I
Israel Bermejo


Una comunidad de niños que vive en una sociedad utópica, supervisada por el omnipotente "Cronos"


Science fiction Futuriste Tout public.

#utopía #ciencia-ficción #cuento-corto
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El pequeño mundo.



El mar de nubes se extendía hasta donde los ojos alcanzaban a ver. El sol lo bañaba con su cálido resplandor; con figuras extrañas que cambiaban conforme pasaba el tiempo y según lo dictara el viento.


La chica que estaba sentada al borde de la plataforma lo sabía, aunque solo porque se lo habían contado, ¿había algo más debajo del mar de nubes?, ¿otro mundo o más nubes? Ella no lo sabía pero un miedo instintivo evitaba que quisiera descubrirlo por su propia cuenta.

Sus blancos pies colgaban mientras los movía de forma juguetona. Alguien, ya sea por accidente o con fría y homicida intención podría llegar y empujarla provocando que cayera hacia el vacío, pero en ese mundo donde vivían se respiraba la calma y la paz.

Si se quería describir ese sitio tendría que ser comparado con una isla, pero que flotaba. La vegetación existente constaba de árboles de tamaño mediano y plantas florales; no había animales con excepción de algunas aves que lograban llegar volando hasta ese refugio en el cielo. Nadie sabía quién la construyó o porqué estaba ahí, solamente existía y sus pocos habitantes se contentaban con esa conclusión. Aunque todos sabían que se llamaba Alfheim.

La niña se entretenía en mirar las nubes que cambiaban de forma, y usando su imaginación les daba nombres de animales u objetos.

-Eso es un oso, esa de allá es un pato, un perro…

Ella conocía a esos animales porque los había visto en los Archivos; sabía cuáles eran sus formas y sus demás características, pero que los haya visto en persona nunca, a veces se preguntaba si en verdad existían.

Sintió que se aburría así que se levantó sin tener miedo de resbalar y caer por el borde de la plataforma y se internó hacia algún lugar en particular.

Recorría en ese momento una calzada bordeada de árboles de hojas verdes que daban sombra todo el trayecto, la suave brisa que comenzó a correr hizo revolotear su blanca túnica bordeada de azul y con intrincados diseños que recordaban las líneas de un circuito impreso; en el pecho tenía impreso una gran letra ‘Σ´, que identificaba a que triada pertenecía. El paseo se hizo muy agradable por lo fresco de la sombra y la briza. Mientras caminaba vio algo que le atrajo la atención y tomó un camino que se desviaba de la calzada principal. En una banca de forma rectangular y hecha de plástico transparente estaba sentado un chico que tenía varios libros regados encima de la banca e incluso a sus pies. En el suelo yacía otro niño que estaba ocupado en trazar figuras geométricas, las cuales eran dibujadas según lo indicaban unas ecuaciones que también habían sido escritas en el suelo. Por último un tercer niño igualmente sentado en el suelo observaba una esfera que tenía una planta viva; a su alrededor tenía mucho libros, todos ellos acerca de botánica.

-Hola –saludó ella casualmente.

-Hola –respondieron los tres chicos al unísono, sin voltearla a ver muy concentrados en sus actividades.

Ellos eran la triada Tau, y sus nombres particulares eran 14, 15 y 16. Al igual que Sigma ellos tenía una T en sus túnicas.

-¿Aún siguen estudiando?

-Evidentemente –le respondió Tau 15 que seguía examinando su planta.

-Se ve que no tienen otra cosa que hacer –dijo ella en plan medio burlón.

-¿Acaso hay otra cosa más que hacer, Sigma 9? –le dijo Tau 16, mientras corregía una ecuación que le salió mal.

-En verdad no –dijo Sigma 9.

Existían cerca de cincuenta habitantes en Alfheim y todos ellos tenían la apariencia de niños de diez años. Y por alguna razón todos eran trillizos, tampoco sabían del porqué de este arreglo, tal vez quien los vio nacer sabría algo.

-¿Y en dónde están los miembros de tu triada? –preguntó uno de los Tau.

-No lo sé, y por lo mientras no me interesa, e igualmente ellas opinan lo mismo.

-Ustedes son una anomalía en nuestra sociedad –dijo Tau 15 con una repentina agresividad.

Sigma 9 solamente alzó los hombros como dando a entender que no le importaba el comentario.

Aunque Tau 15 tenía razón, las Sigma eran extrañas; por lo general los miembros de cada triada eran inseparables y cualquier actividad la hacían juntos, pero ellas no, eran independientes de cada una y no necesitaban de sus otras hermanas para hacer todo; aunque no significaba que se disgustaran o algo parecido, siempre compartían la misma mesa en el comedor comunal y vivían en la misma casa, como los miembro de las demás triadas.

-Pero no somos las únicas –respondió en defensa Sigma 9-, Beta y Omicrón también son así.

-Tal vez tiene que ver algo conque ustedes hablan con Cronos de forma directa –comentó Tau 16.

-Puede ser.

De pronto Sigma guardó silencio, una voz comenzó a sonar en el interior de su mente, su receptor mental estaba recibiendo una señal.

-Se solicita la presencia de los clones Sigma en el cuarto de control para la revisión programada del funcionamiento del sistema.

Era una voz fría, sin sentimientos y precisa; este era Cronos.

-Tengo que irme, les deseo éxito triada Tau –dijo la pequeña Sigma 9.

-Nos vemos –respondieron al unísono los Tau.

Sigma salió de nuevo a la calzada de los árboles y apresuró el paso, debía llegar a su destino cuanto antes.

De camino se encontró con otras triadas; Gamma, Épsilon, Rho… todos ellos entregados a sus respectivas actividades académicas o de ocio. Aunque los habitantes de Alfheim disfrutaban de una total libertad eso no quería decir que podrían hacer lo que quisieran; eran regidos por dos triadas, Alfa y Omega, quienes eran los que estaban a cargo de gobernarlos según la autoridad que les fue dada por Cronos; a pesar de que ellos eran los líderes dependían de los demás para que todo Alfheim funcionara correctamente; la triada Sigma era una de las principales ya que ellas se encargaban de entrar en el “alma” de Cronos.

Sigma 9 llegó a una plazuela de piso blanco como el mármol aunque estaba hecho de un material muy distinto; en medio se levantaba una fuente que tenía el aspecto de unas pequeñas torres que terminaban en una punta cortada en diagonal. El agua que escurría por los bordes caía en unos canales que surcaban el suelo como si fueran las líneas de un circuito impreso. La niña atravesó rápidamente la plazuela y reparó en que alguien estaba mirando al estanque de la fuente. Era otra chica quien se entretenía en observar el agua, ya fuera su reflejo en esta o tal vez algo más.

-¿Qué haces, Alfa 3? –preguntó Sigma 9.

Alfa 3 dejó de mirar el estanque y volteó a ver a quien la había dirigido la palabra; una forma muy fácil de identificar a la triada Alfa era que todas sus integrantes eran albinas, literalmente el único color que predominaba en sus cabellos y piel era un blanco total, como el del piso de la plazuela. Su túnica era igual que la ropa de los demás, blanca pero sin tener algún tipo de bordado, solamente una Α de color rojo a la altura del pecho.

-Solo observaba mi reflejo –dijo tímidamente.

-¿Por qué?

-Para ser consiente de quien soy, que en realidad existe una Alfa 3, y que es única aunque comparta la misma apariencia con otras dos Alfas.

En cierto sentido la comprendía, Sigma 9 y sus otras dos hermanas no les gustaba compartir todo, al menos querían ser únicas en cuanto a su forma de ser.

-Aunque seamos triadas y cada triada pertenece a un todo que es nuestra comunidad, no por eso debemos permitir que nuestra conciencia única como individuo se diluya; por eso cada quien tiene libre albedrio, para que haya variedad de pensamiento.

-Pero eso puede ser peligroso –dijo Sigma 9-, demasiada libertad puede generar formas de pensar que choquen con nuestra sociedad, e incluso hacerla peligrar.

-Es cierto, puede que distintas formas de pensar generen fricciones, pero si todas tienen como base el bien común de nuestra sociedad se puede llegar a un punto donde todos estén de acuerdo, aunque conserven sus diferencias individuales.

-Clones Sigma, se sigue esperando su presencia en el cuarto de control para la revisión del sistema.

De nuevo la voz de Cronos fue recibida por su receptor mental, y esta vez era más apremiante.

-Tengo que irme Alfa 3 –dijo Sigma 9 reanudando su camino.

-Hasta luego –dijo Alfa 3 regresando a la observación de su reflejo.

No era común que los miembros de las triadas gobernantes mostraran un comportamiento independiente, y esto hizo pensar a Sigma 9. Tal vez ella y sus hermanas no fueran las únicas que deseaban ser independientes del resto, podría ser que varios, si no es que todos, fueran independientes o anhelaran serlo.

Sumida en sus pensamientos llegó a la escalinata que conducía al Sanctorum Digitalis, que era el lugar más importante de todo Alfheim. Subía de prisa y sin detenerse, aunque a la altura que ya estaba si se paraba por un momento y volteaba a ver hacía atrás podría ver un espectacular panorama, pero para ella resultaba aburrido y solitario, al menos en ese momento del día.

Cuando llegó al último escalón tenía a su vista el Sanctórum Digitalis; solamente constaba de un solo edificio de forma cúbica el cual era completamente blanco; no tenía ventanas o puerta alguna como si fuera una enorme estructura completamente sólida, sin ser hueca como para albergar algo.

Frente al edificio estaban dos chicas; estas eran Sigma 8 y 7. Y haciendo honor a su fama de ser independientes una de otra ellas lucían diferentes; Sigma 8 tenía el cabello corto y era más extrovertida que sus otras dos hermanas, Sigma 7 tenía el cabello largo y era la más callada de las tres; podría decirse que Sigma 9 era la más neutral, un punto intermedio de las personalidades opuestas de su hermanas.

-Por fin llegaste –dijo Sigma 7.

-Creíamos que te habías encontrado con Omicron 20 –dijo Sigma 8 de forma pícara.

Sigma 9 hizo caso omiso del comentario, aunque en otras ocasiones sería cierto, pero esta vez no, había lago más importante de por medio.

-Entremos al Sanctorum Digitalis –dijo Sigma 9 sin más preámbulo-, tenemos un trabajo que hacer.

Sigma 8 soltó una risita mientras que 7 solamente levantó los hombros indiferente. Las tres Sigma se acercaron a una cara del cubo blanco.

-Clones serie Sigma presentes para mantenimiento de rutina –dijeron las tres al unísono.

Esta frase no tenía mucho significado para ellas, solo sabían que debían pronunciarlas para que Cronos les permitiera entrar en su “cuerpo” y ellas hablaran con su “alma”. Justo en medio del aire apareció una esfera holográfica la cual les habló.

-Dense la vuelta y muestren su código de barras para ser identificadas –dijo la esfera con un tono frio y preciso.

Las tres chicas se dieron la vuelta y levantaron su cabello dejando al descubierto sus nucas. La esfera lanzó un haz de luz que leyó la serie de barras negras de diferentes grosores y números.

700010089.

700010088.

700010087.

Un solo sonido fue emitido, era como una palpitación sonora pero seca, confirmando la correcta identidad de cada individuo.

-Permiso concedido, pueden entrar al cuarto de control –dijo la esfera para después desaparecer.

Cuando las tres chicas se dieron la vuelta vieron que una entrada había aparecido en la pared del cubo; no se escuchó algún ruido u otra señal que indicara que una puerta se estaba abriendo, solamente apareció la entrada sin más preámbulos. Para ellas esto no era nuevo, siempre había sucedido desde hacía mucho tiempo.

Las Sigma entraron en fila, de 9 a la 7, que esto fuera casualidad o premeditado no lo sabían, solo que siempre era así, tal vez era parte de su naturaleza como triada.

Dentro del cubo uno se esperaría grandes y pomposos objeto como monitores, teclados y cables por todas partes, pero no había tal cosa, de hecho no había nada, solo las tres chicas.

-Bienvenidas usuarias, por favor indiquen la actividad que van a realizar –dijo una voz que salió de algún lugar.

Ni importa cuántas veces fueran a Sigma 7 siempre sentía una sensación de miedo y reverencia cada vez que entraban al “cuerpo” de Cronos. Dentro solamente el color blanco dominaba, no había diferencia entre arriba y abajo o algo que diera a entender que estaban dentro de un edificio, como las líneas que se ven cuándo dos paredes se unen deforma perpendicular formando un ángulo recto; o la unión entre estas y el techo. No había nada hasta donde a vista alcanzara. Si alguien caminaba en una dirección durante un tiempo y después miraba hacia atrás descubriría que no se había alejado del punto de inicio. Era realmente atemorizante. Sigma 8 compartía la misma sensación que su hermana; Sigma 9 no era inmune a tan ominoso ambiente. Tal vez las otras Sigma que existieron antes que ellas sintieron lo mismo, y puede ser que las siguientes les pasaría igual.

-Realizaremos el mantenimiento rutinario del sistema -dijo Sigma 9.

Y como respondiendo al comentario de la chica repentinamente aparecieron tres pantallas en medio del aire, agrupadas de forma triangular. Cada hermana Sigma se dirigió a una pantalla y al igual que estas se formaron asientos y teclados flotando en medio de la nada, sin tener algún soporte. Las chicas tomaron asiento y cuando colocaron las manos en los teclados una diadema apareció rodeando sus cabezas a la altura de los ojos.

-Dando inicio al mantenimiento del sistema –dijo Sigma 9.

Y todas comenzaron a teclear.

Cuando salieron del cuerpo de Cronos ya era tarde, el sol se había ocultado y las primeras estrellas comenzaban a brillar. Sigma 9 volteó a mirarlas como siempre lo había hecho desde que tenía memoria.

-Hermosas –dijo susurrando.

-Sólo son enormes bolas de gas –dijo Sigma 8 restándole importancia.

-E inalcanzables –sentenció Sigma 7.

-Por eso creo que son hermosas, son inalcanzables y se mantienen inmaculadas.

Las tres siguieron su camino y comenzaron a bajar por la escalinata y esta vez Sigma 9 sí se detuvo a observar el panorama. Técnicamente el Sanctorum estaba en la cima de una colina y desde la cima se podía ver gran parte de lo que era Alfheim; el bosquecillo que era cruzado por las calzadas principales y las plazuelas donde había bancas y fuentes, pero lo que más anhelaba ver Sigma 9 eran las luces de las casas. Las cerca de diecisiete casas, todas ellas pequeñas y de una sola planta y habitadas por una triada cada una brillaban en la oscuridad de la noche que estaba comenzando. Para Sigma 9 este momento era especial porque ella sentía que su comunidad estaba viva, cada luz representaba una vida, la vida de una triada; a pesar de que Sigma 9 era independiente de sus hermanas eso no significaba que no existía una conexión entre ellas. Cada quien pasaba el día según sus propios deseos, pero al final siempre terminaban juntas; se juntaban en el comedor comunitario para almorzar o comer, y cuando el día terminaba las tres Sigmas dormían bajo el mismo techo como las hermanas que son. Justo en ese momento del día Sigma 9 se sentía muy feliz de ser quien era y de estar rodeada de las personas que conocía. Además que a esa hora la vista desde la cima de las escalinatas era más hermosa; justo al borde donde terminaba la isla flotante de Alfheim y empezaba el mar de nubes la luna se reflejaba en los cúmulos blancos, su luz las atravesaba haciéndose diáfana e iluminaba gran parte de Alfheim y junto a las estrellas que tachonaban el cielo el panorama era más hermoso, casi fantástico.

Sigma 9 suspiró satisfecha y rodeó las cinturas de sus hermanas con sus brazos, estas un poco sorprendidas se dieron cuenta de lo que pasaba y estrecharon a su hermana y así untas terminaron de bajar las escalinatas.

Ya en la noche llegaron a Elysium, el cual era una plaza circular y en medio se alzaba un monolito que tenía en la parte superior un cristal redondo; “El Ojo de Cronos”.

Una de las cosas que notaron las Sigma era que había mucha gente reunida, de hecho estaban todos los habitantes de Aflheim, todas las triadas. Esto no era anormal ya que lo hacían al final de un ciclo de nueve días, era el ritual más importante.

De pronto todos guardaron silencio y dirigieron la mirada a un solo punto; estaban entrando en Elysium las dos triadas lideres; Alfa y Omega. Si las Alfa eran albinas, los Omega eran todo lo contrario; su melanismo era tal que podría decirse que eran estatuas talladas en azabache y de alguna forma cobraron vida; el negro total de su piel era más acentuado debido a que los Omega usaban una túnica igualmente de color negro con franjas rojas en los bordes y una Ω roja.

Todos los demás se hicieron a un lado permitiendo el paso de sus gobernantes, los cuales saludaban mientras caminaban. Llegaron al frente del monolito y se formaron en línea intercalándose entre Alfas y Omegas.

-Bienvenidos sean hermanos –dijo Alfa 3 a modo de preámbulo.

-Esta noche, como todas las noches del final del ciclo del noveno día nos reunimos aquí con un único propósito, que es para saludar a nuestro padre Cronos –continuó Omega 20.

-Es en este momento cuando todas las triadas están unidas, y cuando reafirmamos la conexión que tenemos entre todos –dijo Alfa 4.

-Desde que tenemos recuerdos siempre los hemos hecho así, aunque no tengamos certeza del porqué pero está en nuestra naturaleza el ser sociables y el de reconocer a un ser supremo; superior a nosotros, quien nos ha dado la vida y quien resguarda nuestros recuerdos para infundirlos en un nuevo cuerpo cuando el tiempo llegue –dijo Omega 21.

-Así es como nos mantenemos inmortales, gracias a Cronos y su sabiduría –continuó Alfa 5.

-Y como cada término de ciclo, Cronos hablará con nosotros –terminó Omega 22.

De pronto se escuchó un zumbido y el sonido de que algo se estaba encendiendo, el cristal redondo del monolito brillo de color azul y se escuchó una voz.

-Sistema semiautónomo Cronos 5.0 activado, preparándose para la revisión periódica de la población del hábitat número 2 denominado “Alfheim”, se solicita la presencia de todos los clones…

-¡Aquí está! –exclamó Omega 20- ¡Salve padre Cronos!

-Iniciando conteo, número de clones exacto… cincuenta; condiciones biológicas de los cuerpos… estable; edad actual desde el nacimiento se estima en ocho… la edad restante antes de finalizar toda función biológica es variable dependiendo del individuo… Alfa 3 restan dos años, Alfa 4 un año…

Así el sistema Cronos comenzó a mencionar a cada individuo y mencionar lo que les faltaba de vida; Sigma 9 escuchó que solo tiene un año de vida más, Sigma 7 y 8 dos años y tres respectivamente. Ellos no eran ajenos a la muerte pero no le temían, en algún lugar de Alfheim los clones de ellos nacerían con los recuerdos previamente recolectados y almacenados en un sistema especial y que serían injertados en los nuevos residentes de Alfheim. Sigma 9 vería de nuevo a sus hermanas y a todos los demás aunque su cuerpo muriera, pero su mente no.

Y así todas las triadas escuchaban atentamente a su dios artificial Cronos, mientras este daba un resumen de diferentes actividades realizadas y por realizar. Y de esta forma estos chicos vivirían en su propio pequeño mundo hasta la eternidad tal vez, a menos que las circunstancias siempre variables trajeran un nuevo cambio, ya sea para bien… o para mal.

17 Décembre 2021 18:56 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

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