—Hoseok, por favor, no te salgas del carro así.
La mujer lo atrapa antes de que salga por la ventana totalmente. No va a pasarle nada pues están pasando por el borde de un lago. Como mucho, se empaparía, pero dada la ropa que lleva: Elegante y delicada, no puede permitir tal cosa. Hoseok continúa con las ganas de querer caer ahí.
¡El agua es tan clara que refleja el cielo a la perfección!
— ¡Será un momento nada más! —Insiste queriendo librarse sin conseguirlo.
—Hoseok—Mete la cabeza, con los rizos desordenados y múltiples dando tumbos por el carro llevado por un par de caballos—. Compórtate—Ordena el hombre y Hoseok hace un puchero, viendo a un lado—. Se trata de un momento importante para ti. Siéntate y mantente derecho.
— ¿De qué sirve todo esto? No tengo que seguir esta clase de protocolos siendo quien soy. —Justifica cruzado de brazos con deje enfurruñado.
—Que seas lo que eres, no quiere decir que tienes permiso de ser un descontrol. Tu padre lo dijo ¿Recuerdas? —Amonesta la mujer volviendo a ponerse la corona en la cabeza. Acomoda sus anillos y brazaletes—. Debes obedecer. —Hoseok vuelve la vista la a la ventana.
—Él no quiere que sea igual de aburrido que ustedes.
—Quiere que no seas un desastre.
— ¡No soy un desastre! —Patalea—. ¡Solo quiero estar con él!
—¿Qué tiene que ver con lanzarte al agua? —cuestiona el contrario sin entenderlo.
Hoseok resopla y se apoya en la puerta, cruzando los brazos y manteniendo la cabeza medio afuera del carro. Se queda viendo el cielo enorme, despejado y de azul celeste como sus ojos. Debido a la brisa, el cabello se aparta de la frente del niño de once recién cumplidos. Cuenta con un círculo amarrillo en ella, con simétricos triángulos alrededor, líneas curvas extendidas por su frente y dando un aspecto de tiara o tatuaje.
Siendo en realidad una marca de nacimiento. Sonríe, viendo arriba sin problema y directamente al sol. El único capaz de verlo directamente sin que le haga daño ¿Por qué? Porque es hijo del sol. En términos generales, puede decirse que Hoseok es el día. Mientras él exista y esté sobre la faz, el sol aparecería para iluminar.
Desapareciendo del panorama únicamente cuando su hijo se fuese a dormir.
Esperando que regrese y de ese modo, pasar tiempo con él. Una muda y brillante compañía. Padre tímido, siempre dispuesto a dejarse mirar por quien surgió en base a él, pero siempre lastimando en los ojos a quien se atreva a mirar por demasiado rato. Hoseok sacude la mano, saludándolo a pesar de no recibir respuesta.
Casi nunca lo hace.
Han sido contadas las veces que han hablado.
Aun así, puede decir que es el único ser con el que tiene una relación de amor real.
Hoseok tiene padres, sí, los gobernantes de Helintios, poblado siempre bajo la luz solar y que destacan por ser morenos, de cabello rubio liso y ojos verdes. Todos así. Hoseok está ahí por una sola razón: Siendo el día, el sol quiso que alguien capaz y dedicado se encargara de cuidar del hijo que personalmente no puede tener consigo en el cielo. Pues el cielo no es el lugar de Hoseok.
Los emperadores aceptaron al instante con mucha honra. El problema viene siendo que Hoseok es peor que un terremoto. Uno que no saben controlar y a pesar de la instrucción críenlo bien, no tienen mucha idea de qué hacer con él. Hoseok es muy desenfocado en lecciones, en modales; le gusta usar ropa de gente clase baja porque es "cómoda para bailar" e ir saltando por el castillo.
Es un desastre como príncipe.
Una catástrofe.
Al mismo tiempo ¿Pueden regañarlo en serio por eso? No ¿Por qué? Porque sencillamente lo aman demasiado. Es imposible no quererlo. Brilla por sí mismo y hace feliz a cualquiera con una plática simple y en la peor situación. Es el día. Es el fulgor más tenue y que no lastima a nadie.
Suavidad en el cabello, igual de esponjoso como las nubes, su piel que se oscurece hasta hacerse morena al llegar el ocaso o iniciar el alba; ojos azules como el cielo o grises si una tormenta se avecina. Él es luz, su cuerpo una personificación del cielo y en ello viene su ansiedad de tirarse al agua.
Pues siendo tan cristalina y capaz de reflejar el cielo, daría la impresión de que está ahí. Quiere ir allí. Quiere estar con el sol. Quiere estar con su papá. No puede, pues no hay forma en que esté arriba. Ese no es su sitio lamentablemente. Fingirlo así sea chapoteando en el agua es una de sus tantas actividades favoritas.
Quiere ser más cercano al sol. Recibir más de su cariño y no una simple compañía distante. Lo entristece. Lo considera deprimente.
—Hoseok... —Regaña la emperatriz de nuevo.
—A la noche no le va a molestar.
—Quizá él si tenga los modales que a ti te están faltando. —resopla, con medio cuerpo fuera del carro y viéndose en el reflejo del agua. Claro, cualquier excusa es buena para decir que se pare derecho.
~ * * * ~
—Qué extraño—murmura el emperador viendo alrededor—. Ya deberían estar aquí.
Hoseok levanta la cortina del carro. Apenas una esquina para intentar ver dónde están. Hallando pronto lo que llaman "Abyssi". Se trata de un espacio medio donde el sol y la luna "chocan". Una división exacta y perfecta. Mientras en su lado es un día soleado y perfecto de media tarde, al otro lado, es una hermosa bella noche. Lo que hay en medio, es la nada.
Un espacio tan peligroso que cualquiera podría perderse si no sabe cómo transitarlo. Fenómeno usual en días como este cada año. Sucede con suerte. Tres veces al año o ninguna. Muy rara vez se logra que esto suceda. Es día o noche y ellos, estando aquí, esperando que llegue la noche.
Hoseok deja la cortina, mordiéndose el labio inferior y arreglándose el velo que porta, amarillo con cuentas doradas colgando. Se quita un arete que le está pellizcando y tamborilea las manos en sus piernas. Se supone, que hoy es el día de su boda con la noche. Momento que ha estado esperando toda su vida de manera inconsciente y con la cual, la luna y el sol dejaran de pelearse por quien está más tiempo.
El punto de la unión, es que haya balance en esto. Que ningún lugar tenga exceso de calor, que ningún lugar tenga exceso de oscuridad. El sol y la luna solo aparecen cuando sus respectivos vástagos se encuentran presentes. Ahora mismo, estando ambos para conocerse, se forma el Abyssi.
Hoseok se siente emocionado. Tiene ganas de conocer a la noche. Saber si será alguien tan feliz como él. Si no lo es, puede darle de su alegría y tan sencillo como eso. Se da palmadas en las mejillas y sonríe. Será algo bueno.
Porque será estar con un igual, una especie de hermano. Eso hace que suene feo que nos vamos a casar, medita frunciendo las cejas. Vuelve a dar un vistazo fuera. Con toda la escolta y demás miembros de la familia real ansiosos.
Ya debería estar aquí la gente de Selemetzine, con la noche. Los emperadores del poblado que ha obtenido todo y veneran a la luna. Siendo estos los responsables de cuidar a quien este les entregó— ¿Por qué la luna y el sol no se ponen de acuerdo? Al final de todo se copiaron en dejarnos con familias importantes—. Quejumbra Hoseok asomándose de nuevo.
Se acomoda cómo puede el cabello, teniendo mil dificultades porque nunca se está quieto. Nunca tiene una forma normal. Toma un respiro, hace ruiditos. Sonríe, imagina conversaciones posibles. Imagina cómo se verá, sí tendrá piel blanca, piel morena ¿De qué color podrían ser sus ojos? Miles de cuestiones que pasan por su mente ilusionada e infantil por la corta edad.
Once años, ambos a casarse como una formalidad y así inaugurar la relación que luego sería más profunda ¿Nos llevaremos bien? ¿Sonreirá mucho? Vuelve a asomarse un instante y baja la cortina, negándose a ver antes de tiempo a la noche. Se rasca tras el velo y endereza la espalda, y tarareando.
Espera.
Y espera.
Y sigue esperando...
Por horas y horas...
Tantas que empieza a hacerse de tarde.
Su piel se vuelve morena y ve fijamente por la ventana: Esperando.
Algo que nunca llegó.
Hoseok ve como la división desaparece. Como aquel lado lleno de penumbra por ser la noche, se desvanece sin motivo. Él no lo entendió. Nadie lo hizo en ese momento. Sin embargo, la realidad que ignoraban y fue revelada, es una tan sencilla como preocupante: La noche desapareció y la luna se marchó por el dolor que le genera su desvanecimiento, esperando que quien se lo llevó, lo traiga devuelta a su visión.
Porque si no, jamás volverá a hacer aparición.
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1. Helios (Dios griego del sol) + Inti (Dios Inca del sol) = Helintios.
2. Abyssi: Profundo.
3. Selene (Diosa griega de la luna) + Metzi/Metztli/Meztli (Dios náhuatl de la luna) = Selemetzine
Merci pour la lecture!
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