Mi familia desde generaciones atrás fue considera como una familia noble la cual pertenecía al reino de Manbeck. Solíamos tener unas tierras en Marboury que habían sido heredadas por generaciones a cada primogénito varón de la familia junto con el título nobiliario de Conde de Marboury. Sin embargo, mi padre, alguien que en su momento había sido un gran señor y caballero de la corte del rey. Debido a sus vicios, las perdió al apostarlas con sus amigos, seguramente por culpa de los tragos y su mal juicio. Por lo que me vi privado de mi herencia.
Me volví el escudero de Sir Williams para completar mi formación como caballero y recuperar el honor y dignidad que habíamos perdido. Como herencia lo único que me quedó fue la espada de mi padre y su armadura, pero aún no me era posible portarla. Aun me faltaban 2 años antes de que alcanzará la mayoría de edad, solo entonces Sir Williams me nombraría caballero.
En cierta ocasión, me encontraba en los establos acicalando a los caballos cuando una impactante noticia llegó. La princesa Catalina había sido secuestrada mientras viajaba rumbo al poblado de Botford. Los sirvientes me hicieron saber algunos rumores que corrían por todo el reino. Decían que el responsable de semejante acto era el rey de Reavewen, el cual había quedado profundamente enamorado de la princesa y deseaba desposarla, pero su padre nuestro rey se había negado a ello.
Quizá el rey de Reavewen pensaba que, si lograba hacerla su esposa, el rey de Manbeck no tendría más remedio que aceptar hacer una alianza entre ambos países, o al menos eso es lo que yo pensaba al respecto. Estaba en la cantina tomando un trago cuando escuché que darían una recompensa para aquel que pudiera traerla de regreso. Todos ahí estaban animados y fantaseaban con la idea de poder casarse con ella y convertirse en el siguiente rey.
Incluso yo me permití pensar un poco en ello, sin embargo, no quería que mi señor pensara que lo traicionaba al abandonarlo de esa forma al irme en una misión. Por lo que me sorprendió cuando escuché que la sugerencia venia de él.
—Howard imaginó que escuchaste sobre el rapto de la princesa.
—Así es sir Williams, está en boca de todos los pueblerinos.
—¿Te gustaría probar suerte aventurándote a rescatarla?
—Aún me falta para poder considerarme un caballero y aún estoy a su servicio así que no podría dejar mi posición de lado, solo para cumplir con esa misión.
—Eres un buen escudero, y tienes todas las virtudes que hacen a un caballero.
—Gracias, Sir Williams.
—Sin embargo, son este tipo de cosas las que hacen que los jóvenes se conviertan en hombres por lo que si quieres ir tienes mi permiso.
—¿Lo dice en serio señor?
—¿Por qué bromearía con ello? pronto este reino entrara en guerra y necesitamos jóvenes bien preparados como tú. Además, eres como tu padre. Quiero decir sacaste su fortaleza y sus mejores cualidades. Esa son la clase de hombres que necesitamos, y esta misión te preparara, entre más experiencia cargues estarás mejor preparado para defender nuestras tierras.
—Pero aún no tengo los recursos por si me nombran caballero.
—El rey recompensara bien al que traiga de regreso a su hija. Recupera las tierras de Marboury, el patán del conde Haring que las tiene, es un imbécil. Entonces, podremos brindar y celebrar en tu castillo.
—Se lo agradezco.
—Ve a prepararte muchacho.
—Así lo haré, con su permiso.
Tome la vieja armadura de mi padre, no estaba exactamente adecuada a mi medida así que solo me quede con el peto, y la espada. Cuando terminé de alistarme para partir, me despedí de Sir Williams y los sirvientes de su castillo. Entonces me dirigí a caballo a la última ubicación donde habían visto a la princesa. El viaje hacia Botford duraba al menos unos cuatro días, pero no podía desgastar a mi caballo por lo que en el siguiente pueblo vería si podía cambiarlo por uno que estuviera mas descansado. También dormiría en una posada, para estar fresco a la mañana siguiente.
Con un nuevo caballo partí y fui repitiendo el proceso conforme viajaba de pueblo en pueblo. Cuando llegué al bosque que se rumoraba que la princesa Catalina había desaparecido me encontré con unos bandidos que intentaron detenerme y robarme todas las pertenencias. Con astucia los enfrente uno a uno, era muy estúpido pensar que solo por ser un solo caballero y ellos mayoría, podrían vencerme a mí. Sus técnicas de combate eran sucias y poco honorables, pero pude desarmarlos sin demasiados problemas.
—Perdónenos por favor —imploro uno de ellos.
—Ahora mismo no tengo tiempo para lidiar con ustedes, pero asaltar a los caminos y a un caballero es un crimen que se castiga en algunas ciudades cortándoles las manos a los responsables.
Ellos temblaron al escuchar eso.
—Y por atacar a un noble caballero el castigo podría ser peor.
—No sabíamos que era un noble, mi lord.
De repente se me ocurrió una brillante idea, si ellos conocían los caminos tal vez podrían saber algo de información.
—Estoy dispuesto a perdonarles la vida, si me dicen algo de valor que compense sus actos.
—Pero que podríamos decirle, mi lord.
—Han escuchado las noticias sobre la desaparición de la princesa ¿verdad? Seguramente aprovecharon aquella noticia y esperaron aquí para asaltar a todo aquel que se dirige a Botford. Un acto bastante vil de su parte.
—Nosotros solo queremos algo para alimentar a nuestras familias. Nunca planearíamos algo así de vil.
Les apunté con mi espada y ellos volvieron a temblar.
—No jueguen conmigo que no tengo tiempo para perder con ustedes. Si no tienen información entonces no me sirven.
—¡De acuerdo, espere! puede que si sepamos algo —comentó uno de ellos.
—Binton es el poblado más cercano a Botford, esta al noroeste de aquí, es probable que si los hombres de Reavewen la tomaron se llevaran a la princesa hasta ahí.
—Hay alguna razón por la que piensen que ese sería el lugar, ¿no querrán engañarme?
—No claro que no, eso jamás.
—Entonces ¿Porque piensan que la llevaría ahí?
—Eso es porque se dice que hay un dragón que pertenece al rey y vigila la frontera, John dice que una vez lo vio cuando iba a comerciar en la frontera del pueblo de Wigin.
—Es verdad, mi lord, yo lo vi.
—Investigaré, pero si encuentro que sus palabras son falsas volveré y los mandaré yo mismo a encerrar. Márchense por ahora y mejor que no los vuelva a ver robando.
Ellos se fueron rápidamente y yo me dirigí hacia el noroeste, nunca había visto un dragón y esperaba no tener que verlo jamás.
Fui hacia la frontera de ambos reinos, y ya que Binton estaba bien vigilado, tuve que infiltrarme. No era tarea fácil hacerlo con armadura así que use un disfraz para entrar. Estaba seguro que con la apariencia de un sirviente nadie me haría observaciones ni me detendría y así fue. Una vez dentro, esperé a que fuera de noche y fui a un bar a conseguir información, pero no encontré nada, hasta que mientras caminaba por las calles, escuché a unos guardias hablar en voz baja sobre el traslado de la princesa a Draxton.
Tuve que actuar de inmediato, cuando uno de ellos se dirigió a un callejón para hacer sus necesidades, lo embosqué y terminé de sacar información, aunque después de hacerlo hablar tuve que dejarlo inconsciente con un golpe en su cabeza. Él me contó que Draxton era una mazmorra que servía para encerrar a prisioneros, la cual se encontraba en un volcán. Aparentemente el rey pensaba que podría convencerla de volverse su amante, de lo contrario la tendría ahí hasta que cambiara de opinión o muriera.
Me tomó unos dos días encontrar la mazmorra, estaba bien vigilada, y el calor era horrible espere a que oscureciera en una distancia prudente, Pero conforme me acerque, noté que los guardias se encontraban inconscientes, en un principio se lo atribuí al licor, por lo que me di prisa. Conforme avanzaba, encontré a otro caballero con una mujer de la mano. Al verme pareció alarmarse y desenvaino su espada.
—Escóndete yo me encargare de ese sujeto —me pareció que le dijo y ella, aunque se veía dudosa, acepto y corrió lejos a ocultarse. Entonces empezó a enfrentarme con su espada en mano, no estaba seguro de lo que ocurría, pero no iba a dejar que me matara por lo que no dude en defenderme cuando me atacó. Debía salvar a la princesa a cualquier costo y si él era un enemigo no tenía más opción que luchar contra él.
—Eres muy hábil con esa espada —le dije
—Tu igual, ¿cuál es tu nombre?
—Howard Gregory ¿y el tuyo? no me gustaría matarte sin antes saberlo.
—Descuida, eso no pasará. Soy George Linceston pero por más hábil que seas. —Empezó a decir y el combate se reanudo—Yo soy diez veces mejor, por eso te dejaré dañar a la princesa.
—No trato de dañarla, intento salvarla.
—¿No eres uno de los guardias de este lugar?
—No…claro que no.
Dejamos de chocar nuestras espadas cuando un fuerte estruendo se escuchó en el cielo y un poderoso dragón de dos cabezas bajo de donde nos encontrábamos. No podía creer lo que mis ojos veían. Cuando empezó a escupir fuego por sus dos cabezas tuvimos que ocultarnos en una de las columnas para no morir. Se veía que tenía la intención de matarnos a ambos, algún guardia de los que quedaba debió dar aviso al rey y mando a su dragón a detenernos.
—¿Qué tal si trabajamos en equipo primero y sacamos a la princesa de aquí? Después continuaremos con nuestro duelo.
—Pienso igual, me gustaría poder regresar a casa con vida. Yo me encargare de la cabeza derecha, tu encárgate de la izquierda —le dije.
Corrí hacia el dragón con mi escudo, no quería que me convirtiera en cenizas así que no tenía mucho tiempo para perder. Sin embargo, el dragón era demasiado fuerte y yo no estaba preparado para enfrentar a esta clase de amenaza, pero no había tiempo para dudar o tener miedo, así que lo ataque en su cuello aprovechando mi tamaño y agilidad.
—Si podemos herir una sola cabeza puede que se retire —le comenté a mi compañero que también enfrentaba sus dificultades para enfrentarlo. De lo que más teníamos que cuidarnos era de su aliento y garras.
—Es más fácil decirlo que hacerlo —comentó él.
—¿Qué pasó con el entusiasmo de antes? No que diez veces más fuerte que yo —bromeé.
Nos vimos obligados a retirarnos entre las mazmorras, aún era un dragón joven, podíamos saber esto por su tamaño.
De repente a él se le ocurrió otra idea, y esa era atacar sus alas. Sí le incapacitábamos una no podría seguirnos si intentábamos huir, lo cual no era exactamente caballeresco, pero era mas importante salvar la vida de Catalina.
—Yo lo distraeré —dijo él—así no te notará cuando le caigas encima y puedas cortar una de sus alas. Después nos llevaremos a la princesa lejos y a salvo, lo último que queremos es darle tiempo a que lleguen los refuerzos del rey de Reavewen.
—De acuerdo, suerte.
—Y si no lo logró... huye con ella.
—Saldremos todos, aún tenemos un combate pendiente, George.
—Si tienes razón, esto no va a terminar en un empate.
Envalentonado mi compañero salió primero y distrajo al dragón, podía admirar su valor así que yo busque posicionarme en un lugar más alto para caerle encima y cortar su ala. Cuando vi que estaba por arrinconar a mi compañero de armas, salté hacia el dragón y le empecé a propinar heridas en su ala, la bestia soltó alaridos por el dolor y me empujó al suelo. El dragón estaba enfurecido, mi compañero le tendió una trampa guiándolo hacia la lava. Me levanté del suelo adolorido, no sabía si caer en el magma lo destruiría por completo, pero tenía la certeza de que al menos estaba lo suficientemente herido como para que nos dejara marchar.
Estábamos exhaustos, pero aun así trabajando en equipo, pudimos hacer frente al dragón. George se llevó cargando a la princesa que vino a nuestro encuentro cuando considero que ya no corría peligro alguno. No obstante, tuvimos que acampar antes de atravesar la frontera, aprovechando el bosque para escondernos.
—¿Qué haremos a partir de ahora? aun no concluimos nuestra batalla.
—Ciertamente, nos corresponde terminar esa batalla, pero… me daría lastima tener que matar a un compañero de armas.
—No obstante, no puedo dejarte entregar a la princesa, ella y yo estamos muy enamorados.
—Tengo la solución perfecta, caballeros. Le hablare a mi padre de la valentía de ambos sobre cómo me salvaron del rey y derrotaron a ese dragón, así ambos serán bien recompensados.
—No sería muy gallardo de mi parte, separarlos si tanto se aman, aceptare la propuesta de la princesa ya que es un hecho que ambos trabajamos en equipo.
—Hay algo en particular que desees —me preguntó la princesa.
—Me gustaría recuperar las tierras de Malboury de mi familia.
—Entonces así le hare saber a mi padre.
Ambos obtuvimos lo que más deseábamos, él pudo casarse con la princesa. Yo en cambio gané una amistad y me convertí en el señor de las tierras que pertenecían mi familia. También a mis 20 años me nombraron caballero, era uno de los más jóvenes que había existido en el reino.
Después de mi nombramiento, partí para contarle mi aventura a Sir Williams el cual me invitó una cerveza mientras charlábamos como iguales.
—Tu padre y sus ancestros estarían orgullosos de ti por recuperar las tierras de tu familia, además de convertirte en su señor. Ahora todos en este reino te conocerán por tu verdadero nombre Sir Howard Malboury.
—Sin duda el reconocimiento es bueno, pero me es suficiente con recuperar la dignidad de nuestra familia.
—Enhorabuena, brindemos por eso.
Desafortunadamente, el rey de Reavewen debía estar enfadado, por lo que las advertencias de guerra se intensificaron, pero nuestro reino tenía nobles caballeros que eran capaces de lidiar con la posible amenaza.
Merci pour la lecture!
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