gnmultidimensiones Gastón Medina

El detective Horacio Mendez, es uno de los mejores en Buenos Aires, junto a su amigo el oficial Dante van tras el caso Llave X, un objeto cuya ubicacion es desconocida. Siguiendo las pistas de un grupo mafioso, comienzan a perseguir los rastros de un asesino disfrazado con un traje y casco antibalas, su deseo es limpiar de criminales el mundo entero,.Bajo ese traje se encuentra Martin Farias, un joven golpeado por la vida misma que intenta por todos los medios, hacer justicia por mano propia. Historia Registrada en Safe Creative, por lo tanto queda prohibida toda reproducción parcial o total de la obra, sin consentimiento del autor. Todos los derechos reservados. Código: 1906191205745 Secuelas: LLAVE X - El Secreto De Kappa (Libro 2) Extras: LLAVE X - Casos El Negocio De Hank Ciclo: 1


Action Déconseillé aux moins de 13 ans. © Safe Creative

#drogas #asesinos #justiciero #detective
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1- Soy La Ley

Es una mañana de Julio, ambos se levantan a la misma hora a trabajar. Uno de ellos es Horacio Méndez, un detective muy reconocido en la comisaría de la Policía Federal, su último caso, “Hank”, lo catapultó a una vida de recompensas y más responsabilidades.

Esa mañana mientras se levanta precisamente a las seis y treinta y cinco, su compañero el oficial Dante Ramírez lo llama a su celular.

—Dante.

—Detective, tengo la dirección de la mujer que golpearon ayer.

—Gracias amigo, nos vemos en la comisaría a las siete.

Como siempre, enciende la cafetera y va al baño a higienizarse, se pone su camisa y el traje gris. Peina el pelo crespo y canoso y al terminar de afeitarse, se sirve el café en un vaso descartable y sale en su auto muy lentamente.

Cuando entra a su oficina llega un joven corriendo, entra sin avisar y se

sienta frente a él.

—Dante, ¿cuántas veces tengo que decirte que no entrés así a mi oficina?

—Perdón detective, pero tenía que traerle la dirección antes de olvidarme.

—Gracias, ahora ni bien termine de organizar estos papeles, vamos.

A esa misma hora, en alguna parte de la Villa 31, un joven de veinte años llamado Martín, se levanta con todo el pelo revuelto, ojos rojos y con solo un short puesto, va a la cama del frente y le pega un manotazo en la cabeza a su hermano.

—Boludo, levantate, desayunemos.

—¿A esta hora?, dejame de romper las pelotas, soy mayor así que puedo

dormir lo que quiera.

—Tenés quince Fabi. Dale, levantate o te mato.

—No me jodás.

—Bueno me voy a trabajar, te voy a decir una cosa. No te juntés más con Chapi, ése anda en las drogas.

—Bueno dale, andate.

Sale con una remera gris y los mismos shorts por las angostas calles y pasillos que tiene el barrio. Después de mucho caminar toma un colectivo, se sienta al frente y solo escucha la radio.

—”Durante la noche, probabilidad de lluvias así que atentos para la vuelta a casa. En las noticias, hubo un asesinato en Flores, se trata de Daniela Díaz de 23 años, asesinada a puñaladas ayer por la noche. Se desconoce el paradero del novio, el principal sospechoso del brutal crimen.

Todos los días lo mismo.. —piensa— Salgo a trabajar, para que me den dos mangos y traer un pan para mi hermano y para mí, encima me pongo a escuchar la radio y siempre la historia repetida, robos, asesina- tos, violaciones, agresiones... No hay nadie que haga nada al respecto. Cómo me encantaría que reciban su merecido los hijos de... —grita— Mi parada.

Llega a un edificio en construcción, Martín se saluda con todos incluyendo a su jefe Eduardo.

—Justo a tiempo Martín. Mirá, allá en el último piso está Charly, un técnico informático revisando las computadoras. Decile que se apure que lleva como tres horas ahí arriba.

—Sí señor.

Méndez llega a la casa de la dirección junto con Dante. Ambos golpean la puerta y abren. Una señora de unos treinta años, con el ojo morado y el labio partido les dice:

—Pasen por favor, tengo el mate caliente.

Una vez adentro Méndez le pregunta con seriedad.

—¿Sabe quién es su agresor Sr.a. Noria?

—No, dijo que venía a cumplir un acuerdo de parte de mi ex esposo.

—Un acuerdo... como...

—Como pasó con Hank, ¿se acuerda? —dice Dante.

—Mi ex esposo trabajaba en una empresa de pastillas, después me dijo que andaba en algo mucho peor, en drogas ilegales y muy peligrosas. Entonces lo eché de mi casa, la semana siguiente me golpearon, me iban a matar pero la policía llegó a tiempo.

—¿No le mencionó la marca de las drogas que producía en la fábrica?

—Nunca me lo dijo, siempre me cambió de tema.

—Gracias por cooperar —dice Méndez.

Se levanta y se va. Ella se queda muda, con una mirada fría de miedo y desesperación.

—Detective, ¿ya nos vamos?

—Tengo lo que necesitaba saber... Nada. Perdimos el tiempo, vamos al bar.

En el último piso del edificio, Martín camina con el arnés bien agarrado, hasta llegar a una jaula en donde está un chico flaco y teñido de rubio, acostado abajo de las computadoras, revisando los cables.

—¿Vos sos Charly?

—Para vos... Sí... Sí soy Charly —se ríe.

—Qué simpático, ché allá abajo me dijeron...

—¿Qué llevo tres horas y doce minutos acá arriba? Sí siempre me dicen lo mismo, “ché tardás mucho”, “eso es una boludez lo puedo hacer yo”, “¿tres horas y solo hiciste eso?” y siempre les respondo lo mismo... Si es tan fácil, ¿para qué me llaman?, háganlo ustedes.

—Yo no dije nada.

—No te acuso de nada capo, bueno terminé con esto, decile a tu jefe que se vaya a la mier... No mejor no porque si no, no me paga. Mi tío es igual de pesado, él trabaja en la policía. Lo que no discuto de él, es que siempre me traía un chaleco antibalas para jugar. Ahí los tengo, quería venderlos pero, tienen un valor sentimental muy grande.

—Te entiendo, mi viejo murió cuando tenía cinco, lo que me quedo de él, es un bolsón lleno de arena y barras para ejercitar. Como es lo único que tengo para jugar, lo usé y lo sigo usando. Si querés después pasá por mi casa, tengo una compu que se rompió hace mucho.

—Dale mañana paso, ¿dónde es?

—Te llamo de un teléfono fijo y te digo bien, es en la Villa 31.

—Nah, ni loco voy ahí. ¡Ni loco!

—Andá a Retiro y te busco ahí, ya fue.

—Bueno dale, porque me caíste bien no más —se ríe.

Ambos se dan las manos, iniciando una gran amistad.

En un bar, Méndez y Dante estaban apoyados sobre la barra viendo las noticias.

—”...En otras noticas una mujer fue brutalmente apuñalada en la puerta de su casa, se trata de la señora Laura Noria de 37 años. Volvía a su casa después de hacer compras, cuando dos hombres vestidos de traje negro la sorprenden, la golpean y una vez en el suelo recibe las puñaladas...

—La Sr.a. Noria... Falleció. —dice Méndez— Hombres de traje negro... ¿por qué la matarían? Dante, pedile un bourbon al cantinero y volvamos a la comisaría.

Una vez en su oficina, llega con una pila de hojas y las tira en el escritorio.

—Bueno Dante, sentate que te cuento.

—Dígame.

—En esta semana hubieron cuatro asesinatos, exactamente iguales... misma cantidad de puñaladas y en la misma zona, los chicos dicen que tiene que ver con un caso extraoficial al cual tiene acceso el comisionado. Me dijeron que se llama Caso Llave X... ¿Qué significa? No sé, pero me intriga y quiero saber más...

Fabián, el hermano de Martín, sale de la casa un poco perseguido, mira para todos lados mientras lleva un paquete bien agarrado en el bolsillo. Siendo su única posibilidad de tener un poco más de plata, le lleva el paquete al Chapi, que lo mira con soberbia y desprecio, con los ojos idos y rojos le habla mientras se acomoda la gorra.

—Esto no es lo que pedí gato.

—¿Como que no? Ésta es, es la buena.

—No, no es, gil. ¿ahora qué le digo al Rolo?, ¿esta merca es una mierda? Te va a llenar de plomo gil. Rajá o te mato yo.

Fabián, retrocede y quiere correr, pero dos tipos lo agarran justo antes de salir a la calle.

Martín llega a la casa y no ve a su hermano. Despreocupado, prende la tele, cuelga el bolsón de arena y se pone a golpearlo. Esquiva y golpea con fuerza las barras de madera bien sólida. De pronto se escuchan más de cinco tiros, abre la puerta desesperado y lo ve a Fabián arrastrándose hacia él mientras deja un horrible rastro de sangre detrás de él. Lo apoya en su regazo y se quiebra en llanto. Fabián solo sonríe y en su último suspiro susurra.

—¿Ahora... me dejás... dormir?

—No, no Fabi, No duermas Fabi... ¡Fabi!

Lo abraza mientras llora sin consuelo, durante toda la noche...

A la mañana siguiente, Charly está en la estación de Retiro cuando suena su teléfono.

—Hola.

—Charly.

—¿Martín?

—Buscá el humo negro... —corta el teléfono.

—Martín, hola... —ve el celular— ¿Pero éste es boludo o se entrena? Le dije que no quiero ir... Bueno a ver dónde es.

Camina por la villa, mira para todos lados, el sonido de la cumbia a lo lejos lo asusta todavía más. La gente que camina a su alrededor lo observa, como si sintieran y olieran su miedo. Hasta que al final de la calle ve el humo negro y corre a la casa. Al golpear la puerta entusiasmado, se abre con solo un golpeteo. Cuando entra lo ve con la ropa llena de sangre, toda rota, la mirada perdida y con ojeras, los puños golpeando una y otra vez la bolsa de arena, las manos que tiemblan y sangran.

—Martín, ¡pará, pará! —le baja los brazos y lo mira fijo— amigo, ¿qué te pasó?

Las lágrimas vuelven a caer, con ellas todo su cuerpo. Charly lo abraza sintiendo cada lágrima.

—Mataron a mi hermano, lo mataron los hijos de puta, encima no pude ayudarlo, ¡Murió en mis brazos!

—Tranquilo, tranquilo, vamos a llamar a la policía.

—¡La policía no va a hacer nada! ¡los voy a buscar y matarlos yo mismo!

—No podés amigo, necesitás un escudo o algo que te proteja porque te

van a llenar de tiros...

Ambos se quedan un segundo en silencio, Charly sonríe un poco y dice.

—Tengo la solución.

Esa misma tarde los dos llegan a la casa de Charly. Lo invita a sentarse mientras va a buscar algo... Al rato viene con un cajón y lo tira frente a Martín.

—¿Qué es esto?

—Son todos, todos los chalecos antibalas que me dejó mi viejo. Vamos a armar un traje amigo.

Él lo mira con cara de “estás loco”.

Sacan la máquina de coser, tijeras especiales, una hoja de trincheta, y empiezan a desarmar y reformar los chalecos antibalas, agregando piezas de metal a los huecos y porciones sin cubrir, agarran pantalones de cuero grandes y los envuelven por dentro con el mismo material. Las botas con recubrimiento metálico y la cabeza completamente cubierta, salvo los ojos.

Esa noche, el Chapi camina de un lado a otro tambaleándose de tanto alcohol que tomó. Se mete a su casa, el hall principal lleno de drogadictos y mujeres por doquier, se saluda con todos y sube las escaleras donde se encuentra con Rolo, un señor robusto, con anteojos de sol y canoso.

Golpean la puerta, una de las chicas va y abre... Aparece Martín en su traje y todos empiezan a reírse frente a él.

—Qué ridículo, miren a ése estúpido —dicen.

Un arma está sobre el sillón y él va a agarrarlo muy tranquilo. Los demás dejan la droga y empiezan a dispararle. Él se sacude de un lado a otro y cae abierto en el sofá. Los drogadictos se mueren de risa y se sientan de nuevo. Martín se levanta y sin darles tiempo a reaccionar dispara ese arma a la cabeza de los tres que le tiraron. Las chicas que estaban escondidas se van de la casa mientras gritan despavoridas.

Uno baja las escaleras, Martín le dispara a una de las piernas y cuando termina de rodar recibe otro disparo a la cabeza. Martín toma otro arma y sube las escaleras. Cuando abre la habitación, Chapi le clava un cuchillo en el hombro con suma dificultad. Pero con todas sus fuerzas, él responde agarrándolo del cuello y devolviéndole el arma blanca a su sien.

Rolo escondido detrás del ropero, sale y dispara una y otra vez incluyendo a la cabeza. Él cae arrodillado, pero se levanta de nuevo, respirando con ira. Le da un tiro en ambas piernas y lo hace arrodillar. Se acerca caminando muy lentamente. Rolo quiso levantar los brazos pero con otros dos tiros se los baja...

—¿Quién sos?, hijo de puta.

—Soy... La Ley.

Le da el tiro de gracia directo a la frente.

Sale caminando muy despacio mientras la gente lo mira salir con sus dos armas, mirando al cielo y desapareciendo en la oscuridad de la villa.

20 Octobre 2020 07:18 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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