ALEKSÉI
—Cariño, no tienes que cargarme todo el camino —. Suelta una baja risita y rueda los ojos — Tengo dos piernas perfectamente funcionales.
—¿Es que acaso crees que es una tortura para mi? —. Lo aprieto más contra mi pecho y dejo un breve beso en la punta de su nariz de botón — Me encanta sostenerte entre mis brazos.
—Bueno, pero en algún momento tendré que caminar de nuevo —. Resopla — ¿O pretendes llevarme a todos lados? ¿Cómo siquiera te encargarás así de la organización?
—Ya me las ingeniaré —. Sonrío y él niega divertido con la cabeza — Tú solo disfruta del viaje y déjame mimarte.
—Si piensas que diré 'no' a eso, estás muy equivocado —. Frota su mejilla en mi pecho, ronroneando gustoso.
La noche es tranquila con un cielo estrellado y la brisa es suave; lo cual es genial ya que detesto el calor y no hay un frío enloquecedor que congele nuestros huesos.
El bosque está en un sereno silencio, a excepción de los insectos escondidos en la hierba y los búhos ululando en la copa de los árboles, refugiados en las sombras. Por fortuna no tengo problemas para ver el camino con mi agudo sentido de la visión, cortesía de mi lado animal.
De lo contrario hubiese tropezado sin ni siquiera estar cerca de mi objetivo. Xander sostiene la mochila con todo lo que consideramos necesario para nuestro improvisado encuentro bajo la luz de la luna llena. Intento concentrarme y retrasar la excitación un poco más, nunca es cómodo andar caminando con una erección y las bolas tan apretadas hasta el punto del dolor.
Pero las feromonas que desprende este hermoso gatito envuelto en mis brazos lo hace todo jodidamente difícil y él ni siquiera parece avergonzado al respecto, obviamente disfrutando del poder que tiene sobre mi.
Tuvimos que esperar a que diera a luz a los nuevos cachorros para poder casarnos algunos meses después. La boda estuvo repleta por los miembros de 'La Pandilla', sus respectivos descendientes y parejas, que se han vuelto prácticamente nuestra familia con el pasar de los años.
Por supuesto que Lev se hizo cargo de todos los arreglos y decoraciones (aún en contra de nuestra voluntad), pero debo admitir que el resultado fue estupendo. Quise llevarme a mi gatito tan pronto como terminó la celebración, pero los bebés aún dependían de nosotros en cada aspecto, así que la luna de miel fue aplazada un centenar de veces.
No es que me queje, adoro a nuestros cachorros. Encontrar tiempo para poder pasarlo con ellos fuera de mi apretada agenda criminal es una lucha titánica, aunque la recompensa es casi una bendición y nunca podría arrepentirme.
Esperamos a que el primer cambio de los recién nacidos sucediera y al final terminaron siendo opuestos a sus hermanos mayores, siendo Rurik un margay al igual que Xander y Irisa una lobita como yo.
Los trajimos al mismo bosque, que se ha convertido en una especie de santuario familiar para nosotros. En comparación con los primeros, Rurik es mucho más callado y centrado, pero su lado Alfa lo vuelve testarudo y para nada dócil cuando realmente se empeña en obtener lo que quiere.
Xander hace un estupendo trabajo para bajarle los humos las veces que su humor es incontrolable, aunque es inevitable que de vez en cuando me vea forzado a intervenir. Será un poderoso Alfa cuando crezca, eso sin duda.
Irisa es dulce y simpática, le gusta explorar y escalar árboles. Pasa la mayor parte del día en su forma de lobo, incluso hay que llamarle la atención para que vuelva a estar de pie sobre sus dos pequeñas piernas humanas. Mi instinto protector casi roza las nubes en el cielo.
No lo puedo evitar, su naturaleza de Omega puede crearle muchos inconvenientes al crear la primera impresión de debilidad (que no posee, mi pequeña lobita es bastante capaz de defenderse por sí sola), aunque hasta ahora nadie ha sido tan estúpido para intentar algo sabiendo que soy su padre.
La única novedad después de que Xander y yo nos casamos es la delgada banda de oro pulido en mi dedo anular, aparte de eso todo sigue andando al mismo ritmo de siempre. Los peligros de mi trabajo aún son una constante preocupación, cada mes parece que surgen nuevos rivales pretendiendo obtener mi puesto como el cabecilla de la mafia en Corea. Sus desafíos nunca los dejan victoriosos.
Nikon y Yaakov siguen con sus luchas absurdas e infantiles cada cuarto de hora y la anciana Ewa continúa con el uso de su aterradora paleta de madera para anular cualquier amenaza de una travesura dentro de su cocina, sobretodo cuando se trata de su mayor archienemigo: 'La cacatúa parlanchina'.
Derek y Angelo son mis socios ahora, compartimos en partes casi equitativas las ganancias y seguimos expandiendo nuestro alcance alrededor del mundo. Fredek se unió a Adrik para entrenar a los nuevos ingresos.
Lo hizo sorprendentemente bien desde el principio, aunque no abandonó su hobby de crear explosivos cada vez más complejos y raros. Han habido días de júbilo, en donde la alegría se siente a través de las paredes de los pasillos de la mansión.
Como ese en el que Katya anunció la apertura de su tienda de ropa tan anhelada o la vez que los trillizos hiperactivos celebraron el cumpleaños de Fredek a lo grande. Invitaron a muchos cantantes famosos que lucían aterrorizados por el simple hecho de estar de pie en una tarima haciendo su trabajo en una sala llena de mafiosos.
Fue hilarante, no lo niego. Pero también están esos llenos de pesar. Como cuando Cooky, el pequeño gato de Xander, finalmente se rindió por sus años de vejez y falleció frente al fuego a poco consumir de la chimenea.
Fue terrible ver lo deprimido que estuvo en esos días mientras asimilaba la ausencia de su especial compañero de cuatro patas. Nuestros cachorros y yo nos concentramos en darle tanto amor como nos fue posible para animarlo o distraerlo.
Costó un montón, pero poco a poco fue recuperando el entusiasmo y su actitud llena de picardía que tanto me fascinó desde el primer momento en que lo vi.
Por supuesto que aún sus ojos se ponen acuosos cuando ve las viejas fotografías con nostalgia, recordando cuando estuvo a su lado. Pero no se deja caer y se recobra rápidamente. Siempre supe que de los dos, él era el más fuerte.
—Aquí estamos, gatito —. Lo bajo lentamente y él se estira, alzando los brazos por encima de su cabeza.
—Gracias a Dios, casi me quedé dormido —. Deja la mochila en el suelo y se apresura en sacar la larga manta que trajimos para extenderla en el piso.
El lugar casi no ha cambiado desde la vez que lo descubrimos. El limitado arroyo a unos metros de distancia sigue corriendo fluidamente, con peces gordos y asustadizos nadando en sus claras aguas.
Los árboles siguen produciendo frutas jugosas, sus ramas fuertes y hojas verdes brillosas, con espacios suficientes para que los rayos luminosos de la luna se filtren sin problemas.
Mi lobo comienza a saltar por la excitación, deseando poder emprender una extensa carrera, disfrutando de la brisa sobre el denso pelaje y sentir la dureza de la tierra semi húmeda junto con las diminutas piedras debajo de sus patas. Pero lo contengo, hay algo mucho más importante que debo hacer primero.
—No me canso de venir aquí —. Se sienta sobre la tela y suspira, yo dejándome caer a su lado poco después — Es un lugar precioso, me alegra que lo hayamos encontrado.
—Y lo mejor es que está dentro de los límites de La Mansión y nadie se atreverá a poner una sucia pata aquí —. Media sonrisa estira mis labios con burla y él hace una mueca de asco, arrugando su pequeña nariz.
—Por favor no me digas que has orinado alrededor del bosque con toda esa excusa de "macho Alfa"... —. Hace el gesto de las comillas con sus dedos — Para marcar el territorio, Magnus —. Me señala amenazante justo en el centro de mi pecho — Te meterás en muchos problemas de ser así, no quieres ver a este gatito furioso.
Inclino mi cabeza hacia atrás y estallo a carcajadas. Por supuesto, debí esperarme que saldría con algo así.
Debo admitir que la idea se cruzó por mi mente una que otra vez, pero ahora me alegro de no haberlo hecho o sino estaría enfrentándome a un castigo que seguro no sería muy agradable que digamos.
Mi gatito enojado da miedo a cagar y eso es mucho decir de mi parte teniendo en cuenta el oficio al que me dedico.
—Tranquilo, no lo hice —. Limpio las lágrimas que se acumularon en las comisuras de mis ojos debido a la risa y jadeo por aire — Puedes tener la completa certeza que podrás caminar alrededor del bosque sin encontrarte alguna desagradable sorpresa, por lo menos no de mi parte.
—Perfecto —. Asiente, con una sonrisa — Porque he dejado el 'Arma Milenaria' en casa y te hubiese obligado a ir a buscarla.
—Pero que cruel eres —. Finjo temblar de miedo — ¿Cómo puedes forzarme a buscar el objeto que utilizarás para lastimarme? —. Muerde su labio inferior para contener la risa.
—Eres un cambiaformas, te recuperarás rápido —. Me da un par de palmadas en el hombro — El golpe de un sartén debe sentirse apenas como la picadura de un mosquito en ese cuerpo tan grande que tienes —. No me pierdo el destello de lujuria que cruza por sus ojos cuando los desliza sobre mi. Mi polla se tensa y comienza a llenarse rápidamente.
—Ya he perdido la cuenta de la cantidad de veces que me has golpeado y puedo afirmar con completa honestidad que duele mucho más que la jodida picadura de un insecto —. Alzo una ceja y él tiene las bolas de reírse — ¿Piensas que es gracioso?
—Un poco —. Admite con un rubor en las mejillas que lo hace ver adorable... Y apetecible — Eres más fuerte que yo, cariño. Puedes aprovecharte de eso y detenerme cuando quieras.
—Creo que eso solo lograría echar más leña al fuego. Además... —. Hago una breve pausa, lamiendo lentamente mis labios y disfrutando de verlo seguir el gesto con sus ojos ahora de un amarillo translúcido — No puedo evitar molestarte intencionalmente a veces —. Bajo la voz un poco, mis colmillos comenzando a alargarse — Te ves caliente enojado, gatito.
—¿Ah, si? —. Bate coqueto las pestañas y su cola aparece, balanceándose de un lado a otro en la manta debajo de nosotros — ¿Solo me veo caliente cuando estoy enojado? —. Se inclina hasta que sus labios se posan seductoramente en mi oreja y chupa con suavidad el lóbulo. El olor picante de su excitación haciendo eco de la mía.
—Joder, todo lo contrario —. Susurro con gravedad, sosteniendo con firmeza su estrecha cintura entre mis manos — Te ves sexi de cualquier manera —. Le aseguro y él se estremece.
Sin pretender desperdiciar más de nuestro preciado tiempo, inclino mi rostro a un lado para poder probar la dulce intensidad de sus llenos labios. Por supuesto que él se derrite al instante, siempre lo hace. Entregándose sin ataduras a mi dominio y disfrutando cada maldito minuto de ello.
Lo levanto para que cruce una pierna por arriba hasta quedar sentado a horcajadas sobre mí, su erección presionando contra mi estómago y la mía empujando hacia su culo aún cubierto.
Él rodea mi cuello con sus brazos y cuando saco mi lengua, separa los labios para permitirme saborear el interior de su boca. Gime y yo gruño mientras nos degustamos el uno al otro. Su cuerpo comienza a tener diminutos espasmos y las aletas de mi nariz se agitan cuando sus feromonas se deslizan por mis fosas nasales e influyen directamente en mi libido.
Lo seduzco lentamente, mi lengua masajeando la suya en suaves círculos. Utilizo mis dientes para aprisionarla brevemente, teniendo cuidado de no lastimarlo con mis colmillos, chupando antes de dejarle en libertad.
Sus manos se entierran entre los mechones de mi cabello e inclina la cabeza hacia atrás, exponiendo su cuello para la exploración de más besos calientes.
—Joder, cariño —. Realiza un vaivén con sus caderas, frotándose descaradamente contra mi polla — Adoro la manera en la que me tocas.
—Eso es genial —. Barro con mi lengua desde una de sus clavículas, pasando por su nuez de Adán temblorosa hasta finalizar en el punto sensible debajo de su oreja — Porque me fascina tocarte.
Nos deshacemos de la ropa entre empujones torpes, gruñidos frustrados y sonidos de tela desgarrándose en pedazos.
Finalmente cuando estamos desnudos, me permito unos momentos para deleitarme con lo hermosa que su piel se ve bajo los rayos tenues de la luna, sus tatuajes como sombras misteriosas cubriendo los tensos músculos.
Sus rosados pezones duros y la pesadez de su erección goteante cayendo erguida sobre su vientre. Lo cubro en un provocador y fluido movimiento, juntando el punto de nuestra excitación y él rodeando mi cadera con sus fuertes muslos en el proceso. Lo beso de nuevo.
Me baño gustoso con todo el remolino de emociones creciendo en mi pecho más rápido que una marea. Mis músculos rígidos por el intento de no aplastarlo con mi mayor peso, pero tragando sus gemidos llenos de necesidad y descontrol con avidez.
Sus uñas dejan trazos calientes sobre mi espalda, todo el camino hasta abajo y pellizca mis glúteos en una petición silenciosa para que acelere el roce entre nuestras erecciones. En vez de hacer eso, me aparto. Mis labios dejando los suyos con un ruido obsceno de humedad y él me fulmina con la mirada.
—No te atrevas a jugar conmigo, Magnus —. Me advierte con un adorable puchero y un ceño entre sus cejas — Te necesito demasiado, ha pasado mucho tiempo.
—Lo sé, gatito —. Sonrío, luego llevo dos dedos a mi boca y los dejo bien mojados con mi saliva, aunque estoy seguro que ya está produciendo su lubricante natural a chorros, pero nunca está de más un poco de seducción extra.
Él sigue mis movimientos y arquea la espalda cuando llevo mis dedos hacia su entrada, dando perezosos círculos alrededor del músculo palpitante.
—Tengo que prepararte primero, sin embargo. Lo último que deseo es lastimarte.
—Solo apresúrate, maldita sea —. Jadea frustrado, los mechones en su frente oscuros por el sudor — Quiero tu polla dentro de mí —. Y joder si sus palabras no logran que mis bolas se opriman hasta que me sacan una mueca de dolor.
—Gatito pervertido —. Lo acuso entre dientes y él sonríe, el gesto muriendo rápidamente en su rostro cuando inserto los dos dedos de golpe, buscando ese punto en su interior que lo hace delirar.
Sé el momento exacto en el que lo encuentro, mi nombre saliendo en un grueso grito de placer a través de sus labios entreabiertos, hinchados por mis besos. Hago tijeras para extenderlo, gruñendo cuando sus paredes se contraen alrededor de mis dedos lubricados.
Tomo respiraciones profundas para tratar menguar el calor hirviente como lava fundida que me embarga mientras me enfoco en prepararlo. No deseo que esto termine incluso antes de empezar.
Xander separa más sus piernas y las levanta todo el camino hasta tenerlas acunadas contra su pecho, facilitando mi acceso y ofreciéndome la vista más erótica que he visto jamás. Un tercer dedo se une pronto a los otros y es recibido prácticamente sin ninguna resistencia.
Sí, maldita sea. Ya está listo para poder acogerme.
—Ven aquí —. Me siento apoyando la espalda en un árbol y lo ayudo a levantarse. Le cuesta un poco ya que sus piernas están inestables, así que uso mi fuerza para cargarlo y sentarlo de nuevo a horcajadas sobre mí — Móntame, gatito —. Le ordeno con voz ronca y gruesa, hundiendo mis dedos en la generosa piel de su cadera.
—Mierda... —. Jadea y sus uñas se entierran en mis hombros a medida que mi polla extiende el camino en su interior. Ambos gemimos y nos aferramos al cuerpo contrario, nuestras respiraciones pesadas y elevadas cuando el placer de estar unidos se hace demasiado.
Nuestro vínculo se solidifica, los hilos transparentes pero recios danzando en círculos en el aire alrededor, tirando de ambas almas unidas hasta fundirse en una sola. Mi corazón golpea con fuerza y bombea repetitivamente contra mis costillas, mis encías duelen por la necesidad imperiosa de dejar mi marca en su cuello.
Pero no, aún no. Deslizo mi polla hacia afuera hasta que solo la punta permanece conectada, luego me empujo de nuevo hacia arriba logrando que mis bolas tensas impacten contra su culo.
Xander envuelve su peluda cola en mi antebrazo derecho y da saltitos para encontrarse con cada una de mis estocadas. Cubro su erección dura como roca y lo bombeo, él deja caer la cabeza hacia atrás, abandonado en el placer.
—Por Dios... —. Su suave aliento soplado sobre mi boca, sus pequeñas manos aferrándose a mis hombros para mayor impulso.
—Te gusta, ¿eh? —. Le doy un azote y él asiente frenéticamente, sin disminuir el ritmo de sus brincos.
—No te detengas —. Como si eso acaso fuera una opción. Ya yo estoy al borde de un control demasiado frágil, mi lobo arañando los límites de su prisión para no seguir retrasando lo que ambos anhelamos — Jódeme —. Muerde mi labio inferior y lo chupa, soltándolo con un 'pop' que siento hasta los dedos de mis pies — Jódeme más.
En un rápido giro, nos tumbo en la manta. Xander grita sorprendido, pero enseguida gime y abre las piernas para recibirme otra vez. Yo tengo otros planes.
Lo volteo hasta que está sobre su estómago y con el culo al aire, su cola danzando de un lado a otro para provocarme, pasando la punta peluda por debajo de mi nariz. Me río y le doy otro azote.
Mi palma hormigueando por el golpe, su piel roja y caliente con la forma de mi mano. Guío mi polla otra vez hacia su entrada y me vuelvo a sumergir, exponiendo mis afilados colmillos al gruñir entre dientes.
La presión en mi vientre y las llamas ardientes en lo bajo de mi espalda son un claro indicio de lo cerca que estoy del orgasmo. La tela de la manta se arruga por ser apretada con fuerza por las manos de mi gatito, mientras se balancea de adelante hacia atrás, jodiéndose él mismo con mi polla.
Me trepo para cubrir su cuerpo, mis manos viajando y acariciando toda la piel a su paso. Gotas de sudor se escurren por mi frente y por mis sienes, el esfuerzo por respirar reseca mi garganta.
Pero recibo todo con los brazos abiertos. El amor por este hermoso hombre fluyendo en poderosas ondas, el suyo envolviendo mi corazón en su manto sedoso del cual nunca espero escapar. Inclina su cabeza a un lado, exponiendo la gruesa vena latiendo rápidamente en su delgado cuello, debajo de todo ese rubor carmesí que vuelve agua mi boca.
—Muérdeme, Magnus —. Exige, sus ojos amarillos acuosos por la lujuria, pero brillantes por el deseo de ser reclamado — Vamos, por favor.
Grita cuando con una modificación de mi cadera logro que mi polla golpee su punto dulce a través de una poderosa estocada. Sus paredes apretándome con tanta firmeza sedosa que el delgado hilo de autocontrol que aún permanecía para retenerme, finalmente se deshace.
El filo de mis colmillos traspasa su tierna y febril carne, el sabor eufórico de su sangre dilatando mis papilas gustativas hasta el punto de la gloria. Me pierdo y lo llevo a él conmigo.
—¡Magnus! —. Su potente clímax gritado a los cuatro vientos siendo un claro reflejo del mío, delgadas y espesas tiras de su semilla pintando patrones desiguales sobre la tela debajo.
Mi propia liberación rugida con fiereza inunda su estrecho canal, tanto así que algunas gotas se escurren fuera para humedecer sus temblorosos muslos hasta dejarlos brillantes y resbalosos.
Extraigo mis colmillos y lamo la herida para acelerar el proceso de curación. El nudo en la base de mi polla se hincha y se traba en su próstata, significando que tendremos que durar un par de minutos unidos antes de que pueda apartarme.
No es que me importe, disfrutaré cada jodido segundo y sus ronroneos satisfechos me aseguran que así será también para él.
Nos acostamos de lado, su elegante espalda unida a mi pecho agitado por aún no poder normalizar mi respiración. Dejo besos sutiles en su cuello, en donde la pequeña herida de mi mordida ya comienza a cicatrizar, hasta su hombro.
Suelta un profundo y largo suspiro, acariciando los nudillos de la mano que tengo colgando sobre su estómago, con la cual me dedico a acariciar en suaves círculos alrededor de su ombligo.
—¿Estás bien, gatito? —. Pregunto al cabo de un armonioso tiempo en silencio.
—No podría estar mejor, cariño —. Asegura con una dulce sonrisa, girando el rostro para besar mi mandíbula — Hacer el amor contigo es como un buen vino —. Me guiña un ojo coqueto — Se hace mejor con los años.
Me río, aunque no podría estar más de acuerdo. Cuando finalmente el nudo retrocede, me retiro empujando lejos la sensación de pesar y le indico que se dé la vuelta para enfrentarme.
Observo las facciones de su rostro casi en un estado hipnótico, deseoso de tatuar en mi memoria hasta el más mínimo detalle. Acaricio su mejilla en un roce delicado con la yema de mis dedos y él deja un beso en mi palma con los labios entreabiertos.
Mi corazón se salta un latido, demasiado contento para explicarlo en palabras.
—¿Te he hecho feliz durante todos los años que hemos estado juntos? —. Él parece sorprendido por mi inusual pregunta, yo me limito a seguirlo observando detenidamente.
—Por supuesto que sí —. Frunce el ceño, determinación y honestidad evidentes en las profundidades de sus ojos, que han regresado a su normal color azul — Serías un tonto si pensaras lo contrario.
—No lo hago —. Sonrío y eso lo relaja — Solo quería confirmarlo.
—Pues ahí lo tienes —. Sostiene mi cara dulcemente entre sus manos — Eres la mitad de mi cuerpo, de mi corazón y de mi alma, ¿recuerdas? —. Yo asiento, combatiendo las lágrimas que luchan por salir — Me haces increíblemente feliz y a nuestros cachorros también —. Sonríe, es tan hermoso que la respiración se traba en mi garganta.
No respondo con palabras, me dedico a hacerlo en nuestra forma que es tan especial. Señalo mi pecho, justo al nivel de mi corazón.
Él lo entiende de inmediato y las lágrimas se acumulan en sus ojos también. Luego señalo el mismo punto en él y extiendo mi mano. Sus latidos son rápidos, igualando los míos.
—Te amo también, cariño.
Fin.
Merci pour la lecture!
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