Poco a poco, regresé a la realidad. Agudicé los oídos, intentando captar algún sonido que me orientara y, de ese modo, comprender qué sucedía a mi alrededor. Un leve zumbido familiar me llevó a fruncir el ceño. ¿Estaba dentro de un avión? ¿Cómo podía ser eso posible? ¿Cuánto tiempo había dormido?
Un aroma levemente ácido, como si fueran cítricos —quizás limones—, envolvía el ambiente. Inspiré profundo, necesitaba encontrar alguna otra pista. Fruncí ―aún más― el ceño, al sentir ciertos perfumes que me resultaban bastante familiares. No, no tenía sentido. Ellos no serían capaces de hacer esta estupidez ¿o sí? Además, ¿por qué me tendrían aquí?
Mi mente alterada comenzó a funcionar con rapidez. Mi conciencia diciéndome que me sentara o parara. Intenté moverme; no pude hacerlo.
―¡¿Pero qué mierda?! ―pregunté con ira, al sentir los lazos que apresaban mis manos y pies. Alguien se rió por lo bajo y eso me enfureció más― ¡Suéltame, maldito hijo de perra y resolvamos esto como hombres! ―lo provoqué.
Las risas se escucharon nuevamente pero, esta vez, identifiqué otra cosa: No era solo un hombre; al menos, habían tres malditos presentes. Gruñí mientras me movía con furia, intentando escapar de esas mierdas que mantenían mis brazos tensos.
Escuché pasos; el sonido de una puerta que se cerraba y, de pronto, nada. Silencio absoluto.
―¿Quién eres, imbécil? ―grité; más no obtuve respuestas― ¡Dime qué quieres, bastardo!― insistí.
El silencio se mantuvo, dejándome en claro que todos se habían marchado. Continué removiéndome hasta el cansancio, dispuesto a conseguir mi libertad a como diera lugar. Poco a poco, fui perdiendo mis fuerzas y, como si fuera una crueldad más del destino, el rostro de mi bella alemana se coló en mi mente, provocando que una sensación de vacío y angustia se instalara en mi pecho
¿Por qué la fortuna no me dejaba en paz? ¿Por qué siempre tenía que perderla antes de disfrutar de su compañía? ¿Habría sido un hijo de perra en otra vida que, en esta, el Karma se ocupaba de cobrarlas todas juntas?
Poco a poco, los pensamientos se convirtieron en algo más negro y menos esperanzador, quitándome la poca valentía que me quedaba. ¿Y si esto era obra de Damici? ¿Y si mi alemana loca también estaba en peligro?
―¡Hijo de perra! ―grité con todas mis fuerzas, rogando porque ese malnacido me escuchara.
Oí cómo la puerta volvía a abrirse. Alguien caminó despacio. Apreté los dientes y los puños, conteniendo esos deseos de matar que me embargaban. No me rendiría, encontraría la manera de desatarme y, cuando lo hiciera, despedazaría a ese animal con mis propias manos.
―¿Te crees valiente? ―escupí las palabras con odio― ¿Es eso? ¿Crees que tenerme aquí te permitirá ganar? ―chasqueé la lengua, al tiempo que intentaba liberarme y, viendo que era imposible, apreté los puños con frustración― No te permitiré dañarla ¡jamás! ―aseveré.
La puerta emitió otro sonido y creí que, nuevamente, ese maldito sádico me abandonaba pero no fue así. Más pasos resonaron en el lugar, de un modo tan bajo como si se deslizaran por… ¿una alfombra? Aquello no tenía sentido. ¿Quién secuestra y lleva a su víctima a un lugar donde existe una cama confortable y los pisos se encuentran alfombrados? ¿Qué era aquello? ¿El jodido Hilton?
Entonces, una idea inesperada se cruzó por mi mente, desconcertándome aún más. ¿Y si no fuera Damici? ¿Y si mi secuestrador fuera alguien que conocía? ¿Podría ser eso posible? No, no podía ser. ¿Quién sería tan cruel como para jugar de ese modo con mis emociones? En silencio, comencé a repasar las posibles opciones.
¿Mis hermanos? Juro que, si fueran ellos, patearía sus pelotas hasta crear una fantástica Crème Brûlée que luego daría a los perros. ¿Acaso sería el abuelo? No, él no haría tal cosa. ¿Mi alemana? No, definitivamente no. Daphne podía estar enojada pero no sería capaz de semejante venganza. Ella, sin dudar, haría la Crème Brûlée con mis bolas pero no me secuestraría; mucho menos, me ataría y me dejaría agonizar de esa manera. No estaba en su esencia.
Entonces, ¿quién? ¡Quién! Mi mente vagaba por cientos de rostros, clasificando a todo aquel que pudiera odiarme y, más allá de Damici, no encontraba a nadie que tuviera motivos para tanta atrocidad. Sin embargo, por lo que fui descubriendo, no estaba en manos de ese desgraciado pues él no me trataría con el cuidado que estaban teniendo conmigo. ¡Carajo! Esto era más complicado de lo que esperaba.
Sentí una mano fuerte que se apoyaba sobre mi tobillo, despertando mis instintos violentos que me impulsaban a patear, mas todo intento fue en vano pues las ataduras me lo impedían. Me removí inquieto, logrando que mi captor se alejara de mi cuerpo.
Silencio, silencio y silencio. Esa maldita sensación de vacío me estaba matando.
Necesitaba encontrar más detalles, algo mínimo que me orientara un poco más, guiando mis próximas acciones. Sabía que necesitaba pensar con frialdad para ganar; debía lograr aquella información que contribuyera a la creación de una estrategia efectiva ante mis enemigos.
Inspiré profundo y relajé mi cuerpo, creyendo que, si me mantenía en una postura más sumisa, engañaría a mis captores. Era imperativo confundirlos y ganarme su confianza pues, de ese modo, podría atacarlos sin que lo esperaran.
Los minutos pasaron sin que yo hablara o que ellos intentaran agredirme. Bueno, no es que me hubieran agredido físicamente desde que me sacaron de mi casa.
Mientras realizaba una serie de inspiraciones lentas, equilibrando mi interior, pude repasar lo que había sucedido hasta el momento; determiné que, definitivamente, no era Damici mi captor. Otra cuestión que sabía era que, en esos momentos, eran varias personas las que estaban presentes. Tampoco me tenían preso en alguna vieja nave como esas que ves en las películas, llena de hedor y ratas que pululaban por tu cuerpo; no, mis secuestradores eran… ¿bondadosos? Me dieron una cama confortable, además de mantener una temperatura adecuada en el ambiente y con un aroma agradable a mi alrededor. Bien, iba bien.
«Piensa, Marcel, piensa», me decía en silencio, al tiempo que continuaba con mi lista mental. El sonido que llegaba suavemente hasta mis oídos me dijo que estaba dentro de un avión, por lo cual, fui sacado de París. ¡Mierda! Eso sería un gran inconveniente pero encontraría la manera de contactar con Bastiaan o Enricco y regresaría a casa.
«¿Qué más? ¿Qué más? ¡Concéntrate, Martineau!»
Mi cabeza era un torbellino de ideas que me mantuvo alejado de todo y de todos, logrando ―sin buscarlo― mi objetivo inicial: calmar mi cuerpo. Al parecer, la ausencia de resistencia por mi parte, sirvió a mi causa porque, inesperadamente, volví a sentir esas manos contra mi piel. No realicé movimiento alguno ni emití sonidos que pudieran joder mis planes: la confianza de mis captores era lo que necesitaba y, definitivamente, la manipularía a mi favor.
Cuando fui consciente de que habían liberado uno de mis pies ―y estaban en pleno proceso de desligar mi otra extremidad―, me preparé internamente para el ataque. Después de todo, mis años de formación en el liceo debían servir para algo ¿no?
Entonces, todo sucedió tan rápido que no procesé los gritos que mi captor emitió. Yo solo pude sentir las correas que se deslizaron por mi tobillo derecho, otorgándome libertad y, sin perder un segundo, levanté la pierna izquierda, girando sobre mi propio eje, impulsándome como un demonio y lanzando una patada con todas mis fuerzas.
La punta de mi pie dio contra algo que, definitivamente, eran unas pelotas. Sonreí cuando lo escuché gruñir de modo intenso y lastimero. Pateé de nuevo, alcanzando, quizás, la cara de ese hijo de perra. Un nuevo quejido y, entonces, él gritó con voz apagada y comprimida.
―¡Marcel y la puta mierda que te comes! ―ante esas palabras, me paralicé pues conocía a una sola jodida persona que diría algo así.
Quise nombrarlo mas ese jodido buitre vengativo fue tremendamente rápido, lanzándome un puñetazo en el estómago que me dobló en dos. Gruñíamos al unísono mientras que los demás comenzaban a carcajear, divertidos por esta guerra tan estúpida como injusta.
―¡Te lo merecías, imbécil! ―gemí, al mismo tiempo que me arrastraba por la cama y lograba apoyar los hombros contra la pared. Moví la cabeza para quitarme las vendas.
Mientras ese desgraciado continuaba gruñendo, alguien golpeó mi cabeza con la mano abierta, recordándome los correctivos que me recibía de mi madre. Me sentí tentado a patear a quien sea que fuera ese otro estúpido.
―¡Quítame las putas vendas! ―gruñí con furia.
―Tranquila, princesita.
―¡Pero qué mierda les pasa a ustedes dos?! ―vociferé, reconociendo a mis captores.
―No te preocupes, hermosa, estarás bien ―murmuró entre risas, al tiempo que dejaba caer mis vendas y revelaba sus identidades ante mis ojos.
Merci pour la lecture!
He esperado esta segunda parte desde tiempos inmemoriales, ajajajajajajajajjaaaaa. por fin........ me falta la otra de Enrico... yo espero.
RAQué felicidad tener esta segunda parte ya disponible. No esperaba menos de este primer capítulo ❤️❤️❤️
Brandon se pasó con estarle dando golpes en la cabeza a JM Y que bueno que no quiso saber dónde y con quién usaba Brandon las cuerdas Me gusta cómo está empezando quédate con mis bragas Gracias
RASuper genial! Encantada con éste capítulo y de conocer un poco más la personalidad de esos hormonados 🤩
Ahora si se dieron hasta con la cubeta Ahora que pasara después de semejante agarre y ese final de capítulo ya era algo que Daphne sospechaba que había algo entre Ximena y Xukis
RAEste es un capítulo dificil pero lo hilaste muy bien y de manera sencilla... Aún falta pero arrancaste con buen pie. Excelente como siempre 👏
Cuánto sufrimiento vivió Ximena y sin poder hablar con nadie lo que estaba viviendo. Vienen capítulos muy fuertes que le van a mover el piso a Daphne
qué capítulo tan fuerte y tanto dolor en Ximena, que quería huir y no seguir hablando de todo el dolor que viene cargando
RAEsta escena fue rearmada y no puedo dejar de mencionarlo porque el resultado ha sido ¡brutalmente excelente!
RAEste capítulo me removió sentimientos de hermandad. Cada uno, a su manera viviendo momentos de calma y contención con sus hermanos 😍
Daphne y Ximena se están reencontrando cómo hermanas y con mucho que superar, para que puedan llegar a tener esa unión de hermanas
RAEstoy encantada con los apadravyados 😍 realmente son hermanos de la vida. Se apoyan tanto en los momentos críticos de cada uno ❤️
Andros me gusta cómo lo vas describiendo y lo vamos conociendo Lo bueno que Jean tiene muy buenos amigos que lo apoyan en todo y lo ayudan
RA¡Verdades y más verdades! Daphne necesita respuestas y quizás escuchar parte de ellas desde la boca de un tercero. Bien jugado escritora 😍
RAAmo la forma en que cada personaje secundario aporta y da un sentido mucho más profundo a la historia original.
Muy buen capítulo Xukis se lleva las palmas, es un hombre dispuesto a todo por el bien de sus amigos. Daphne espero y hable de todo para que se pueda solucionar algo de su pasado y empezar a ver su futuro
cuántas cosas ignoraba de Ximena y tanto sufrimiento que a pasado sola Daphne tiene mucho de que enterarse y van a ser capítulos muy fuertes
RAFue un capítulo intenso. Lleno de recuerdos, muchas emociones y bofetadas de realidad. La fluidez en el relato de Ximena fue perfecta... natural ❤️
cuántos cambios le estas haciéndo a esta historia y estos capítulos nos estas dejando muy claro todo lo que vivió Ximena. Excelente historia
RAEmocionada como nunca ante todo lo que se avecina. Es maravilloso leer esta nueva versión. Los capítulos extras le dan a la historia ese complemento que no sabía que le faltaba.
RAEste tipo de capítulo deja en claro la personalidad particular de cada personaje y yo simplemente lo disfruto muchísimo ❤️
Me encanta todo lo voy descubriendo, la manera en que ellos dos siendo tan diferentes, logran ser lo que cada uno necesita del otro! Los amo❤️
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