kevin-torres1585529950 Kevin Torres

Conjunto de situaciones que unieron el destino de mi abuelo A hundred death and loving souls


Récits de vie Tout public.

#facu #1937 #vida #libertad #oro #abuela
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Parafernalia de un pasado

Fornaro

El mundo estaba bastante tranquilo cuando yo nací, no había comenzado la segunda guerra mundial, es más, ni siquiera existía el SIDA, lo que significa que las personas se podían amar tranquilamente debajo de los puentes. Belizo, que era mi pueblo, estaba lleno de mujeres fáciles que eran las que nos salvaban de las mujeres difíciles. Las mujeres fáciles llenaban los bares de marineros, turcos y contrabandistas en 1937 y no se hablaba de preocupación por el futuro. Sin embargo, Belizo era un puerto lleno de marineros que llegaban hambrientos del mar, generalmente eran rubios, por eso a las mujeres decentes se les conocía por sus hijos morenos.

Había bastante tranquilidad por eso el viejo Fornaro podía tocar el acordeón hasta la madrugada y nosotros teníamos todo el tiempo para soñar con el mundo, que nos quedaba al norte y nos sigue quedando. El viejo Fornaro tenia una hija, Perla, que había logrado la a hazaña de llegar virgen a los cuarenta años, aunque al final se casó con Soilo que era tan celoso que metafóricamente le tapó los oídos para que a nadie escuchara, le quemó los ojos para que a nadie viera, le arrancó los dientes para que a nadie le sonriera, en fin, las piernas y las manos para que con nadie se fuera. Pero una noche, al volver a su casa, Soilo no encontró a Perla porque la había raptado el dueño de un circo ruso que la llevó por le mundo para demostrar la infamia de la propiedad privada.

Cuando pusieron la luz blanca en la calle Nueva York, que era la calle principal de Belizo, el viejo Fornaro no volvió a salir de su casa porque tenia miedo de que se le vieran las manchas y los agujeros de la ropa, así murió, encerrado por culpa del progreso, que es la revancha que los inteligentes toman contra los felices.

Tío Pedro

El mundo aún continuaba tranquilo por eso mi tío Pedro tenia tiempo de meditar la vida. Se creía un elegido hasta que el comisario el enseñó que era un señalado. Mi madre le decía que no tenía cara de sospechoso, sino de culpable, aunque mi tío me aconsejaba diciendo que el dinero no es semilla que se pueda plantar, por eso hay que sacarlo de cualquier banco.

Mi tío Pedro era el intelectual de la familia, sabia de todo. Alguna vez le pregunté cuál era la diferencia entre una mujer linda y una fea, a lo que el me respondió: dos copas. Por eso y otras cosas más supe que un cura es un señor al que todos le dicen padre, excepto sus hijos que le dicen tío. Nunca lo miré triste ni preocupante, ni por él ni por la vida, supongo que era por tranquilidad el mundo en el que vivía, los ríos limpios, el ozono intacto y el aire puro, por eso las aves cantaban su felicidad. Vivir era una maravilla.

Abuela

Mi abuela trabajaba en el campo, pero los sábados bajaba al pueblo y se ponía a predicar en la plaza, siempre decía que había que escapar del capitalismo que toma a un hombre útil y lo haciende hasta que lo convierten en un imbécil, mientras que a la vez decía que había que escapar del socialismo que toma un imbécil y lo asciende hasta que lo convierte en un dirigente. Tenía razón la abuela, olvidamos que la riqueza esta en lo simple. Los pobres hacen los panes, las sillas, las mesas, los zapatos, la ropa… a su vez, a los pobres jamás se les ocurre invadir otro país, matar en nombre de un ideal ni amargar a la gente con periódicos de noticias catastróficas. Los pobres les dan personalidad a los países porque los ricos son iguales en todo el mundo.

Bomberos y desgracias

Camino a los Alpes nos detuvimos un tiempo en la estación López que era un pueblo que tenía una sola calle, es por eso que los que nos fuimos de ahí no podemos volver sin haber cometido una infracción. En el pueblo había un solo caballo, lo que significaba que los bomberos tenían que esperar a que el lechero acabara con el reparto. Los bomberos eran tres; el gordo Campañoli que estaba loco por los animales; Cagleolo que era loco por el vino y el turco Alejandro que solo estaba loco. Alguna vez la suegra del turco Alejandro salió a dar de comer a las gallinas, paso distraída cerca de la mula, pero esta le dio una patada en el pecho y la mató. Al otro día estaba todo el pueblo en el velorio, pero no por ella, sino para comprar la mula.

El lechero era Manuel, el que una noche de carnaval por culpa del vino mató a tres personas por accidente, sin embargo, era muy bueno, pero algo bruto porque pensaba que matando a las cigüeñas, las mujeres dejarían de tener hijos, aunque políticamente era un verdadero demócrata con poca escuela y mucho recreo creando en él paz porque es lo que la ignorancia crea.

Una vez Manuel se enfermó y fue al hospital del pueblo, esa enfermera le estaba tomando la presión con esa goma que se infla, se distrajo hablando por teléfono hasta que Manuel se convirtió en una goma flotante y gigantesca que salió volando por la ventana del hospital, estuvo volando por el pueblo por dos horas mientras la gente lo miraba y decía que era una injusticia del señor porque a pesar de ser un maldito asesino lo convirtió en un ángel.

Yo

De pueblo en pueblo aprendí a cantar de los cantores callejeros, en los mercados, en las plazas y en las estaciones de trenes. Eran ciegos, mendigos y anarquistas que oyéndolos pensé que el hombre que canta estas cosas no puede morir.

Al final llegó la fama, que es una prostituta que se da al mejor postor, aunque sea el peor, pensaba que con la fama se arreglaba todo, los dolores de cabeza, los problemas sociales, los cortes de luz… pero no, es más, todo se complica porque la fama casi siempre trae dinero y no fui la excepción. Por culpa del dinero mis parientes que siempre tenían hábitos sencillos se dieron cuenta que necesitaba collares, autos y vacaciones en el caribe.

La fama te da todo, pero a cambio de tu libertad y te esclaviza con la gente a la que siempre les tienes que ser simpático y a los periodistas con los que tienes que ser convincente. Es una prisión de oro que te expone ante cualquiera, que ilumina los rincones de tus debilidades o que multiplica tus aciertos. En mi caso, decía un famoso escritor, la fama es un error unánime.

No soy un hombre social, me cuesta meter los pies en los zapatos y las manos en los guantes, no se recibir premios, nunca pude meterme dentro de un traje, nunca supe que hacer con los discos de oro, me avergüenza firmar libros, nunca tuve hambre en las cenas de gala y por eso y muchas cosas más decidí volver a la paz del anonimato.

25 Juillet 2020 02:48 0 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

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