La multitud gritaba eufórica, el sonido de los gritos combinados con el canto y la melodía de la música retumbando hasta en el rincón más oscuro de todo el estadio. Más de noventa mil personas haciéndolo temblar.
Y Jeon Jungkook, acabado de bajar del escenario, también temblaba, por supuesto que sí; de la cabeza hasta los pies su cuerpo se sacudía inevitablemente por el inmenso placer.
Placer que le provocaba la boca de su novio en su dura polla mientras esperaban no ser descubiertos en aquel escondido lugar.