Bostezó y me doy la vuelta al oír que alguien toca a mí puerta, la persona entra a mi cuarto y al darme cuenta que se trata de mi madre me relajo un poco. Ella sonríe y se sienta en mi cama haciendo una seña con su mano para que me siente con ella; cuando estoy ahí me doy cuenta que en su mano sostiene un pequeño cuaderno de tapa negra que me causa bastante curiosidad y aun sin ninguno haber dicho nada me lo tiende.
—¿para qué es este cuaderno? —declaro intrigado por el curioso regalo
—es un diario cariño—contesta posando sus ojos color caramelo en los míos—leí en algún lado que tener un diario a veces ayuda a abrirse con las personas—continuo, sabía exactamente a lo que se refería así me solo asentí tomando la libreta en mis manos— quiero que tengas más amigos aparte de Kenya— por un momento una mirada triste se refleja en el rostro de mi madre, pero antes de poder decirle algo se levanta y pone su mano en mi cabeza revolviendo la maraña verde que tenía por cabello y sin decir más se marcha de mi habitación.
Me limito a quedarme sentado mirando el objeto en mis manos, era más pequeño que una libreta normal, pero tenía suficiente espacio para escribir, la goma que sujetaba la pasta para que no se abriera destacaba con un color blanco contrastante con el negro de su portada, sin pensar tanto me acerque a mi escritorio tomando un bolígrafo y sintiéndome algo estúpido comencé a escribir
Querido diario...
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esta historia se actualizara cada dos semanas
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