Era un mañana húmeda con una neblina espesa, en la que apenas se distinguían los objetos, a tres metros de distancia, adueñándose de cualquier cuerpo que estuviera a su paso. Amanecía en la finca “La Esperanza”.
Un día ocupado, como muchos en esa época del año. Llegaba el grupo de recolectores de Café, proveniente de la Provincia de Tolocué, los cuales arribaban año, tras año, por esos meses.
Está Finca conocida en toda esta zona montañosa, pertenecía a la familia Gutiérrez-Campos, la cual por más de tres generaciones destacaba sus resultados en la producción del preciado grano, venerado por todos “Café Kopi luwak”
El señor Gutiérrez, y la señora Esperanza tenían 2 hijos, Enrique de 26 años y Elena de 16, ambos nacidos y criados en este lugar y en el caso de Elena era el único entorno que sus ojos conocían, ya que nunca había salido de aquellas tierras, ni aun, por necesidad médica.
Típico de las costumbres y tradiciones sociales de la época, las señoritas jóvenes mantenían un estricto cuidado y más que eso, un encierro, que apenas, solo abandonaban cuando contraían matrimonio, y esto, si el hombre que las desposaba, no las convertía en amas de casa que solo levantarían la mirada para ocuparse del cuidado de sus hijos.
Por su parte el señorito Enrique, era lo opuesto conocido en la comarca por su belleza varonil. Su figura de joven alto y elegante, deslumbrada a más de una jovencita, que respiraban profundo al verle. Enrique llevaba una vida de mucho trabajo, era él, quien se ocupaba de todo el trabajo duro, tanto de atención y siembra, como de recolección y venta de las producciones del preciado grano.
El tiempo restante, lo dedicaba a placeres y fiestas, sin mostrar interés absoluto por formalizar alguna relación sería, situación que había provocado fuertes discusiones con su padre, quebrantado la relación entre ambos. Además de los enfrentamientos por el mal trato a su madre, lo que insidia y empeoraba el contexto familiar.
También resaltaba, que, a diferencia de su padre, su comprensión humana y el reconocimiento de la igualdad del hombre, lo hacía querido y respetado por todos, desde el negro que llevaba el agua a la casa, hasta cualquier otra persona que trabajase para la familia, en especial su nana Margot, la cual había dedicado toda su vida a su cuidado, llegando hacer considerada por él, su segunda madre.
Y estos son algunos detalles de la familia aparentemente perfecta Gutiérrez-Campo. Familia que, como muchas, encierras grandes secretos y perturbaciones. De la cual ninguno de sus miembros queda excepto, resignándose a vivir con ello.
Por eso y otras razones más, un día ocurrió lo inevitable, lo que definitivamente cambio El Destino.
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