Durante su vida Moonbin había sufrido muchas humillaciones, pero sin duda ninguna como esta.
—¿Estás seguro de que podrás hacer esto?—le pregunto Eunwoo cuando empezó a ponerse el traje blanco—No eres muy bueno con los niños.
Y tenía razón, si pudiera daría todos sus ahorros para vivir en un país donde los engendros del mal—también conocidos como niños—no existieran. Sin embargo, ahí entraba su madre que aun conociendo muy bien a su hijo, decidió que era la mejor opción para convertirse en el Conejo de Pascua, y así pasar todo un día escapando de mocosos imperativos que solo quieren cortarle la cola.
—No y tampoco quiero pensarlo demasiado porque voy a arrepentirme—espeto Bin resignado cerrando la primera parte del traje, esperando una primera conclusión de su amigo.
—¿Estás seguro de que es el Conejo de Pascua? Lo veo muy gris—el menor rodó los ojos.
—Ni quiero saber hace cuanto que no lavan esta cosa—el disfraz había pasado por varias familias del vecindario y de solo pensarlo le daban arcadas, tenía en mente que mínimo una pareja de morbosos habían tenido relaciones con el traje, pero como tampoco era algo que quisiera confirmar, no reclamaría. Agarró la cabeza de orejas peludas mirando detenidamente antes de ponerlo sobre su cabeza, le tomó una respiración darse cuenta de la gravedad—Creo que voy a vomitar.
Se sacó rápidamente la cabeza de conejo y fue corriendo hacia el baño.
—Bin hyung, eso es un asco—ahí estaban el recién llegado Sanha y Eunwoo mirándolo desde la puerta. El mayor se le acercó para pasarle una toalla para que se limpie la comisura de los labios, suspiro tirado en el piso. Daba mucha pena.
—Iré a tirarle perfume al disfraz, ya vengo—aviso Eunwoo tratando de hacer algo por su amigo.
Moonbin se paró y se limpió los dientes ante la mirada del menor.
—Hyung, realmente debes estar muy enamorado.
Ante la inesperada declaración, el peliblanco se atragantó con el dentífrico.
—Dios, ¿a ti que te paso?—cuestionó extrañado luego de recomponerse—Debo verme realmente terrible si estás diciendo cosas como esas.
Sanha soplo en frustración.
—No lo voy a negar hyung, simplemente estaba pensando qué le deberías decir a Minhyuk hyung lo que estás haciendo. No todos los días sacrificas tu olfato para poder irte de viaje con tu pareja.
El mayor lo miró por el espejo pensando en que estaba haciendo una estupidez como esta para que su madre le dejara irse de campamento con su pareja y amigos, pero se sentiría mal no poder ir cuando habían pasado tanto tiempo organizándolo. Aun así dijo claramente.
—Ni se te ocurra decirle una palabra a Minhyuk porque te corto un brazo.
𔒌
Moonbin odiaba a los niños. Pero más odiaba a los padres que permiten que persigan a un pobre adolescente disfrazado de conejo durante una hora por todo el vecindario, el sudor, los gritos de los niños, el olor a poronga lo estaban por superar cuando finalmente pudo establecer una distancia entre los demonios y él, fue a esconderse su lugar seguro.
En el patio de la casa de los Park.
Sabía que era un buen escondite, y no era la primera vez que lo usaba. .
Se apoyó contra el tronco pesadamente, sus piernas estaban totalmente tensas y se dijo asimismo que ya no necesitaba hacer ejercicio durante esa semana. Solo quería que fuera de noche para poder llamar a su novio—quien seguramente ahora estaría trabajando en la tienda de su tía—y dormirse escuchando su voz.
No podía sacarse de la cabeza lo que había dicho Sanha, porque él también lo había pensado anteriormente. Amaba mucho a Minhyuk. Normalmente le costaba mucho decirlo en palabras y a veces sentía que su pareja era el que más se esfuerza de los dos, no quería tener ese sentimiento en su pecho, deseaba poder mejorar su forma de expresión sentimental, ya que es lo que Minhyuk merece. De repente las voces de los niños se le hicieron demasiado cercanas y no se equivocaba, estaban solo a unos pocos metros de distancia, esas cosas se movían rápido y Bin volvía a tener al Diablo suspirándole en la nuca.
Hasta que un pequeño ángel apareció gritando.
—¡Miren, por allá!—todos los niños lo miraron y rápidamente guiaron la mirada hacia donde apuntaba—¡Era el conejo de Pascua, lo acabo de ver!
Ingenuamente los niños fueron corriendo despavoridos, sin saber que se dirigían a la dirección contraria en la que el conejo se encontraba. Moonbin intentó mirar por el hueco del disfraz a su pareja que se había quedado estancado en el recibidor de la casa, llegó a notar que llevaba una camisa y que su pelo estaba húmedo.
¿Realmente no se había dado cuenta de que estaba ahí?
Además ¿no debería estar trabajando?
El pelinegro se dio la vuelta cerrando la puerta sin siquiera inmutarse, se levantó de su lugar con cautela, pensando que quizá su pareja seguía ahí y que solo quería atraparlo, pero no había nadie ahí. Suspiro y se fue lo más rápido posible a esconder los únicos tres huevos que le faltaban.
Sin saber que su pareja lo miraba por el visor de la puerta con una sonrisa.
𔒌
Moonbin masajeó su cuello por donde caían gotas de agua, recién terminaba de ponerse su pijama, prendió la televisión de su habitación tirándose vagamente en su cama cuando escuchó como el timbre retumbaba por toda la residencia.
—¡Mamaaaaaa, el timbree!—vociferó desde su lugar el adolescente; al no oír respuesta y tampoco escuchar pasos, volvió a gritar—¡Mamaaa!
No hubo respuesta y el timbre volvió a sonar.
Moonbin sintió la presión familiar y salió con sus pantuflas peludas susurrando diferentes insultos, su madre siempre le hacía eso. Abrió la puerta con un claro mal humor que se dispersó al ver a su pareja con una sonrisa justo frente a él, sin siquiera pensarlo, agarró a Minyuk de la nuca atrayéndolo hacia él y dejando que el olor a champú inunde sus pensamientos.
—Lo preguntaré solo para estar seguro, ¿me extrañaste?
—Muchísimo.
Minhyuk rio.
—Yo también te extrañé—susurró este en el pecho de su pareja. Se escucharon unos pasitos rápidos viniendo del fondo de la casa seguidos de la aparición de una niña de seis años con un pijama de conejo.
—¡¿Es Minhyuk Oppa?!
—¡Sua!—respondió el pelinegro separándose rápidamente de su pareja para abrir los brazos esperando la respuesta de la niña, cuando esta estaba a solo unos pasos, Minhyuk ve en cámara lenta como una pierna aparece por su derecha para ir directo a la cara de la menor, queda paralizado mirándola.
—Minhy—soba—Minhyuk oppa.
Los ojos de Sua estaban cristalizados y su nariz estaba toda roja, el adolescente pelinegro rápidamente la agarró entre sus brazos y la alzó, tranquilizándola.
—Ya, ya Sua. No duele ¿Verdad que no duele?—susurro Minhyuk amenazando a su pareja con la mirada, cuando parecía que Sua había dejado de llorar, finalmente apareció la madre de Moonbin con una sonrisa, rápidamente el invitado se inclinó ante la mayor y saludó dulcemente—Buenas noches, señora Moon.
—Que bueno verte, Hyuk ¿Qué ha...?—se detuvo—Sua ¿por qué estás llorando?—miró directamente a su hijo mayor—¿Qué le hiciste?
Moonbin solo suspiro y apoyó su cabeza sobre el hombro del menor.
—Por cierto, en mi casa hicieron huevos de pascua y les traje algunos—interrumpió Minhyuk sacando los dulces de chocolate de su mochila, automáticamente Sua se tiró sobre ellos agradeciéndole.
Luego de eso, Sua fue corriendo a abrir los huevos de chocolate en la sala y la señora Moon volvió agradecerle agregando si quería quedarse a dormir para poder hacerle un buen desayuno en la mañana, no iba a aceptar, ya que le gustaba poder regalarle cosas a la familia de su novio sin tener algo a cambio pero como Moonbin—que había estado callado todo ese tiempo—le insistió mirándolo fijo, acepto.
Le costaba dormirse en casas ajenas y esa era la razón principal por la que normalmente Moonbin era el que se escabulle en su habitación para dormir, ya estaba allí, pensar en volver a su casa le daba mucha vagancia—aunque solo estaba a unas pocas cuadras—y Moonbin tenía unos ojos que parecían suplicarle que se quede, y él tenía muy poca determinación en negarse.
Por lo que fuera de sus planes, termino en la cama de su pareja acariciándole el pelo y viendo una película, aunque realmente no podía concentrarse pensando en los sucesos de hoy, le causaba ternura de solo pensarlo.
—Bin, ¿te dije que últimamente me gustan mucho los conejos?—realmente había intentado no decir nada al respecto, ya que esa era su idea original, considerando que su novio era un vergonzoso de primera en ese sentido. Supo, apenas esa frase salió de su boca, que no se equivocaba y efectivamente ahora el peliblanco estaba nervioso.
—¿Lo dices porque estamos en Pascuas?
—Un poco, sí.
El silencio sería absoluto si las voces que salían de la película no estuvieran ahí.
—Hoy un conejo entró a mi casa.
En su defensa, Bin siempre estaba poniéndolo en aprietos, y esta era de las pocas oportunidades que tenía de poder desencadenar su venganza. Paso sus manos por el cuello del contrario para poder acercar aún más la espalda del mayor a su torso, dejo un beso en la parte posterior del cuello.
—Era el conejito más lindo que vi.
Su pareja solo giró su cabeza para mirarlo de reojo.
—Hyuk...—soplo el mayor girando su cuerpo completamente, miró a su pareja a los ojos—Si lo sabías, no hace faltaba venir hasta mi casa para humillarme.
El pelinegro sonrió y seguido beso los labios de su acompañante, que corazón débil portaba, a pesar de que solo habían sido unos roces entre ellos, su corazón ya estaba latiendo rápidamente contra su pecho, sintió que las manos de Moonbin atravesaban su buzo y apretaban su piel caliente, cuando lo alejo para romper el beso y obtener oxígeno, su pareja directamente guió su boca hacia el cuello del menor succionando la piel expuesta.
—Bin—murmuró—Bin.
Agarro las mejillas del mayor buscando su mirada nuevamente, dio un beso en la comisura de los labios de este y aclaro.
—Bin, realmente eres el conejito más lindo que vi.
Este cerró los ojos momentáneamente.
—Solo olvidémoslo, por favor—suplico antes de retomar la húmeda boca de su pareja—Te amo.
Y Minhyuk no alcanzó a responderle.
Vaya que no mentían cuando decían que los conejos eran activos.
Merci pour la lecture!
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