Caminando bajo las sombras me encontré, en un valle en medio de la oscuridad de la noche, el cielo estaba más oscuro de lo normal debido a la lluvia que acaecía ese día. El frío calaba mis huesos y empezaba a sentir miedo, de ni siquiera poder ver mi reflejo en los charcos de agua que se habían formado. En medio de mis temblores por la brisa que sopló escuché a los lejos un silbido demasiado fuerte que erizó mi piel, esta vez no fue por el frío.
Empecé a caminar más deprisa, sentía una presencia demasiado negativa a mi alrededor me sentía perdido, ni siquiera lograba divisar el sendero que me llevaba de vuelta a la carretera. Maldita la hora en que decidí hacer senderismo sin un equipo especial, la linterna de bolsillo que llevaba hacía más de una hora que había dejado de funcionar bien y ni hablar del celular, también me había quedado sin carga. Seguí el camino a tientas, la campera que llevaba poco me cubría de la inclemencia de la lluvia que se estaba volviendo más fuerte; otra vez escuché ese silbido esta vez más lejano que el anterior, me dije: "Que bueno que ya se fue", en eso me giré y fue cuando descubrí que siempre estuvo detrás de mí.
FIN
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