Mamá y papá se encontraban de viaje, estaban festejando su aniversario de bodas, por lo que más tarde vendría la abuela a cuidarnos a mí y a mi hermano Inko. Aunque en varias ocasiones, mi hermano y yo les dijimos que no era necesario ya que éramos bastante grandes para cuidarnos. Sin mencionar que en muchas ocasiones luchamos contra enemigos incontables en la tierra de Falashia, aunque eso no podían saberlo ellos. No obstante, ellos insistían en que no podíamos estar por nuestra cuenta un par de días, así que tendríamos a la abuela por un par de días en la casa.
Cuando llegó Inko y yo la abrazamos, mientras nuestros padres solo nos decían que nos portáramos bien cuando se despidieron. La abuela traía consigo una maleta, Inko la tomó y la colocó en la habitación que se quedaría y yo la acompañe para que se sentara en la sala. Nosotros aun teníamos clases por lo que la rutina permaneció casi igual, solo que la abuela no era tan estricta, muchas veces en la tarde se entretenía viendo su telenovela. Mientras nosotros estábamos en nuestras habitaciones haciendo la tarea o navegando en internet, según quisiéramos.
Lo primero, era justamente lo que hacía, me encontraba sentada realizando la tarea de matemáticas en el escritorio de mi cuarto. Era bastante aburrido con la única diferencia de que era fin de semana y si terminaba rápido, podría divertirme con mis amigos. No esperaba que mientras resolvía los ejercicios muy concentrada en mi habitación, recibiría la visita de un mensajero de Falashia, causando que me sobresaltara de inmediato.
Hace tiempo que no habíamos tenido una misión que involucrara viajar hacia ese reino el cual transcendía los planos espirituales, era un mundo mágico donde todos conocían y aceptaban la magia. El gato que se presento ante mi hablo en idioma humano y las siguientes palabras que dijo me hicieron prestarle suma atención.
—Poderosa hechicera Inka. Saludos.
—Saludos. Hace tiempo que no veía a un mensajero de Falashia, por favor cuéntame ¿qué te trae a estos lugares?
—El rey Katze los ha convocado a ti y al valiente caballero Inko. La gente de Falashia los necesita una vez más. —Extendió una pergamino en la cual podía ver la orden y la letra del rey, así como su firma.
—¿En qué podemos servirles? ¿Qué mal los acecha ahora? —comenté mientras revisaba el pergamino, pero no especificaba ningún detalle, solo insistía en la importancia que tenía que nos presentáramos lo más pronto posible así que me puse de pie inmediatamente.
—El rey Katze me dijo que no podía darle los detalles ya que es demasiado arriesgado, cuando lleguen a Falashia su majestad se encargará de informarles, pero por favor vengan lo más pronto posible.
—Descuiden, puede decirle a su majestad el rey que estamos en camino y que puede confiar en nosotros, como siempre.
—Agradecemos sus palabras, así se lo haré saber al rey Katze, poderosa hechicera. Se que con ustedes en camino podrá tranquilizarse. —El gato mensajero de Falashia se despidió, desapareciendo al abrir un portal entre esta tierra y su mundo.
Hace años mi hermano y yo habíamos hecho un juramento donde debíamos proteger a la gente de Falashia, eso fue cuando encontramos en la tienda de antigüedades del abuelo un libro mágico el cual me quede yo, mientras mi hermano tomó un yelmo. Los cuales, sin nosotros saberlo nos entregaron poderes sorprendentes. En ese mundo vivíamos cientos de aventuras y ahí conocimos al rey Katze al cual juramos ayudar en tiempos de necesidad, el era quien había mandado esas herramientas con la finalidad de encontrar guardianes de noble corazón. En nuestro mundo, aunque ellos conocían nuestra dimensión de otra forma.
Me apuré para ir hacia donde se encontraba Inko, tenía tanta prisa que abrí la puerta sin tocar. Mi hermano estaba en su habitación, leyendo sentado en un sofá que tenía. Inko interrumpió su lectura al verme.
—¿Por qué estás tan agitada? —Me preguntó él.
—Eso es porque el rey Katze nos ha enviado un mensajero de Falashia. ¡Debemos irnos ahora! nos necesitan urgentemente. —Le informé.
—¿Dices que nos han llamado ahora mismo? ¿Y como haremos con la abuela?
—Tal vez debamos decirle que tenemos que ir a comprar algunas cosas para la escuela.
—Sí claro, va a querer acompañarnos. Me parece mala idea, Inka.
—En todo caso vamos a ver como esta —le dije.
Entonces nos dirigimos hacia la sala, ella estaba durmiendo mientras el televisor se encontraba encendido. Se me ocurrió dejarle una nota, por si despertaba y no nos veía. Ahí le aclaraba que habíamos tenido que ir a la tienda.
—Mejor aprovechamos que esta dormida y nos vamos ya. Que tenemos escuela mañana temprano y llegar a Falashia aunque este en otra dimensión nos va a tomar su tiempo —susurró Inko, mientras yo asentí a sus palabras.
Después nos movimos silenciosamente hacia nuestra biblioteca.
—Iré por las herramientas necesarias para abrir el portal.
—Muy bien yo iré a alistarme también. —Me respondió Inko.
En nuestra biblioteca tenía oculto un grimorio azul, acaricié la portada del mismo, aquel era el que me daba mis poderes mágicos. Por lo que procuraba tenerlo camuflado entre los otros libros, aunque nadie más que yo podía emplearlo ya que se necesitaba saber leer el idioma, pero sería peligroso si terminaba en las manos equivocadas. Inko en cambio se dirigió hacia una repisa donde estaba colgado un yelmo y lo tomó para ponérselo al igual que una armadura. Yo también me cambie de ropa porque no era común en Falashia la ropa que usábamos en la tierra. Así no llamábamos tanto la atención.
—Ya estoy listo, ¿te hace falta algo más?
—No, descuida, Inko. Partamos.
Empecé a entonar unos versos para activar la magia que nos llevaría hasta el mundo del rey Katze.
— Aperire, quod dividit orbem terrarum ex portal Falashia et terram.
La energía azul comenzó a fluir de mi libro y un portal se fue creando. Inko lo atravesó primero, y después yo, porque si lo hacíamos, al contrario. El portal se cerraría tan pronto cruzará con mi libro. No nos costó mucho ubicarnos, Falashia era un lugar hermoso lleno de toda clase de criaturas.
Merci pour la lecture!
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