Love·Sick | kookv Suivre l’histoire

Junio, 1991

Te amo mi hermano…

Ahora tengo emociones que me convirtieron

Yo soy yo

Ahora soy yo

—Disculpen, ¿ustedes se conocen?

Podía fácilmente mentir, pero no pudo. No podía hacer de la vista gorda y fingir que no lo hacía, cuando en realidad se conocían desde hace mucho. Hace tanto, que ninguno de los dos podía poner en orden cronológico todos aquellos recuerdos que tenían juntos. Su amistad había surgido tan naturalmente, como el mismo amanecer y nunca se preocuparon en buscar entre sus recuerdos aquel primer momento.

Para Jungkook, el primer recuerdo que tenia de Taehyung era de cuando aún eran niños e iban corriendo como alma que lleva el diablo por las calles de ese pueblo que los vio nacer, ambos muertos de risa, con el corazón agitado evitando ser atrapados por alguna travesura.

Para Taehyung, en cambio, su recuerdo era más triste. Jungkook estaba hecho una bolita llorando desconsoladamente bajo una lluvia horrible. Sus papás acababan de gritarle por haber perdido el tiempo en aprender a leer. Taehyung recordaba claramente como ese día, un impulso más fuerte que su propia voluntad hizo que se sentará en silencio a su lado y cubriera sus hombros con su casaca. Se quedó a su lado durante todo ese momento y cuando se hubo tranquilizado, que fue al mismo tiempo que calmo la lluvia, había limpiado su naricita y le había prometido que a partir de ese momento lo cuidaría.

Para algo eran los hyung, ¿no? Los hyung estaban para proteger a sus maknaes. Y Jungkook, sabía que era su maknae favorito.

Desde entonces y siempre se les podía ver juntos, si querías saber el paradero de uno, solo debías de preguntar al otro. Taehyung se había convertido en el modelo a seguir de Jungkook, y todos sabían que cualquier cosa que hiciera el mayor el otro lo seguiría sin chistar. En cambio, para Taehyung, Jungkook se había convertido en su ser más preciado y lo demostraba constantemente buscando siempre lo mejor para él.

Los años corrieron y pasaron de ser llamados "pequeños demonios" a ser conocidos como "criminales en potencia". Bueno, no para todos. Solo para la Sra. Yang, víctima de la mayoría de sus travesuras. Pero aun y con todo eso, no había persona que pudiera resistirse a la mirada inocente y brillante de Jungkook o a la sonrisa cuadrada de Taehyung, encantos que ambos habían aprendido a usar muy bien a su conveniencia.

Qué bello es ser adolescente. Eran sueltos, libres y salvajes. Sinceros con sus emociones y sentimientos, sin miedo a experimentar todo aquel mundo que se pintaba por delante. El corazón latiendo fuerte por una mirada, la cara arder por una sonrisa y las noches llenas de insomnio por sentir aquello por quién no debían.

Porque no era normal, ¿No? No podían sentir esa electricidad cada que se tocaban las manos o sentían la cabeza del otro apoyada en su hombro. Y sin embargo, lo sentían. Y lo hacían de una manera tan hermosa y tímida, que nunca fue necesario que alguno diga palabra alguna, pues entre ellos no era un secreto lo que sucedía.

Pero todos sabemos que la adolescencia no dura para siempre y, por más que queramos, no podemos seguir viviendo de esa manera. En algún momento debemos de crecer, tomar una decisión sobre qué es lo que queremos hacer con nuestra vida y averiguar si somos lo suficientemente valientes como para luchar por aquello con lo que más soñamos.

Para Taehyung la madurez llego una tarde de primavera y en forma de un hombre vestido elegantemente. Fue solo verlo y el castaño quedo impresionado. Era uno de los hijos de la Sra. Yang que venía de visita. Cuando el hombre termino de cerrar la puerta de la casa de su madre, Taehyung ya había tomado la decisión: quería ser abogado.

Y, como era natural, Jungkook decidió lo mismo.

Pero que hermosa seria la vida si fuera así de sencilla. Decidir algo y tenerlo. Junto con esa decisión, ambos descubrieron cosas de este mundo tan crudo y cruel y del cual los adultos ya están tan acostumbrados. Sus familias no tenían el dinero suficiente para pagarles una universidad en la ciudad y, en el caso de Jungkook, se negaron rotundamente a apoyarlo con cualquier intención de estudio que tuviera.

—Chicos tontos, ¡dependiendo de sus padres para todo!

Hoy, muchos años después ambos reconocían que sin la intervención de la Sra. Yang aquella tarde, sus sueños se habrían quedado en eso, en solo sueños. La solución que les dio fue bastante sencilla: una beca. Y su hijo trabajaba, muy convenientemente, en una ONG que las brindaba.

El primero en irse fue Taehyung. Al ser el mayor era lógico que fuera el primero en iniciar los estudios superiores. Se despidió con un beso en la frente de Jungkook y una promesa de siempre escribir. Tenía 18 años.

Sin embargo, su promesa nunca se vio cumplida. Jungkook mantenía la esperanza de algún día recibir una carta del mayor, y calmaba su desconsolado corazón con cualquier excusa. Pero pasaron 2 años y nunca llegó aquello tan anhelado.

El día 730, Jungkook acepto la dolorosa verdad: Taehyung, su Taehyung, se había olvidado de él y de todos esos años que habían pasado juntos. Con ese pensamiento invadiendo su ser decidió nunca más pensar en quién fue su adorado Hyung y mientras viajaba en ese bus que lo llevaba a la capital, se juró enterrar en el olvido todo rastro de sentimiento que tuvo algún día por el mayor y rezar por nunca más tener que verlo otra vez.