Retomando nuevamente la postura inequívoca de caer en un profundo hoyo.
La melancolía suele ser un huésped, que sin ser invitado, se sienta a mi lado y me relata un relato del pasado, una historia releída en la habitación de mis pensamientos.
Y esa palabra, plasmada en mi pecho, como un tatuaje a fuerza de no voluntad, y que no deseo pronunciar.
Esa palabra oculta, bajo el polvo de una niñez,
bajo los túneles inciertos de un tranvía que no deja de avanzar.
Retomando las voces de un pasado como hienas al acecho, como arlequines de mala voluntad.
Y es entonces, cuando ese sentimiento aciago se posa
en el trono indeseado, y en el fondo de la oscuridad,
como un espectro de luz fosforescente.
Esa palabra oculta detrás de mi pecho.
Esa habitación disponible para dejar caer una lágrima hacia el fondo de otro fondo, de un listado de momentos infelices.
Hay una galería de nuevos rostros en la ciudad.
Hay una pandemia flagelando.
Hay un silencio ensordecedor detrás del ruido.
Hay una calle por donde un grupo de mujeres
se dirige hacia el sentido contrario de la palabra oculta.
Y el atardecer besa los labios de la noche
bajo los designios de muchas voces en la ciudad.
La materia de esa palabra oculta —y que me es imposible pronunciar—, se ramifica por otra suerte recuerdos y acontecimientos, y el orgullo desenvaina su espada en medio tanta confusión.
Esa palabra oculta, que me duele pronunciar,
porque no nací bajo su tutela, pero aprendí
mucho de ella, aún en los vaivenes de la melancolía
y la alegría.
Esa palabra oculta que acecha en las vísperas del invierno, y deja una carta para proseguir el resto de día,
sin saber por qué la escribió.
El ritual inicia otra vez.
El café sobre la mesa, una lista de canciones en el computador, mi cuerpo deambulando en una casa grande y sola,
un silbido hacia el fondo de la música; todo forma parte
de la palabra oculta.
Todo conspira en los muelles de mi existencia.
La tarde plomiza es también una señal por donde
me han asignado asumir los puntos cardinales de la palabra oculta.
Hay una bandera sin asta para indicar que el sol de mi pecho se está ahogando en un mar de circunstancias.
La palabra oculta está ahí otra vez.
Sus alas negras no indican nada bueno.
Tanto silencio no puede ser bueno.
La palabra oculta que mis labios se niegan a pronunciar: soledad…
Merci pour la lecture!
Nous pouvons garder Inkspired gratuitement en affichant des annonces à nos visiteurs. S’il vous plaît, soutenez-nous en ajoutant ou en désactivant AdBlocker.
Après l’avoir fait, veuillez recharger le site Web pour continuer à utiliser Inkspired normalement.