martin_may73 Andrés Maya

Lincoln Marz es un chico de 18 años, lleno de dinero por millones debido a su invención más reciente. Zara, es una inteligencia artificial creada por Lincoln, totalmente razonable, sentimental, lógica, muy curiosa y sin duda, fiel y obediente. Celina Moon, por el contrario, tenía lo suficiente para sobrevivir ella y su familia, sin caer en la pobreza. Tras su última relación íntima, ella dejó de creer en que el amor existía, cayendo en una depresión de la que le iba a ser difícil salir. El día en que toparon, su vida cambió de curso. Él necesitó la creciente necesidad de protegerla a cada momento, mientras ella dejaba de imaginar una vida sin él. Ambos sintieron esa necesidad de estar juntos. Poco a poco fueron conociéndose, y ambos se dieron cuenta, que uno era para el otro.


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##love ##Ferrari
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I

Celina

Todos estaban sentados, cada quien en su lugar, haciendo el primer trabajo del semestre. La profesora estaba simplemente en el escritorio, revisando trabajos anteriores.

-¿Podrías prestarme un plumón?- Preguntó Celina a Alison, una de sus mejores amigas de la universidad. Habían estado juntas desde preparatoria, siendo siempre las mejores amigas.

-Espera, creo que tengo uno por aquí.- Esculcó en su lapicera.

Ambas estaban estudiando medicina y apenas iniciaban la medicina general. Estaban unidas precisamente por ese vínculo, que a las dos les gustaba la medicina y estaban dispuestas a salvar vidas una vez acabada su carrera. Celina quería especializarse en Cardiología y Alison, su sueño, era realizar el primer trasplante de cerebro en todo el mundo.
Antes de poder encontrar el plumón, sonó la campana de fin de clases. Ambas se pusieron de pie y salieron del salón.

-¡Hey, chicas!- Erandi gritó a lo lejos, haciéndoles señas para que pudieran verla.

Alison, al escucharla, inmediatamente hizo una mueca de inconformidad.

-Erandi no me cae bien. ¿Lo sabías?- Comenta, para que Celina pudiera escucharla.

-Si, si lo sé. No tengo idea del por qué, si ella es una buena chica. A mí si me cae bien.- Alza los hombros.

Erandi en compañía de Sam caminaban hacia ellas.

-Sam a mí si me cae bien. Pero Erandi no.- Repite Alison, continuando con la desaprobación.

-Ya, ya entendí que no te agrada. No es necesario repetirlo.

-Celina...- Una voz masculina muy familiar sonó en su espalda.

Ella se giró y se topó con Sonne. Su expareja.

-¿Que pasó?- Respondió, con formalidad.

-Yo... Quiero hablar contigo.- Se lucía notablemente arrepentido.

-Oye...- Habló con rigor -...Ya deja lo nuestro morir en paz, ¿quieres?

-Es que, siento que fui muy... Duro contigo.

-Y lo fuiste. Pero eso ya pasó, compréndelo, razonalo y superalo.

-Perdóname... Solo dime que me perdonas, para poder vivir en paz.- Posa su mano en el hombro de Celina.

-Lo que me hiciste bien sabes que no tiene perdón.- Da un paso hacia atrás, impidiendo el contacto físico con Sonne.

-Sólo dilo.

-Sonne, ahora mismo estoy ocupada- Señaló a sus amigas - Tal vez si me hablas más tarde, pueda ayudarte.

-De acuerdo - Comprendió que Celina no quería hablar con él nunca más. Sin despedirse se dio media vuelta, y se fue por donde regresó.

Ya no me importas. ¿Por qué no lo entiendes?  Pensó.

-¿Qué quería?- Preguntó Erandi, llegando a su lado.

-Nada importante, sólo quería que lo perdonara.- Salió de su pensamiento.

-Todavía tiene la vergüenza de venir a pedirte perdón, canalla, despreciable.- Lo miró mientras se iba.

-Lo sé, por eso lo corrí. De verdad que...- Suspiró -... Como sea, no quiero volverlo a ver.

━━━━━━✧♛✧━━━━━━

Lincoln

-Ya les había dicho que a Zara no la vendo por nada del mundo. Quien quiera usarla, tiene que adquirir la licencia.- Subió a su coche, un Ferrari Italia.

-Si, yo lo sé. Pero ya acumulaste muchísimo dinero en tan sólo seis meses. Venderla no afectará tu economía. Al contrario, se beneficiará.- Responde Villegas, la novia de Lincoln. Abrió la puerta del pasajero y se subió también.

-Tu sabes lo que me costó crearla, diseñarla y programarla. Muchísimo tiempo. No la voy a vender ni por todo el universo entero.

-¿Que vas a hacer qué?- Preguntó Zara por los altavoces del automóvil.

-Tranquila Zara, no voy a dejar que IBM se quede contigo. Ni Apple, ni Tesla, ni ninguna otra marca. Zara es mía.

-Hasta parece que eres su novio...- Responde Villegas, un tanto celosa.

-Bueno... Perdóname cielo. Es que, de verdad que lo que me ofrecieron por Zara es muy... Tonto. 

-Yo digo que vendas la patente. ¿Para qué quieres recibir más dinero, si con el que tienes te alcanza para siete vidas enteras?- Se giró a él, viéndolo directamente a los ojos.

-Lo quiero para algo especial...- Zara, al escuchar las palabras de Lincoln, puso una canción instrumental, en concreto, la favorita de Villegas. -... Mi vida, yo se que tu y yo hemos tenido una inmensa cantidad de momentos buenos, y momentos malos...- La tomó de la mano.

Villegas entendió el mensaje, y de la impresión, se llevó la otra mano a los labios, no pudiendo creer lo que estaba a punto de pasar.

-... Pero te amo. Y mucho. Y me he estado haciendo una pregunta desde hace mucho tiempo...

Ella ya estaba llorando de la emoción, todavía sin creerse lo que estaba pasando.

De la bolsa del saco que llevaba puesto, Lincoln saca una caja pequeña, forrada de tela color negro muy parecida al terciopelo. La abre, y adentro había un anillo simplemente perfecto, con diamantes en todos lados, y con cuerpo de oro muy amarillo.

-...¿Te quieres casar conmigo?

Villegas estaba simplemente emocionada. Desde hace poco mas de tres años que eran novios, y hasta ese entonces le había propuesto matrimonio. Quería saltar de la emoción, pero el espacio reducido del deportivo se lo impediría.

-Si... Si quiero hacerlo- Lo abrazó.

-Que conmovedora escena...- Comenta Zara, aumentándole un poco al volumen de la música.

Lincoln lentamente le pone el anillo a Villegas. Tras esto, algunas piedras del mismo anillo empezaban a cambiar de color, quedándose casi en su totalidad color rojas. Villegas vio el anillo, fascinada del cambio de colores.

Iba a toda velocidad, recorriendo las autopistas y las carreteras iluminadas por el sol que poco faltaba para que se terminara de ocultar totalmente. Villegas no paraba de mirar el precioso anillo que le habían acabado de dar, los diamantes naturales reflejaban el sol en miles de colores que se podían proyectar en todo el interior del coche.

-Tendremos todos los hijos que tu quieras, mi vida...- Dice Lincoln, feliz de estar casado de manera no oficial.

-Quiero tener cien...

-¿Perdón?- La volteó a ver.

Villegas comenzó a reír.

Pasaba carriles, cambiaba velocidades como profesional, derrapaba como todo un rey del drifting y quemaba llanta en cada semáforo en el que se detenían. Estaba realmente feliz.

-Por poco lo olvido...- Dice Lincoln - En la guantera, hay un regalo para ti.

-¿Qué es?- Pregunta, antes de abrir el compartimento.

-Te gustará. Sólo te diré que es de tu color favorito.

Villegas lentamente abre la guantera del coche, encontrándose con otra caja más, impresa con un toro muy conocido en posición de ataque. Al pasar por arriba de una farola, pudo ver que el color del logotipo era dorado brillante. Quedó sin palabras al descubrir que se trataba de un Lamborghini  Huracán. Abrió la caja, y dentro estaban las llaves del vehículo. 

-Todo es para ti, y para Sara.

-¿Zara... Zara?- Señaló el coche, refiriéndose a Zara.

-No...-  Sonrió - Sara será nuestra hija. Así se llamará. Sara Marz Miller.-

-Que lindo...- Besó a Lincoln en la mejilla.

Empezaba a decaer la noche, y ya era hora de dirigirse a casa. ¿Había sido una buena decisión haberle pedido matrimonio? Esa incógnita sólo podía ser respondida conforme al tiempo. De lo que estaba seguro, era de que la amaba con todo su corazón.

Ahora conducía con más serenidad, debido a que era noche y podía causar un accidente.

-Moriremos viejos, y nuestras tumbas estarán lado a lado, como una verdadera pareja. Ya verás...- Decía Villegas. - Sara heredará la empresa, y será todo un éxito.

-Ojalá y sea así.- Suspiró - De verdad que si mueres, moriré yo contigo. - Le apretó la mano.

-No me gusta que invoques a la muerte, y lo sabes.- Su tono de voz cambió a algo más inocente y suplicante.

-La muerte es algo que nadie puede evitar, mi cielo.- La volteó a ver.

-Si, lo se, pero no es necesario mencionarla mientras estás conduciendo con tu esposa, a mitad de la carretera.- Lo miró a los ojos.

-En eso si tienes razón.- Regresó la mirada al frente.

-No soportaría perderte. Simplemente no lo soportaría.

-Yo tampoco lograría sobrellevarlo... Dejaría que me enterraran contigo.

Ambos se quedaron callados, pensativos.

-¿Enserio me amas tanto?- Preguntó Villegas, rompiendo el silencio.

-Por supuesto que si...- La volteó a ver.

-¿Entonces por que no me haz besado?

-Cariño, estoy conduciendo... Nos mataremos si lo hago.- Regresó la vista al frente.

-Yo puedo tomar el control... Si así lo deseas.- Dice por fin Zara.

-Muy bien... ¿Segura que puedes?- Lentamente va soltando el volante, dejando a que Zara tomase el control del coche.

-Por supuesto. Ustedes hagan, eso que tengan que hacer...

Paulatinamente se fueron acercando para dar el primer choque de labios de la noche. El beso fue tan enérgico, tan apasionado, que entre ambos al fin pudieron demostrarse cuánto se amaban. Fue como si de pronto, una descarga inmensa de energía les hubiera dado a ambos. Fue tanto, que simplemente no les importó nada más. Cerraron los ojos, y se quedaron unidos unos segundos más.

Ambos notaron un aumento de luminosidad, aún con los ojos cerrados. Villegas fue la primera en separarse, abrir los ojos y mirar al frente. Se dio cuenta de que otro vehículo venía de frente, justo en su mismo carril, a muchísima velocidad. De un salto, se separó de los brazos de Lincoln.

-¡Cuidado!- Gritó.

Lincoln rápidamente volteó a ver al frente, dándose cuenta también del vehículo a toda velocidad. Ambos se quedaron congelados, sin saber que hacer al instante. Zara, al percatarse de la presencia del otro vehículo, viró bruscamente, perdiendo el control del vehículo.
A tal distancia, era imposible evitar el accidente, por lo que de todas maneras impactó de costado, del lado de Villegas. El choque fue tal, que el Ferrari voló por los aires, embestido por la gran camioneta que había impactado con ellos. Dio muchas vueltas en el aire, hasta que al fin cayó en cuatro llantas. Antes de caer, Lincoln abrazó a Villegas, tratándola de proteger.

Totalmente turbado por el accidente, Lincoln observa a todos lados una vez estando en tierra firme. Los vidrios estaban totalmente rotos, el interior se había hecho pedazos y únicamente se sostenía dentro del coche por el cinturón de seguridad que llevaba puesto. Lentamente, y con desorientación volteó a ver si Villegas estaba bien.

-¿Villegas?- Ella estaba totalmente inconsciente. Al mirar más claramente, observó que tenía un fragmento de la camioneta incrustado en el estómago. Y la herida no paraba de sangrar.

Rápidamente se quitó el cinturón y la sostuvo en sus brazos, llenándose de sangre el también.

-No, no, no, esto no puede ser...- Decía, mientras observaba a Villegas.

-Moriré...- Susurra.

Su piel se estaba tornando grisácea y fría. Inmediatamente corrió al otro lado del coche, y le quitó el cinturón a Villegas.

-No, no morirás... Te quedarás conmigo, y vivirás. No me dejes ahora...-  La cargó en sus brazos, con los ojos llenos de lágrimas.

-Lo siento... No lo lograré...- Se recargó en el pecho de Lincoln, debilitándose a cada segundo.

-No, no me dejes...

Sintió el cuerpo de la mujer más pesado, y más frío a cada segundo que pasaba. Finalmente, cae de rodillas, abrazando a Villegas, ya irrumpiendo en el llanto.

-¡VILLEGAS!- Gritó, levantándose de golpe de la cama.

-¿Lincoln? ¿Te encuentras bien?- Inmediatamente Zara se hizo presente.

No dijo nada. Había sido una pesadilla más.

-¿Soñaste con ella?

-No, no fue un sueño, fue... Fue...- Se llevó la mano a la cabeza -... ¿Qué fecha es hoy?

-18 de mayo del 2018. ¿Que sucede?

Se enjugó las lágrimas con los dedos.

-Hoy se cumplen dos años...- Se puso de pie, totalmente en ropa interior.

-Oh... Ya recuerdo. ¿Con que soñaste, Lincoln?

-Con su muerte, Zara. Por alguna razón me transporté a aquella noche.

-Un Jamáis Vu...

-No exactamente, por que aún se dónde estoy, y se quien eres. Es algo así como lo contrario a una premonición. Una amonición. No lo sé.

-Soñaste con el pasado... ¿Gustas contarme más?

-No importa ya. Con lo que aya soñado, eso no importa.

-Tranquilo Lincoln. Yo también estuve ahí, y pude ver por primera vez lo que era la muerte.

-¿No escuchaste sus últimas palabras?- Giró a ver a Zara.

-Todo el sistema electrónico se dañó menos las cámaras, antes sigo viva por que cuidaste de mí. De no ser así, yo también hubiera muerto.

-Te amo... Eso me dijo. Y me sostuvo con la mano izquierda, donde tenía el anillo.- Observó por el enorme y polarizado ventanal de la pared, que daba justo a unas preciosas vistas de toda la ciudad a lo lejos. - Y no pude cuidar de ella. No pude salvarla.

-Deja de atormentarte con eso.

-¿Podrías hacerme un cóctel que me haga olvidarlo?

-El alcohol no te ayudará en nada.

-Tampoco me ayudará el estarme lamentando. Sólo hazlo, ¿Quieres?

-De acuerdo. Ya no te sientas mal, trata de superarlo.

No dijo nada, y se quedó observando la ventana.

¿Donde estarás...? ¿Que estaríamos haciendo si no te hubiera pasado lo que te pasó...?

Los recuerdos lo invadían, y especialmente en esa fecha, en el aniversario de su deceso. Ese día, especialmente ese día, no iba a ser un buen día.

Se vistió totalmente de colores claros. Demasiado alegre como para ese día.

-¿Gustas salir a algún lado?- Pregunta Zara.

-Como en todos los años, tengo que ir a guardar luto ya sabes a dónde.- Respondió.

-Tienes que superarlo. No puedes estar toda la vida así.

-Como sea, Zara, ya encontraré yo la manera de superarlo luego. ¿Cual vehículo tiene el tanque de gas más arriba?- Se sirvió una copa de Amaretto, su licor favorito, y con el que desahogaba la mayor cantidad de penas.

-Si te refieres a los litros de combustible, el 650S de McLaren es el indicado. Si te refieres a altura, tal vez el avión del Sr. Marz ahora que está volando a Italia.

El humor de Zara siempre era blanco e inocente. Y por consiguiente, un poco absurdo en ocasiones.

-Pero el avión de papá no es un coche, es un avión.- Dice, tomándose todo el vaso de un solo jalón.

-Tu dijiste vehículo, no coche...

-Como sea. ¿Gustas venir?- Fue a la caja maestra que se encontraba pegada a la pared y sacó las llaves del McLaren.

-Tengo que cuidar de ti. Aunque no quiera, tengo que ir.

-De acuerdo. Asegúrate de que la cueva esté perfectamente asegurada.- Abrió la puerta del garaje.

-No sé por que le llamas "cueva" a esta casa minimista de quinientos metros cuadrados... No entiendo.- Se escuchaba notablemente confundida.

-Es una manera de decirle a la casa. Añádela al diccionario si gustas.- Se dirigió al garaje.

Con la canción de Thrift Shop a todo volumen, partió a su destino. Ese McLaren negro, y su vestimenta clara no se veía mal, y con el sol saliendo de las montañas, simplemente era un día alegre. Lástima.

-No entiendo por qué usas ropa clara, y pones música alegre en un día como éste, donde se supone que debes ir de negro.

-A Villegas no le gustaba el negro, decía que era un color triste, por cierto, ¿crees que le puedas cambiar el color al coche?

-Por supuesto. ¿Cuál?

-Blanco... Ese era su color favorito

-Enseguida. Cerraré las ventanas y por un momento la música se apagará. ¿Está bien?

-Adelante. 

Las ventanas, como Zara había dicho, se cerraron rápidamente, y la música se fue silenciado poco a poco. El coche, por fuera, se fue cambiando de color lentamente. Pasando de negro, a un gris obscuro, luego a un gris más claro, y así progresivamente hasta llegar al blanco, tardándose poco menos de un minuto en cambiar el color por completo. 

-El color ayudará a que la temperatura crucero no supere los veinticinco grados. ¿Gustas que polarice los vidrios?

-Al 70%, por favor.

-De acuerdo. Procura no tocarlos en el proceso, puede resultar en una leve descarga eléctrica.

Se alejó de la ventana y el parabrisas. Los vidrios se fueron obscureciendo hasta llegar al porcentaje deseado. 

-¿Aire acondicionado?

-No es necesario, el día es fresco. Sólo despliega el alerón de atrás.

-No vayas muy rápido. Puede suceder un...

-Cállate...- Sonó severo. Se quedó un momento reflexionando de lo que había dicho -...Perdón, yo, yo no quería...

-Te entiendo, no te preocupes. Sólo no superes los 210 kilómetros por hora.

Asintió con la cabeza.

El alerón se fue desplegando hasta alcanzar su máxima altura. La música se reanudó y pisó a fondo el acelerador. Lo único que esperaba era simplemente despojarse de los sentimientos malos y los recuerdos, hasta llegar al lugar que era el indicado para hacerlo. Y corriendo a altas velocidades era una de las maneras de lograrlo.

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Celina

-¿Qué harán hoy en la noche?- Preguntó Alison. Estaban en el patio de la universidad, esperando a que llegaran los de ingenierías para poder hablar y quedar esa misma tarde.

-Tal vez me quede con Bill en mi cuarto. No lo sé, ¿Y si las cosas se dan...?- Responde Sam, con una sonrisa infinitamente pícara.

-Mi novio me sacará a pasear en su coche nuevo. Estaré ocupada...- Responde Erandi.

-Pues... Yo estaré estudiando de Anatomía III, si alguien quiere acompañarme en mi triste morada, las aceptaré con gusto.

-Que triste...- Alison rió junto con todas -... Yo te acompañaré, no te preocupes.

-¡Chicas!- Dijo Raffael, el estudiante estrella de ingenierías, del que toda la bolita, exceptuando a Erandi, estaba enamorado. Iba en compañía de sus otros tres amigos.
Todas lo saludaron de beso y abrazo, al igual que a sus amigos.

-¿Hoy a dónde?

-Cuando preguntas eso, es por que tienes algo nuevo que presumir. ¿De que se trata esta vez?- Erandi lo detestaba.

-¿Celosa?

-No, molesta.

-Ay, lástima que no te caiga bien...- Presionó el botón de un llavero de un Aston Martin Vantage.

-No, no me harás cambiar de opinión con los coches que te compra papi. ¿De acuerdo?

-Uuhh...- Dijeron todos.

-Mira, ya quisieras que Vey tuviera este coche.- Se implantó de frente a frente con Erandi.

-Ya quisieras tener a alguien para subir a ese coche.- Sin miedo le respondió.

-¡Ooh!- Todos respondieron otra vez.

-Ya, tranquilos- Celina se puso en medio de los dos.

-Dile a esa pedazo de zorra que deje de joder entonces.

-No le llames así Raffa...- Celina la defendió.

-¿Tu también te vas a poner a su favor?- La miró.

-Mira, ese coche de allá, ese si es un coche de verdad...- Erandi señala a espaldas de todos.

Principalmente Raffael se giró de inmediato a ver de que se trataba. Un McLaren 650S de color blanco iba llegando por la calle principal, llamando poco la atención y pasando desapercibido si no prestabas atención a tu alrededor. 

-¿Esa cochinada crees que le ganará a mi obra de arte? Vamos, zorra, sabes que no es cierto.

-Ya deja de llamarla así. Tiene un nombre Raffa, y no es zorra.

-Tu no te metas, que contigo no estoy hablando.

-¿Y si hago a que te rete a una carrera?- Pregunta Alison.

-Vamos, por favor... ¡Va a perder!- Se mofó.

-Los Aston Martin no están hechos precisamente para correr. Vas a perder, baboso...- Responde Erandi.

-Tuve suficiente.- Gruñe, enfadado- Ali, tráelo aquí, lo voy a retar a una carrera.

-Esto no va a acabar bien...- Comenta Celina.

-No te pregunté.- Se gira hacia ella, agresivamente.

La gente comenzaba a acumularse alrededor del McLaren para apreciarlo. 

-Alison, no vayas.- La sujeta de la mano, antes de que se fuera - Vayámonos chicas, no tenemos nada que hacer aquí- Sam trata de llevarse a todas a un lugar con más paz.

-No seas marica Sam- Le dijo, abriendo los brazos- Alison, trae a ese idiota aquí, ahora.

Alison deja sus cosas en la repisa de su espalda y va rápido a buscar al misterioso hombre, zafándose del agarre de Sam.

-Zorrita, te voy a demostrar que soy más que el... ¿Me escuchaste?- Raffael señalaba a Erandi con el dedo.

-Si baboso, si, lo que tú digas.

Esto simplemente no iba a acabar bien.

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Alison

Cruzó la calle para ir en busca de la persona que fuera que estuviera encima de ese coche. A través de los vidrios no se podía ver nada, por lo que tenía que tocarle la ventana, haber si reaccionaba. Se posó a lado de la puerta y con ayuda del anillo que descansaba en su dedo, tocó el vidrio tres veces, llamando la atención de la persona que iba dentro del lujoso automóvil.

Lentamente el vidrio de la ventana se fue bajando hasta llegar a ver al hombre que conducía.

-¿Estorbo? Enseguida me quitaré si así lo deseas...- Dice amablemente.

-No, no es eso. Hola, soy Alison...- Le extendió la mano para saludarlo. El gesto fue respondido. -... Verás, al tipo de allá no le gusta que estés aquí.- Señaló a Raffael.

-Y eso... ¿Qué?

-Simplemente cree que estorbas aquí, se siente amenazado.

-No tengo tiempo para bromas.- Subió el vidrio otra vez.

-¡Espera! No entiendes...- Pensaba en que decirle para provocarlo -... Emmmm, piensa y dice que no lo podrás vencer en su Amton Martini...

Volvió a bajar el vidrio.

-¿En su qué...?- Estaba confundido.

-Harston Mercini... After Houdini... ¡En su coche!- No tenía idea de como se llamaba.

-¿Te refieres a un Aston Martin?

-¡Ese! Dice que no le puedes ganar... 

-Que tontería...- Vuelve a subir el vidrio.

-¡Espera, que no acabo todavía...!- Volvió a tocar el vidrio.

Éste volvió a bajar.

-¿Es que a caso nadie puede guardar luto en paz? ¡Que quieres!

-Yo me subo contigo para correr.

-Gracias por la información, pero ya te dije que no me interesa. ¡Vete ya!- Volvió a subirse el vidrio. 

-¡Espera, ahora te juro que es el último!- Volvió a tocar insistentemente el vidrio. Este volvió a bajar.

-¡¡QUE QUIERES!!- Gritó.

-¿Dejarás que un idiota te humille de esa manera? Por favor, tener este coche es símbolo de que cada uno te pesa veinte kilos. ¿Vas a poner en baja la reputación que tuviste con tan sólo venir y estacionarte aquí?

-Querida, por última vez, ¡¡¡NO ME INTERESA, LÁRGATE A VOLAR, AHORA!!!- Volvió a subirse el cristal.

-¡Espera, espera!- Tocaba el vidrio. Pero esta vez no bajó. 

Suspiró, y regresó de donde venía. Cruzó nuevamente la calle, esquivando un coche que cruzaba de casualidad. Se acomodó el pelo antes de volver a llegar con el grupo.

-No quiere correr.- Dijo.

-¡Ja! Le da miedo. Yo lo sabía.

-O tal vez piensa que no vale la pena ni tu ni tu carcacha...- Responde Erandi.

Raffa la voltea a ver horriblemente amenazante. De pronto, la sujeta del pelo muy agresivamente y la jala hacia él. Celina trata de que Raffa soltara la cabellera de Erandi, pero sólo recibe una estruendosa cachetada de parte de Raffa.
Entre los gritos de Erandi y los gritos de todas las demás, se hizo un escándalo tremendo, llamando la atención de todos los demás.
Raffa tiro al suelo a Erandi, y en el suelo, la continuó jaloneando y maltratándola.

-¡Cuando te diga que te calles, te callas, zorra!- Gritaba Raffa.

-¡Déjala, déjala en paz!- Celina, con el labio sangrante, intenta apartar a Raffa.

-¡Tu no te metas!- Ahora le da un puñetazo, dejándola inconsciente.

Raffa daba de fuertes tirones del pelo y pateaba a Erandi aún estando en el suelo, y nadie se atrevía a tan sólo apartarlo.

Alison pudo ver por encima del hombro de Raffa, que el hombre del McLaren se había bajado, y venía muy enojado.
El chico del McLaren lo sostiene del chaleco que llevaba puesto, y lo lanza lejos de Erandi. Ella, al ser soltada, de inmediato se arrincona y se hace bolita en la pared, buscando dónde refugiarse. Sam va a protegerla.

Raffa trata también de darle un puñetazo, pero es esquivado y a cambio, recibe uno en toda la mandíbula, tirándole dos que tres dientes. Nuevamente trata de atacar, pero el chico del McLaren deja en KO a Raffa de una sola patada en la cara. Cae al suelo, totalmente noqueado.
Erandi no paraba de llorar, y de agarrarse la cabellera, de tan fuerte que la habían jalado.

-¿Estás bien?- Preguntó el chico, yendola a asistir.

-N-no...- Estaba muy asustada, y sumamente temblorosa.

-Ella es la que no está bien...- Alison arrastraba a Celina, aún inconsciente.

El chico va a asistirla también. Ve el labio cortado, e inmediatamente lo limpia con un pasón del dedo por encima de la herida. Gira muy delicadamente el rostro, y ve un enorme moretón del tamaño de toda su mano.

-Vamos a un hospital. Esto no mejorará sin atención médica. ¿Quien de ustedes trae coche?- Dice el chico, cargando a Celina en sus brazos.

-Yo ahora tengo uno...- Dice Sam, sacándole las llaves del Aston Martin a Raffa.

-Vámonos. Yo se dónde queda uno, sígueme. 

-Yo, si quieres yo me llevo a Celina... Tu ve con Erandi.- Dice Sam, señalando el cuerpo de Celina.

-¿Segura?

-El coche de éste idiota tiene más espacio que el tuyo. Y ella necesita ir acostada. Yo la llevo.

-De acuerdo.

Sam camina hasta el coche negro, y de un toque del llavero lo desbloquea. El chico, con toda la delicadeza del mundo deja el inconsciente cuerpo de Celina en los asientos traseros el coche. Con ella, se sube Alison. 

El chico va por Erandi, que aún estaba hecha bolita.

-Ven conmigo, estarás bien...- Se lee en sus labios, a la vez que le extiende la mano.

-N-no, no sé...- Erandi nada más no podía salir del susto.

-Tranquila. Ya pasó, ese imbécil ya no está. Ya pasó...- Le acaricia el hombro.

-Y-yo... m-miedo.

-Cálmate, estarás a salvo, te lo prometo. Ven conmigo, necesitas ir a un hospital ahora.

Erandi le da su mano, completamente temblorosa. Él la ayuda a levantarse, y de inmediato la abraza, simbolizando un apoyo inmenso. Ella también lo abraza.

El chico les hace señas a lo lejos para que lo siguieran.

-De acuerdo.- Responde Sam, encendiendo el coche.

Rápidamente cruzan la calle, y para cuando estaba a un metro del coche, la puerta mágicamente se abrió por sí sola. Subió a Erandi en el cómodo interior del coche, y corrió al otro lado para conducir, cerrándose la puerta detrás de él. Simplemente, extraño.

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Lincoln 

-Santo cielo...- Exclama Zara al percibir el susto que tenía la chica en las venas.

-Rápido Zara, dime si se encuentra bien. Un diagnóstico rápido.

Zara se quedó callada.

Lincoln le puso el cinturón a toda prisa, y encendió el coche.

-Tiene un grave daño en el cuero cabelludo. Se trata de un desgarre interno, sin hemorragia. Si no se medica de inmediato, puede infectarse. Además de eso, está sufriendo una crisis de ansiedad sumamente grave.- Los diagnósticos de Zara siempre eran detallados, y sumamente acertados.

-Me lleva...- Pisó a fondo, quemando llanta al acelerar.

La chica simplemente no paraba de llorar, y seguía hecha bolita aún en el asiento del coche. 

-M-miedo...- Decía entre lágrimas.

-Tranquilízate, por favor, que me pegas tu ansiedad.- Toca su mano, tratando de calmarla.

La chica de un movimiento rápido agarra su mano y la abraza. Ahora le era muy difícil conducir con sólo una mano.

-Puedo ayudarte a conducir mientras tú tratas de calmarla.- Comenta Zara.

-De acuerdo...- Suelta poco a poco el volante, dejando a que Zara tomase el control de éste. Dejó de pisar pedales e hizo caso omiso al cambio de velocidades, ya que Zara se iba a hacer cargo de todo eso.

-¿Cómo te llamas?- Se dirigió a ella.

-D-duele...- Se agarró la cabeza.

-Lo se, pero dime como te llamas.- Le puso la otra mano en el hombro.

-E-era... Erandi.- Las palabras le eran muy temblorosas y con muchísimo terror.

-Muy bien Erandi, te encuentras a salvo, nada ya puede pasarte. Estamos de camino al hospital, tus amigas vienen detrás de nosotros, para no dejarte sola con un total desconocido. 

-H-Héroe...- Lo jala hacia ella, alcanzando a abrazarlo hasta el antebrazo.

-No...- Cerró los ojos.- Como sea...- No tenía ni idea de qué decir, o hacer -... ¿Alguna idea, Zara?- Los volvió a abrir.

-Emmm... no lo sé... ¿Ya intentaste decirle que se calme?

-¡Por favor Zara, algo que funcione!- Alzó la voz.

La chica gritó, y lloró todavía más fuerte, espantada del tono de voz más alto.

-Perdóname...- Dijo, casi susurrando.

-No grites ni alces la voz cuando un humano tiene un ataque de ansiedad como éste... Olvidé decirlo.

Lincoln vió la cámara del coche con seriedad.

-¿Que...?

Llegaron directo a la sala de emergencias. Bajó rápidamente del McLaren y corrió dentro del edificio a buscar ayuda.

-¡Necesito ayuda aquí, por favor!- Gritó a los paramédicos.

Enseguida llegaron cuatro a la ubicación de Lincoln y los dirigió a donde se necesitaban. 

-¿Que sucedió?- Preguntó uno de ellos.

-A ambas las golpearon. Sólo que la del coche blanco, que dice llamarse Erandi, fue más maltratada todavía. Tiene un desgarre interno sumamente grave en el cuero cabelludo, y creo que necesita ser medicada inmediatamente. También tiene un fortísimo ataque de ansiedad.

-¿Y la otra chica?- Ya estaban pasando a ambas a la sala de emergencias.

-También fue golpeada, pero ella fue noqueada. 

-¿Las conoce?

-No. Sólo intervine cuando el hombre que las estaba golpeando no era detenido por nadie.

-El mundo necesita a más hombres como usted. Inmediatamente serán atendidas.

¿Gracias? Pensó

Las dos chicas se quedaron con la chica inconsciente, viendo por su pronta recuperación de sí. Erandi no se tranquilizó hasta que abrazó a Lincoln por horas, siendo ayudada constantemente por medicina y médicos de primera clase. 

-¿Te encuentras mejor?- Preguntó, con voz apenas audible.

-Si...- Su voz ya era un poco más calmada y clara.

-¿Ya podrías soltarme? Me he entumecido ya.

-No...- Lo siguió abrazando.

-De acuerdo.- Ni siquiera le insistió.

Llega el médico a cargo del caso, con unos papeles en la mano.

-¿Ya se encuentra mejor la paciente?- Sonríe al ver la curiosa escena.

-Si, pero no me suelta. 

-Por que tu eres mi héroe...- Completa Erandi.

-No lo soy...

-De hecho, yo creo que si lo es. Si no la hubiera salvado, le hubieran arrancado el cabello de tanta fuerza y agresividad, y posiblemente hubiera muerto.

-Como sea... ¿Cuánto tiempo más tendremos que estar así?

-Hasta que sea necesario. Hasta que la paciente se sienta segura sin que usted esté con ella.- Responde el médico.

-Diablos...

-Cuando sea soltado, necesito hablar con usted.

-De acuerdo.

-Héroe...- Parecía niña pequeña, a pesar de que tenía ya 19 años de vida. Después de esa golpiza, cualquiera se sentiría sumamente inseguro donde fuera que estuviese. El médico los volvió a dejar solos.

Le recordó a Villegas, cuando cuidó de ella los primeros días de conocerse. Estaba enferma de la gripe y le pidió que cuidara de ella. Aún recordaba que le agradeció con un beso a distancia.
Villegas...
¿Dónde estarás? Pensó.

-¿Qué tienes?- Preguntó Erandi, con su angelical voz.

-Nada, sólo pensaba unas cosas.

-Está bien. Creo que ya me siento mejor...- Lo fue soltando poco a poco.

-¿Segura? No me molesta.

-No, no es eso. Es que ya me siento mejor. Creo... No te vayas ¿si?

Se puso de pie, y movió cada parte de su cuerpo, reactivandolo otra vez.

-Iré con el médico, enseguida vuelvo.

-No me dejes sola por mucho tiempo...

-Volveré.- Salió de la pequeña habitación.

Caminó hasta la mitad del pasillo, y ahí lo esperaba el doctor.

-Nadie tiene capital para cubrir los gastos médicos. ¿Usted los cubrirá, o tiene aseguradora?- Preguntó el médico.

-Yo mismo me encargaré de los gastos, por eso no hay problema.

-Excelente. Verá, la chica noqueada sufrió un inmenso hematoma en la parte derecha del rostro. Y tiene un quiste precisamente en la mandíbula. Necesita cirugía ahora mismo, pero requiero que alguien funja como titular. ¿Puede usted hacerlo?

-¿Y los padres de la chica?

-Dicen sus amigas que no residen en la ciudad. Y que ellas no traen identificación. 

-Vaya...- Se lo pensó por un momento. - ¿Habrá incisión?-

-Para nada. Es una cirugía láser, en menos de dos horas la chica ya no tendrá quiste y posiblemente hematoma tampoco.

-Bueno. Si lo necesita, pues en realidad no hay de otra. Seré su titular sólo esta vez.

-De acuerdo. Firme justo aquí...- El doctor le entregó unos papeles y señaló con la pluma la línea donde había que firmar.

Lincoln hizo el garabato con el que ante la ley era identificado, y le regresó los papeles.

-Enseguida estará en el quirófano.

-Muy bien, doctor. ¿Algún medicamento en específico que tenga que ser dado a... Erandi?- Por una fracción de segundo se le había olvidado el nombre.

-Lo necesario ya le fue suministrado. Sólo era cuestión de que se relajara y se diera cuenta de que el peligro ya se había ido. Ella ya está dada de alta, no necesita más.

-Perfecto. Muchas gracias, doc.

-No hay de qué...- Se dio media vuelta y se perdió entre los pasillos.

Santo cielo... Pensó Ojalá y nunca más le vuelvan a hacer lo que les hicieron a estas mujeres. De verdad que ojalá y nunca se los vuelvan a hacer. ¿Y si necesita cama? ¿A dónde la llevaré? Por vida de mientras, debo quedarme aquí hasta que esta chica, como se llame, le hagan la cirugía. Si necesita cama, pues, la tendré que llevar a... La mía. Se puede mal interpretar si lo digo en voz alta, pero, en verdad no me queda de otra...

-¡Oye!- Se escuchó en el cubículo donde se encontraba Erandi.

Fue con pasos largos y rápidos hasta donde ella estaba. La encontró de pie, y mirándolo a los ojos.

-Fue muy lindo de tu parte... Gracias.- Lo abrazó, otra vez.

Ya estaba harto de tenerla cerca. Tan cerca, que podía oler su piel y su aliento juntos. Tan cerca, que podía escuchar sus latidos del corazón. Quería aventarla y marcarle que dejara de hacer eso.

Pero simplemente, se dejó abrazar una vez más.

━━━━━━✧♛✧━━━━━━

Celina

Despertó con un ligero dolor en la parte izquierda del rostro. Como si recién la hubieran depilado con cera. Se percató de que estaba recostada y lentamente se fue sentando en la cama. 

Un hospital, ¿qué pasó?

Trató de rascarse el ojo, pero el tubo que conducía el suero hasta su mano no se lo permitió. 

-¿Celina?- No se había dado cuenta de que Alison estaba ahí.

-¿Que pasó?- Preguntó, desconcertada.

-Raffa te dio un golpe, y te noqueó. Realmente los doctores hicieron un buen trabajo.- No paraba de verle el rostro.

-¿Y después? Sólo recuerdo que trataba de apartarlo de Erandi, y, de ahí, ya no sé que pasó conmigo.- Detectó que había una pequeña cicatriz en su labio inferior, también del lado izquierdo.

-¿Si recuerdas al tipo del Molaren?

-¿Del qué...?

-Al que le fui a decir que si corría con Raffa.

-Ah... Si, ¿Qué con él?

-Le dio a Raffa su merecido. Y además fue el que te trajo a éste hospital. ¡Te salvó básicamente! ¡A ti y a Erandi! 

-¿Enserio? 

-¡Si! 

No podía creerlo. ¿Cómo un hombre, del cual no sabía ni su nombre, se había preocupado por ambas? Simplemente estaba muy agradecida. Y sumamente extrañada.

-Te cargó, te llevó hasta el coche de ese imbécil de Raffa, y fue el que nos condujo hasta éste hospital. Sin él, posiblemente tuvieras un moretón del tamaño de América en donde te duele, y tuvieras un quiste también.- Lo decía tan emocionada, como si a ella fuera a la que hubieran salvado.

-¿En serio hizo todo eso?- Celina simplemente estaba conmovida por la acción del misterioso hombre.

-¿Se puede?- Se escuchó por detrás de la puerta. 

-¡Es él!- Susurró Alison, emocionada.- Adelante...- Le concedió el acceso.

Se había cambiado de ropas, y lucía una gran sonrisa en el rostro. Consigo traía una rosa para ella. Alison, al verlo, lo abrazó como si lo conociera.

-Te lo doy por parte de Celina, que está muy agradecida por lo que hiciste.

-No hay que agradecer. Fue un simple favor.- Dejó la rosa en la repisa que estaba a lado de Celina.

-De verdad que encontraremos una forma de pagarte.- Dice Celina por fin.

-No es necesario. Lo único que creo que me merezco es que me digan sus nombres. Digo, por lo menos para saber a quién le hice el favor...

-Soy Celina.- Se presentó cortesmente.

-Y yo Alison.- Llamó su atención extendiendo su mano hacia él.

Él, casi por instinto, le agarró la mano y la besó. Alison se sintió infinitamente halagada por ese gesto. También hizo lo mismo con Celina.

-¿Y cómo te llamas tú?- Preguntó Alison, interesada inmensamente en él.

-Lincoln. Lincoln Marz.- Respondió.

-Bonito nombre.- Celina también estaba fascinada.

-Bueno, Alison y Celina, tengo que irme. Sólo venía a saludar. Si me necesitan, márquenme...- Le dio a Alison una tarjeta de presentación -... Estaré para lo que ocupen.

-Gracias...- Alison nada más no podía dejar de verlo.

-Por cierto, Celina, hoy mismo te dan de alta a las...- Miró su reloj totalmente dorado -... En dos horas. Yo diría que te vayas preparando. Estaré aquí en dos horas para llevarte a tu casa.

Si supieras que no tengo casa como tal...

-Emmm... Si quieres llévala a la mía, al fin y al cabo somos casi vecinas.- Alison sale a la defensa.

-¡Vaya! De acuerdo. Está bien. Dentro de dos horas estaré aquí.- No se esperaba para nada las palabras de Alison.

-No es necesario...- Responde Celina.

-No voy a dejarte ir a casa de Alison así por tu suerte. 

-No no, está bien...- Alison apoyaba a toda costa a Lincoln.

-De acuerdo... Me convenciste. ¿Seguro que todo está bien?

-¡Por supuesto! Tenemos a Zara de nuestro lado. ¿Qué puede salir mal?

-¿Zara?- Preguntó Alison mesuradamente.

-Apenas te subas a la camioneta, sabrás quien es...- Suspiró - Me voy señoritas, recuerda- señaló a Celina con el dedo - en dos horas...- 

-En dos horas. Entendido.-

Sonrió y a continuación cerró la puerta tras de sí.

-Me cayó  bien...- Comenta Celina tras unos segundos después de silencio incómodo.

-¿Quien diablos es Zara?- Alison se había molestado un poco.

-Alison, ni siquiera se te ocurra. De una o de otra forma, le dirás que no.

-¿Quien es Zara? Sólo eso...

-Quien sea, Alison, de todas formas le dirás que no.

-No se quien sea, pero Zara me cae mal.

Celina rió.


Salieron del hospital, con las frentes en alto. Alison no soltaba a Lincoln, mientras que Celina iba caminando a lado de él, sin ser abrazada. Únicamente caminaba. Erandi y Sam iban atrás de ellos, siguiendo todos sus pasos.

-Dejaré a cada una de ustedes a casa. Le van a decir su dirección a Zara, para que sea más fácil.

-¿Quién es Zara?- Pregunta Alison. Celina comienza otra vez a irritarse por la actitud de su amiga.

-Es mi acompañante diaria. Ya verás quién es...- Siguió caminando a pesar de que Alison lo había soltado.

-¿Es tu novia?

-Casi... Pero no. Sería algo así como electrofilia...

Electrofilia... Gusto por lo electrónico. ¿Qué carajo? Pensó.

Llegaron caminando hasta la preciosa camioneta negra, marca Cadillac. Una belleza con llantas. Alison quedó enamorada de la camioneta, al igual que Erandi.

-¿Gustan subirse?- Lincoln les abrió la puerta, enseñando un interior color beige ciento por ciento limpio. Como si recién hubiera sido sacada de concesionaria. 

-¡Pido adelante!- Dijo Alison, luego luego abriendo la puerta de adelante.

-Identidad femenina desconocida.- Se escuchó una voz, e inmediatamente la puerta se cerró antes de que Alison pudiera abrirla totalmente.

-¿Que...?- Trató de abrirla otra vez, pero ésta se aseguró por dentro, imposibilitando su apertura.

-Zara, soy yo. ¡Déjalas pasar!- Exclama Lincoln.

-Oh, bienvenido a la Cadillac, Lincoln.- Ahora, la puerta se abrió por si sola.

Alison se quedó perpleja, al igual que las demás. Sólo se quedaron observando la camioneta, impactadas.

-¿Acaba de hablar?- Pregunta Sam, observando el interior.

-Si... ¡Rayos!, lo olvidé...- Se pone enfrente de todas - Señoritas, ella es Zara. Zara, ellas son... Pues... Que cada una te diga el nombre.

-¡Hola! Soy Zara, ¿Cómo se llaman ustedes?- Zara preguntó cordialmente.

-¿Como puede ser...?- Celina parecía escultura de hielo.

-¿Ella es Zara?- Pregunta Alison, con sumo terror.

-Pues... Les dije que apenas subiéndose a la camioneta, la iban a conocer...

-Yo creí que... No lo sé... Que era alguien... Con cuerpo.- Exclama Erandi, dando un paso atrás.

-En teoría, la camioneta es mi cuerpo.- Zara responde.

-¿Puede entenderme? Yo a eso no me subo... Ni de broma.

-¡Pero, no va a pasar nada! Zara no puede hacerte daño.- Dice Lincoln, subiéndose a la camioneta, haciéndola moverse por sus suspensiones sumamente blandas.

-¿Seguro que no pasa nada?- Alison tocó con miedo el asiento.

-¿Qué te puedo hacer con el asiento? ¿Aplastarte?- Dijo Zara.

Volvió a quitar la mano, temerosa de que de verdad hiciera eso.

-Mira...- Lincoln se bajó del vehículo -... Si tienes confianza en mí, toca mi mano, y yo tocaré a Zara, para que sin necesidad de que la toques tu, sepa cómo te encuentras. ¿De acuerdo?- Llegó a su lado.

-Bueno... De acuerdo...- Se agarró de su mano, muy insegura y temerosa de lo que fuera a pasar.

-Zara, cuando te toque, me dirás lo primero que se te venga a la memoria a cerca de Alison. De su estado actual. ¿De acuerdo?

-Bien...- Responde.

-¿Lista?- Se giró a Alison.

Asiente con la cabeza. Lentamente Lincoln acerca la mano al asiento de la camioneta, tocando casi directamente los sensores más sensibles de Zara. Al tocar el asiento, no tardó más de dos segundos en hacer un análisis completo del estado de ánimo de Alison.

-Curiosidad...- Dice Zara.

-¿Cómo...?- Soltó a Lincoln y lentamente se fue acercando a Zara. Volvió a tocar el asiento, pudiendo sentir algo más que sólo curiosidad. 

-Confianza...- Zara volvió a decir.

Alison lentamente se va subiendo a la camioneta, hasta acomodarse totalmente en el asiento de piel beige. Se quedó ahí por unos segundos, observando el ambiente. Luego volteó a ver a Lincoln, y sonrió.

-¿Gustas algo en especial?- Preguntó Zara.

-¿Puedes... Enfriar el asiento?- Preguntó, con desconfianza.

-¿A qué temperatura?

-Fresco. Lo suficientemente fresco.

-Enseguida.

El asiento gradualmente se fue enfriando, hasta los 20°. 

-Esto es impresionante...- Dice Alison, con tranquilidad.

-¿En serio es tan bueno?- Celina se acerca junto con Erandi al asiento del pasajero. Al tocarlo, sintió el frío del asiento, dándole confianza casi gratuita.

Sam se va acercando también.

-Está delicioso el asiento...- Erandi se acomoda en uno, y pudo sentir el frío en la espalda, relajándola al instante.

-¿Verdad que no es mala?- Preguntó Lincoln, con una sonrisa satisfactoria.

-Para nada... ¿Cómo dices que te llamas?

-Zara. Bienvenidas a Zara People. ¿Podrían decirme sus nombres?

-Alison...- Se recargó en el asiento, sintiendo el frío ahora en su espalda.

-Celina...- Se acomodó en uno, pudiendo sentir también la frescura.

-Erandi...- Puso sus brazos en los apoyos que venían a cada lado de los asientos, sintiendo también el frío en sus antebrazos.

-Sam...- Aún no se subía. Seguía temerosa.

-¿Por qué aún no subes, Sam?- Pregunta Zara cordialmente.

-Aún tengo miedo.

-Tranquila. Tus acompañantes ya han comprobado que no hago daño. Sólo haces falta tú.

-¿Te ayudo?- Lincoln llega a su lado.

-Yo... Yo puedo...- Lentamente se acerca a la camioneta.

-Apresúrate. Entre más rápido subas, más rápido podré poner el modo crucero.

-¿Qué es eso?- Sam se detiene.

-La atmósfera de la camioneta se hace hermética, evitando ruidos exteriores. Una vez sellada, el oxígeno se hará más puro, la humedad podrá ser ajustada al igual que la temperatura del aire. Ese es el modo crucero.

Sam voltea a ver a Lincoln.

-Todo eso es verdad...- Le asegura.

Vuelve a mirar adentro de la camioneta y con inseguridad pone un pie dentro. Se recargó en su pierna para hacer fuerza y poder impulsarse hacia arriba, subiéndose al fin a la camioneta. Se acomodó en el asiento de hasta atrás, siendo todo para ella. Apenas sintió el frío, se relajó.

Lincoln se subió a donde iba, en el asiento del conductor. Al sentir el frío, también se relajó.

-Gracias por enfriar los asientos...- Le palpó el brazo a Alison, llamando su atención.

-De nada...- Ella le palpó el suyo.

-¿Podemos irnos?- Preguntó Zara.

-Vámonos...- Lincoln puso las manos al volante.

Zara cerró las puertas muy lentamente y selló la camioneta.

-¿Qué temperatura gustan tener?

-La misma que los asientos...- Opinó Sam.

-Apoyo esa idea.- Dijo Erandi.

-De acuerdo. ¿Alguna otra comodidad que gusten?

-Supongo que así las cosas están bien...- Nuevamente opinó Sam.

-De acuerdo. Que comience el viaje.- Se sintió cómo la camioneta fue lentamente disminuyendo de altura, hasta llegar a pocos centímetros del suelo.

Lincoln aceleró y apenas se sintió. Salieron con toda la tranquilidad a las calles, con el ambiente frío y sumamente acogedor de la atmósfera de la camioneta. 

-Zara es increíble...- Dice Alison.

-Soy increíble...- Repite Zara.

-¿Ves? Y tu estabas enfadadísima hoy en la mañana, cuando Lincoln la mencionó.- Responde Celina.

-Cállate...- Alison ríe.

-¿Qué pensaban que era Zara?- Pregunta Lincoln, sin quitar la mirada de enfrente de la carretera.

-¿Qué pensaban que era yo?- Repitió.

-Alguien. Alguna persona. Tu novia, esposa... Alguien...- Responde Erandi.

-Pensaban que... Oye, oye no...

Lincoln se quedó callado.

-¿Tienes novia?- Preguntó Sam.

-No... No.- Lincoln se oía inseguro.

-¿Qué significa ese no? ¿No tal vez, o no, no?

-No. Ya no.

-¿Cortaste con ella hace poco?- Preguntó Alison.

-Señoritas, éste es el tema menos indicado para éstos momentos.- Zara salió a la defensa.

-¿Por qué?- Preguntó Sam.

-No quiero hablar de eso. Eso es todo.- Respondió Lincoln, severamente.

Todas se quedaron calladas. 

Tranquilízate Lincoln, sólo tranquilízate. Ellas no saben nada, no tienes por qué enojarte con ellas. No saben nada, no tienen nada de que enterarse... Calladito y tranquilito. Pensaba. Inconscientemente una lágrima salió de sus ojos, escurriéndose por toda su mejilla.

-¿Qué sucede?- Preguntó Alison, volteándolo a ver.

-Olvidé el aire húmedo apuntando directo a sus ojos...- Dice Zara.

-¿Te hicimos sentir mal?- Preguntó Erandi, inclinándose hacia adelante.

-Para nada...- Se enjugó la lágrima - Sólo el aire húmedo me daba directo en los ojos... Sólo eso.- Trató de hablar lo más serio posible.

-Perdónanos...- Responde Celina, sosteniéndolo del hombro.

-Lo que no les voy a perdonar, es que no me han dado sus direcciones, y no sé a dónde nos estamos dirigiendo.- Respondió Zara, tratando de sacar el tema de la cabeza de Lincoln.

22 Août 2017 20:45 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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