pintadecafe Benjamin Casal

Esto no es una historia, no hay principio ni final. Se trata, sencillamente, de sensaciones personales que prefiero exteriorizar. Para eso escribo, para compartir.


Non-fiction Tout public.

#familia #recuerdos
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Un lugar olvidado

Mi madre solía mirarse en este espejo, lo hacía cada mañana desde que tengo memoria. No me sorprende, es un buen espejo. Marco de resina ovalado, color pardo. Sus relieves son más bien sobrios, aunque sus curvas, que lo coronan con hojas y flores, me recuerdan al hielo derritiéndose; el cristal, al agua. Tiene algo de líquido, es cierto. Creo que es porque refleja con una definición imposible todo lo que podría ver a mi alrededor si me volviese, pero también cosas que no están aquí. Ahora lo miro y veo sombra, sombra y tiempo en todas las esquinas. Pero delante de todo eso estoy yo; están mis ojos grises, mi pelo castaño, corto y rizado, mi barba sin afeitar desde hace una semana. Desde luego, puedo ver cosas que están, y también cosas que no. El parecido con mi madre, por ejemplo. Todavía puedo observarla aquí mismo, contemplándose a sí misma, peinando su precioso pelo oscuro y ondulado de mujer italiana. Sus ojos color miel, su mirada dulce y despierta. Pero ella no está aquí, ya hace tres años de la última vez que pisó el suelo que yo piso ahora. Por eso no puedo mirarlo demasiado, porque al final es como si tocara un charco y las ondas se dispersaran en todas las direcciones. Hacia delante, hacia atrás. A menudo tengo que recordarme que no es agua, sino cristal, y el cristal no tiene profundidad.


La luna proyecta a partir de mí una sombra plateada. Una sombra recortada en mis pies y cabeza por el resto de sombras del apartamento. Por las paredes, por la lámpara de este salón, por la gran mesa que hay junto a mí. Nunca nos pudimos permitir el lujo de contar con grandes ventanales. Allá donde fuéramos, nuestra vida no debía ser muy transparente, así que la luz que entra por la ventana nunca ha sido demasiada.


Me paseo por todos estos metros vacíos, acariciando las superficies y observando todo lo que ya he visto mil veces. La pintura blanca, el suelo de parqué, la televisión llena de polvo. El montón de periódicos recogidos en la cesta de la entrada, las fotos en el pasillo. Todo está sin tocar. Más allá del polvo que han traído los años, todo está limpio. Mis padres eran estrictos en ese sentido; mi padre, concretamente, en muchos más. Quería una buena formación para nosotros; quería que, dentro de lo posible, tuviéramos una vida plena. Quería que leyéramos, que estudiáramos, que nos empapáramos de perspectivas y pensamientos. Que nos hiciésemos a nosotros mismos, que aprendiésemos que la vida es dura. Todo lo que quería para nosotros era bueno, aunque su manera de expresarlo no fuera la mejor. No, pensándolo bien, no era la mejor. Pero ya no está aquí, así que no puedo preguntarle por qué no fue más amable o más cercano. Quizás para compensar la dulzura de mi madre. Ella también quería lo mejor para nosotros y, además, estaba ahí cada vez que necesitábamos acudir a ella. Puede que por eso la culpe más de no decir nada, de no dar una sola explicación. De irse sin más. Supongo que ya es tarde para saber por qué. Paseo por todos estos metros vacíos, y cada paso que doy resuena con el eco de mis recuerdos.

30 Octobre 2020 14:49 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

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