(Este texto solo es contenido promocional, no cuenta ninguna historia)
Una campana indica la hora en punto. Mientras las gotas de la tormenta empapan mi rostro el minutero confirma que es el momento de actuar. Soy un asesino, no tengo permitido sentir nada por nadie, ni sentir compasión, ni misericordia. Así me enseñaron desde que entré a esta secta de iguales a mi. Solo cumple con la misión y serás increíblemente rico, es lo que me dijeron nada más ingresar a esta hermandad. Así que obedezco solo ordenes, pero... ¿Realmente quiero esto? ¿Qué ocurre con las vidas inocentes?
No hay más segundos para pensar, debo ir a un lugar. Así que guardo mis prismáticos y antes de despedirme de la catedral hermosa que está a mi espalda, localizo el sitio a donde debo dirigirme.
En medio de una lluvia intensa, dejo caer las monedas, que se salen de la bolsa, algunas se pierden en las alcantarillas y otras son capturadas por manos desconocidas, pero necesitadas de ellas. Empiezo a correr hacía el lado opuesto al que va la gente. El tiempo se consume y aunque intento apartar a todas las personas que caminan por las calles, son demasiadas y me están ralentizando.
Siento que alguien imita mis pasos, no sé si es mi propia sombra o un compañero, pero tengo que darme prisa, necesito ver a alguien importante para mí, aunque sea por última vez. Los minutos se están acabando, la lluvia es cada vez más densa. Subo a los tejados de nuevo, será más fácil avanzar por allí aunque tenga que sortear más obstáculos. Me detengo en el borde. Miro mi mano, es un trozo de papel con su nombre escrito, Diana, el cual me tranquiliza el corazón. Está ahí, a punto de ser ejecutada a muerte. El corazón se me acelera, sé perfectamente que no debería quererla, pero no quiero verla sufrir por mi culpa. Conmigo o sin mí, quiero que siga viviendo. Ella no merece esto. Y aunque no lo diga en alto es un secreto a voces que caí enamorado de esa dama.
Saltó al suelo, desenfundo mi espada extensible, mis compañeros de secta me advierten, no sigas adelante hermano, deja que el maestro se encargue de ello, por favor, hermano, no quiero matarte, para luego apuntarme con sus pistolas por no retroceder, pero logro esquivar todas las balas, y con grandes acrobacias de combate consigo salirme con vida, pero todos están alertas ahora. Vienen a por mí, mis hermanos de secta ahora son mis enemigos, y todo por esa bella muchacha, pero así es este negocio, y así es el amor. Aunque mi corazón se sigue dividiendo entre matar y amar.
Una vez que todos mis antiguos amigos han perdido contra mí, libero a aquella dama, bella y fuerte como el diamante.
—Una pena muchacho—dijo una voz conocida, a la vez que lanzaba más monedas a mis pies, muchas de ellas tocan mis zapatos ¿Y si reflexiono y escojo el camino fácil? Sería un poquito más rico, pero la perdería a ella. A la mujer que siembra amor en un corazón de tierra salvaje.
Me giro, y es él, mi maestro, quien me hizo poderoso, quien me lo dio todo cuando no tenía nada. Incluso podríamos decir que él me llevó ante ella. El odio me llevó el amor, ya no puedo huir más. Debo elegir, matar o amar. Monedas o una vida con ella. Entonces, escuchó como otra espada se activa detrás de mi, es la de ella ¿Qué significa esto? ¿Traición o luchemos juntos? Una mirada sincera me abre el camino de la respuesta correcta. Activo mi espada y miro hacia mi maestro, el también sabe la respuesta.
—Perfecto—dice el maestro sonriendo.
El arte de matar y de amar II (Remake), elige bien, asesino.
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