jasosalas Joanne Salas Orejuela

Mi pregunta lo tomó por sorpresa haciendo que se encogiera de hombros y arqueara sus cejas. Sin embargo, aquello no le duró por mucho tiempo, ya que una vez que Karl había abandonado la sala, él me toma por la cintura y me acerca hacia su cuerpo. Sus movimientos eran ágiles y transmitía mucha fuerza al tacto con mi cuerpo. Había una atracción entre los dos que nadie podía explicar, tan intensa pero frágil ante la mirada de los demás. Mi respiración se entrecortaba y mi cuerpo se había debilitado. ©️ Registrado en Creative Commons Attribution


Histoire courte Déconseillé aux moins de 13 ans.

#VillaMalditaInkspired #iniciomaldito #vampiros #suspenso
Histoire courte
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El indicado

—Madame, el señor Highmore la espera en la sala —dijo Karl.

—Excelente, ¿le enseñó la colección de muñecas de porcelana? —pregunté mientras me peinaba frente al espejo.

—Sí Madame —coge la peinilla de mis manos y comienza a peinarme—, Madame su cabello es una envidia para todas las mujeres de la ciudad.

—¡Qué cosas dices! —me sonrojo.

—Una envidia total como su colección de muñecas, que a decir verdad el señor Alfred se ha maravillado con ellas.

—¿Será acaso el indicado?

—Tiene el mismo entusiasmo que los anteriores —me mira en el reflejo del espejo—, la raya en el medio o a un lado.

—A un lado por favor.

—Como usted ordene.

Luego de que terminara de peinarme, nos dirigimos a la sala. Un joven alto de metro setenta y ocho, vestido con un smoking color azul marino que le asentaba y combinaba bien con sus ojos azules, pelo castaño y piel blanca. Llevaba en una mano el periódico de hoy, lo reconocí por la foto de portada de la página inicial.

—Muy pocos se enriquecen con la lectura local —acoté.

—Disculpe, no la había visto —se para enseguida—, me presento, soy Alfred Highmore, me he quedado fascinado por su colección de muñecas —me extiende la mano.

—A Karl y a mi nos alegra saber —le estrecho la mano y le doy la espalda—. Debe saber joven Highmore que la colección tiene más de cinco décadas.

—Mi madre que en paz descanse era fan de su colección.

—Más que seguro que ella y mi madre hubiesen establecido una estrecha relación.

—Seguro, aunque mi madre con sus defectos y virtudes le hubiese rechazado cortésmente la invitación —dijo con una voz tímida

—¿Y a qué se debería el rechazo injustificado?

—Mi madre era una mujer muy tímida, conoció a mi padre por una espontánea junta de trabajo, y él a diferencia de ella su pasatiempo más atrevido era una conversación sin puntas en la lengua.

—¿Se describiría a usted mismo como un seguidor de su padre?

—¿Por qué la pregunta? —me preguntó confundido.

—Me temo joven Alfred que no se ha percatado con la facilidad y confianza que me ha hablado de sus padres.

—Debo admitir que a diferencia de mi madre, su presencia también me ha cautivado —besa mi mano—, y me gustaría tener el atrevimiento de…

—Alfred Thomas Highmore, ¿estoy en lo correcto?

Mi pregunta lo tomó por sorpresa haciendo que se encogiera de hombros y arqueara sus cejas. Sin embargo, aquello no le duró por mucho tiempo, ya que una vez que Karl había abandonado la sala, él me toma por la cintura y me acerca hacia su cuerpo. Sus movimientos eran ágiles y transmitía mucha fuerza al tacto con mi cuerpo. Había una atracción entre los dos que nadie podía explicar, tan intensa pero frágil ante la mirada de los demás. Mi respiración se entrecortaba y mi cuerpo se había debilitado.

—Me doy cuenta que sus muñecas le han quitado su tiempo como mujer.

—Mis muñecas me dan un tiempo de calidad que no sólo las mujeres se divertirían.

—No cabe duda o no me tuviera aquí.

Acerca nuestros cuerpos aún más, teniendo a su más amplia disposición mi cuello. Su respiración era gélida lo que producía pequeñas vibraciones en mi cuerpo.

—Su mayordomo podría ser una gran molestia en el momento que nos interrumpa —me dijo al oído.

—Mi cuarto está arriba a mano derecha.

—Es de mala educación hacer esperar a los huéspedes.

—Tiene toda la razón.

Nos dirigimos a las escaleras amplias que llevaban al primer piso. Todo había pasado rápido y Karl no aparecía por ninguna parte. Era la primera vez que alguien me había cautivado con tan sola su presencia. Estábamos frente a la puerta cuando Karl apareció por detrás.

—Madame —dijo Karl después de aturdirlo a Alfred por la espalda.

—Me estaba preocupando que todo se estropeara —dije más aliviada.

—Nunca le fallaría, solo que me parecía verla feliz después de tanto tiempo.

—Realmente me cautivó —me arrodillo junto al cuerpo de Alfred—, espero no haya sido duro con el joven, apenas y respira.

—No usé más fuerza de la necesaria, no debe preocuparse.

—Llévalo al sótano, en un momento bajo.

—¿Quiere que lo amarre a la silla?

—No, yo puedo manejarlo —me levanto y me dirijo hacia mi habitación.

—Esperemos no quiera romper su más apreciado bien.

—Ellas se encargarán de que no les pase nada.

—Bien Madame, la esperaré en el sótano.

Una hora había transcurrido cuando estaba lista para el procedimiento. Mi vestimenta del siglo pasado relucía como nueva y las argollas grandes de una sola piedra brillaban como nunca. Bajé las escaleras y me dirigí al sótano. Alfred había despertado y gritaba para que lo dejaran salir.

—¿Ha roto algo? —pregunté.

—No. Me he asegurado de que no lo hiciera.

—Regrese en una hora, será rápido, y por favor apage las luces de toda la casa.

Karl asiente y me deja a solas con mi invitado especial. Abro la puerta con cuidado e ingreso.

—¿Qué clase de mujer es usted? —me preguntó de manera déspota.

—Noto que la caballerosidad no los definía a su padre y a usted.

—No si alguien me secuestra y quien sabe intente acabar con mi vida —se mantiene quieto en una esquina del sótano.

—Nunca ha estado en mis planes acabar con la vida de alguien —enciendo los candelabros.

—¿Entonces que quiere de mi?, siento que me volveré loco si permanezco un minuto más aquí.

—Creí que mis muñecas le harían buena compañía.

—Las voces que provenían de ellas, han causado todo tipo de emoción en mí, pero nunca de tranquilidad —me mira detenidamente—. ¿Se ha cambiado de ropa, y ese peinado?

—Sí —me acerco hacia él y él retrocede—, no te haré daño…

—Nada me lo asegura.

—Solo que mis muñecas han pasado por mucho tiempo solas. Nos hemos tenido la una a la otra.

—¿Qué hay de su mayordomo?

—Solo cumple el rol de mayordomo y además tiene más tiempo del que debería con nosotras, en cambio usted que es sangre fresca y con una eterna admiración por ellas, no nos vendría mal unirlo a nuestro clan.

—¿Nuestro clan? No entiendo de qué me está hablando.

Coloco el candelabro ante mis pies y espero a que Karl haga sonar dos veces la campana de la sala. Mi cuerpo se engrandece y dejo abrir mi boca. Mis colmillos brillaban como plata y pequeñas líneas de expresión y en resto del rostro se marcaron. Él solo permaneció quieto como si disfrutara de lo que veía.

—No creí que moriría de esta forma.

Retrocedo y lo miro sin parpadear.

—No morirás, solo una pequeña parte de tu alma lo hará y se formará en nuevo muñeco de porcelana que descansará sobre mí estante, y el resto que quede de ti se convertirá en mi más hermosa creación —dije.

—¿Su creación?

—Un nuevo vampiro con características físicas, y cualidades como las tuyas relucirá ante todo un clan —me acerco nuevamente.

—¿Tendré que seguir sus órdenes?

—No te sacaría provecho si te vuelvo en mi discípulo —acerco mis colmillos a su cuello—. Toda mujer necesita una compañía varonil y eres el perfecto candidato que me hacia falta.

—¿Va a doler?

Su tranquilidad me volvía loca, despertaba mis deseos.

—Me aseguraré que no.

Penetrar mis colmillos en su cuello ha sido lo más excitante que me ha pasado en mucho tiempo y a diferencia de mis anteriores víctimas, él soltó un gemido que hizo que mi cuerpo temblara. Su cuerpo yacía sobre el piso helado del sótano y verlo era un gran placer.

—Madame estoy aquí como me lo ha pedido —dijo Karl al tocar la puerta.

—Siempre tan oportuno —salgo de la habitación—. Él es el indicado.

—¿Está segura?

—Sí, su sangre ha sido toda una delicia —miro su cuerpo otra vez y me dirijo a Karl—, esperemos a que despierte.

Limpio su sangre de mis comisuras con una pequeña servilleta que Karl me dio.

—He dejado todo listo en la sala.

—Excelente.

Luego de tres horas, Alfred quién había despertado de su gran siesta me miró a los ojos como lo había hecho cuando recién nos conocimos, y aunque extrañaría sus ojos azules, el dorado le asentaba más que bien. Me sonrió y sabía que no había cambiado nada en él. Desde ese día mis muñecas dejaron de gritar por las noches y mi soledad se había ido.

—Colóquese junto a ella y coloque su mano sobre el hombro de ella —le indicó Karl a Alfred—. Madame arregle su cabellera a un lado y ambos sonrían ante la cámara.

—¿Para siempre? —me preguntó Alfred con su voz dulce.

—Para siempre —sonreí.


10 Octobre 2020 04:24 6 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

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Leónidas G. Leónidas G.
Muy buena historia, sobre todo, su narración. Felicidades 👏
April 30, 2021, 17:25

Jancev Jancev
¡Me gustó mucho! Justo ayer rememoraba a la dulce Claudia y sus muñecas en Entrevista con el Vampiro y se me ha hecho imposible no imaginarme así a tu protagonista. ¡Buena historia!
October 14, 2020, 18:14

~