akihiromiyamoto Akihiro Miyamoto

Tras haber perdido a sus padres en la segunda gran guerra, Akihiro y su hermana Ena, tendrán que cambiar sus vidas y dejar su trágico pasado atrás, pues la guerra a la que se enfrenta la humanidad, ha alcanzado un punto crítico. A pocos meses de que se desate la tercera gran guerra; que decidirá el destino de la humanidad, Akihiro, Ena y la princesa Aiko, tendrán que prepararse para luchar junto con los Guardianes, contra el ejército de Samuru: un ser híbrido autoproclamado Dios, con un poder mágico descomunal. Pero pronto descubrirán algo, que los dejara nuevamente en desventaja frente a sus enemigos.


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#Accion #romance
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El Dolor Tras Una Guerra de más de un siglo

En el castillo del reino de Evimería, el rey mandó a reunir a los altos cargos de la Guardia Real, en la sala de operaciones de defensa. Las puertas se abrieron y entró el comandante Takeo; encargado de adiestrar y dirigir todas las tropas del reino. Detrás de él entró el oficial encargado de las defensas de los muros. Al entrar, vieron al rey y junto a él al oficial a cargo de las brigadas de vigilancia y reconocimiento. Ambos estaban junto a la mesa de estrategias, el rey se encontraba a la izquierda de la mesa y el oficial de espaldas a la puerta.


—¡Buenos días señor! —saludó Takeo mientras entraba en la sala y se posicionaba al lado del rey, junto al oficial.


—Buenos días comandante. Oficial… —saludó el rey.


Al terminar de acomodarse, se pusieron en una posición firme, voltearon a mirar al rey y este les habló en un tono serio.


—Los llamé para discutir un problema que puede ser de suma importancia.


—¿Cuál es la situación? —preguntó el comandante.


El rey miró al oficial de vigilancia haciéndole una seña para que pusiera a los demás al tanto de la situación.


—Enviamos a la brigada V de reconocimiento hacia el oeste pasando las montañas, lugar donde los mercaderes decían haber visto posible actividad de los "sin alma" —El oficial miró fijamente al comandante y luego le dijo con un tono algo alarmante —. Hace dos días que debieron haber vuelto, no tenemos noticias sobre ellos y no hemos podido entablar comunicación con ellos usando energía espiritual.


El comandante miró por la ventana con una mirada de preocupación hacia las montañas y se quedó en silencio por un momento.


—¿Crees que hayan muerto? —preguntó mirándolo fijamente.


—Viendo la situación, y que nos han enviado reportes de heridos llegando a los pueblos cercanos… Lo más probable es que el pueblo fuera atacado, intentaron ayudar y murieron en batalla —dijo lamentándose con una mirada hacia afuera de la ventana.


El comandante guardó silencio por un momento y luego miró al rey.


—¿Qué piensa al respecto señor?


—Está claro que el enemigo está preparando un ataque.


Bajo un pequeño silencio de lamento, el ambiente cambió y se puso tenso. La ira lentamente los invadió pues sabían que una guerra se aproximaba y que posiblemente se perderían muchas vidas.


El rey rompió el silencio recordando las cosas que ocurrieron hace unos años.


—Ya hace 10 años de la última gran guerra, de la cual mi esposa terminó enferma por culpa de la maldición de los sin alma. Esa maldita enfermedad que te drena la energía espiritual hasta la muerte… —dijo el rey mientras apretaba su puño con ira y miraba su anillo de matrimonio.


—Muchos cayeron a causa de esa enfermedad...


—Así es comandante, no podemos permitirnos una tragedia como esa. Perdimos muchos pueblos y otros imperios cayeron. Si no fuera por la magia de curación, más personas habrían muerto y mi esposa también lo estaría. Aunque… no le queda mucho tiempo, las secuelas de la guerra la dejaron muy débil y el tratamiento no se le pudo dar cuando se debía… Nuestra hija, Aiko… es la única heredera. Y ya que en Evimería la máxima autoridad es la reina, ella tendrá que tomar el mando cuando cumpla los 18, y eso será en unos meses. No creo que esté preparada para enfrentar una guerra estando tan joven. Pero aún así, Aiko es la hija de mi esposa, así que estoy seguro de que encontrará la manera de afrontar la situación.


El comandante se acercó al rey y puso su mano sobre su hombro, luego le dijo con una expresión de confianza en su rostro.


—La princesa es muy hábil con casi todos los tipos de magia, es buena estratega, ya a estado en combate real a pesar de su edad y tiene el apoyo de todo el reino. Estoy seguro de que encontrará la manera de ganar esta batalla.


El rey puso su mano encima de la mano del comandante.


—¡Gracias, comandante! —le dijo con una ligera sonrisa.


—¿Cuál es el siguiente paso? —preguntó el oficial a cargo de las defensas de los muros.


El rey se puso en una posición firme, luego cruzó los brazos, tocó su barbilla con su mano y miró el mapa que se encontraba en la mesa.


—Aumenten las defensa, refuercen los muros, protejan la entrada sur y preparen los mecanismos de defensa. Hagan los preparativos para evacuar a los pueblos de los alrededores, comiencen la recolección de suministro y protejan los canales de agua. Avisen a los reinos cercanos que aún quedan en pie, de que una guerra se aproxima… Comandante Takeo…


—¿Sí mi señor?


—Aumenta el nivel de adiestramiento de las tropas, haz una revisión de los equipamientos, abre las vacantes para los guardianes y escoge a los mejores. Ésta vez no podemos permitirnos tantas muertes.


—¡Cómo ordené mí señor!


El rey volteo a mirar a los demás.


—¿Entendido?


—¡¡Sí, mi señor!! —respondieron todos.


—De acuerdo, pueden retirarse.


Los altos cargos de la Guardia Real salieron de uno en uno de la sala, mientras el rey caminaba hacia la ventana con vista a la puerta sur, luego miró la ciudad y hacía al horizonte; mientras pensaba en su esposa e hija.


—¡Confío en ti Aiko! —exclamó con voz baja y su rostro en alto.


El comandante Takeo caminaba junto con los demás por el pasillo, mientras se dirigían hacia afuera del castillo. En eso se encontraron con una chica que salía del comedor principal. Era una hermosa chica de cabello blanco, largo, con un mechón negro en la parte derecha de su rostro y en las puntas del resto de su cabello. Tenía unos hermosos ojos color rojo escarlata como los de la reina. También un hermoso cuerpo, con una figura femenina pero elegante que a su vez demostraba fortaleza, con unos atributos de un tamaño mediano, ocultos por una armadura plateada con detalles en dorado, una capa roja y a su costado una espada.


Al verla, Takeo la saludó mientras él y los demás se inclinaron levemente haciendo una señal de reverencia.


—¡Princesa Aiko!


La chica al oírlo volteó a mirar y se detuvo frente a ellos.


—¡Oh! Hola chicos. ¿Vienen de hablar con mi padre?


—¡Así es! —afirmó el comandante.


Los oficiales miraron al comandante y uno de ellos apoyó su mano sobre su hombro.


—Nosotros nos adelantamos… ¡Que tenga un buen día princesa!


Takeo asintió con la cabeza mientras los dos oficiales seguían con su camino y se despedían de la princesa moviendo su mano.


La princesa los miró con una sonrisa mientras también movía su mano despidiéndose.


—¡Nos vemos luego!


—¿Qué hacías en el comedor? —preguntó Takeo.


La chica dejó de despedirse y volteó a mirar nuevamente al comandante.


—Una de las sirvientas me estaba diciendo que uno de los cargamentos no llegó, por un derrumbe que hubo en el camino hacia Pediáda, así que me dirijo hacia allí para solucionar el problema.


—Mmm… Claro, eres usuaria de magia de tierra, un derrumbe no es nada para ti… Aún así…


—¿Ocurre algo? —preguntó la princesa mientras inclinaba levemente su cabeza y miraba a Takeo con detalle.


Takeo la miró y le dijo con un tono más serio y algo preocupado.


—Nos han llegado reportes de pueblos siendo atacados por los "sin alma" y no hemos recibido noticias de la última brigada de reconocimiento… La situación se está complicando. Así que… Ten mucho cuidado.


—Así que de eso hablaban con mi padre… ¿Creés que va a comenzar otra gran guerra? —le preguntó algo inquieta y preocupada.


Takeo le respondió con un tono algo esperanzador.


—Esperó que no, aunque hay que estar preparados. Al final esta guerra tiene que terminar en algún momento.


La princesa agachó la cabeza mientras doblaba el brazo y miraba el brazalete que le había regalado su madre, incrustado en su armadura, recordando a ella junto con las tragedias de aquella guerra.


—Ya veo…


En eso, una de las sirvientas de la princesa; una chica de cabello negro corto, ojos azules, un rostro maduro y elegante con una expresión seria. Vestida de sirvienta y con un cuerpo esbelto de buenos atributos, entró y se acercó a ellos. Luego le habló a Aiko con un tono calmado y elegante.


—Señorita Aiko, su caballo ya está listo.


La princesa volteó a mirar a la sirvienta.


—¡Gracias Alice! —La princesa miró de vuelta al comandante mientras Alice se quedó esperándola —. No te preocupes, tendré cuidado. Me tengo que ir… ¡Cuidate!


—¡Igualmente!...


La princesa se dirigió a donde estaba Alice luego de despedirse.

Takeo se inclinó en señal de reverencia despidiéndose de la chica y se dirigió nuevamente hacia el cuartel.


—¿Ya está todo listo?


—Sí, señorita Aiko.


—Entonces vamos…


Las dos chicas caminaron juntas hacia la salida trasera, donde se encontraba el camino hacia el establo.


—¿Segura que no desea que la acompañe?


—No te preocupes Alice, ya te había dicho que iría sola, quiero que te encargues de organizar las labores que puedan llegar. Eres la persona en la que más confío, así que te dejo a cargo mientras no estoy. Con mi madre en cama, no puedo dejarle todo el trabajo a mi padre.


La princesa se detuvo y volteó a ver a Alice mirándola a los ojos. Mientras tomaba la mano de Alice y la sujetaba con sus dos manos, le preguntó con un tono dulce.


—Así que… ¿Me harías ese favor?


—¡Jum!… Si que te gusta ponerme más trabajo del que ya tengo —contestó Alice con un ligero tono de reproche.


—Tranquila, te lo recompensare —le dijo Aiko convenciendo a Alice.


—Eso espero…


La princesa volteó hacia al frente y las dos chicas continuaron su camino.


—¿Qué quieres a cambio?... ¿Un día libre? ¿Un regalo?... —le preguntó mirándola de reojo.


—Quiero una nueva armadura.


—Hooo… ¿Le sucedió algo a la que tienes?


—Ya está bastante desgastada, y como sirvienta de la princesa, tengo que estar lo más preparada que pueda, aparte de lucir a su altura.


—Humm… Si eso es lo que quieres, está bien. Te daré una armadura. Avisa al herrero entonces, para que comience a fabricarla.


—De acuerdo… ¡Gracias alteza!


En eso las dos chicas entraron en la zona del establo, donde se encontraba el caballo de la princesa equipado con armadura y otros dos caballos de los soldados de la Guardia Real que actuarían como escoltas de la princesa camino al pueblo.


La princesa saludó al hombre que cuida y adiestra a los caballos de la Guardia Real.


—¡Buenos días Satoshi!


Este es un hombre de unos 47 años, barbado, de cabello negro, ojos cafés, con una vestimenta sencilla de campesino y unas botas, alto y de apariencia ruda.


—¡¡Princesa Aiko!!... Que bueno verla de nuevo. Ha estado perdida por aquí últimamente.


—Sí, no he tenido asuntos fuera del reino así que no había venido al establo… He estado ayudando a los ciudadanos con el tema de los comerciantes así que también estuve ocupada unos días.


—Así que era eso… Con lo de los ataques a los pueblos y los saqueos a los mercaderes la gente estaba un poco alterada, no me imagino lo que tuvo que pasar para tratar con ellos.


—Bueno, afortunadamente las personas del reino suelen escucharme, así que no hubo gran problema con eso. En fin… Me tengo que ir, fue un gusto haberte saludado, me voy ahora mismo porque no quiero que nos caiga la noche en el camino de regreso.


—Igualmente princesa, vaya con cuidado.


—Lo haré… Nos vemos en unas horas. Adiós Alice, te encargo el castillo.


—¡Adiós señorita Aiko!


La princesa dio media vuelta y subió a su caballo, en eso miró a los soldados que la acompañarían y les hizo una seña.


—Chicos, ¡Nos vamos!


Los escoltas subieron a sus caballos y los tres se dirigieron a la puerta de salida. La princesa le hizo una señal al guardia para que abriera la puerta, luego salió del establo y los tres se dirigieron a la entrada sur. A medida que avanzaban, salieron del castillo y entraron a la calle principal del reino, una zona muy transitada con muchos lugares de comercio.


Las personas se apartaban al ver que la princesa iba pasando. Todos sentían admiración por ella, pues era la persona más amada por todos en el reino, a la que le tenían más respeto, ya que era una chica hermosa, amable, bondadosa, humilde y la maga más hábil del reino después de la reina.

Entre halagos y saludos la princesa llegó a la puerta sur, la cual se encontraba incrustada entre las murallas de aproximadamente 30 metros de altura y de 10 metros de grosor. La puerta media casi la mitad de la altura del muro y con un ancho por donde cabrían fácilmente dos carretas de carga en dos carriles diferentes, uno de entrada y otro de salida.


El guardia que controla la salida se puso en posición firme y asintió con la cabeza en reverencia cuando la princesa y sus guardias iban saliendo del reino.


—¡Buen viaje alteza! —Se despidió el guardia.


—¡Gracias!...


La princesa salió del reino y miró el paisaje de las afueras de la ciudad mientras seguían cabalgando hacia Pediáda; el segundo pueblo ubicado por la ruta hacia el este del reino, pasando por el bosque cerca a un gran lago, donde iban a pescar los comerciantes de un pueblo cercano llamado Límni, antes de ser destruido durante la última guerra.


Al llegar a donde se unen todos los caminos y tomar la salida hacia el este del reino, mientras se acercaban al bosque, uno de los guardias miró a la princesa y le dirigió la palabra.


—Princesa… ¿A leído los reportes?


—¿A cuáles te refieres?


El guardia se acercó un poco al caballo de la princesa hasta estar a su lado.


—A los de los ataques hacia los pueblos más apartados.


—No… Estaba solucionado unos asuntos con los comerciantes del reino y no he tenido tiempo de leer los reportes, pero sí me contó algo el comandante.


—Y… ¿Qué opina al respecto?


La princesa se quedó en silencio un momento y recuerda los sucesos que han ocurrido las últimas décadas.



—>><<{×}>><<—



Hace más de 100 años, surgió un enemigo que amenazaba la existencia de la raza humana, su nombre es Samuru; un híbrido entre humano y ángel, autoproclamado dios del mundo, con la capacidad de usar un poder bautizado como energía espiritual, más conocido por los humanos como magia.


Un poder que le otorga al usuario la capacidad de controlar la materia o energía a voluntad. Aún teniendo límites, la energía espiritual se subdivide en varias ramas de control como: magia de aire, fuego, tierra, agua, protección, sanación, posesión, sigilo, potenciación, creación, rastreo, movimiento, entre otras. Y con la capacidad de crear nuevas formas de magia, limitada por la capacidad de control espiritual del portador.


Los reinos vivían en armonía después de un conflicto entre los reyes más importantes del mundo, que terminó en un tratado de paz, hasta que Samuru atacó a un reino ubicado en la tierra que ahora es conocida como Archés.

Con uso de magia de creación, tierra y posesión; Samuru convirtió los cuerpos de los ciudadanos asesinados en unas criaturas de tipo golem, de apariencia oscura y líneas moradas por su pecho, por las que fluye la energía espiritual de la magia de posesión. Con una altura de unos 3 metros y una figura humana robusta, sin boca ni oídos, solo unos ojos con la forma de la rejilla de un casco, de 5 ranuras verticales en lo que se consideraría su rostro.


Son criaturas con una gran sed de sangre que no muestran piedad y sentimiento alguno, con gran inteligencia a pesar de perder todo tipo de humanidad. Por esta razón fueron apodados los 'sin alma', ya que todo lo que hace de un humano lo que es… Fue arrebatado de ellos.


Tras muchos años de guerra, en la segunda gran guerra. Samuru envío otro tipo de criatura con forma de lobo y del tamaño de un león, apodada como "come hombres". Con la función no sólo de matar a los humanos de forma más violenta, si no de esparcir un tipo de enfermedad que los despojaba de su energía espiritual, debilitándolos mágicamente y matandolos en unos pocos años.


Los humanos centraron todos sus esfuerzos en parar la enfermedad con magia de sanación. Tras algunos años de mejorar este tipo de magia, lograron para la enfermedad, pero las personas que fueron afectadas hasta cierto punto; el tratamiento solamente retrasaba su efecto, pero al final morirían en unos años.


Después de la segunda gran guerra y la enfermedad, unos 10 años después hasta la actualidad, sólo 17 reinos –de los 70 iniciales– quedaron en pie. Quedando sólo los más poderosos que habían logrado sobrevivir las 2 guerras, donde se perdieron millones de vidas.



—>><<{×}>><<—



—Hace 10 años que el enemigo no ha hecho un ataque directo… Llevan jugando con nosotros más de 100 años, y al parecer la tercera gran guerra está apunto de comenzar. Llevamos mejorando nuestra magia por décadas, ahora podemos controlar más de un tipo de magia por persona y hemos podido crear dispositivos de defensa activa y pasiva para las ciudades. Tenemos todo tipo de medidas para resistir un asedio de algunas décadas… Ahora más que nunca es nuestra oportunidad de acabar con esta tortura de una vez por todas.


Los dos guardias miraron a la princesa mientras ellos tenían una ligera sonrisa de confianza.


—¡Hay que demostrar de lo que somos capaces! —dijo en voz alta uno de ellos.


—¡Así se habla! —exclamó la princesa.


Casi llegando el mediodía, la princesa y los guardias entraron en el camino que cruza el bosque. Tras unos minutos cabalgando, pasaron por Dásos; un pueblo mediano ubicado dentro del bosque, uno de los principales exportadores de madera y gran variedad de alimentos, siendo este el primer pueblo hacia el este del reino de Evimería. Siguiendo su camino, se adentraron a un más en el bosque dirigiéndose a la zona montañosa en la que estaba ubicado Pediáda; principal exportador de hierro y esmeralda, siendo también proveedor de otros metales preciosos y materiales como la roca.


Llegado el mediodía, los tres disminuyeron el paso y uno de los guardias se acercó a la princesa


—¿Lo ha notado? —le preguntó en voz baja.

—Sí, así es… Algo o alguien nos lleva siguiendo desde hace un rato —respondió la princesa en voz baja.


La princesa miró al guardia y le hizo un movimiento con sus dos dedos haciendo un círculo, señalándole que hiciera un rastreo de la zona en la que estaban. El guardia mientras cabalgaba a paso lento, cerró sus ojos y activó su magia de rastreo. Al ver la zona, abrió sus ojos y se detuvo.


—¡Maldición! —exclamó en voz baja sorprendido.


La princesa y el otro guardia también se detuvieron y voltearon a mirarlo.


—¿Qué sucede? —preguntó Aiko.


—¡Estamos rodeados!


—¡¿Que?!... ¿Como que estamos rodeados? ¿Cuántos son?


—Es tal y como dije. He contado 17, y… son "come hombres".


—¿Come hombres?... ¡Mierda! —dijo Aiko desconcertada.


«Estamos en muy mal lugar para enfrentar a 17 de esas bestias, necesitamos un lugar abierto y aún nos quedan 20 minutos para llegar a Pediáda…» pensó Aiko analizando la situación.


—¡Uh!… ¡El lago! —se dijo a sí misma en voz baja.


En esa ubicación estaban a unos cientos de metros del lago de Límni, entre los pueblos de Dásos y Pediáda.


—¡Prepárense!… A mi señal partiremos hacia el lago de Límni por el camino despejado que hay más adelante.

Los dos guardias asienten con la cabeza con una expresión seria.


—¡¡Ahora!! —exclamó la princesa.


Los tres salieron cabalgando por el camino hacia una zona del bosque con menos vegetación. En eso se oyó un aullido y de los árboles salieron 9 lobos que se incorporaron en el camino detrás de ellos, los otros 8 iban divididos de a 4 a cada lado del camino yendo por el bosque. Uno de los lobos del camino saltó sobre uno de los guardias y la princesa sacó rápidamente una púa de tierra del suelo, atravesando al lobo por el pecho protegiendo al guardia. Los tres avanzaban lo más rápido posible por el camino, mientras eran seguidos muy de cerca por los lobos. Cuando llegaron a la entrada hacia adentro del bosque, giraron hacia la izquierda y en eso se encontraron con los 4 lobos de la izquierda por su lateral. Los guardias lanzaron bolas de fuego, mientras que la princesa les puso un muro de tierra para bloquear el paso.


—¡¡Rápido, o nos alcanzarán en velocidad!! —exclamó la princesa con voz fuerte.


En eso los otros 4 lobos de la derecha del camino, se unieron rápidamente al grupo y los 12 lobos se dispersaron intentando acorralarlos. A medida que se acercaban al lago, los lobos les recortaron la distancia y estaban casi encima de ellos. Los caballos corrían lo máximo posible mientras evitaban los obstáculos en el camino.


—¡¡Maldición, nos tienen rodeados!! —exclamó uno de los guardias.


Los tres siguieron cabalgando por el bosque, evitando los árboles y obstáculos. En eso, vieron una zona despejada cerca al lago a su derecha.


—¡¡Hacia allí!! —dijo Aiko con voz fuerte, mientras señalaba con el dedo.


Los tres giraron hacia la derecha y se dirigieron rápidamente a la zona despejada. Tras salir del bosque, la princesa creó un muro de tierra para dificultar el paso de los lobos, pero uno de ellos logró alcanzarlos. Éste logró atacar al caballo de la princesa antes de que los guardias lo mataran. La princesa y su caballo cayeron al suelo rodando unos metros más. Rápidamente los guardias se detuvieron y regresaron, pero los lobos llegaron antes que ellos. Uno de los lobos saltó hacia la princesa, mientras ella con unos ojos llenos de terror, veía al lobo a poco más de un metro sobre ella, como si mirara cara a cara a la muerte.


—¡¡Ahhhh!! —gritó la princesa, mientras cerraba sus ojos pensando que iba a morir.


—¡¡Princesa!! —gritaron los dos guardias mientras uno de ellos se acercaba a la princesa con su espada y el otro preparaba un ataque de rayo.


De manera sorpresiva, una barrera en forma de domo cubrió a la princesa y del bosque salió un chico corriendo hacia ella, empuñando una espada larga con ambas manos, por su lateral derecho. El lobo chocó contra la barrera y la princesa abrió sus ojos, mientras observaba cómo el chico de un movimiento cortaba al lobo por la mitad. El guardia detuvo su ataque, mientras el otro se acercó a la princesa. Las demás bestias se abalanzaron sobre el chico, pero varias ráfagas de viento en forma de cuchilla circulares, los cortan a la mitad. Eran de una chica que estaba dentro del bosque. El chico rápidamente se acercó a los demás lobos para luchar contra ellos. En eso, uno de ellos se lanzó contra el chico y éste en un movimiento rápido, se deslizó por el suelo y le cortó las patas delanteras, girándose para clavarle la espada en el costado. Luego, otro lobo se abalanzó sobre él, pero éste logró cortarlo por la mitad mientras aún seguía en el aire.


El guardia de la princesa se acercó a ella para ayudarla. En eso la princesa se puso de pié y atacó a los lobos restantes con múltiples púas de tierra, atravesándolos por todo el cuerpo, acabando así con la pelea.


—¡Tsh!… Que maldito susto el que me hicieron pasar.


El chico guardó su espada y caminó hacia la princesa. Luego la otra chica que estaba en el bosque también se acercó a ellos.


—¿Estás bien? —preguntó el chico.


La princesa volteó a mirar al chico y a la chica.


—Sí, estoy bien… Muchas gracias a los dos por salvarme, pensé que moriría en ese momento.


El chico le sonrió y luego procedió a presentarse.


—Me alegra que llegáramos a tiempo… Soy Akihiro y ella es…


La princesa miró al chico algo avergonzada. Este era alto, de cabello negro y ojos cafés. Tenía un rostro joven, pero maduro y atractivo. Con un cuerpo marcado y fuerte, pero no muy robusto. Llevaba una ropa sencilla de pueblerino, una camisa larga azul con un cuello que dejaba ver ligeramente su pecho al descubierto y algo sudado por el calor. Traía las mangas remangadas, un pantalón marrón algo holgado y unas botas de cuero. A su costado derecho, tenía un cinturón con la vaina junto con su espada y una capa con capucha desabrochada, de un color marrón claro y con costuras de rayas formando un patrón de cuadros; usada comúnmente para cubrirse del sol y la lluvia.


—Ena, su hermana mayor. Es un gusto… —Respondió la chica.


La princesa volteó a mirar a la chica. Esta era más baja que Akihiro, llegandole su cabeza por los hombros. Tenía un cabello negro largo y unos hermosos ojos morados, su rostro era hermoso y a la vez maduro. Su cuerpo era adulto, femenino, con una hermosa figura y grandes pechos. Llevaba un vestido blanco al hombro de pueblerina, éste le llegaba por encima de las rodillas, de manga corta, dejando al descubierto sus hombros y parte superior de su pecho. Traía un calzado similar a unas botas –usados comúnmente por mujeres en terrenos rurales– que cubría la mayor parte de sus pies. Al igual que el chico, también llevaba una capa con capucha que la protegía del sol.


La princesa miró a Ena de pies a cabeza impresionada, ya que era una mujer muy hermosa.


—¡Wow! —musitó la princesa —. El gusto es mío… Mi nombre es Aiko; soy la princesa y heredera al trono del reino de Evimería, y ellos dos son Ichiro y Naoki; soldados de la Guardia Real que me acompañan en este viaje.


—Gracias por salvar a la princesa —dijo Naoki.


—Muchas gracias de verdad —agradeció Ichiro.


—No hay de que. Es un placer conocerla alteza —contestó Akihiro.


Ena miró hacia otro lado algo preocupada. Lo que llamó la atención de Aiko y sus guardias.


—¿Tú caballo está bien? —le preguntó Ena a la princesa mientras miraba al animal en el suelo sin poder levantarse.


—¡Rayos! —exclamó Aiko.


La princesa volteó a mirar y se dirigió rápidamente hacia su caballo. Al llegar a él, activó su magia de curación sobre las heridas de su pata trasera. En tan solo unos segundos, su pata quedó curada y el caballo logra levantarse.


—¡Ohh!… Puedes usar magia de curación —dijo Ena algo sorprendida, ya que pocos son usuarios de este tipo de magia.


—Sí, así es… Ya está bien, aunque después de esa cabalgata deben tener sed, tendremos que dejarlos descansar un poco antes de seguir.


Al ver la situación, Ena les hizo una propuesta.


—¿Por qué no vienen a nuestra casa?... Podemos darle de beber a sus caballos y de paso pueden comer algo ustedes.


—¿Estás segura? —preguntó Aiko siendo cortés.


—Claro, después de todo no podemos dejarlos aquí, ¿No hay problema verdad? —respondió Ena, a la vez que miró y le preguntó a su hermano.


—No, estoy de acuerdo —respondió Akihiro.


La princesa volteó a ver al chico y lo miró fijamente a los ojos por un momento. Akihiro se dio cuenta y apartó la mirada algo avergonzado. La princesa igualmente volteó a ver a Ena mientras ella los miraba a los dos con curiosidad.

—De acuerdo, si no es ninguna molestia, aceptamos su hospitalidad.


Los 5 caminaron hacia la casa ubicada a unos cientos de metros, cerca a la orilla del lago. Al llegar al lago, vieron una cabaña de aspecto medieval algo deteriorada, como si hubiese sido abandonada en el pasado. Esta era de dos pisos, con un techo de tejas con una chimenea, un cobertizo a su derecha y el lago a su izquierda. Tenía un pequeño jardín al lado de la entrada y en la parte posterior de la cabaña unos cultivos.


—¿Es aquella?... Parece un lugar bastante tranquilo —le preguntó Aiko a Ena.


—Sí, así es… Es un lugar bastante tranquilo, la encontramos abandonada hace unos años. Al parecer antes vivía un pescador allí.


—Humm… —se quedó Aiko pensando en la razón por la cual vivían tan apartado de los pueblos.


Al llegar a la cabaña, Akihiro entró al cobertizo y sacó un bebedero vacío para animales, luego lo llevó hasta la entrada donde estaban los caballos y lo colocó junto a la pared. Ena entró también al cobertizo y sacó dos cubetas de madera para llenar el bebedero, luego les hizo una señal a los guardias para que las llenaran en el lago y las vaciaran en el bebedero.


Mientras los guardias llenaban el bebedero, los demás esperaban en la entrada.


—Iré a preparar la comida —dijo Akihiro.


—De acuerdo —le respondió Ena mientras veía a Akihiro entrar en la cabaña. Después volteó a mirar nuevamente a la princesa —. ¿Quieres entrar?


—Aún no… esperaré aquí a que ésos dos terminen —respondió Aiko mirando a los guardias.


—Bien, iré a preparar la mesa entonces… Los espero adentro.


Ena entró en la cabaña y vio a Akihiro en la cocina cortando los vegetales.


—¿Qué vas a preparar?


—Arroz con curry de carne, no quiero demorarlos mucho —respondió Akihiro mientras preparaba la olla para meterla a la leña.


Mientras preparaba la mesa, Ena sonrío y recordó la época cuando eran más jóvenes.


—Recuerdo cuando te enseñé a preparar curry… Desde pequeño te encantaba el curry de mamá y cuando aprendiste a hacerlo lo querías preparar tanto que nos hiciste comer solo curry una semana entera, jajaja —dijo Ena con un sentimiento de alegría y nostalgia.


Akihiro sonrío con una expresión nostálgica.


—Me hizo mucha ilusión… Tenía 8 años ¿Qué esperabas?


—Bueno, al final el curry es lo único que te queda rico —respondió Ena burlándose.


Ena se acercó a la cocina y recogió algunos utensilios para poner sobre la mesa, en eso Akihiro volteó a verla.


—¡Oye! Mi comida no es tan mala.


—Humm… Tienes razón, al final fui yo quien te enseñó —contestó Ena dándole un aire de arrogancia.


En eso la princesa y los dos guardias entraron por la puerta.


—Con permiso… —dijo Aiko mientras entraba en la cabaña.


Mientras Ena llevaba los utensilios para terminar de arreglar la mesa, los recibió como invitados.


—Sigan… Pueden dejar sus cosas en la mesa de allí y pasar al comedor, la comida estará en unos minutos.


Al entrar vieron que la cabaña era muy sencilla. Tenía un comedor de madera, una cocina pequeña, unas cuelgas para sus capas al lado de la puerta, una mesa multiusos, un almacén en la cocina, algunos cofres y estanterías. Al fondo a la izquierda estaban las escaleras hacia el segundo piso, donde se encontraba la habitación.


Tanto la princesa como los guardias dejaron sus espadas y sus guantes sobre la mesa. Después de que Ena terminara de organizar la mesa, se sentó en el comedor a esperar la comida. Mientras, la princesa y los guardias pasaron a sentarse en el comedor. Este tenía espacio para 6 personas.


La princesa al terminar de observar la cabaña, miró a Ena y le preguntó con curiosidad.


—¿Solo son ustedes dos?


—Sí… Nuestros padres murieron hace algunos años... Papá se sacrificó para que pudiéramos huir de Límni cuando fue atacado hace 10 años. Llegamos aquí con mamá, pero al poco tiempo ella enfermó... y... a los 2 años murió —respondió Ena con una expresión triste en su rostro.


—Lo siento mucho… Mi madre también contrajo la enfermedad y a pesar de los esfuerzos sólo hemos podido retrasar lo inevitable… Ya… no le queda mucho.


—Lo siento… —dijo Ena lamentándose.


Akihiro que escuchaba la conversación, se lamentó agachando la cabeza, mientras recordaba la imagen de como era masacrado su padre y los últimos momentos con su madre.


El ambiente era algo oscuro, así que la princesa cambió de tema.


—Pero no hablemos de eso, casi me devoran, así que no quiero hacer más oscuro el día. Que por cierto, ¡Gracias de nuevo por salvarme!


—Fue todo gracias a Akihiro, cuando veníamos hacia la cabaña vio algo raro en el bosque. Cuando nos acercamos y vio que una chica linda estaba en peligro, no dudo en ir a ayudarla.


Al ver que Ena trataba de molestarlo, Akihiro la llamó reprendiendola.


—¡Ena!


—Je, je, perdón… —respondió Ena con una risa traviesa.


Al escuchar, Aiko se avergonzó un poco, a la vez que se sonrojó y sin querer cruzó miradas con Akihiro por un momento, pero ambos se dieron cuenta y voltearon la mirada algo apenados.


—A parte de magia de tierra y sanación… ¿Puedes usar otros tipos de magia? —preguntó Ena con curiosidad.


—Puedo usar de casi todos los tipos de magia. Agua, fuego, viento, rayo, potenciación. Aunque algunas aún las estoy aprendiendo, como: Magia de protección, rastreo, sigilo, movimiento y solo no puedo usar magias muy avanzadas como las de creación, control, portales y otras que solamente puede usar Samuru.


—¡Ohh!… Es impresionante.


—Bueno, mi madre es la mejor maga de Evimería, desde pequeña siempre me enseñó todo lo que sabía, aunque ella tiene mejores habilidades espirituales que yo… ¿Y ustedes?... Hace un rato hiciste un escudo en forma de domo, es la primera vez que veo algo así, normalmente los escudos son planos.


—Yo puedo usar magia de protección, viento y fuego, pero este último no lo controlo muy bien, jaja… Desde que atacaron nuestro pueblo me he concentrado en perfeccionar la magia de protección. Y mi hermano, bueno… El no puede usar magia.


Aiko se quedó sorprendida y extrañada, ya que nunca ha habido un humano que no pudiera usar la energía espiritual.


—¡¿Que?!... ¿No puede?


—Es tal y como lo oyes… No es que no aprendiera a usarla, ya que desde pequeño nuestro padre le enseñaba a cómo usarla, pero él no podía. Lo llevamos con una persona que tiene la habilidad de ver el potencial de flujo de energía espiritual y quedamos sorprendidos con la respuesta. Todos tenemos una marca que al activarla, nos crea una distinción en nuestro cuerpo que nos caracteriza. En mi caso son mis ojos.


—Así es, la mía es mi cabello y ellos dos tienen un tipo de tatuaje en el cuerpo.


—Bueno, mi hermano… no tenía ninguna marca que activar. Aún así… A pesar de no tener la habilidad que todos tienen, Akihiro no se desanimó, aunque los primeros años lo pasó bastante mal. Aún era un niño cuando eso. Pero no tardó mucho en aceptarlo, y desde muy joven ha entrenado para ser el más hábil con la espalda y el arco. Cuando nuestros padres murieron, puso más empeño en lo que hacía, a veces pasaba todo el día entrenando y otras veces me pedía que lo atacara con cuchillas de viento. Yo no soportaba la idea de atacar a mi hermano y más cuando salía lastimado. Me dolía en el fondo porque sabía que lo hacía para protegerme. Él sabía como me sentía, así que dejó de pedirme aquello, aún así… él sigue intentando mejorar su técnica cada día —contó Ena mientras recordaba esos momentos en los que veía a su hermano entrenando por varias horas todos los días.


Akihiro que había escuchado toda la conversación, se acercó a Ena y acarició su cabeza suavemente.


—Juré protegerte…


—Aún así te exiges demasiado —contestó Ena.


Mientras Akihiro la miraba con ternura, le dijo.


—Es el precio que tengo que pagar por ser diferente… Realmente no pienso perderte como perdí a mis padres.


«¡Maldición!... Se ve tan genial »pensó Aiko mientras miraba a Akihiro.


Ena tomó la mano de Akihiro y la puso sobre el lado izquierdo de su rostro, cerrando sus ojos.


—Idiota… Te he dicho miles de veces que estaré contigo hasta el día en que mueras, deberías confiar más en tu hermana.


Akihiro sonrío mientras miraba a Ena.


—Sí, sí, como tu digas… Ya está lista la comida, ¿Me ayudas a servir?


—De acuerdo.


Ena se levantó y ambos fueron hacia la cocina a servir la comida. Mientras Aiko y los dos guardias se quedaron algo incómodos y curiosos; pues acaban de ver un momento algo romántico entre hermanos.


—Creen que… —insinúo Naoki.


—Mmm bueno, hay muchas parejas de hermanos, no me sorprendería, pero no lo sé con certeza —dijo Ichiro.


—Humm… —Aiko se quedó pensando en la posibilidad de que hubiese algo entre ellos dos.


Akihiro y Ena llegaron con la comida y pusieron un plato para cada uno.


—¿Curry? —preguntó Aiko.


—¿No te gusta? —preguntó Ena preocupada de que no le gustara.


—No, no es eso… Es solo que hace mucho tiempo no como curry.


—Oh, ya veo… así que era eso —dijo Ena quedándose más tranquila.


—No es muy común encontrarlo en el reino —comentó Ichiro.


—Así es, la mayoría lo hemos probado en los pueblos de las afueras —complementó Naoki.


La princesa tomó una cucharada de curry y la llevó a su boca, saboreándolo lentamente.


—Mmm… ¡Delicioso! —dijo sorprendida con lo delicioso que está a comparación de los que había probado antes.


Ichiro agradeció por la comida y llevó una cucharada a su boca.


—¡Es verdad, está muy rico!


—Mmm… ¡Wow! A pesar de ser un platillo muy simple, tiene un sabor especial —comentó Naoki.


Akihiro y Ena también se sentaron a comer con ellos, mientras miraban la reacción de los tres.


—¡Gracias! Me alegra que les gustara —respondió Akihiro.


Los 5 continuaron comiendo mientras hablaban entre ellos sobre la situación del reino y un poco sobre ellos mismos.


—¡Muchas gracias por la comida!… Cómo les decía. La situación con el enemigo ha ido empeorando, varios pueblos han sido atacados y todo apunta a que muy pronto comenzará una tercera gran guerra —comentó Aiko algo preocupada.


Ena se quedó en silencio por un momento mientras volteaba a mirar a su hermano. Este tenía una expresión seria y algo enojada mientras miraba hacia la mesa.


—Me gustaría pagarles por la ayuda que nos han dado hoy. Y viendo la situación tan tensa por la que estamos pasando… ¿Qué les parece si se mudan al reino? —les propuso Aiko debido al peligro que podían pasar cuando la guerra comenzara —. Yo puedo conseguirles un hogar y ayudarlos a que se acomoden, encuentren un empleo y pues se les dará una recompensa económica por salvarme.


Ena la miró algo dudosa.


—Mmmm… Llevamos mucho tiempo aquí y nunca hemos estado en el reino, no se si encajaríamos allí después de vivir en un lugar tan apartado y tranquilo.


—Entiendo, pero en eso los podríamos ayudar… Aparte… si llega a empezar una guerra, en este lugar están muy expuestos al peligro, todos los pueblos serían evacuados y ustedes serían los únicos fuera de los muros.


Ena se quedó analizando por un momento lo que le había dicho la princesa.


—Tienes razón… Déjanos pensarlo.


La princesa y los dos guardias se levantaron del comedor.


—De acuerdo… Cuando quieran pueden pasar por el reino, si deciden mudarse los ayudaremos con los preparativos y si no pues… les daremos alguna otra compensación que deseen —respondió Aiko con un tono más animado —. Nosotros nos vamos. Aún tenemos que arreglar un asunto en Pediáda.


La princesa y los guardias tomaron sus cosas de la mesa y salieron hacia donde estaban sus caballos. Ena y Akihiro los acompañaron afuera.


—Gracias por todo, fue un placer conocerlos y espero verlos pronto.


—No hay de que, el placer fue nuestro princesa Aiko, que tenga un buen viaje… —respondió Ena.


—Adiós princesa… —se despidió Akihiro.


—Adiós, espero y nos veamos pronto… —dijo Aiko mirándolo a los ojos —. A-a los dos, me refiero a verlos a los dos, ejeje… —dijo mirando nuevamente a Ena, pensando en que podría haberle molestado el comentario.


Los tres subieron a sus caballos y partieron hacia Pediáda, mientras se despedían de los dos hermanos moviendo la mano.


—Heeee… Parece que le llamaste la atención a esa chica… —dijo Ena mientras miraba a su hermano.


—¿Eh? ¿Qué cosas dices?... Vamos para adentro mejor, aquí hace calor —respondió Akihiro evadiendo el tema, mientras se dirigía hacia adentro de la cabaña.


Ena lo siguió y ambos entraron en la cabaña después de que la princesa y los guardias se adentraran en el bosque.


Mientras la princesa y los guardias seguían con su camino, a la distancia un hombre de gran altura, los observaba agachado desde la copa de un árbol, ocultándose con magia de sigilo y presencia.


—¡Tsh!... Malditos pueblerinos. Si tan solo no hubieran intervenido.


El hombre desactivó su magia de sigilo, haciéndose visible a la vista y luego se puso de pie sobre el árbol.


—¡Sotoomiru!... —dijo comunicándose mentalmente con alguien.


—¿Sí, mi señor? —respondió una voz femenina dentro de su cabeza.


—El plan falló. Así que mantente al tanto de cualquier movimiento del reino.


—¡Cómo ordene mi señor!


La voz en su cabeza desapareció y aquel hombre se quedó mirando a la princesa a lo lejos, con su visión atravesando los árboles, como si éstos fueran invisibles.


—Voy a tener que matarte de otra manera…



28 Janvier 2021 18:43 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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