aragonz-escritora 𝓐𝓻𝓪 𝓖𝓸𝓷𝔃

El príncipe azul no existe. El hombre perfecto es una falacia. La vida de Alexis no fue fácil. Los secretos, las pérdidas y la violencia han forjado su carácter cauteloso, hasta el punto de descreer en el amor. Sin embargo, la vida los cruzará a ellos... esos hombres tan distintos como complementarios. Un par intensos que la desconciertan y hacen dudar de sus propias creencias. Ninguno de ellos tiene todo lo que ella sueña y, sin embargo, ¿qué sucedería si une lo fuerte y decidido de uno con lo tierno e intuitivo del otro? ¡Perfecto! Sí, ellos harían el hombre perfecto pero...


Érotique Interdit aux moins de 21 ans.
79
1.6mille VUES
En cours
temps de lecture
AA Partager

Introducción.

Berlín, 12 de Junio de 2017.


Muchas cosas sucedieron en 10 años. Idas y vueltas que afianzaron nuestra relación. Momentos que nos pusieron a prueba como jamás lo hubiera imaginado.

Portar el apellido Heine, realmente, ha sido una maldición para mí. Tuve que aceptar el hecho de ser quien debe cargar con obligaciones y compromisos que le anteceden.

Formo parte de un universo que fue creado por mi abuelo, el cual, se suponía que debía ser heredado a mi padre pero su repentina muerte lo jodió todo. Antes de que pueda elegir, el destino me puso contra la espada y la pared, debiendo hacer frente a un designio que me mata día a día.

Crecer al lado del viejo Jürgen Heine nunca fue sencillo. Un hombre recto y callado que me dió todo aquello que consideró que necesitaba para convertirme en lo que soy hoy en día. Sin embargo, el afecto siempre escaseó en nuestra relación y eso también formó mi carácter, mucho más, después de descubrir la verdad: él me había engañado sobre el paradero de mi hermana.

Supongo que la distancia era parte de nuestras personalidades y así continuamos hasta ahora. Aunque lo respetaba por haberme criado, también lo culpé por todo. Él no debió jugar con mi historia, mucho menos, negarme mis orígenes. Se excusó diciendo que todo había sido producto de sus intentos de protección pero no le creí, sabía que había más y estaba dispuesto a descubrirlo.

Toda esa mierda vivida, tristemente, me había convertido en un hombre solitario y desconfiado. Un alma ermitaña que no podía relajarse jamás por miedo a salir lastimado nuevamente. Entiendo que soy injusto con algunas personas, que nadie debería pagar por culpas propias del viejo Heine pero ¡Demonios! No podía cambiar lo que era. Mi abuelo había cagado mi cabeza.

La soledad era una mierda constante en mi vida y eso no me ayudaba a avanzar. A veces, aunque no lo reconociera, necesitaba dejarme caer y saber que alguien estaría allí para sostenerte. Sin embargo, me encerré en mí mismo y creé una coraza que afectó mi relación con todos.

Durante los primeros catorce años de mi vida, creí que no sería posible encontrar aquello que necesitaba y me hiciera sentir bien. Gracias a un inesperado milagro fui internado en un endemoniado liceo ―que mi abuelo consideró era bueno para mí― teniendo la posibilidad de conocer a un grupo de canallas que se convirtieron en más que amigos. Por primera vez, sentí que tenía una familia.

Ellos, al igual que yo, eran una sarta de críos que cargaban una vida de mierda. Todos fuimos golpeados, de una u otra manera, con los que nos tocó vivir; con lo cual, pudieron comprender mis mierdas y estar a mi lado sin cuestionar mis decisiones, excepto que lo estuviera jodiendo demasiado.

Y quien solía decirme las cosas de frente , sin pestañear e ignorando mis estados de ánimo ―aunque estuviera hecho una fiera― era Julien.

Julien Gardnier.

Él fue, es y será siempre mi mejor amigo. Mi complemento, mi otra mitad. Es la luz en medio de la oscuridad, la calma cuando mi furia se desata. Un encantador de serpientes que sabe cómo controlar mi veneno.

¡Joder! Es la única persona que, con su silencio, supo controlar a mis demonios.

No crean que fue fácil aceptar lo que me sucedía cuando estaba a su lado porque, siendo hombre y adolescente, el reconocer lo que nace y se mueve dentro de tí ―principalmente cuando se escapan de los parámetros sociales establecidos― no es tan sencillo.

Debo reconocer que, en un principio, me sentí perdido por todo lo que me generaba su presencia pero con el tiempo, y a medida que maduran, acepté que ser hombre ―y sentirme como tal― no tenía que ver solamente con mi sexualidad sino que era mucho más.

Entonces, hice lo que realmente tenía ganas de hacer: reconocí mis emociones, deseos y sentimientos. Por primera vez en la vida, me sentí en paz.

Sería un hijo de puta si negara que siempre existieron cosas buenas en mi vida, de hecho, Daphne y Ximena son prueba de ello. Las adoro y, sin dudarlo, haría lo que fuera para verlas felices, incluso exponer mi vida sin miedo a las consecuencias porque, al igual que yo, ellas habían comido mierdas en su vida.

Siempre supe que mi familia era destructiva, aún antes de conocer la verdad cruda y dura, tal vez, fue por eso que me convertí en el protector de esas dos rubias que crecieron conmigo. Si alguien las tocaba, no pararía hasta terminar con su estúpida existencia. Así de simple. ¿Vengativo? Definitivamente. ¿Cruel? Podría ser el peor de todos. ¿Me pesaba ser como era? Jamás.

Aquel impulso protector que ellas me generaban, sin embargo, no lo sentía ante mis demás primos, quizás, porque mis chicas habían soportado infiernos que los Collins ni siquiera sabían que existía.

A veces pienso que existe una maldición que recae sobre nuestro apellido y debemos soportar un karma que no nos corresponde.

No puedo decir que tengo mala relación con mi familia materna, porque no es así, pero el vínculo cercano no era tan intenso como con mis rubias; aunque esos años de liceo me acercaron a Brandon Collins, mi primo materno.

Entre nosotros, el vínculo se tornó intenso y honesto. No sabría explicar cómo sucedió pero, de alguna manera, el estar aislados nos permitió conectar desde otro lugar y saber que, pasara lo que pasara, siempre estaríamos el uno para el otro. Aunque él tuviera hermanos, el vínculo que forjamos fue único y diferente. Él es el hermano que no tuve.

Cerré los ojos, respirando con fuerza, mientras acomodaba mis brazos entre mi cabeza y las almohadas. Necesitaba paz. Necesitaba pensar en todo lo que había sucedido en estos últimos meses.

Las situaciones fueron tan intensas que mi capacidad de razonamiento se vio alterada y, supongo, debía culparla por estar en medio de esta jodida crisis pues, desde que se fue, me había convertido en el imbécil que soy ahora.

No me sentía orgulloso del comportamiento que tenía para con todos y, sin embargo, nada podía hacer para cambiar mas que culparla por hacerme mierda el corazón.

Ella.

La jodida mujer que jugó con mis emociones, seduciéndome con una virginal inocencia fingida; la misma bruja que no sólo se había metido debajo de mi piel sino que, además robó la presencia de Julien a mi lado.

La odiaba, como jamás había odiado a nadie y, al mismo tiempo, deseaba tenerla entre mis brazos. Imaginé castigarla con besos y caricias, haciéndola temblar con el sutil toque de mis dedos al recorrer las suaves curvas de su cuerpo.

hacerla desear, necesitar, sufrir de necesidad y, cuando ya no pudiera más, me enterraría en su cuerpo, follándola duro una y mil veces hasta que gritara mi nombre y se viera obligada a reconocer que la había cagado conmigo.

En mi mente enferma, ella suplicaría perdón y yo, lejos de redimirla, la follaría aún más duro, negándole orgasmos por ser una maldita desgraciada que no le importó mis sentimientos.

Ella, Alexis Butler, se había convertido en mi misión, mi venganza y mi obsesión.

Ella, la que me había quitado todo, debía pagar por sus pecados y yo estaba decidido a joderla tanto como ella me jodió.

Ella, la que me quitaba el sueño, no dormiría pensando en mí y, al final del camino, sólo desearía no haberme enamorado.

Y, en medio de la ira, mi cuerpo despertó, exigiendo atenciones urgentes. Bajé las manos hasta mis pantalones, desprendiéndolos con ansiedad, liberando mi pene endurecido y comencé a masturbarme pensando en ese culo inglés que tomaría para mí.

Con una mano, masajeé mis pelotas, mientras la otra subía y bajaba con violencia. Mi mente se había apartado de la realidad y, de pronto, imaginé sus labios carnosos apresando mi polla. No duraría mucho más tiempo. Aumenté el ritmo y, de pronto, al imaginar que ambos la tomábamos al mismo tiempo, un largo y tortuoso orgasmo me atrapó, gruñendo entre dientes.

―Te odio, Alexis Butler.

14 Avril 2021 00:13:18 13 Rapport Incorporer 32
Lire le chapitre suivant Capítulo 1. Julien.

Commentez quelque chose

Publier!
Il n’y a aucun commentaire pour le moment. Soyez le premier à donner votre avis!
~

Comment se passe votre lecture?

Il reste encore 1 chapitres restants de cette histoire.
Pour continuer votre lecture, veuillez vous connecter ou créer un compte. Gratuit!