endaphne Evlie. N.

En un mundo donde La Libertad ha vuelto a ser vetada, donde los derechos de las personas han vuelto a ser mermados y donde nuestras voces han sido tragadas por la desesperanza de los esclavos, hay quienes aún viven enriqueciéndose de los cuerpos sin vida que el pueblo compone. Nially es una esclava, y el mundo en el que vive siempre ha estado teñido de rojo y negro. Adiestrada para servir, todo su mundo es puesto de cabeza cuando acaba en medio de una disputa entre ciudadanos, en la cual desconoce, es principal tema de arrebatos y guerras entre Clanes. Dante Záitsev es un ciudadano e hijo menor del Cabeza de un Clan de Mafias, en un descuido y sin proponérselo acaba haciéndose con una información por la que todo el mundo ha comenzado a luchar. Con ayuda de su familia, y aliados empezará a caminar por un sendero de engaños y misterios que hasta ahora nadie se había atrevido a revelar. © NO COPIAR O ADAPTAR © COMPLETAMENTE PROTEGIDA


Science fiction Dystopie Interdit aux moins de 18 ans.

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Prólogo

¿Cuál es la delgada línea que separa al humano de su propia estupidez? A juzgar por mi experiencia, este límite realmente no existe. Yo fui una de las tantas en caer a causa de la nueva estructura social, de la cual el mundo estuvo de acuerdo en establecer. La libertad tal y como se había conocido volvía a estar vetada, ya no existía aquella autonomía propia por la cual se había luchado y costado tanto por conseguir.


Ahora nuevamente volvíamos a aquella época en la que pocos tenían el derecho a ser ciudadanos y la gran mayoría simplemente debía conformarse con ser un sirviente, un esclavo o todavía peor, una mascota humana. Estas últimas acaban siendo niños perdidos que por desgracia eran encontrados por ciudadanos libres y usados para el libre juego y diversión de los amos más problemáticos. A veces con un poco de suerte podías morir de inanición y no llegabas a caer en manos de nadie, o tal vez tenías un dueño por niño y solo tocaba cuidarlo y cumplirle sus pequeños caprichos aniñados.


El tiempo que ha pasado desde la censura de libertad podría ser calculada en diez generaciones atrás, cuando el derecho a vivir sin rejas, ni correas era real. Sin embargo, actualmente la idea no es siquiera racional, las cosas van demasiado bien para los que las quieren y no para los que las necesitan. Era el sueño de unos pocos a costa del derecho de muchos.


El cambio sucedió en un momento de la historia donde la guerra era superior a la paz, y los más ricos pensaron que aquella tragedia solo traería bajas no solo a sus imperios sino a nivel mundial, decidiendo por ellos mismos mover tantos hilos como seguidores del Dios de dinero los dejaran. Un Infierno corrupto surgido de otro igual escondido entre las sombras, la idea de nuestra historia no sonaba tan descabellada después de todo.


Al final consiguieron hacer un único gobierno que manejaría el mundo, añadiendo, quitando y modificando tantas normas como ellos desearan. El caos se manifestó en seguida, las guerras pararon sin un motivo para continuar, todo colapsó y se detuvo. Era como si un niño hubiera atrapado las agujas del reloj entre sus dedos y las hubiera forzado a detenerse, rompiendo las mismas agujas y su mecanismo, pudiendo entonces moverlas al sentido contrario de lo que acostumbraban.


Ahora todos formábamos parte de un mismo país, de un mismo continente, el problema del sector de un territorio, era el problema de todos. Los distintos idiomas y culturas prevalecieron aún sin mucha importancia, dado que los esclavos y mascotas no tenían el derecho de hablar, sin voz ni voto, era innecesario la expresión verbal, acabó siendo común que poco a poco la gran mayoría nacieran mudos o en algunos casos de mutación sin cuerdas vocales. Hogaño, siguen sin faltar revoluciones aplacadas por el sistema, ni personas dispuestas a luchar por un lugar entre los leones que se consideraban los Gobernadores Mundiales, que de alguna manera habían conseguido transformar nuestro mundo en la prisión más grande de la galaxia.


Fuera como fuese el pasado, ya no había vuelta atrás, estábamos enjaulados como animales y la llave de nuestra prisión hacía centenares de años que había muerto, ahora solo constaban herederos que no tenían ningún tipo de intención en abandonar el poder que por sangre les habían otorgado. No más cielo azul, no más respiros al aire libre, no más correr, no más pensar por ti, no más voz, no más alas, ya no existía La Libertad.


Para cuando yo había nacido, la situación ya era una jaula, sin ser capaz siquiera recordar a mis padres, impensable el haber hecho un amigo, había olvidado todo lo que me formaba a mí, mi pasado, se había esfumado, y el Centro de Adiestramiento donde me había criado me privó de todo ello, solo aprendí a agachar la cabeza y servir de por vida en un estado de sumisión inhumano. Pronto iba a ser mi hora, mi adiestramiento servía para cualquier categoría en la que me fuera a encontrar, ya acabara como esclavo, o como una mascota humana. Mi edad superaba la usual, criándome de esa forma con niños más pequeños que yo que habían visto en mí una figura fraternal que ninguno pudo tener.


Me habían encontrado sobre mi decimosexto cumpleaños cerca de la orilla de una costa que ni siquiera soy capaz de rememorar, con la ropa roída, y el cuerpo cubierto de mi sangre seca. Pensaron que me había escapado de algún lugar cercano, y castigaron mi osadía. Tiempo después encontraron pruebas de que no había pertenecido nunca a nadie hasta el punto de ni siquiera constar en la base de datos de aquella sección territorial. No le dieron muchas vueltas imaginando que me habrían tirado al mar por inutilidad.


Pensaron en venderme en muchas ocasiones, asegurando que el color de mis ojos tenía algo inusual, por mi parte nunca había visto mi reflejo así que no podía decir mucho de ellos, sabía y había comprobado que el color de mi piel era más pálido que la del resto, pudiendo compararla con el de las personas enfermas, tal vez por ello se deshicieron de mí, creyendo que sería portadora de alguna enfermedad.


El Estado del sector al tanto de mi situación ordenó mi adiestramiento desde cero, temiendo por mi casi muerte en el mar, que hubiera olvidado el comportamiento adecuado frente a los ciudadanos libres. Ahora solo tenía que esperar unos cuantos días para mi graduación oficial donde se me asignaría a un sector del mismo territorio o sería transportada a uno nuevo por sorteo.


Era imposible huir, no había escapatoria, al menos no en esta era, La Edad Arrebol, llamada así por los esclavos, pensando que el rojo del cielo no era a causa del atardecer del sol, sino de la sangre derramada de todas las muertes que paulatinamente iban creciendo y con ellas la intensidad del firmamento.


¿De qué color es el cielo? Le pregunté una vez a un niño.


Rojo, fue lo único que contestó.



29 Juillet 2021 16:44 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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