NYCTOPHILIA Suivre l’histoire

Oscuridad.

Todo cuanto me rodea está sumido en una intensa y voraz oscuridad.

Mis oídos no son capaces de percibir sonido alguno, excepto el repetitivo y martilleante repiqueteo de mi corazón latiendo a una velocidad casi inhumana.

La soledad es aterradora, delirante.

Mi pecho se contrae, dejándome sin aliento.

Avanzo entre la negrura con pasos cortos, inseguros, temblorosos. Poco a poco. Muy lento, extremadamente despacio, sin hacer ruido.

Tengo miedo, muchísimo miedo.

Mis manos comienzan a temblar salvajemente cuando no consigo llegar a ninguna parte, todo sigue igual, todo está completamente oscuro. Un insoportable malestar se instala en lo más alto de mi garganta, impidiéndome respirar.

Mis ojos quieren salirse de sus cuencas, la sangre fluye con rapidez por mi cuerpo. Me ahogo.

Y, de repente y entre jadeos, caigo, impactando contra el desnivelado suelo.

No. No he caído.

Siento un fuerte agarre en mi tobillo que tira de mí hacia atrás, que me arrastra a una velocidad lenta, macabra.

Quiero gritar, juro que quiero hacerlo, pero nada sale de mis labios.

Estoy paralizado, en shock. El terror me hace reaccionar así, sin reacción. Una bomba de pensamientos y súplicas silenciadas por la situación explotan en mi interior, dañándome la cabeza, jugando con mis nervios ya crispados, matándome por dentro.

Me quedo en blanco. Voy a morir.

Una muerte agónica. Lenta y dolorosa. Una muerte que disfruta y se regocija a medida que los últimos suspiros abandonan mi cuerpo. Una muerte sangrienta, inundada de rabia y arrepentimiento a partes iguales. Llena de recuerdos y últimos pensamientos, de momentos vividos y soñados, manchados por la locura y el desespero de encontrar una solución inexistente.

Así va a ser. Tengo esa certeza.

Lo vi en esos ojos negros inyectados en sangre que me observaban cada noche en la distancia.

Era una promesa.

Su promesa.

__________

PRÓXIMAMENTE.