Taehyung es un omega de 20 años que muy difícil lograba derrumbarse ante sus sentimientos; no lo hacía y eso llamaba mucho la atención; nunca lloro cuando a los 10 años su padre murió, pues se decía que no estaba solo, tenía a su madre; tampoco lo hizo cuando su madre le corrió a los 15 años, pues se repetía que tenía a su alfa cerca suyo; incluso no brotó ni una lágrima cuando el que creía sería su destinado le abandonó con un cachorro en su vientre, se repitió que no estaba solo, ahora su pequeño "frijolito" le hacía compañía; ni siquiera soltó lágrimas de dolor cuando tuvo las peores contracciones, sintiendo que sus caderas se rompían junto a sus huesos, no importaba si al final tendría lo mejor entre sus brazos. El omega de cabellos dorados como el oro no lloraba porque sabía que nunca más estaría solo y porque los dolores que había pasado no eran tan fuertes como para doblegarlo junto a su lobo.
Conoció el dolor días después del parto, mientras estaba recostado de lado mirando la pared blanca carente de decoraciones, comenzó a sentirlo cuando a lo lejos escuchaba los llantos de los pequeños pidiendo por la leche y el calor de sus madres, sus ojos verdes se cerraron y sus manos delgadas buscaron con desespero llegar a su vientre, la casita de su "frijolito", una enorme desesperación crecía en su pecho seguida de un sentimiento nunca antes experimentado, sus largos dedos delgados se pasearon por su ahora plano abdomen, un nudo enorme se formó en su garganta impidiéndole hablar, su nuez de Adán subía y bajaba a la par de su pecho acelerado, su ceño se transformó en un puchero que le hizo parpadear buscando alejar la humedad que en sus ojos avanzaba, con sus yemas tentó su vientre sin encontrar lo que buscaba, lo que hace una semana era un bultito que le dejaba duros movimientos sobre su palma, ahora era un espacio vacío; boqueo asustado con las primeras lágrimas brotando, inhalo profundo capturando la leve esencia a natilla que aún predominaba por encima de su aroma a lavanda, justo por encima de su pecho donde su cachorro había estado unos escasos segundos, sus labios pálidos temblaron ante el recuerdo amargo que ahora cobraba sentido.
Después de horas de parto, soportando las constantes contracciones transitar por su cuerpo debilitado y sudado, un último pujido acompañado de un grito que le hizo arder en la garganta le dio la bienvenida a su pequeño "frijolito", un cachorrito de tez canela como la suya, una mata de cabellos oscuros y la boquita más chiquita que había visto fue colocado sobre su pecho sudado, su rico aroma a natilla se colaba por su piel hasta llegar a su corazón, por primera vez se sintió tan cálido, Taehyung ya no estaba solo... hasta que su pequeño bebé dejó de moverse sobre él, fueron segundos, pudo contarlos con exactitud, 15 segundos en los que vio al personal médico entrar y llevarse a su bebé, no entendía qué pasaba, ni porque las enfermeras le miraban con lástima, no pudo entender las palabras del médico cuando horas después volvió y le palmeo la espalda con empatía. Solo asintió y se encerró junto a su lobo en un estado que le mantenía sedado de la realidad que amenazaba con derrumbarle.
Por 7 días Taehyung sentía que divagaba entre la nada, escuchando a lo lejos lo que pasaba, pero sin poder reaccionar al creciente dolor que se avecinaba, no comprendía ¿acaso todo era un mal sueño? ¿Dónde estaba su "frijolito"? Deseaba poder salir de esa pesadilla y estrechar entre sus brazos a su cachorrito, sentir su tibio cuerpecito y repetirse que no estaba solo, que nunca más lo estaría.
Lastimosamente para Taehyung, su mal sueño se rompió para llevarlo a algo peor, la realidad. Con sus yemas rozaba su estómago buscando dar con esa curva que le caracterizaba, sentir el movimiento alegre responder a su tacto y comprobar que no estaba solo, que su "frijolito" seguía ahí, esperando para ser liberado, que los pujidos que dio días atrás solo eran par5te de un cruel sueño. Pero no lo fue, por más que el omega rubio se pellizcaba, la pesadilla no terminaba, ni su bebé regresaba, una creciente desesperación le impulsó a saltar de la camilla, sin importar lastimarse por los sueros conectados, en el frío piso blanco sollozaba, su lobo aullando con un dolor que traspasaba su piel, después de años luchando por nunca caer en soledad, al fin esa sombra lo había alcanzado llevándose lo que más amaba, su "frijolito", su pequeño cachorrito. Con la garganta rasposa por los días sin hablar, se permitió soltar un grito que estaba seguro alteraría a más de uno en el hospital, su amarga pérdida le hacía soltar un sin fin de lágrimas que nunca imagino podía guardar; se dijo que tal vez, después de todo por fin lloraba por todo el dolor acumulado. Abrazo su vientre desesperado, sintiendo como las palabras dichas por las enfermeras se tornaban claras y la voz de su médico repitiendo esa oración que sería su acabose.
"Lo siento mucho señor Kim, el cachorro no soporto, él falleció, tal vez si un alfa hubiera estado a su lado..."
Maldijo esas palabras, gritó hasta sentir que su garganta y pecho ardían, lloro sin contenerse, ni siquiera se limitó a parar la caudalosa fuente en la que sus ojos se habían transformado cuando el personal médico llegó, ya nada importaba, sintió sus brazos ser sujetados, el punzón de la filosa aguja abriéndose paso entre sus venas, luego la oscuridad acariciándole mientras escuchaba el primer y último llanto de su cachorrito antes de caer dormido.
Los demás días se volvieron similares, Taehyung llorando como nunca antes se había permitido, dejando que su lobo tomara el control mientras él se asfixiaba en recuerdos dolorosos, escapando de su habitación para ir a aquel lugar donde los recién nacidos se guardaban, buscando en cada cuna a su "frijolito", con la esperanza de ver el piel de miel mover sus manitas pequeñitas y sentir su tibieza calmarle, pero no lo encontraba, su bebé nunca aparecía, incrementando ese horrible dolor que le llevaba a permanecer sedado, dejando que el sueño le hiciera olvidar su soledad mientras suplicaba a la Luna su vida terminara.
—Taehyung, debemos ingresarte al programa "Hope" —el médico beta intentaba convencer al omega frente a él. Hoseok no podía evitar sentir una pizca de lástima al ver al rubio así de destrozado; él había sido quien le dijo a Taehyung que estaba en cinta, también fue quien llevó el control del embarazo y también fue quien se encargó de dar la mala noticia de que el cachorro no había aguantado.
El rubio permanecía sentado en la camilla, su vista fija en el suelo blanco, la bata que al inicio se ajustaba a su cuerpo relleno, ahora se escurría por su figura delgada, había perdido demasiado peso, tanto que la tela resbalaba por sus hombros huesudos dejando casi expuesto el pecho semi plano. Movía sus pies ignorando las palabras de Hoseok. No quería asistir a ningún programa que lo salvara, no sin su "frijolito".
—Mira, sé que esto es difícil, pero podrá ayudarte a salir de esto —el beta fijó su vista en el pecho canela y como de este emanaba una gota de leche que escurría hasta perderse en la tela—. También podría incluirse en un programa donde podrás ayudar a alimentar cachorros sin su madre...
—¡No! —gritó el omega, por primera vez miraba al médico, sus manos apretando la blanda camilla bajo el—, mi leche es para "frijolito", él volverá y tendrá hambre. —su voz se quebró al final, iniciando otra vez un llanto incontrolable, cubriendo su rostro con sus manos temblorosas.
Hoseok sabía que no podía obligar al omega, pero si seguía en ese estado sólo era cuestión de tiempo para que su vida terminara, no tenía una marca que le ayudara, menos un alfa a su lado. Suspiró profundo y se acercó para dejar su profesión de lado y sacar a flote la verdadera empatía que sentía por el menor, cruzó sus brazos por el cuerpo delgado y dejó que su bata blanca recibiera las lágrimas saladas.
—Quiero ayudarte, Tae, pero necesito que confíes en mí, déjame inscribirte al programa "Hope". —pasaba sus manos por el cabello enredado, deshaciendo con sus dedos los nudos—. Te prometo que estarás mejor.
—Solo quiero a mi bebé —suplicó Taehyung—, por favor, haz que vuelva, haz que vuelva, te lo ruego, yo lo escuche, sentí su calor, él debe volver, no quiero estar solo sin él...
El médico supo que tenía que hacer algo pronto. Inyectó un calmante al omega cuando sus gritos comenzaron a incomodar a los pacientes, vigiló que nadie se acercara a la habitación, trago el nudo en su garganta y se repitió que estaba haciendo lo correcto antes de coger el lapicero para falsificar la firma de Taehyung. No podía dejar que el rubio muriera, él debía entrar al programa de omegas abandonados, sabía que con sus recomendaciones el menor pronto tendría un alfa que le ayudará a sobrellevar el dolor, solo era cuestión de días para esperar por el indicado.
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Sus ojos ardían por los días sin dormir que llevaba, se sentía tan cansado que aún se preguntaba cómo aguantaría por lo que venía. Su respuesta llegó con un quejido, con prisa se acercó a la pequeña incubadora donde su bebita se encontraba, pasó sus manos por el cristal que le impedía tocarla, sintiendo ese nudo formarse en su garganta, la culpa acechando su cabeza.
A sus 25 años, había pocas cosas de las que se arrepentía, pero sin duda esa era una de las principales; si hubiera actuado como un buen alfa su bebé no estaría ahí dentro luchando por vivir, se arrepentía de no haber marcado a Jisoo, debió hacerlo aunque no la amará, aunque ella no fuera su destinada. Debió ser un alfa ejemplar y olvidar los cuentos de amor donde la madre Luna le emparejaba con un omega creado para él.
—Deja de culparte —la voz del médico, y amigo le irrumpió de sus pensamientos— Jisoo y tú lo habían acordado, ambos eran conscientes del gran error que cometieron y sus consecuencias.
—Ella me necesitaba, Jimin —respondió el gran alfa aún con su vista en su pequeña hija—, debí hacer algo más, obligarla a aceptar, lo que sea para que ambas estuvieran a salvo, para que las cuidara como se debía.
—¡Hey, Gguk! —llamó el médico—. No fue tu culpa, de nadie en realidad, Jisoo estaba enferma, créeme, ni siquiera una marca la había salvado. Deja de atormentarte, hazlo por ella —miró a la pequeña bebé—. Ella te va a necesitar.
—Todo esto es demasiado abrumante, hace seis meses supe que sería padre, luego, después vino la enfermedad de Jisoo y ahora todo esto —suspiró, intentando controlar su voz que amenazaba con quebrase— ¿Sufrió? —preguntó con miedo, tragando las emociones que se juntaban en su pecho y buscaban fluir sin control.
—No, fue rápido —suspiró y tocó el hombro del alfa pelirrojo—. Fue muy fuerte, logró aguantar hasta que esa pequeña saliera, Jisoo era una gran omega.
Jimin observó a la pequeña bebé removerse entre los tubos a los que estaba conectada, era prematura, a sus 7 meses tuvieron que sacarla con urgencia o llevaría la misma suerte que su madre omega. Era sin duda un milagro que siguiera con ellos, su cuerpecito débil luchaba por mantenerse, sabía que todo sería distinto si tuviera el calor de un omega a su lado.
—¿Qué voy a hacer, Jimin? Los demás médicos me dicen que si no encuentro un omega que le alimente, mi niña no aguantará —moqueó al sentir como su llanto se avecinaba—. He buscado en el hospital y nadie quiere ayudarme —se giró al médico con sus ojos rojos e hinchados, sin importar lo que la jerarquía dictaba, el alfa buscaba consuelo entre los brazos de un beta—. No quiero perderla, no a ella.
El médico entendía la situación de su amigo, era realmente difícil que un omega cediera parte de su leche a otro cachorro. Los omegas recién paridos se volvían recelosos con sus crías y alimento. Por eso sabía que la mejor solución para su amigo era buscar entre los omegas inscritos en el programa "Hope", aquellos pobres desamparados que habían sido abandonados, el médico conocía poco el programa, pero entendía que en su mayoría eran omegas con lazos rotos o sin marcas que los habían llevado a perder su embarazo, una pequeña cantidad sobrevivía para dar a luz, y otra más pequeña mantenía a sus bebés a salvos. Estaba seguro que entre esos cortos porcentajes existiría un omega de buen corazón que se apiadara.
—Sabes, conozco al doctor Jung —comenzó a hablar con cautela, sin dejar que sus emociones se mostraran ante la mención del beta—. Él junto con el doctor Kim, manejan el programa "Hope" —jugó un poco con sus manos—. Yo podría hablar con Jung y pedirle ese favor, estoy seguro que debe haber un omega que pueda ayudarnos dentro de ese programa. —sonrío al mayor y le palmeó el brazo.
Jungkook limpió sus lágrimas con el dorso de su mano y sonrió agradecido a su amigo. Toda opción se veía viable ante sus ojos.
—Por favor, hazlo. Yo puedo hacer buenas donaciones al programa, pero por favor ayúdame a mantener a salvo a mi niña —no le importaba lo que tuviera que hacer con tal de que su cachorrita estuviera a salvo.
—Descuida amigo, lo haré. Contactaré a Jung y haré todo porque encontremos un omega que les ayude —el pequeño médico se giró para cumplir con lo prometido pero la voz del alfa le irrumpió.
—Gracias, Jimin. Sé que Jung no te agrada, por eso valoro esto.
Jimin sabía que había momentos en los que valía más la amistad, sacrificar un poco su roto ego a causa del médico mencionado por salvar a esa pequeña. Asintió al mayor y se dispuso a hacer lo pedido.
Ahora solo era cuestión de tiempo para que la pequeña Jeon estuviera a salvo. Tal vez encontraría a un omega que necesitara de ellos, tal vez las cosas realmente podrían funcionar.
[●●●]
Los días en el hospital eran lentos para Jungkook, aunque las enfermeras le decían que no había mucho que pudiera hacer por su niña, él se rehusaba a volver a su casa sin su pequeña Ha-neul. Sabía que Jisoo deseaba llamarla así, por lo que no dudó en ponerle ese bello nombre, la pequeña Jeon Ha-neul.
Observó a detalle el cuerpecito delgado, la piel pálida dejando ver algunas venas azuladas, el ralo cabello rojizo parecía una delicada mata cubriendo la cabecita, mientras su boquita chiquita se apretaba a la par que las manitas. Sonrió, dejando que su aroma a menta fresca le diera algo de calma y confianza a Ha-neul. Jungkook estaba seguro que la pequeña le reconocía, su inocente aroma a natilla era débil, pero sentirlo le hacía aumentar sus esperanzas.
Suspiró complacido de ver a su hija dejar de soltar quejidos gracias a su aroma, y se sentó sintiendo una vez más esa extraña sensación que se instalaba en su pecho. Su lobo llevaba días rogándole por dar protección de manera urgente, pero Jungkook no entendía a lo que se refería, él protegía a su niña ¿de quién más hablaba su lobo?
—¡Jungkook, Jungkook! —entró gritando Jimin causando que el alfa le callara con solo una mirada, pues la pequeña yacía dormida—. Lo siento —se calmó y llevó su mano a su pecho agitado—. Tengo buenas noticias.
El alfa no quería ilusionarse, pero por su cabeza solo pasaba la esperanza de que por fin encontraron un omega para él y su niña. Por más que quería decirle a Jimin que no se callara, que le contara todo, su boca se selló por la emoción.
—Encontramos un omega, bueno Jung lo hizo, pero no importa —caminó para colocarse aún lado del alfa pelirrojo—. Ha-neul estará a salvo.
Eso bastó para Jungkook, un peso se levantó de sus hombros, no pudo evitar imaginarse saliendo de ese hospital con su niña en brazos. Su lobo por otro lado comenzó a rasgar en su interior, instalando una vez más ese instinto protector, liberando sus feromonas más feromonas de lo normal, como si buscara que llegaran a otro lugar. Negó con su cabeza ignorando lo raro que actuaba su animal, debía concentrarse en lo mejor, su pesadilla estaba por terminar,
—Jimin, no sabes cuanto te agradezco esto —sonrió, permitiéndose que sus ojos se humedecieran—. Pero, por favor, dime más ¿Cómo es? ¿Tiene cachorros? ¿es un él o una ella? —inquirió con emoción, dejando que su lobo soltara más preguntas, era como si su animal buscara indagar más del omega, como si quisiera aprobar que era el indicado.
Jimin relamió sus labios, recordando las palabras de Hoseok. Ese omega que le salvaría a su amigo, era un pobre abandonado, con un cachorro fallecido a solo minutos del parto; por suerte para ellos aún producía leche que, según Jung, el omega ofreció amablemente a cambio de que Jungkook le brindara un poco de calidez para superar su pérdida y la inexistente marca. Sabía que el alfa no se negaría, después de todo era un trato justo para ambos.
—Veras, es un él —buscaba una manera sutil de contar la situación del omega—. Jungkook, él también tuvo una pérdida, por lo mismo está en el programa —suspiro y pasó una mano por su cabello liso—. Jung solo pide a cambio que intentes darle algo de paz al omega, liberar tus feromonas para que pueda levantarse, será una ayuda mutua ¿Qué opinas?
El alfa asintió rápidamente, no pondría peros en hacer algo que ayudará a su hija, y extrañamente su lobo había aceptado de manera rápida. Ambos de acuerdo en la situación.
—Me parece perfecto, puedo hacer eso. ¿Cuándo empezaremos? —entre más rápido, mejor para el alfa.
—Como tu mejor amigo es muy genial, logre que muevan al omega aquí mañana mismo — alardeo Jimin—. Creí que sería mejor traerlo aquí, así Ha-neul estará más cómoda, aparte mi hospital es mejor que el de Jung.
Jungkook sonrió complacido, al fin su pesadilla tendría fin. Mañana tendría junto a él a un omega que le ayudará a salvar a su niña, a cambio él tendría que devolver el favor buscando darle la paz, y aunque el alfa nunca estuvo del todo acuerdo en ese tipo de programas, se sintió ansioso por comenzar a liberar sus feromonas, su lobo saltando en su interior como si esperara por algo que le haría muy feliz, desplazo lo que el animal en el provocaba para enfocarse en su prioridad, su hija.
[●●●]
Mantenía su cabeza pegada al cristal del auto en movimiento, no entendía bien porque dejaba el hospital, pero tampoco le importaba, sabía que moriría pronto, lo deseaba, por fin reencontrarse con su padre y su "frijolito". A veces despertaba a mitad de la noche con el cuerpo sudoroso y tembloroso, juraba escuchar a su lobo pedirle que esperara, que aún no era el momento. Le frustraba no entender, le incomodaba ver los días pasar y que sorpresivamente siguiera con vida.
—Te aseguro que moverte de hospital te sentará muy bien —Hoseok, nervioso apretaba el volante de su auto, incapaz de decirle toda la verdad al omega, lo conocía, sabía que se opondría a ceder su leche a un cachorro que no fuera suyo, pero también confiaba que cuando tuviera a la pequeña en brazos su lobo y el aceptarían, Taehyung no era un omega malo, solo uno que había sufrido demasiado.
El rubio ignoró las palabras del beta como lo venía haciendo los últimos días, incluso sus ganas de hablar se reducían a la nada. Fue ayudado por unos enfermeros para subir a una amplia y lujosa habitación, incluso las batas eran de mejor tela, con unos protectores sobre su pecho goteante. Cerró sus ojos al sentir un chorro de leche escurrir por sus pezones, sollozo, no entendía porque su cuerpo seguía produciendo ese alimento cuando su cachorro ya no estaba, quería que todo parara.
Taehyung se sentó en un cómodo sillón, subiendo sus piernas hasta su pecho, abrazándose a sí mismo, pensando en poder llorar con libertad hasta que su lobo captar un aroma a natilla, era débil y venía impregnado de una fuerte fragancia a menta, sacó su cabeza del escondite entre sus piernas, fijando su mirada en la puerta, esperando a ver el origen de tan relajante esencia que le hizo detener su llanto, sus ojos hinchados y rojizos se abrieron de golpe cuando vio al doctor Hoseok entrar con dos extraños, uno de ellos con algo entre sus brazos, algo que le hizo soltar un gemido lastimero.
El omega se levantó de su lugar, sus piernas temblorosas sin entender bien si se debía a la debilidad de los días pesados o por su lobo desesperado, camino hasta lo que identifico como un alfa, su rico aroma inundando la habitación, posándose suavemente sobre su piel y acompañando la dulce natilla, llevó sus manos a su boca cuando lo vio, era una cachorrita, una muy pequeña, un remolino de emociones le hizo comenzar a sollozar al verla tan desamparada, se notaba que la pequeña sufría, su animal rogaba por tomarla y pegarla contra su pecho; pero el recuerdo de su "frijolito" le hizo reaccionar.
—¿Qué hacen aquí? ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué hace ella aquí? ¡Los quiero fuera! —gritó ante el recuerdo de su cachorro muerto. Su pecho comenzó a gotear más de lo normal causando inconformidad, los brazos de Hoseok le sostuvieron para no dejarse caer al frío suelo de mármol.
—Tae, mírame —pedía el beta—. Ellos son el doctor Park, Jungkook y su pequeña Ha-neul —sostenía al omega que lloraba sin control con su mirada en el suelo—. Son amigos y necesitan de tu ayuda.
Jungkook apretó el cuerpecito contra su pecho, su vista fija en el omega que no dejaba de llorar, no entendía qué pasaba, ni porque reaccionaba de esa forma, se giró a Jimin esperando por respuestas que no llegaban, sin entender bien porque, siguió las órdenes de su lobo para caminar un poco más cerca al omega y comenzar a liberar sus feromonas. Su animal gritaba por tomar entre sus brazos al rubio, fundirse en un abrazo protector con su pequeña entre ambos, sintiendo su calor. Pero se detuvo al sentir la mano de Jimin sujetar su antebrazo.
Ambos amigos observaban la escena, uno de ellos sin entender que de malo pasaba con el rubio; otro con algo de culpa, pues sabía a la perfección que el omega podría reaccionar mal. Jimin y Hoseok habían decidido reunirlos sin decir más que lo esencial, en el caso de Taehyung nada se advirtió, pues confiaban en que el omega terminaría cediendo ante la bebé.
—¿Él no sabía? —cuestionó algo molesto Jungkook a su amigo. El silencio de Jimin le confirmó que su duda era cierta— Jimin ¿por qué el actúa así? —insistió— Jimin...
—Él no sabía todo —vio como Hoseok intentaba calmar los llantos del omega—. Bueno, no sabía nada —el alfa soltó el aire molesto—. Perdió a su cachorro, creímos que ver a Ha-neul ayudaría —dijo bajito al sentir la dura mirada de Jungkook.
—¡Dios! Jimin, esto está mal —dijo en voz alta llamando la atención de todos, miro al omega en el suelo, sus ojos hinchados, la punta de la nariz rojiza y las mejillas ahuecadas llenas de lágrimas, el alfa no dudo en que aun en ese estado, el omega era tan hermoso y sublime, los ojos verdes goteantes de amargos recuerdos, eran dos faros que le mantuvieron hechizado por unos minutos, tiempo en el que su lobo y el conectaron pensando lo mismo: protegerlo. Camino con su hija entre brazos hasta llegar al rubio—. Lo siento, no sabía que esto podría dañarte, creí que sabías del programa "Hope"—con Ha-neul en sus brazos logró acuclillarse—. Solo quería un poco de ayuda con mi bebita, ella perdió a su madre y ahora su vida está en riesgo, estoy desesperado, pero créeme que si me pides irme lo haré, no quiero causar alguna incomodidad.
Taehyung no pudo evitar asomar su cabeza a donde la cachorrita se encontraba, saber que había perdido a su madre le hizo un hueco en el pecho; sus dedos comenzaron a picar por extenderse hasta la cabecita, su lobo exigiendo coger a la pequeña, su cuerpo frío adquiriendo un cálido sentimiento, dejando que sus pechos segregaran el líquido amarillento, era como si su naturaleza le exigiera hacer lo correcto. Con sus manos y rodillas gateo hasta llegar al alfa, moqueo y cerró sus ojos dejando que su lobo apareciera.
El alfa no se asustó cuando el omega rubio pasó su nariz por la carita de su hija, por extraño que pareciera, le pareció correcto dejar que el contrario analizará a su pequeña, sentía muy de cerca la piel caliente del omega, su relajante aroma a lavanda le hizo adormecerse, parpadeando sin control y liberando complacido su aroma por toda la habitación.
—Tiene hambre —dijo Taehyung aún cerca del alfa y la pequeña. Trago duro antes de con cuidado poner sus manos sobre la bebé. Mordió su labio al ver como el alfa le cedía a la cachorrita, su quijada tembló cuando la tuvo entre sus brazos, soltó el aire que no sabía contenía y la pego con cuidado a su cuerpo, inhalo la esencia a natilla y se permitió soltar unas lágrimas ante el amargo recuerdo, su lobo le indico que debía hacer, con algo de miedo alzo su mirada al pelirrojo— ¿Puedo alimentarla?
Ambos médicos sonrieron aliviados, después de todo su plan estaba funcionando. Jungkook asintió agradecido hacia el rubio, ayudó al omega a levantarse con su hija en brazos y lo encaminó hasta el cómodo sillón. Taehyung levantó su vista a los médicos, sintiéndose algo incómodo por tantas personas en su habitación.
—¿Podrían darme algo de privacidad? Quiero alimentarla —pidió firme, sin titubeos. Los médicos no se negarían ante la petición del menor, Jung y Park caminaron a la puerta seguidos por un no muy seguro Jungkook— ¡Espera! —los tres detuvieron sus pasos. Con sus mejillas sonrojadas, sin entender bien porque quería hacerlo, dijo en voz baja pero audible para Jungkook— ¿Podrías quedarte? por favor.
El pelirrojo no tuvo que escuchar dos veces lo mismo, apresuró a los dos betas a salir de la habitación y cerró la puerta para volver sus pasos a donde estaba Taehyung y Ha-neul. El alfa vio como el rubio bajaba su bata, exponiendo sus pechos y luego siendo bendecido con la escena perfecta, su pequeña niña boqueaba desesperada buscando el pezón del omega, como si de un imán se tratara, la cachorra pegó su boquita a la fuente de su ahora alimento. Jungkook se colocó sobre el posa manos del sillón, cruzando su brazo por detrás del rubio, liberando sus feromonas.
Taehyung no se quejó por la presencia del alfa, ni siquiera cuando tuvo que dejar su bata abierta para cambiar de posición a la pequeña y darle el pecho contrario, su lobo se sentía complacido, y después de largos días de tristeza se permitió estar en calma mientras amamantaba a la bebé. Cuando Ha-neul quedó complacida dejó ver su primera sonrisa, su naricita satisfecha de la rica combinación que se formaba, la relajante lavanda y la menta fresca le protegían.
Esa noche Taehyung no quiso separarse de la pequeña, Jungkook no dudó en proponerle mover una pequeña cuna a la habitación, tampoco dudo en cuidar de ambos cuando el sueño les venció, agradecido se acercó al omega para dejar un beso en la frente, controlando a su animal que pedía ese beso fuera en los labios, se acomodó en el sillón donde vio a su hija comer por primera vez y se dejó llevar por el aroma cálido que flotaba, descansado por fin después de largos días de desvelo, dejando que el sentimiento de protección diera paso a una pizca desconocida que se instalaba en su pecho.
[●●●]
Sin notarlo, dos meses habían pasado, por fin la pequeña Ha-neul estaba lista para volver a casa. Su cuerpecito se había transformado, ahora era una linda glotona que no desaprovechó la cálida leche que Taehyung le ofrecía, sus ojitos miraban con amor propio a lo que ella consideraba su papi, sus manitas juguetonas se movían por el pezón intacto mientras su boquita se encargaba de vaciar el contrario, una sonrisa se formó en su carita cuando la dulce voz del rubio se encargó de inundar sus oídos con hermosas melodías.
El omega acariciaba los cabellos rojizos mientras cantaba, amaba ver los ojitos oscuros mirarle con ese brillo que llenaban su corazón, sabía a la perfección que ella no era su "frijolito" pero la amaba como si hubiera compartido su vientre con su hijo. Por eso cuando escucho que los Jeon por fin saldrían del hospital no pudo evitar volver a soltar lágrimas; sabía que ese día llegaría, que volvería a quedarse solo, que los bellos momentos que creo en ese hospital se volverían más recuerdos que guardaba en su corazón. Sin poder contener sus lágrimas brotaron en abundante cantidad, le gustaría decir que eran exclusivas de la pequeña que sostenía y alimentaba, pero no podía mentirse más, en ese tiempo había descubierto a un buen alfa que le había dado alegría a sus días de soledad.
Jungkook se había encargado de conquistar su corazón sin notarlo, el alfa se aparecía día a día con bellas flores para decorar su habitación, sosteniéndolo cuando perdía el control, acunando su rostro para dejará cálidos besos en su frente antes de descansar, consintiendo con bellos detalles, haciéndole reír con historias extraordinarias, con suaves caricias que amaba recibir mientras ambos cantaban para dormir a su pequeña. El pelirrojo se había ganado un lugar especial que el omega creyó nunca más sería ocupado. Su lobo y él lo aceptaban como su destinado, en dos meses se había enamorado del mayor. Por eso mismo lloraba al saber que tal vez nunca más volvería a ver a ese alfa que tanto le había ayudado.
Estaba tan concentrado sollozando en silencio que no noto cuando el alfa apareció en la habitación con el enorme ramo de tulipanes.
El alfa llevaba días pensando en cómo decirle a Taehyung que pronto se iría del hospital y que lo que más anhelaba era poder llevarlo junto a su pequeña. Que en ese tiempo juntos no había nada que le hiciera tan feliz como estar en esa habitación los tres juntos, su pequeña familia. Decirle al rubio que amaba con locura ver sus preciosos ojos verdes asombrarse por cada historia que le contaba, sentir el aroma a lavanda mezclándose con el suyo, que su mayor deseo era unir sus labios y gritar a la Luna que él era su destinado, que su lobo y el ansiaban poder conquistarlo como se debía, cortejarlo fuera de ese lugar y en un futuro posar una marca que les unirá de por vida.
Por ese motivo, esa mañana salió con prisa del hospital para comprar lo necesario y hacer su declaración de amor, confiaba que su linda Ha-neul ayudará con preciosas sonrisas para convencer a su omega. No tenía dudas de que, aunque Taehyung no llevó en su vientre a su hija, ahora era su otro padre. Jungkook no dejaría ese lugar sin llevarse a sus dos amores.
—¿Por qué lloras? —cuestionó el alfa, acercándose al omega preocupado, dejó las flores sobre la mesa y acuno el suave rostro entre sus manos— ¿Pasa algo?
—No, solo me puse sensible por algo que me dijo Hoseok —mintió sin querer decir la verdad por miedo a ser rechazado.
Aunque al inicio se molestó con el beta por mentirle acerca del programa Beta, ahora le agradecía, si no fuera por eso, él nunca hubiera conocido a Jungkook ni a Ha-neul. Miró al mayor y sonrió, creyendo que, aunque no estuviera en sus vidas siempre los recordará como su familia.
Ambos se conocían tan bien en tan poco tiempo, que Jungkook sabía que su omega le mentía. Espero a que Taehyung terminara de alimentar a Ha-neul, para dejar a la pequeña en su cuna, regreso sus pasos hacia la ventana donde el omega yacía recargado contra los cristales, viendo el exterior para omitir las lágrimas que se juntaba. El alfa cruzó sus brazos por la cintura del rubio y lo pego a su pecho.
—No puedes mentirme, Tae —susurró el alfa cerca del oído del menor—. Se que algo te tiene triste, espero así como tuviste la confianza de contarme tu historia y de escuchar la mía, ahora me digas que te tiene así —con cuidado giró el cuerpo, sintiendo el cálido aliento del menor pegar en su cuello.
El rubio sonrió sin querer hacerlo, llevo sus manos al pecho del alfa, jugando con los botones de la camisa, elevo con algo de miedo su mirada. Suspiro profundo antes de hablar.
—Me pone algo triste saber que pronto se irán, no me mal entiendas —se apresuró a decir—. Me pone feliz que Ha-neul esté a salvo ahora, solo que me encariñe mucho con ella —y contigo, dijo tan bajo que el alfa no escucho.
El alfa apretó la cintura del rubio, buscando pegarlo lo más posible a él. Llevó su nariz a la contraria, jugando con la punta de estas, logrando que el omega soltaba pequeñas risitas.
—Siempre voy agradecerte por salvar a Ha-neul, pero antes de que nos vayamos, necesito que me hagas un último favor —Taehyung asintió, sin escuchar aun lo que el alfa tenía que decirle, el aceptaría, porque prefería ser recordado por los Jeon con una sonrisa en sus rostros, sabiendo que los hizo feliz.
—Dime, sabes que haría cualquier cosa por ustedes —dijo con honestidad, manteniendo su mirada al alfa.
—Yo necesito que por favor pienses en lo que te diré —relamió sus labios nervioso—. Tae, yo ... — su pecho latía con fuerza, le asustaba que el omega sintiera su desbocado corazón contra su pecho—, siempre creí que la madre Luna tenía alguien para mí, me gustaba imaginar cómo sería —sonrió—, me imaginaba en qué lugar nos conoceríamos, y de todos los lugares posibles jamás imagine que sería en un hospital —el omega frunció el ceño sin entender—. Mi omega —acarició con sus nudillos las mejillas del menor—, fue puesto en mi camino en uno de mis peores momentos, y aun así repetiría lo mismo si al final del camino estas tu —sujetó la barbilla— Taehyung, yo deseo tanto que me dejes llevarte conmigo de este hospital, que me permitas cortejarte como se debe, que dejes que mi lobo y yo te demostremos lo mucho que te amamos... —antes de seguir la pequeña bebé soltó un quejido, era como si ella quisiera ser parte de la conversación—. Parece que ella también está de acuerdo conmigo —los dos sonrieron—. Quiero que seamos una familia, Tae. Te amo.
Taehyung sintió una humedad en sus ojos, no eran lágrimas amargas, eran unas cargadas de emoción y felicidad. Su lobo saltaba en su interior, exigiendo que dijera sí a todo. Su boca temblaba sin poder evitarlo, impidiéndole decir lo que tanto deseaba. Jungkook al no escuchar la respuesta del omega insistió un poco más.
—Puedo darte el tiempo que necesites para pensarlo, solo quería que supieras que te amo, que no quiero irme sin ti, que tú eres parte de mi familia y no importa si aún no estas listo, yo esperare por ti al igual que Ha...
Antes de seguir hablando, Taehyung silencio al alfa con sus labios, un beso lleno de amor, las manos de Jungkook sujetaron la cintura del omega, elevándolo unos centímetros del suelo, dejando que los brazos delgados del omega se enrollaran en su cuello. Sus belfos se movían con parsimonia, sin palabras de comenzaban a decir todo lo que sus bocas no se permitían. Una pequeña era la única testigo del gran amor que se daba. Se separaron con sus corazones agitados.
—También te amo —confesó el omega con su rostro sonrojado por la pequeña muestra de amor—. Quiero ser tu familia, quiero estar con ustedes —giró su cabeza hacia la cunita y luego al alfa —. Los amo.
Un gritito de Ha-neul hizo que ambos llegaran a la cuna, Jungkook cogió a la despierta bebé entre sus brazos, no dudó en repartir besos por las ahora abultadas mejillas, intercalando con las de su omega, se sentía completo, tenía a su familia entre sus brazos, no dejaría que nada les separará, tal vez no conoció al amor de su vida como en los cuentos, entre castillos y joyas, pero no se quejaba que en su lugar haya sido gracias a un hospital y ese programa especial "Hope". Sin duda dejaría buenas donaciones pues gracias a ellos ahora tenía lo que quería.
[●●●]
El día por fin había llegado, después de todo lo malo que había pasado, estaba a nada de salir de ese lugar con su hija en brazos y su alfa dirigiendo su camino. Taehyung doblaba con cuidado las mantas que un día fueron pensadas para su "frijolito" sonrió con el recuerdo, pasó sus manos por su vientre plano con cariño.
—Siempre tendrás un lugar en mi corazón —dijo hacia la nada, pensando que en algún lugar su pequeño cachorro le escuchaba—. Serás mi frijolito toda la vida, te amare por siempre, me acompañaste en mis momentos de soledad, estoy seguro que un día nos reencontraremos y podremos amarnos sin límite, pero por ahora tengo que dejarte ir mi bebito, tu hermana me necesita, sabes es una pequeña glotona —sonrió—. Ahora entiendo porque mi cuerpo producía tanta leche, siempre fue para ella ¿verdad? Tu eras un ángel que sabía todo, mi pequeño. Gracias por dejarme ser tu padre aunque sea por escasos minutos.
Con cariño se acercó a la cunita para cubrir a la pequeña vestida con un acolchado traje de conejo, poniendo la mantita decorada de cangrejitos sobre el cuerpecito recuperado, dejó un beso en la cabecita rojiza y terminó de guardar las cosas de su pequeña.
Un rato después, Jungkook llegó con los papeles necesarios para irse como la familia que ahora eran, salieron del hospital siendo abrazados por sus amigos, algunas enfermeras se acercaron a despedir a la pequeña guerrera y a su nuevo papi. Todo estaba bien y en paz.
Jungkook acomodo a la pequeña conejita en su asiento de bebé, colocando los seguros para que nada se moviera y Ha-neul estuviera a salvo, besó la frentecita, recibiendo la preciosa sonrisa de su niña, subió la mantita de cangrejitos hasta su pechito antes de rodear el coche hasta llegar al omega sentado en el asiento copiloto, el bello rubio con un perfecto color sano de piel, sus mejillas regordetas y esos labios tan rosados, Taehyung también estaba recuperado, tenía sus momentos de tristeza al recordar a su cachorrito, pero no había nada que juntos no superarán; se acercó al cuello donde planeaba dejar una marca próximamente, inhalando el aroma relajante a lavanda, dejó un cálido beso y con cuidado sacó una cajita de su saco bajo la atenta mirada del rubio.
—Tengo un regalo para ti —extendió la pequeña caja de terciopelo hacía las delgadas manos del omega—. Ábrelo.
El rubio abrió la caja color azul para ver una delicada pulsera de oro blanco, pero lo que le hizo soltar un suspiró agradeció, fue ver los pequeños dijes que colgaban de esta, elevó su mirada a su alfa buscando una explicación de tan precioso regalo. El pelirrojo cogió la pulsera fina para colocarla con cuidado sobre la muñeca de su omega.
—Pensé por mucho tiempo que sería un buen regalo de inicio —decía mientras abrochaba la pulsera—, quería algo que nos representara como familia, como lo que ahora somos —se acercó para besar suavemente los belfos del omega—. Así que me pareció bien esto, que cuando veas esta pulsera pienses en nuestra niña —pasó su dejo por el dije de cereza, haciendo alusión a los cabellos rojizos como el fruto—, y en nuestro "frijolito" —pasó otro dedo por el pequeño dije en forma de la legumbre, el rubio sintió sus ojos humedecerse—. Se que no lo conocí, pero estoy seguro que si el destino hubiera sido otro, lo amaría tanto como a ti, aunque él no esté físicamente con nosotros, siempre lo llevaremos, yo me encargare de darle un buen lugar en nuestra familia. Te amo, Tae, nunca más estarás solo.
Supo que había elegido bien, que la Luna no se equivocaba, Jungkook era sin duda su alfa perfecto, ahora su camino seria acompañado por una cachorrita adorable, un angelito desde el cielo y un lobo que cuidaba sus pasos. Le creía, nunca más estaría solo.
—Muchas gracias, me encanta, enserio, Jungkook —sostuvo las mejillas del alfa para besarle— Te amo mucho, pero... —sonrió coqueto al mayor— ¿Cómo te recordaré al ver mi pulsera? No hay un dije acerca de ti, solo de nuestros pequeños.
El alfa sonrió, se acercó peligrosamente a esos labios abultados para susurrar sobre ellos.
—Créeme, te haré tan feliz que no podrás sacarme de tu mente con nada —ambos sonrieron antes de besarse una vez más.
La nueva pareja partió a su nueva vida, ahora eran una familia, ambos con pasados dolorosos, pero ahora gozando de una nueva paz, felices de que sus caminos se hayan cruzado, bueno con un poco de ayuda de los betas y su famoso programa de omegas "Hope".
[Fin]
Merci pour la lecture!
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