milibrovacio Mi Libro Vacío Jazmín Ramírez

El palacio, situado en la parte más alta del reino, donde el viento nunca dejaba de soplar, escondiendo cualquier voz salir del interior, llevándose incluso las palabras de quienes conversaban cerca. Durante poco más de trecientos años y jamás se había visto al gobernante ni escuchado su voz, siendo incluso que los habitantes desconocían si quien reinaba sobre ellos sería un hombre o una mujer.


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Prologo

Las paredes doradas del castillo brillaban con los rayos de sol de la mañana, las ventanas reflejaban el eterno azul del cielo y eran decoradas por las ligeras nubes que se paseaban con el viento, lo que hacía imposible ver el interior, y a la noche se cubrían con largas cortinas.

El castillo era rodeado por grandes muros lisos imposibles de escalar. Una espada flotaba enfrente, incluso más grande que la puerta, tan roja que parecía arder con los últimos rayos de sol al caer la tarde.

El palacio, situado en la parte más alta del reino, donde el viento nunca dejaba de soplar, escondiendo cualquier voz salir del interior, llevándose incluso las palabras de quienes conversaban cerca.

Durante poco más de trecientos años y jamás se había visto al gobernante ni escuchado su voz, siendo incluso que los habitantes desconocían si quien reinaba sobre ellos sería un hombre o una mujer.

Los caballeros reales vestían armaduras color plata, adornadas con accesorios dorados y cascos que cubrían su rostro dejando libres únicamente los ojos. Portaban espadas rojas, casi tan brillantes como aquella inmóvil frente a las puertas del palacio.

Cómo si se les hubiera robado la voz, conservaban el mutismo todo el tiempo. Paseándose de aquí a haya por las calles del pueblo durante la tarde, recogiendo los impuestos y colocando comunicados de un gobernante fantasma. Con movimientos tan mecánicos que no parecían tener voluntad propia.

Y desde los primeros rayos de sol tocar la mañana, la doncella de la espada roja, quien merodeaba escondida en el bosque, sin bajar al pueblo. Se creía un mito puesto que casi nadie la había llegado a ver, y quienes alguna vez se toparon de frente con ella fueron cegados por el fuego rojo de su espada, más brillante que el sol, que incluso imposibilitaba ver el rostro de la joven.

Nadie se atrevía a hablar en voz alta, temiendo a la sangre que pudiera ser derramada y el calor de las llamas. Más el temor no impedía las inconformidades y conversaciones secretas entre los habitantes.

4 Juillet 2021 01:12 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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