Bajo su corona radiante, fina y pura, suspendido en la infinidad oscura, lejos de impíos y sin premura, reina el Astro rey cuan salvaje criatura.
Sus rayos de energía vibrante, tan constantes y atemorizantes, azotan todo lo que tocan, sin mediar lo que provocan.
Se transforman en vida, tras la caricia concedida, sin ningún remordimiento, quitando así el aliento.
Pero algún día, sin importar quien al final ría, explotará en mil fragmentos, sin dar paso a ningún lamento.
La oscuridad será su nueva cara, tan incorpórea en su marea, que te arrastrará hacia sus fauces, sin mediar cualidades y dualidades.
Al fin habrá muerto, el cuerpo de cien lamentos.
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