Llévame de regreso a casa Suivre l’histoire

Cada día me parezco más a ti, la caminata lenta, las arrugas en mi piel, la cabeza baja, ambos encerrados aquí por la Demencia. Pero no siempre fui lento, no siempre fui viejo, tampoco solía vivir confinado en este cuarto oscuro, casi siempre sucio; también fui joven, soñé y viví lo que viví.

Mi padre y yo pasábamos grandes ratos en el lago Cumberland, era un lugar maravilloso, lleno de follaje, grandes peñascos y variedades de peces. Cada tarde, teníamos nuestro festín, nunca me faltó la comida, nunca me faltaron las ganas de zambullirme para olvidar todo pesar y ahogar mis pensamientos en un lago de agua dulce, hasta que no hubo lago. Una primavera, después del nacimiento de mi tercer hijo, desaparecí. Me llevaron lejos para entretener a otros niños que no eran míos, a millas de distancia de Cumberland. Pasé una vida en otra ciudad, lejos de mi familia, difícilmente encontré peces como en mi lago. Siempre tuve la idea de volver, pero nunca tuve el dinero, nunca tuve el tiempo, solo sueños de volar como ave migrando al norte buscando su hogar. Un día, como si se tratase de un milagro, la avioneta heredada de la familia Meyer se encontraba estacionada frente a mi ventana. Sé que mi demencia desaparecerá cuando vuelva a sentir el calor de Cumberland, refrescaré mis memorias en el lago, recordaré a mi padre, a mis amigos y mi familia. Tuve la idea de llegar a pedir instrucciones de vuelo, ayuda, o la oportunidad de tomar la avioneta, para regresar a mi hogar. pero nunca lo hice, siempre he sido tímido, a penas aún salgo para tomar sol de las mañanas, nunca estuve ni siquiera seguro de que pudiesen entenderme esos alemanes bastardos, por años estuvo ahí para burlarse de mí. Pero el hotel cerró y la publicidad de aerolíneas Meyer desapareció. He esperado décadas a que la avioneta regrese, las desgraciadas enfermeras me abran las puertas de mi habitación y me ayuden a tomar un viaje de regreso, pero tras décadas encerrado aquí, nunca aprendí a volar, y aunque supiese, mis manos temblorosas no me dejarían, nunca podré volver.

Cada día me acerco más a mi muerte, moriré demente, reprimido de las memorias de mis hijos, encerrado en mi pecera, llena de agua estancada y con el caparazón roto. Veo la luz a través de una cueva hecha de carne, es mi momento de volver a casa, me digo a mí mismo, mientras la enfermera me toma en sus brazos para felicitar a una joven pareja. Luzco y me siento diferente, no soy más una vieja tortuga. Felicidades, es un varón.