Y ahí estaba viéndome desde la ventana con esa cara roja que parecía manchada de sangre, sus ojos me intimidaban su mirada era pesada con maldad pura. No podía moverme y esa pesadez en mi pecho me daba piquetes de muerte, quería gritar pero la voz estaba atorada no tenía forma de salir. Nos quedamos mirando, me desmayé.
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