ifrancis Isaac Francis

El mundo es lo que nos dejan ver y dentro de esa mirada sesgada se esconde mucho, a veces no hay que ver debajo de la cama para encontrar a los monstruos, a veces conviven con nosotros y otra veces somos nosotros aquellos monstruos. Acepto cualquier sugerencia o corrección, este cuento iba a ser enviado para un concurso, pero decidí usar otro, espero les guste.


Criminalité Tout public.

#terror #halloween
Histoire courte
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Escucho los gritos de mi madre que provienen de la cocina, los mismos gritos de siempre a la misma hora, como todos los días a las 7:00 am mi hermano termina de comer y se va a la universidad con su ropa bien planchada. Me levanto y voy al comedor, como todos los días, allí me encuentro con la cara de mi madre, gritando que está harta de mi holgazanería, que le recuerdo a mi padre que nos abandonó y que mi hermano es mucho mejor que yo, la mismas palabras que ayer y el día anterior, y el anterior a ese, he escuchado las mismas palabras toda mi vida.


Agarro la cafetera, pero no hay nada, huelo pancakes, pero tampoco están, lo más probable es que, como todos los días, mi madre ya le ha dado de comer a Julio, mi hermano menor, y a mi me tocan sólo las sobras, me hubiera gustado ser un universitario como mi hermano, pero al cumplir los 15 años mi madre me mandó a trabajar a la cantina, hasta el día de hoy sigo trabajando allí, todas las noches desde las 18:00 hasta las 03:00 de la madrugada, en las mañanas trabajo en el matadero desde las 8:00 am hasta las 17:30. Lo bueno es que ambos están cerca, uno se encuentra al lado del otro, mientras pienso en eso, escucho la puerta abrirse y veo a Julio entrar apurado, sus llaves se quedaron en la mesa de la cocina.


Lo curioso de Julio es que sé que no me odia, pero tampoco creo que sepa que existo o al menos no creo que le importe, desde muy pequeños mi madre nos mantenía separados, en escuelas separadas; él en la privada y yo en la pública, en cuartos separados; él en el cuarto principal con mi madre, aún duerme con ella, y yo en el sótano, me tienen prohibido subir al primer piso, no sé muy bien porqué, pero sé que no quiero que mi madre me golpee, hace 2 años, mientras recogía la ropa del tendedero, decidí probarme el saco de mi hermano, cuando entró a la sala y me vio ahí, parado frente al espejo, con el traje de su querido hijo enloqueció, ese día recibí tal paliza que ya no veo muy bien con mi ojo izquierdo, ahora solo percibe sombras.


Mi hermano siempre ignora mi existencia, nunca me ve a los ojos, ni me habla directamente, esta mañana no es diferente, besa a mi madre en la boca de manera lenta pero apasionada, no sé mucho del mundo, pues siempre he estado encerrado y trabajando, pero no creo que así debas besar a tu madre, él termina de despedirse y de pronto mi madre nota que los he estado observando, la veo agarrar esa barra de metal con la que me golpeó aquella vez, aún hay manchas de sangre en la barra, bajo la mirada de manera instantánea, no quiero que me golpee, no de nuevo. Se acerca y puedo oler la colonia de mi hermano en mi madre, siento su mirada penetrándome con una ira que no deseo provocar, ni dar excusa para que sea liberada sobre mi, mientras se acerca comienzo a temblar y escucho su voz decir “Largate rápido de la casa, sabes que me da asco tu rostro y más te vale que llegues rápido, hoy quiero que dejes todo listo para que mañana cambies las baldosas de la cocina”. Corro fuera de la casa lo antes posible, no quiero que me golpee, no de nuevo.


Otra vez son las 7 am, otra vez escucho los gritos desde la cocina, esta vez al igual que ayer, mi hermano ya se ha ido y solo quedan las sobras, la única diferencia es que hoy no trabajo, al menos no como el resto de días, hoy quizás esté libre, pero cuando no estoy buscando dinero afuera, trabajo en la casa, hoy me siento más cansado, los gemidos y gritos de mi madre no me dejaron dormir. Siempre me he preguntado que hacen allá arriba, porque siempre están gimiendo y gritando en la noche. Mi madre me ve con la misma mirada de asco de siempre, con el mismo odio, con el mismo desprecio de ayer y el día anterior a ese. Me dice que está cansada, que irá arriba a descansar, que no la moleste y que me apure trabajando en el suelo de la cocina.


En cuanto sube comienzo a temblar, ¿Cómo se supone que no la levante? Siempre me da tareas imposibles, pero esta vez tiemblo con la idea de pensar que uno de los golpes en las baldosas la levante, siento un cosquilleo en la herida arriba de mi rodilla, en las pequeñas heridas de mi espalda de cuando apagaba sus cigarros allí y mi ojo, me duele, siento que pulsa, un hincón que me hace pensar que está apunto de explotar.

Jamás he llorado, pero hoy siento como una pequeña lágrima recorre mi mejilla y cae en el suelo de la casa, bajo la mirada y veo que aquella gota en el suelo es sangre, mi ojo está sangrando, cojo un vaso de agua buscando tranquilizarme, entonces noto mis herramientas, mi martillo está ahí, recuerdo mi trabajo en el matadero “congelando” a las terneras, tan simple, tan repetitivo, imposible cagarla, voy a mi corral y espero a que llegue el futuro filete. La ternera entra como siempre a comer, inocente de lo que está apunto de suceder, entonces antes que siquiera lo note ¡Bam! Justo en la frente.


Todos los días, una tras otra las despacho con mi masa, debe usarse la velocidad justa para que no note que viene la masa, pero con la fuerza suficiente como para no golpear aquella parte del cerebro que libera la adrenalinas y tensa los músculos, se quedan tiradas allí, aún vivas sin poderse mover en sonidos ahogados, pues todas sus funciones no vitales se han apagado, así la carne se mantiene suave, una tras otra, una tras otra, una tras otra, una tras otra…de pronto estoy en el segundo piso, sosteniendo el martillo, sé que es el segundo piso por las escaleras, pero casi no recuerdo nada de este lugar, parece una casa totalmente diferente, noto que faltan fotos en las paredes, pero las que están son de mi hermano, pero no lo entiendo ¿Cómo llegué aquí? Y ¿Quién está gimiendo?


La puerta del cuarto de mi madre está de par en par, mi madre está en la cama con las piernas abiertas frente al espejo, con una camisa de mi hermano sobre su rostro, tomando bocanadas de aire, tratando de encontrar su olor, usando la barra de metal para penetrar su vagina tan fuerte que la hace gritar del dolor, su cuerpo se confunde con las sábanas y su cabello desarreglado se pega a su rostro sudado, poco a poco sus gemidos y gritos se hacen más altos y entendibles “¡Julio! ¡Julio! ¡Julio!” Grita con fuerza mientras la vara entra en su vagina con rapidez, entonces gime y grita con fuerza una última vez, un jadeo cansado signo de satisfacción, entonces al fin termina aquel hermoso espectáculo. Está allí, sobre la cama, con la piernas temblando abiertas frente al espejo, con sus senos descubiertos, las gotas de sudor recorren su figura, caen desde su cuello hasta las sábanas, antes de darme cuenta ya estoy frente a ella y antes de que ella se dé cuenta, mi martillo ya está en su frente.


Aquellas gotas de sangre emergen de su frente y se mezclan con su sudor, la sangre comienza a salir de a poco de aquel agujero en su cabeza, fue un golpe perfecto, como con las terneras. La vara sigue dentro de ella, vuelvo a temblar pero no de miedo, esta vez es diferente, esta vez siento algo que nunca antes había sentido por mi madre, siento que la amo y debo mostrárselo, me poso sobre su cuerpo y lamo la sangre que ha llegado a su mejilla, mientras me desvisto, siento que su cuerpo aún caliente comienza a temblar, quiere gritar pero no puede, el golpe la dejó inmóvil, le pasó lo mismo que a las terneras, veo como comienzan a brotar lágrimas de sus ojos, pero ¿Por qué? ¿Qué hice mal? Por primera vez siento no siento miedo, sino más bien tristeza, pero ¿Por qué llora, por mí, por el asco que le provoqué?


Vuelvo abajo, nunca tuve que haber subido, lo único que logré fue herirme a mí mismo, no sé que me hizo pensar que ella realmente me amaba, que después de todo aún era mi madre. Saco las baldosas una por una, hago un pequeño agujero en el concreto que se encuentra debajo de ellas, subo a verla, la bajo envuelta en sus sábanas y la poso en el agujero, aún está viva, su cuerpo está caliente, pero tiembla. Me ve de una manera que jamás me había visto antes, no es asco, no es despreció, no la entiendo, quisiera que pudiera hablar, que pudiera golpearme y que me gritara lo que desea, pero es inutil ya no puede, comiezo a llenar el agujero esperando que algún día podamos volver hablar, que me levante tiernamente, solo una vez y me deje sentarme en la misma mesa con mi hermano.

30 Octobre 2020 01:48 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

A propos de l’auteur

Isaac Francis Espero que cada palabra que escriba, tenga tinta suficiente para dejar una marca en mis lectores. Acepto las críticas, de hecho las agradezco. Me puedes encontrar en instagram como @emptylogos.

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