos fieles, cegados con sus propios pensamientos abnegados, habían definido su hogar como una civilización abrasada, derruida y devorada por las llamas, donde el aire era tan espeso y viciado, que apenas se podía respirar. Y en donde la locura, el dolor y la desesperación, se acababan adueñando de ti y dejándote como una cáscara vacía ante el implacable y cruel paso del tiempo. No obstante, otros tantos, tomando un rumbo totalmente opuesto para amedrentar la discordia, lo describían más bien como un infinito mar helado de nieve, hielo y escarcha, el cual provocaba que la carne y los huesos permanecieran fríos y entumecidos constantemente sin nada que pudiera remediarlo. Y no solo eso, sino que los pulmones y la propia sangre, sufrían eternamente por el gélido aire, quemando el blando tejido, y haciendo que cada respiración, cada paso y cada latido, fuera una tortura y un castigo en sí mismo. Pero como no hay dos sin tres, los más derrotistas e insidiosos, simplemente lo describían como un gigantesco páramo desolado, gris y vacío, lleno de escombros y envuelto en un sofocante silencio eterno donde la hambruna era la principal desgracia a padecer. Pese a todo, ninguna de ellas era cierta en absoluto, si no que todas esas descripciones, no se asemejaban ni por asomo a la verdadera realidad. En el Infierno auténtico, ese misterioso lugar donde habitaban todos los demonios del mundo, era un lugar precioso, maravilloso y tenía todo lo que uno pudiera imaginar y desear.
Había bosques, páramos y playas paradisiacas, pero también podías encontrar junglas recónditas, montañas cubiertas de blanca nieve y sendas sinuosas e inacabables. También abundantes campos, conreos, ríos, mares, pueblos y ciudades, todas ellas con un sinfín de belleza por descubrir que te dejaban boquiabierto. Así que aquella imagen degradante y retorcida que los humanos habían confabulado contra su estirpe, no eran más que burdas mentiras nacidas del miedo. Miedo a las consecuencias que sus actos podían tener una vez su vida terrenal llegara a su fin. Pero incluso en eso, estaban equivocados. No existía ningún humano que habitara en el Infierno, no había penitencia pautada ni tampoco ninguna cuenta a saldar. Ellos no tenían ese poder, el verdadero castigo a una vida de crímenes en la Tierra era el limbo imperecedero e infinito, no el Infierno como tal.
Sin embargo, el mundo de los humanos y el inframundo sí que se interconectaban, y estos últimos, a veces, se alimentaban sutilmente de los pecados que aquellos seres frágiles y avariciosos cometían una y otra vez. Más concretamente, los que mellaban su alma y tenían la capacidad de alterar su funcionamiento. Y es que había un grupo de pecados señalados que enloquecían especialmente a los demonios de forma bastante curiosa. Uno de ellos, era la gula y el hambre, el otro, esa ansia insaciable de saber y chismear, y el último, del cual siempre se les culpaba directamente a ellos de su existencia aunque solo fuera una ramificación de la propia naturaleza humana, el gusto por el fornicio, el vicio de la carne y a los placeres mundanos.
Toda la energía que aquellos actos desprendían al ser realizados, eran recolectados posteriormente y se transformaban en alimentos demoniacos, o mejor dicho, en deliciosos dulces que se vendían en todas las tiendas existentes y que a menudo les servían de postre, pues tenían un sabor afrodisiaco que calentaba su espíritu. Y sí, en esa ocasión debían admitir que colaboran y animaban sobradamente a que los humanos realizaran dichas actividades, pues con el paso del tiempo, los demonios se habían ido adaptando a las necesidades siempre cambiantes de esas impacientes criaturas y ahora los tentaban con tecnología, nuevos descubrimientos, entretenimiento y con videos de todo tipo. Aunque aquello en lo que más destacaban, y que les proporcionaba gran cantidad de energía, eran los que implicaban el culto al cuerpo, al placer y al deseo. Una ropa sugerente, un poco de destape, un toqueteo sinuoso, una masturbación, y sobre todo, el acto de dos cuerpos encontrándose, ¡esos campos eran donde obtenían mayores beneficios energéticos! Así que se podía decir que toda la industria del placer adulto, cosa que muy pocos conocían, les pertenecía a ellos, ya que los demonios, hábiles embaucadores e innatos seductores, modificaban su imagen para ofrecerles aquello que anidaba en sus más profundos anhelos y alimentaban sus delirantes y pecaminosos pensamientos. Pues al fin y al cabo, eran los hijos directos de la criatura más hermosa jamás concebida en el mundo, la luz más brillante, su único rey, el preferido del Creador, y también, el primero en caer en desgracia por seguir sus propios pensamientos, pero que muchos otros, al ver la justicia ciega que gobernaba en el Cielo, lo siguieron más tarde uniéndose a su nuevo mundo. Por eso, para bien o para mal, la belleza, la astucia y la perspicacia, abundaba entre ellos.
Aunque esa era toda otra historia bien diferente, una que a la demonia Runa Ruks le interesaba más bien poco. Por supuesto que ella también disfrutaba de los dulces Corpus, como así eran llamados de forma popular, pero el modo en que se obtenían no era para nada de su incumbencia, como tampoco lo era lidiar con los humanos. Si no que su trabajo hacia la comunidad demoniaca, era otro de una índole bien distinta.
Eran tantos y tantos seres en el inframundo, que a veces había malentendidos, peleas y conflictos. Por eso, alguien apropiado debía poner cierta disciplina, y ese, era el motivo por el que existía la orden de la Magistratus Sanguis. Organización militar que recibía órdenes directas del rey único, y de la cual, ella era miembro exclusivo.
Así pues, la Magistratus Sanguis, quienes poseían poca paciencia para los asuntos vanidosos, se aseguraba de que todas las leyes establecidas por decreto real, se cumplieran. Además, si en algún momento estallaba la guerra con el Cielo, cosa que siempre parecía estar a punto de acaecer, ellos ya estaban más que preparados.
—¡Runa Ruks, Runa Ruks! —suena de repente una voz estridente y chillona desde fuera de la ventana—. ¡Su presencia es reclamada para acudir de inmediato a las Mazmorras de Cristal, debe ir a las Mazmorras de Cristal! —anuncia Asellenur, el cuervo mensajero de la Magistratus Sanguis que se había acercado a darle las buenas nuevas de esa noche.
«¿Cómo…? ¿Las Mazmorras…?», se pregunta por dentro muy extrañada.
—¿Cuál es el motivo de mi citación a dicho lugar, Asellenur? —pide saber Runa a continuación mientras observaba al místico pájaro mantenerse en posición vertical frente a su ventana.
—¡Ha llegado su paquete, ha llegado su paquete! —responde el cuervo ya batiendo sus elegantes alas negras al aire con fuerza para, acto seguido, partir y entregar el siguiente mensaje que le correspondía.
«Oh, entiendo, así que lo han mandado para allá… ya temía por tanta demora…», se dice mientras ve al mensajero desaparecer engullido por la negrura de la noche.
De ese modo, sabiendo que tenía trabajo por hacer, Runa se dispone a terminar su cena lo más rápido posible para poder partir hacia su destino antes de que fuera demasiado tarde. No es que le importaran mucho las tardías horas nocturnas, era ampliamente sabido que los demonios se movían mucho mejor cuando sus acciones eran realizadas bajo los rayos lunares, pero sí que prefería esquivar las Mazmorras a toda costa en esos momentos.
En ese lugar no tenían recluso a nadie, sino que, más bien, era el punto asignado para que los integrantes de la orden pudieran realizar todos los actos sexuales que uno fuera capaz de imaginar. Así que, en pocas palabras, era su sitio menos favorito de toda la institución, y si podía evitarlo, tan siquiera ponía los pies allí. Pero ahora, no le quedaba más remedio que acudir.
Necesitaba tener en sus manos ese paquete cuanto antes, pues su propia vida, dependía de ello. Tan solo esperaba no encontrarse con nadie conocido...

3 Février 2022 09:13 3 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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A. Ehri A. Ehri
¡Empezamos nuevas aventuras! Espero de corazón que lo disfrutéis.
February 03, 2022, 09:14

  • C S Claudia Sosa
    Se lee bastante interesante, te felicito tu escritura cada vez va madurando más, y esta vez estoy segura que nos volverás a sorprender con un trabajo fantástico. February 03, 2022, 09:26
  • A. Ehri A. Ehri
    ¡Muchas gracias! 🙏🥰 Sin duda a cada libro voy aprendiendo más cosas y es muy agradable saber puede notarse también en la escritura. Un saludo! February 04, 2022, 08:21
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