Durante mis silencios
ciertas dudas vuelven a atacar,
cuestionamientos que creí muertos
han vuelto a atormentarme.
Dudo a qué le temo,
y temo no poderlo descifrar.
Es miedo, fobia o desesperación,
que me llevan a sentir dolor,
por algo que no tuvo ocasión.
Le temo al sufrimiento,
a la decepción y a mis sentimientos,
tengo miedo de amar,
de sentir, tal vez
incluso de experimentar.
Tengo miedo de mi misma,
y de los demás.
Me duele el corazón,
ya no se quiere callar.
Tampoco sabe qué decir,
tal vez es un castigo
que deba pasar.
Al final la consternación gana,
los miedos se afianzan,
y la oscuridad cubre la dicha.
Tengo miedo de lo que no ocurrió,
tengo un mal presentimiento,
espero lo peor.
Esperar que pase lo malo,
que no ha hecho más que comenzar,
me siento atada al idílico sentimiento
ese que me hace odiarme
sin siquiera pensar.
Pienso en muchas posibilidades,
mi mente no quiere callar,
está trastornada,
tal vez alterada,
y se vuelve en paranoia
con el paso de las horas.
Continuaré describiendo
crónicas de la muerte anunciada,
desesperados gritos de auxilio,
envueltos en remordimiento
por los momentos perdidos,
por las palabras calladas,
por las escritas y ocultadas.
Merci pour la lecture!
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