Yo sé que el mundo no se va a acabar ahora, ni por esto, pero enloquezco ante la posibilidad de que lo último que tenga de vos sean tus dedos en mi mejilla despidiéndonos en la vereda y ese "cuidate" de microsegundos, o tus ojos marrones sonriendo después de unos mates de terapia en que hablamos de todo y nada y me distrae de la pena verte. Verte estirándote en el sillón como un gato, desafiando mis ganas de tocarte, jugando con ese fuego que te gusta encender cuando no podemos, o cuando te tenés que ir...
Te pienso en esta madrugada insomne, donde la calle aturde en este nuevo ominoso y habitual silencio que ya nos habita desde hace meses... Como si el mundo se hubiera muerto.
El sueño no llega y yo vuelvo a repasar mil historias nuestras en mi cabeza, pienso en todo y nada a la vez, y en que ya no estoy segura de nada.
Las noticias aclaman que en alguna parte el mundo ahí afuera se quema, y yo sigo sin encontrar el coraje para decirte que es a vos, que ya no es para un rato, que no son solo ganas... que es todo, todo lo que se crea en esa burbuja que ahora los dos extrañamos lo único que quiero ahora.
Y ya no sé qué me enseñaron, es todo tan confuso en esta nueva realidad, estar despierta en esta madrugada silenciosa, insomne, solitaria...
Hay algo en la soledad de esta madrugada insomne que a veces amo y a veces, como hoy, como ahora, duele, y ya no sé si elijo estos momentos en que estar sola duele como millones de pinchazos, como quemarse, como que la cabeza estalle sin dejarte respirar...
Tampoco sé estar de otra manera.
A veces tengo tan claro, clarísimo, que los otros no son vos, y que es justamente por eso que no hay otros... que no hay nadie más...y me enoja tanto que te robes el protagonismo de todo apenas me despierto, apenas me pasa algo inmenso, apenas un detalle del día es perfecto y quiero contártelo.
A veces, tu presencia me acompaña como un escudo, como una burbuja donde habito en la chispa de tus ojos, y el mundo se filtra en tu risa y en ese optimismo empecinado que te define, que vuelve todo más fácil, menos solitario. Algo de vos me atraviesa desde el primer día en que te vi con los ojos bien abiertos...,
Me mueve cada célula la energía con que haces todo. (Ese día que vos cantabas una canción cualquiera, y yo te vi el alma.)
A veces me alegra que seas el arma secreta del día, que estés ahí, saber que me escuchas decir lo mismo de nuevo y nunca hay juicio en tus silencios ni en tus palabras... y tu abrazo está disponible hasta que me armo de nuevo.
Me alegra tenerte en la vida aunque odie la forma en que se barajaron las cartas, me alegra que estés en el mazo.
No sé si algún día voy a ser tan valiente como esperas que sea, o tan feliz …
No sé si algún día alguien le pondrá palabras a esta soledad que no es, a esta forma de estar que no aprendí en ningún libro, en ninguna charla de amigas o de sabiduría ancestral...
(¡Sé tan pocas cosas! )
Se que a veces te extraño tanto que duele en todas partes las ganas de que estés acá. Sé que otras, la mayoría de las otras veces, —no importa dónde estemos—, yo cierro los ojos y vos me sonreís, y se me ilumina todo con tus ojos chinitos, como si fueras el sol de las tres de la tarde en mi vereda.
Y sé que si sonrío, hasta me envuelven tus brazos cálidos y tengo ese beso tuyo en la frente que me ahuyenta todos los monstruos que a veces me apretan el pecho.
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Bienvenidos!
Así comienza esta compilación de 25 poemas que te invito a leer a continuación (a los cuales accederás luego de realizar el pago en cualquiera de los modos que sean cómodos para ti)
La mayor parte de ellos fue escrito durante la pausa de la cuarentena, entre marzo y diciembre del año 2020, cuando la vida de algún modo se puso en pausa, pero el corazón siguió latiendo.
Susana Buisson
Merci pour la lecture!
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