Levantó la cabeza, miró hacia el frente, de su boca salió un suspiro helado. El rostro pálido y abrumador ahora parecía empañado, parecía que en su joven vida hubiese tenido una sonrisa. Parecía del tipo de persona que no se sorprendía con nada, era tan indiferente a lo nuevo, y de hecho me atrevería a decir que ni siquiera tenia una simple rutina de vida.
Ella tan ordinaria, tan cansada, tan, acaso sin ganas de seguir viviendo, extendió su delgada mano desempañó el espejo, ese, el mismo que la había visto llorar tantas veces, echó una mirada de desdén y salió de la habitación dispuesta a continuar su día.—
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