Un chico de cabellos negros y alborotados había entrado, con su mochila del mismo color de sus hebras arrastrando por el suelo. Caminó lentamente hasta el fondo del salón, sin quitarle la vista a uno de sus compañeros, el cual se tocaba el pecho por el susto.
—Jeon, ¿acaso no sabe usted de que forma se tiene que entrar luego de llegar una hora tarde a un lugar? Y ni llegando temprano estos son los modos. —El profesor masajeó su cien, aparentemente estresado. —Vuelva afuera y entre de forma correcta, te lo dejaré pasar si lo haces. —Ofreció.
"No" se escuchó susurrar por parte del chico, el cual automáticamente todos sus compañeros voltearon a ver. Estaba sentado con sus piernas separadas, sacó su móvil y comenzó a usarlo.
—¿No? Entonces te vas de mi clase ahora mismo.
Los ojos del azabache se desviaron a su compañero, el cual aún tocaba su pecho. —No quiero.
—Entonces guarda ese teléfono y presta atención a lo que queda de clase, voy a hablar con la directora por ese comportamiento que siempre tienes y... —Fue interrumpido por la campana, ya había terminado la clase.
Todos se levantaron y se fueron, excepto el azabache y el chico rubio, el cual correspondió a la mirada fija de su compañero, solo que con un poco de miedo.
—Hablaremos luego, Jungkook. —Dijo con seriedad el profesor, saliendo del salón.
El azabache se levantó y lentamente se acercó al rubio, agachándose un poco para quedar a su altura ya que este estaba sentado. —¿Puedes verme en el último receso? En el patio trasero. —Le sonrió al contrario y salió del aula, dejando a su compañero perplejo.
Luego de unos segundos Taehyung también salió del aula, un poco atónito. No entendía, ese chico nunca le despegaba la vista y ahora le había hablado. Era tan extraño, apostaba a que era el alumno más problemático en toda la secundaria.
Cuando iba caminando por uno de los pasillos escuchó unos gemidos, parecían ser de dolor. Con discreción miró lo que estaba pasando, encontrandose a tres chicas. Estas estaban en una ronda, y una de ellas parecía estar agarrando algo con fuerza. En un momento se giraron, dejando a la vista que tenían agarrado por los cabellos a Jungkook, el cual chillaba adolorido, pero no decía ni una palabra.
—¿Te crees rebelde y bonito? ¡Eres horrible! —Denigró una de las féminas.
—Y mira como se viste. ¿Eres un marica?
El azabache tenía un suéter rosa pálido con las mangas arremangadas y unos shorts negros. En sus brazos tenía unas mallas negras con agujeros, y llevaba unas botas del mismo color.
La que lo tenía agarrado del cabello lo soltó, empujándolo y tirandolo al piso. Este había comenzado a llorar un poco, pero no demasiado. No quería arruinar su perfecto y bonito delineado.
—Idiota, por eso tu madre no te quiere. Todos dicen que te querían abortar. Y hubiera estado bien.
Las tres féminas con complejo de superioridad rieron y se alejaron, dejando a Jungkook llorando en el piso.
Taehyung observó todo, y justo la campana sonó. No tenía planeado ir a encontraste con el azabache, le daba incluso miedo ir, pero luego de verlo ahí llorando y siendo maltratado decidió que lo mejor era encontrarse con él. De todas formas no le iba a pasar nada malo, supuso. El siguiente receso sería el último.
Entró a clases deseando que ese día terminara. Jungkook no estuvo en esta.
Cuando nuevamente sonó la campana salió a paso lento del aula, y al mismo ritmo fue hasta el patio trasero. No lo negaría, estaba asustado. ¿Que podía hacerle un niño de dieciséis años? Ni él lo sabía, pero su compañero le daba una vibra extraña, más que nada cuando no despegaba sus ojos celestes de él. Y aunque Jungkook fuera mucho más pequeño que él en musculatura, estatura e incluso un poco en edad –dos años de diferencia– igualmente estaba temblando un poco mientras llegaba al lugar acordado.
Para su mala suerte en el patio trasero nunca había nadie, absolutamente nadie.
Saltó del susto cuando sintió cómo alguien acariciaba su espalda lentamente, se dió la vuelta y vió al menor el cual le regaló una pequeña sonrisa.
—Viniste. —Remarcó. —Vamos. —Tomó por la mano al rubio y lo llevó hasta el pequeño cobertizo que había en su secundaria, donde guardaban algunas herramientas.
—Espera... ¿No está prohibido entrar aquí? ¿Que vamos a hacer en este lugar? —Cuestionó tartamudeando, ahora sí tenía mucho miedo. Pero de cierta forma, la sonrisa tierna y la mirada tranquila del azabache lo hizo tranquilizarse un poco.
Jungkook soltó la mano del contrario y cerró la puerta del cobertizo, tenían luz ya que esta entraba por las ventanas.
—Mi padre dice que no sirvo para nada, y mí madre dice que es porque me parezco a él. —Comenzó hablando, aún dándole la espalda al rubio. Abrió su mochila y comenzó a buscar en esta. —Mi abuela murió hace años, y mi abuelo se fue con ella gracias a una bala. —Sacó de su mochila un objeto, el cual Taehyung no supo identificar, pero lo que si pudo identificar fue que algo andaba mal. Sintió pena por el relato que el menor le estaba confesando, pero no pudo decir nada por el miedo.
El de ojos celestes se dió la vuelta, acercándose al contrario. —Siempre me has gustado, desde la primera vez que te ví. Eres el chico más lindo que he visto. ¿Podrías sostener esto por mí? —Extendió su mano hasta la del rubio, el cual por la sorpresa de escuchar esa confesión no se dió cuenta de lo que estaba tomando.
—Espera, ¿Que... Que es esto? —El mayor cayó en cuenta, mirando con pánico el arma que ahora estaba entre sus manos.
Jungkook rodeó las manos de Taehyung con las suyas y elevó el arma, apuntando a su frente.
—Creo que... Me gustas, Taehyung.
El rubio saltó por el susto, no le había dado tiempo a reaccionar. Todo había sido muy rápido, incluso el fuerte ruido que se produjo. La sangre salpicó hasta en su cara, y el cuerpo del menor cayó muerto contra el suelo.
Pero al menos Jeon Jungkook había muerto feliz, porque había sido el chico más hermosos del mundo el cual sostuvo su pistola.
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