I M P O S T O R [Yoonseok] Suivre l’histoire

Los rayos del sol daban directo a su rostro.

Yoongi se removió incómodo, dándose cuenta que ya había amanecido. Siempre olvidaba cubrir las ventanas, por lo que en las mañanas era despertado de esa manera. Era Hoseok el que siempre se acordaba de hacerlo, pero ahora que no lo tenía junto a él, ya no recordaba ninguno de esos detalles mínimos.

Pensar en Hoseok le dolía

Le dolía más que las viejas heridas que había recibido en batalla, las que habían dejado cicatrices en todo su cuerpo, marcas de las cuales un General como él estaba orgulloso, pero la gente más joven pensaba que eran antiestéticas. Menos su Hoseok, claro.

Él le decía que aquellas cicatrices contaban su historia y su pasado, por lo tanto no había nada de malo en ellas, a pesar de lo que dijeran algunas personas.

Luego de ponerse ropa limpia, salió de su casa, el estanque translúcido dejaba observar los pequeños pececillos que nadaban alegremente, ajenos a cualquier preocupación de la vida.

Se acercó a uno de los árboles de durazno que estaba más cerca y arrancó una fruta, últimamente comía muy poco, pero eso poco le importaba en aquel instante.

Antes de irse echó un vistazo a todo el lugar; su casa estaba construida junto a unos campos de plantaciones, no eran enormes, pero daban lo suficiente para vivir bien. Él jamás decía ser el dueño, ya que todo eso era la dote que había recibido de los padres de Hoseok cuando les pidió su mano.

Lástima que su boda nunca se realizó.

Todo había sido a causa de aquel tirano. Aquel miserable que había destruido su vida, llevándose su corazón con ello. Ahora lo único que sentía era un odio intenso, sabía que la única manera de recuperar a Hoseok era matando al rey.

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El rey JungSoo, había tenido dos hijos, Namjoon y Tsuya. Eran muy diferentes entre sí, por lo que crecieron separados para que la rivalidad no llenara sus corazones. Lamentablemente, Tsuya ya estaba corrompido por el poder, por lo que se deshizo de su padre, y envió al exilio a su hermano, a fin de no tener a nadie que se le opusiera y pudiera gobernar él solo.

Tsuya, al tomar el mando, tenía el poder de todas las provincias que su padre había conquistado. Mandó a ejecutar a todo aquel que no estuviera de su lado, quedándose solo con aquellos demasiado cobardes para enfrentarsele.

Sabía que no le sería fácil deshacerse del general de su padre, Min Yoongi, así que lo expulsó de las tropas, y puso a otro en su cargo.

A Yoongi no podía importarle menos, nunca se jactó de su cargo, y si bien él sabía de lo honorable que era morir en batalla, muchas veces estuvo a punto de sacrificarse; sin embargo, uno de sus mas grandes anhelos era llegar a morir de viejo, en paz con su familia.

Así que regresó a su lugar de origen. Esperaba vivir en aquella casita alejada de los problemas y el bullicio del pueblo.

Conoció a los Jung cuando fue en busca de alimentos al mercado. Eran dos ancianos muy buenos, que lo trataron con respeto, incluso al verle sin carreta, ofrecieron a su hijo para que le ayudara con las cosas.

Fue así como lo conoció

Hwa Ji Sung