Histoire courte
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Quiero riqueza

Karen Shmidt fue otra victima de sus deseos.
Su familia atravezaba fuertes problemas economicos: debian varios meses de pago en su hipoteca, su madre ya no podia pagar por sus sesiones de quimioterapia y, pese a haber aplicado a varias universidades, todas costarian dinero y la universidad publica no era opcion para ella. Era muy ambiciosa pero no lo suficiente como para trabajar y ganar su propio dinero.
Busco en las redes a alguien que pudiese cortar "la mala suerte" de su familia; un hechizo, vender su alma, invocaciones, lo que fuere. Estaba cegada y decidida a que esta vida fuese mas llevadera, y luego pagaria el precio.
Es asi que entre sus muchas busquedas, hallo un sitio llamado "Munro", el cual parecia ser una santeria, pero estaba lleno de comentarios negativos.
-Te hace pagar caro.
-Te va a engañar.
-No le crean, el te ayudara pero no como creen.
Era aparentemente un brujo y no estaba lejos de su pueblo. Karen decidio buscarlo y copio la direccion para ir al dia siguiente. ¿El problema? Su direccion no figuraba en los mapas virtuales. Debia orientarse sola.

Luego de ver viejas guias y mapas de su padre, pudo ponerse en marcha. Tomó un autobus a la ciudad vecina y luego, se guio preguntando en la calle hasta dar con un callejon. Un largo pasillo que daba a una puerta de madera oscura, con un tallado extraño, como si lo hubiesen hecho con un cuchillo. Y en el tallado se leia "Munro".
Tenia un letrero en el que se leia: "abierto de 9 a 16. Llame una sola vez y espere." y, junto a este, un timbre dorado antiguo.
Karen oprimio el timbre, escuchandose una desafinada melodia, y aguardo.
Pasaron dos minutos y nadie salio.
Ella se impaciento y toco de nuevo pero ni bien su dedo toco el timbre, la puerta se abrio de par en par.
Un hombre de aspecto joven, con varias perforaciones, ropa alternativa, piel clara, cabello corto azul y mirada penetrante, le abrio.
-¿No sabes leer?-dijo de mala gana aunque con un tono sarcastico.
-Oh...yo...lo siento.-respondio ella algo nerviosa.
-Todas las Karen son iguales.-dijo el e hizo un ademan con la mano.-Pasa.
-¿Como sabe mi nombre?-pregunto ella entrando de a poco.
-Todos los humanos son iguales para mi. Bienvenida a Munro, soy Jake Munro. Dueño, administrador, vendedor, y lo que sea.-Karen observo a su alrededor un poco extrañada. Libros de muchas clases, cuencos con ingredientes frescos para brujeria, un gato de pelo gris y negro la miraba desde el mostrador, y hasta huesos exhibidos en un aparador.
-Soy Karen Shmidt. Su tienda es...peculiar.-fue lo unico que pudo decir. Jake se acerco al mostrador colocandose tras este.
-Gracias! Ahora, en que puedo servirte? ¿Patas de rana? ¿Hojas de belladona? Tengo el ultimo libro de Harvey Potter.-ella arrugó la nariz incomoda.
-No. A ver, no se como decirlo.
-Puedo ofrecerte lo ultimo de Kit Von T: bases de diferentes tonos que te haran verte joven y bella, por cuatro horas. Claro.-dijo enseñandole un par de frascos de vidrio.
-No. Vine aqui porque me dijeron que alguien podria ayudarme con mi problema.
-Ah. Vienes a ver a Romoon.-dijo asintiendo.-Ire por él. No toques nada.-y desaparecio tras una cortina.
-Ni loca lo haria.-dijo ella revoleando los ojos, mirando un momento los libros.
Es cuando las luces del lugar parpadearon hasta apagarse. En medio de la tienda se dibujo un pentaculo verde en el suelo con una luz cegadora. Seguida de una risa macabra y un alarido gutural. Karen busco abrir la puerta pero no cedia y, presa del pánico, se acorralo contra la pared. De ese simbolo, salio un ser encapuchado con su cuerpo negro excepto sus manos. La aurora se apago, las luces de la tienda volvieron a encenderse y ese misterioso ser, se quito la capucha.
-Siempre quise presentarme de esta forma. ¿Convincente?-era el mismo Jake pero ahora con un maquillaje extraño. Un espesor negro lo cubria hasta el cuello, su rostro era palido con marcas en azul, un tercer ojo cerrado en su frente, sus ojos eran ahora verde oscuro, y su boca estaba marcada con negro de forma que lucia que habia acabado de comer.
Karen estaba asustada y aferrada a la biblioteca.
-Bien. Vamos al grano. Yo soy hijo de los Omamori, quienes hilan sus sacos para dar fortuna y proteccion a los demas. Pese a esto, yo no trabajo de la misma forma. Yo puedo cumplir el deseo que quieras. Cualquier deseo. Pero tiene un precio. Asi que dime qué deseas.-hablo caminando de nuevo al mostrador.
-Quiero fortuna. Mucha. Quiero suficiente dinero que nos ayude a salir de todas las deudas, comprar otro auto, pagar toda mi colegiatura...
-¡Que me digas tu deseo, no la historia de tu vida!-grito Jake fastidiado.
-¡Deseo ser multimillonaria!-respondio ella retrocediendo un poco.
-Asi esta mejor. Ahora bien, tu deseo estara cumplido mañana. El precio sera el siguiente: me otorgaras diez años de lo que te quede en vida y regresare a ti en un año para robarte la voz. Ese es mi precio.-saco un gran libro rojo, abriendolo en una pagina ya marcada. Habia un contrato ya redactado y el solo puso su precio con una pluma de tinta roja. Luego giro el libro hacia Karen.-Si estas de acuerdo, firma.
-Espera, ¿en que idioma esta esto?
-Esperanto.
-¡No puedo firmar si no se qué dice!
-Pues ahi esta la salida.-dijo molesto.-Dice tu nombre, tu deseo, que aceptarás este contrato en pleno uso de tus facultades mentales y fisicas, y demás palabreria de abogados. O firmas o te vas, no me hagas perder el tiempo.
Karen miro un momento el contrato y la pluma. Ceder su voz y diez años de su vida? Luego lo penso bien.
-En la era digital, no necesito mi voz. Y yo vivo la vida al maximo, no notare la diferencia.
Es asi que tomo la pluma y firmo con su nombre y apellido. Luego Jake cerró bruscamente el libro y sonrio, enseñando sus dientes negros.
-Un placer conocerte, disfruta tu deseo.-Karen sonrio un poco pero se fue enseguida de alli, corriendo hasta la parada del autobus. En su mente sabia que hizo lo correcto pero su corazon se lleno de un miedo que jamas habia sentido. Poco a poco comenzo a sonreir. Sus problemas acabarian en la mañana!


Como Romoon prometio, los Shmidt se sacaron la loteria. Entre los boletos que compraron los tres de diferentes concursos, sumaron un total de $10.004.600.687.532. Karen no podia creer que realmente su deseo se hubiese cumplido pero ahora podia vivir al fin como queria.
Casa nueva, autos, fiestas, nuevos amigos, libres de deudas, cotizar en bolsa, y poder estudiar sin trabajar. Fue el mejor año de todos para los Shmidt.

Paso un año. Se acercaba la fecha del pago, aunque Karen estaba muy ocupada en su mundo de riqueza que no lo recordaba.
Esa noche, su familia habia reunido a sus amigos para hacer una fiesta. ¡Su madre habia vencido el cancer! Los cocineros preparaban un gran festin al aire libre, mientras la musica sonaba y algunos bailaban.
Pronto las luces empezaron a parpadear hasta estallar. Las puertas se cerraron, un fuerte viento empezo a soplar y solo la luz de la luna dejaba ver un poco todo. Karen entonces lo recordó y se aferró a su madre.
La risa macabra de Romoon se empezó a escuchar en eco, haciendose cada vez mas fuerte. Todos miraban por doquier, sin comprender qué sucedia.
-"I see dead people".-se escucho tras Karen y esta con su madre retrocedieron asustadas hacia la multitud. Era Romoon, esta vez con un maquillaje mas aterrador, simulando ser una calavera con las cuencas de sus ojos ensangrentadas. Se rio un poco y luego dijo:
-Buenas noches a todos. Lamento interrumpir su celebración. Señora Shmidt, la felicito por su fortaleza ante tan horrenda enfermedad.-hablo reverenciandola.
-¡¿Quién demonios es usted?!-gritó Arthur Shmidt.
-Precisamente.-respondió Romoon.-Karen y yo hicimos un trato, es momento de que me pague.
-¿De qué está hablando?-pregunto Emma Shmidt.
-Su hija vino a mi solicitando un cambio en su vida. ¿Creen que le atinaron a cada billete de loteria solo por suerte?-el brujo negó con la cabeza sonriendo.-Asi que Karen, un paso al frente. Hagamos esto rápido.
-No vas a hacerle daño a mi hija.-su madre se puso delante de Karen asi como el resto de la multitud y su padre, dandole la oportunidad de huir.
-Usted no se meta o ese tumor cancerigeno puede volver mañana mismo.-estaba ya impacientandose. Arthur fue hasta el con una escopeta y le apunto.
-¡Larguese de mi casa!
-Yo no haría eso de ser usted.-le advirtió Romoon.
-¡1!-el brujo no se movió.-¡2!
-Tiene hormigas en sus pantalones.-y de la nada, miles de hormigas rojas empezaron a meterse en su ropa, comenzando a picar y envenenarlo con ponzoña.
La multitud enloqueció del pánico y comenzaron a correr buscando una salida. Romoon notó que Karen ya no estaba y vio a lo lejos un trozo de ropa sobre las rejas del jardín.
-Agh...¿por qué lo hacen dificil?-murmuró sacando de su abrigo dos cuchillas egipcias plateadas.

Karen corrió por todo el vecindario, mirando atrás por si lo veía venir. Creyó que estaría a salvo con mas gente por lo que corrió a ocultarse en una feria estilo circo.
Pagó su entrada y buscó rodearse de gente cerca del espectaculo del hombre escupe fuego.
-Karen.
Le escuchó cerca y trato de ubicarlo con la mirada.
-No lo hagas más difícil.
Alcanzó a verlo y cuando lo vió más cerca, empujo al hombre pirómano y este escupio fuego hacia él, haciendole gritar tomándose el rostro.
Karen aprovecho la oportunidad y huyó.
-Muy bien, ¡ahora sí estoy enojado!-gritó Romoon con medio rostro quemado curandose lentamente.

Karen se escondió en el laberinto de espejos. Era amplio y poco iluminado pero, de alguna forma, le hizo sentir segura.
Un espejo cerca de ella se quebró y pudo ver en los demás a Romooon.
-Karen.
Ella empezó a correr perdiendose en el laberinto.
-Estás atrapada, Karen.
Lo veia cada vez más cerca pero en cada espejo, asi no sabría en dónde estaba.
-Firmamos un contrato. ¿Lo olvidaste o buscaste olvidarlo?
Regresó al principio y tomó un vidrio del espejo roto para tener con que defenderse.
-Además, Karen, olvidaste un detalle.
Al girarse, Romoon estaba alli.
Le clavó su daga en el vientre y ella no pudo ni gritar.
-Por huir de mi, ahora me debes veinticinco años de tu vida.-su cuchilla empezó a absorver esos veinticinco años, dejando a Karen con una apariencia de cuarenta y tres años.
Quitó la daga y la dejo caer al suelo, debilitada. Después, saco una caja negra del tamaño de una pieza de ajedrez, y la abrio cerca de su cara para que una pequeña esfera saliese de la boca de Karen. Su voz. Ahora también la tenía en su poder.
Romoon guardo su arma y su botín, y dio un hondo respiro.
-Hora de ir a casa.

3 Janvier 2021 23:46 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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À suivre…

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