Histoire courte
0
255 VUES
Terminé
temps de lecture
AA Partager

Desde que el Mundo Comenzó a encogerse.

I.

Nací y crecí en una ciudad de mediana importancia, cuyo principal atractivo es el hecho de ser mi hogar. Mis primeros recuerdos provienen de un mundo mucho más grande que el actual; por ejemplo, mi patio era tan grande que allí podía construir cualquier autódromo para mi héroe favorito, Meteoro (el anime de los 60´s, no la película del 2.008), o incluso, todo el planeta perdido del fantasma del espacio; el abasto de la esquina quedaba lejos, tanto que no podía ir solo; visitar mi abuela paterna implicaba una caminata de 5 calles; y mi abuela materna, ¡era toda una travesía!, ¡30 minutos en el bus de la cooperativa!, tan lejos que sólo podíamos ir algunos fines de semana. Lo demás era poco menos que otro planeta; Papá trabajaba en un lugar llamado fábrica, para poder ir hasta allá, tenía que salir a las 5 de la mañana y Mamá en otro lugar llamado oficina, un poco más cerca, se iba a las 6:30; quedábamos entonces mi hermana y Yo bajo el cuidado de una prima lejana, recién llegada del campo, (el campo era lo más lejos de todo, una vez que salías de allí, ya no regresabas) alborotada y aficionada a las novelas de vaqueros y de una vieja radio; nunca supe cuál de las 2 era mas atorrante.

El medio día era la hora de la TV, entonces aparecían el llanero solitario, cisco kid y lassie (aunque la verdad, nunca me gustó lassie); luego el almuerzo, y después, mientras la prima y mi hermana se daban su dosis matutina de telenovelas, Yo quedaba a mis anchas para hacer del patio mi paraíso personal. Lo malo, es que no hay paraíso que no se pierda; aunque en mi caso, no fue un paraíso perdido, sino encogido.

Mi expulsión del Paraíso no fue por una manzana, sino por unas rosas. Un día me dio por cambiar los mini autos de carrera y las naves espaciales de plástico por un bate y una pelota de béisbol; fue la primera vez que noté que el mundo se estaba encogiendo, ya que un inofensivo fly al leftfield, se convirtió en un homerun que terminó por aplastar las rosas que cultivaba mi madre, claro que, los Yankees dejaron en el terreno a los Dodgers; pero eso importó muy poco a la hora de confiscar el cuerpo del delito; ¿cómo explicarle a mis padres que hasta apenas ayer, el Yankee Stadium cabía en el patio y ahora no?. No había nada que hacer, acaté el veredicto resignado a perder una brillante carrera como beisbolista, pero, que se estaba encogiendo, ¡se estaba encogiendo!.

El siguiente encogimiento que recuerdo ocurrió al año siguiente, el día que me tocó ir a la Escuela por primera vez; sucede que la casa de mi abuela paterna estaba apenas a medio camino, sin embargo, pude hacer la ruta de ida y vuelta sin ningún problema acompañado por otros niños de mi calle e incluso algunos que vivían mas lejos. Durante esa época hice una serie de descubrimientos que cambiaron mi vida; la primera, ¡mi calle era una calle ciega!, lo cual significaba que prácticamente no había tráfico (de por sí, salvo por la calle principal, en el barrio el tráfico era poco) y también descubrí que otros niños de mi calle habían sido expulsados de sus patios; así que como una verdadera horda, tomamos por asalto el callejón convirtiéndolo en nuestro campo de béisbol particular, nuestro status subió de niños traviesos a azotes infantiles, y el mundo girando y encogiéndose.

II.

Hoy los barrios nacen de un día para otro, incluso, a veces más rápido, cualquier espacio vacío, una laguna seca, una fábrica abandonada, ¡o lo que sea!, cualquier mañana amanece un gigantesco cartel, y en cuestión de semanas decenas de obreros con maquinaria pesada borra todo lo que había y aparece una urbanización nueva; otras veces aparece parcelado con alambre de púas o cercas de algún tipo, y en cada parcela van surgiendo las casas, cada una a su tiempo y posibilidades de los dueños; en todo caso, las calles son trazadas lo más rectas posible. Al contrario, los viejos nacían por generación espontánea; al principio, una pequeña choza de bahareque o un rancho de zinc en medio de la nada; luego, la siguiente generación se establecía un poco mas allá; tiempo después, el primo, el amigo, el primo del amigo, y así hasta convertirse en un cúmulo de casas apretadas unas contra otras comunicadas por calles que zigzaguean según el cauce natural de las aguas de lluvia; pasan los años y las autoridades deciden que ya tiene derecho a su nombre oficial, pero, nada queda de los habitantes originales.

Ya mi barrio había pasado por todo eso, inclusive se le dio el nombre de un señor que murió durante la última dictadura; sin embargo mi calle conservaba aun el vestigio de cierto pasado rural, se trataba de una vieja casona de 2 niveles hecha a fuerza de cañabrava y adobe, tan vieja que nadie recordaba haberla visto habitada; de tantas lluvias las paredes del segundo nivel se habían desecho por todos lados, especialmente sobre la jungla de madreselvas y trinitarias que alguna vez fue el jardín. Cierta vez, alguien intentó salvarla; cortó las enredaderas, pintó de cal las vigas de madera y frisó con cemento y yeso las paredes, pero el barro y el cemento no se llevan, y sólo logró que se viera mas patética, con paredes mitad friso descachado, mitad adobe deshaciéndose; A veces le veía como una especie de fósil inmobiliario, algo que debía ser investigado para saber como era la vida hace mucho tiempo, y en otras como un fantasma que en las noches de luna llena se disolvía en su propia sombra. Ella marcaba el final de la calle y, en cierta forma del Barrio; en nuestro parque de béisbol quedó relegada al Right Field.

Todos contábamos historias macabras de la Casona; para la mayoría allí se ocultaba la sayona durante el día, después de pasarse la noche en su eterna cruzada contra los hombres parranderos; para otros era el nido una gigantesca serpiente amarilla, tan grande que era capaz de engullirse una persona; y los mas valientes aseguraban haber visto el fantasma del bebé que abandonó la criada de Doña Rita, llorando pidiendo justicia y cambio de pañales. Nuestros padres, herméticamente nos decían que era peligro, ¡Y punto! Lo cierto es que cada vez que un Foul iba a parar aquella Casona, hacíamos suertes para organizar una misión de rescate de la pelota (obvio que el bateador era el primer elegido); casi todas fueron exitosas, salvo en 2 o 3 ocasiones que tuvimos que salir huyendo, no de monstruos o fantasmas, sino de la putica del barrio y su amante de turno. Con el tiempo también se fue encogiendo, los fantasmas se fueron por falta de espacio, ¡Llegó el día que no quedó ni uno!, desde entonces fue sólo un montón de escombros, donde casábamos lagartijas; el Mundo seguía encogiéndose cada vez con mayores consecuencias.

La vieja mansión no era la única que se encogía; mi casa también, al punto que llegó el momento que mis padres no cabían juntos en ella; era domingo y mi Padre buscaba en cajas y cajones todo lo que usaba con mas frecuencia, para arrojarlo en grandes bolsas negras; mi hermana sentada en el piso en un rincón, parecía ausente su rostro mostraba una palidez que sólo volví a verle en los respectivos funerales de nuestras abuelas; al lado de la puerta principal, mi Madre lo observaba todo esperando el momento final; tan pronto como mi Padre salió, cerró la puerta de un golpe y nos dijo: «báñense para que coman, hoy vamos pá que la abuela»; nunca dio mayores explicaciones.

El sábado siguiente, en la mañana, estaba entretenido en el patio y entonces, desde el patio vecino me llamo mi Padre; fue un encuentro muy emotivo, dónde él me hacía todo tipo de preguntas mientras Yo dividía mi emoción entre la alegría de volver a verlo y la fascinación por el guante nuevo que me había traído; desde entonces, durante algún tiempo, se presentó puntual cada sábado en la mañana. Mentiría si digo que la separación de mis padres me causó algún tipo de trauma, de hecho, siendo que en mi calle la mayoría de los padres estaban ausentes, podía considerarse un privilegio poder verlo cada fin de semana; claro que fue durante un tiempo, llegó también el día que el barrio le quedó pequeño y se fue a vivir a otro barrio en otra casa, con otra familia.

III.

La última y definitiva encogida ocurrió cierto sábado en la tarde; entonces llegó mi tío en una vieja camioneta pick-up y mi madre al verlo llegar nos soltó «nos vamos»; lo siguiente que recuerdo es que estaba en la parte trasera de la camioneta, en medio de un montón de cajas, sujetando al perro para que no saltara. Lo último que vi del callejón fue lo que quedaba del techo de la casona, y unas palomas haciendo su nido.

Mi nuevo barrio no estaba lejos del viejo; pero, ¡vaya que era diferente!, mi nueva calle daba directo a la avenida principal y comunicaba a otras 3, así que había tráfico a todas horas; también los niños jugaban en la calle, pero eran más pequeños y le daban al fútbol, no al béisbol; en lugar de abasto, las compras se hacían en el supermercado chino; y el patio apenas daba para no sufrir de claustrofobia; pero, lo más inquietante era esa niña flacucha, de cabello ensortijado y color ceniza que no podía dejar de ver.

Desde entonces, me he mudado tantas veces que ya perdí la cuenta; el Mundo ha girado y cambiado, pero no ha vuelto a encogerse. En la actualidad vivo en una de esas urbanizaciones de nombre rebuscado, donde todas las casas son iguales, y las calles, aburridamente simétricas. No hay tráfico, pero, ¡qué importa!; los niños se la pasan todo el día en las redes sociales y los video juegos; tengo que pagar suscripción para ver monstruos del espacio; ya casi no quedan viejas casonas, yacen bajo centros comerciales, altos edificios o franquicias de alguna cosa gringa; a la sayona la declararon Patrimonio Cultural, y no sale en las noches, tiene miedo que la asalten; las serpientes amarillas son una especie en peligro de extinción y son protegidas por el Estado; las criadas ahora se hacen llamar Asistentes Domesticas, tienen celular, sindicato, y usan pastillas anticonceptivas; y las puticas, bueno, siguen siéndolo, pero ya no les da vergüenza.

2 Novembre 2021 20:49 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
2
La fin

A propos de l’auteur

Commentez quelque chose

Publier!
Il n’y a aucun commentaire pour le moment. Soyez le premier à donner votre avis!
~