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Relato Refugio: Mara y Joshua, sufrieron un rompimiento doloroso. Un encuentro casual en el club nocturno 'Refugio', despierta los recuerdos de una atracción que nunca murió.


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Relato. Único Capítulo

Joshua siguió las indicaciones de su mejor amigo, y se dirigió a una de las puertas laterales para evitar la atorrante multitud que intentaba con desesperación entrar en el club nocturno. Envió un mensaje desde su celular como habían acordado, y un inmenso guardaespaldas lo recibió para dejarlo pasar. La modelo que lo acompañaba, pasó meneando sus caderas seductoramente.

—¡Llegaste! —exclamó Alejandro—. Pensé que no vendrías.

—Te lo había prometido —replicó Joshua irritado.

A pesar de que estaban en el área de las oficinas, podía oír el estruendo de la música en el fondo. Detestaba las aglomeraciones y los sonidos ruidosos. Siempre había sido un hombre de espacios abiertos y de las melodías que regalaba la naturaleza.

—¿Y esta hermosa dama quién es? —preguntó Alejandro tomando la mano de la chica para besar su dorso. Ella sonrió de forma felina; embrujar a los hombres era parte de su naturaleza.

—Catrina, él es Alejandro Armas, mi hermano del alma. Alejandro, ella es Catrina —introdujo Joshua intento ocultar el hecho que no recordaba su apellido.

Su hermano le había coordinado una cita a ciegas con ella, no porque pensara que podrían formar una relación, sino porque la chica era fácil. Joshua tuvo que aceptar salir con Catrina para que Andrés lo dejara en paz, durante semanas lo atormentó para que aprovechara un polvo seguro.

Joshua detestaba lo fácil, le gustaba trabajar lo que obtenía, los retos, lo difícil. Catrina le resultaría aburrida, y lo confirmó desde el momento que se introdujo en su auto y puso sus manos sobre su cuerpo para saludarlo, todo lo que decía era un reflejo de una cabeza hueca. Sintió lástima por ella, muy lejos de desearla en su cama.

—¡Vengan! —invitó Alejandro a su amigo y acompañante—. Nos espera una botella de Lagavulin 16 años.

—¡Qué buen recibimiento! —replicó Joshua agradecido de que su amigo recordara su whisky favorito.

Catrina frunció el ceño, detestaba el whisky.

—¿Y la señorita? ¿Nos acompaña o desea otro tipo de bebida? —preguntó Alejandro al notar el rechazo de la chica.

—Champaña, por favor —exigió entrando a la oficina que le indicaban.

Ubicada en una zona privilegiada en la planta alta, una de sus paredes era de cristal templado, podían ver fácilmente el local, aunque los asistentes no podían verlos a ellos.

—¡Guao! ¡Qué vista! —exclamó la modelo acercándose a los vidrios.

Alejandro utilizó un pequeño radio para solicitar una costosa botella del vino espumante requerido por Catrina, y se dispuso a acercarse al pequeño bar que se ubicaba en una de las esquinas de la lujosa oficina.

Otra de las paredes estaba forrada de más de veinte pantallas que mostraban cada ángulo del club, Joshua se iba a disponer a observarlas, cuando Alejandro preguntó con la botella de whisky en la mano:

—¿Puro?

—Como siempre, seco sin hielo —respondió Joshua.

El hombre sirvió dos vasos, y le extendió uno a su amigo. La chica bailaba contemplando el público ubicado a sus pies.

—¡Qué bien! —chilló la modelo sobresaltando a sus acompañantes—. ¡Melania y Claudia están aquí! ¿Podemos bajar?

—Tengo meses que no veo a mi amigo —replicó Joshua—; quisiera conversar con él un rato en la tranquilidad de un lugar relativamente callado, la música estorbaría, ¿te importa que nos quedemos un rato aquí?

La modelo puso mala cara sin ninguna intención de ocultar su decepción, Joshua comprendió que era una niña malcriada que estaba acostumbrada a salirse con la suya. Eso no cuadraba con él, inmediatamente se arrepintió de haberla llevado.

—El perro este no había venido a conocer mi club desde que lo inauguré, y mi trabajo no me ha dejado compartir con él —agregó Alejandro tratando de disculpar a su amigo y convencer a la chica, pero ella mantuvo su actitud altiva.

—¿No conocías Refugio? Todo el que es alguien ha venido, es el lugar donde se reúne quien quiera tener un puesto en esta sociedad —afirmó ella provocando más rechazo hacia ella por parte de su acompañante.

—Supongo que Alejandro puede ubicarte en un palco VIP para que compartas con tus amigas, ¿correcto? —preguntó Joshua.

—¡Por supuesto! El mejor de toda la sección de personas importantes, puedes invitar a quien quieras a unirse contigo —corroboró Alejandro.

La actitud de la chica cambió de inmediato, sus ojos brillaron de emoción y dio unos brinquitos de alegría.

Un mesero entró con una bandeja que cargaba champaña, una hielera y varias copas. Alejandro, amablemente, le indicó que guiara a Catrina a cierto palco; el empleado asumió que la chica era importante, ya que aquel lugar de la sección VIP, era el reservado del jefe y el más privilegiado por su espacio y ubicación.

—¿De dónde la sacaste? —preguntó Alejandro al encontrarse a solas con su amigo.

—Andrés —fue la respuesta de Joshua.

—Tu hermano conoce a cada espécimen…

—Lo sé —admitió Joshua.

—Tienes que dejar ese empeño de regodearte en tu miseria, la vida continúa, no puedes seguir aislándote, hay buenas mujeres por ahí, salir con tipejas como Catrina…

—No vine para que me sermonearas, Alejandro, estoy bien —cortó Joshua bebiéndose el contenido de su vaso de un tirón, para luego ir a buscar otro trago a la esquina donde se ubicaba la botella. Supo que había sido grosero con su amigo, así que se propuso aligerar el ambiente—: El lugar es increíble, te felicito.

—Es lo que siempre soñé —replicó Alejandro sirviéndose más whisky. Ambos se colocaron frente a los cristales. Cientos de personas bailaban y conversaban, todos parecían estar pasándola bien. El local era gigantesco, varios niveles permitían la ubicación de tres bares, una gran pista de baile, y varios espacios con asientos. Del techo colgaban unas telas, y hermosas mujeres danzaban en el aire entrelazándose con los lienzos colgantes. Todos los empleados eran atractivos y vestían un uniforme elegante, el ambiente olía a riqueza y glamur.

—De verdad te felicito —repitió Joshua palmeando con candidez la espalda de su amigo, terminó su segundo trago, y fue por el tercero.

Alejandro le detalló a su amigo sobre datos operativos del lugar, quien escuchaba con interés; realmente era admirable lo que su cómplice de aventuras de infancia había logrado; Refugio, era el club nocturno más cotizado de la ciudad, el más exitoso.

Joshua disfrutaba del amargo líquido de su vaso, mientras seguía al interlocutor hacia las pantallas.

—Mis equipos son de última generación, tengo un personal de seguridad de más de 30 empleados que garantizan que todo marche sobre ruedas… —explicaba Alejandro.

Joshua comenzó a detallar a la multitud; una mujer, de cabellos oscuros que vestía un despampanante vestido rojo ajustado, llamó su atención.

Su cabeza estaba gacha mientras bailaba, parecía que decía algo sobre sus sexys zapatos de tacón negro, el hombre frente a ella la observaba con fascinación, parecía embrujado por su compañera de baile, y aprovechaba los sonidos de la música para moverse de manera que rozara su cuerpo de vez en cuando. Él se sintió identificado, una vez fue hechizado por una mujer como ella.

Entonces la chica levantó casualmente la cabeza hacia la cámara.

—¡Mierda! —exclamó Joshua.

—¿Qué ocurre? —preguntó Alejandro intrigado.

—Mara está aquí —replicó Joshua.

—Te juro que no sabía —admitió su amigo.


***


—Necesito sentarme, me están doliendo los pies —dijo Mara al oído de su acompañante para ser escuchada.

—Vamos —concedió Santiago tomando del brazo de la chica para guiarla lejos de la pista de baile hacia el lugar donde se ubicaban el resto de sus amigos.

Mara se tensó al sentir los dedos cálidos de su cita sobre la piel de su antebrazo, era su tercera cita y todavía no lo había besado. Él lo había intentado, pero ella no estaba segura de lo que sentía por él.

Santiago era un buen hombre, alto y atractivo, trabajador y cariñoso, pero le faltaba algo para encender una chispa en la chica, y no lograba entender la razón, ya que su contacto no le desagradaba.

Sentada junto a su amiga Geraldine, Mara agradeció la compañía de su grupo, eso le permitía ganar tiempo; tenía que decidirse, las intenciones de Santiago eran claras, y si ella no deseaba besarlo nunca, debía ser honesta con él y terminar sus encuentros.

—¡Mara! —llamó su amiga con los ojos fijos en el bar más cercano—. ¡Joshua está aquí!

—¿Dónde? —preguntó Mara sintiendo que su corazón se detuvo por un instante.

—Mara —llamó Teresa, otra de sus amigas, acercándose a ellas—. Joshua está aquí.

—¡Ya sabemos! —exclamó Geraldine.

Un par de amigos más, hicieron lo mismo, de pronto la noche se enfocó en aquel encuentro casual, era como una telenovela en vivo y directo. La relación de Mara y Joshua había sido un modelo a seguir: inseparables, cariñosos, divertidos… cuando terminaron, todos lo lamentaron como si les hubiera ocurrido a ellos mismos.

Los ojos color avellana de ambos se encontraron, el brillo que reflejaban sus ojos por la conmoción de encontrarse era innegable, ella se puso de pie y caminó hacia él, Joshua también se acercó a Mara.

—Hola —saludó ella.

—Estás muy hermosa —replicó él.

—¿Qué? —preguntó la chica. El estruendo de la música hacía imposible que se comunicaran, ninguno de los dos se había atrevido a acercarse demasiado al otro, pero él dio el primer paso, inclinándose sobre ella, y moviendo sus cabellos, le repitió al oído:

—Estás muy hermosa esta noche.

Mara sintió como sus orejas se calentaron, y una oleada de energía sacudió su cuerpo, su entrepierna se humedeció; Joshua siempre había tenido ese efecto sobre ella con el simple sonido de su voz.

—Gracias —dijo la chica sonriendo.

—Veo que estás con el grupo de siempre —gritó Joshua a su oído levantando la mirada hacia sus acompañantes. Todos los que lo conocían, saludaron con un gesto desde lejos. La curiosidad con la que observaban era evidente.

—¿Qué? —preguntó de ella de nuevo alejándose un poco, su cercanía la desestabilizaba—. Lo siento, no te escucho.

—¿Por qué no vamos a la planta de arriba? La oficina de Alejandro es más silenciosa —propuso el chico.

—¿Alejandro tiene una oficina aquí? —gritó ella confundida.

—Alejandro es el dueño.

—No lo sabía —admitió ella mordiéndose los labios, de haberlo sabido, hubiera propuesto ir a otro lugar.

—O podemos ir a otro lugar si prefieres, y nos ponemos al día —invitó Joshua.

Mara vio un centelleo en los ojos de su ex novio, y supo que si se iba con él estaría perdida, probablemente se desprenderían de sus ropas al momento de entrar al auto, y se entregaría a toda la pasión con la que Joshua idolatraba su cuerpo de pies a cabeza cada vez que hicieron el amor. Santiago no merecía un desplante de esa magnitud.

—No puedo, fue un placer verte —dijo ella besando su mejilla para darle la espalda y volver a su asiento junto a Geraldine, fue más difícil de lo que supuso, el aroma varonil de Joshua siempre la atrapaba y la incitaba a tocarlo y besarlo.

El chico la vio caminar admirando su espectacular trasero y aquel vestido que hacía resaltar cada una de sus curvas; extrañaba su piel, anhelaba volver a estar en su interior. La noche era joven, conseguiría la manera de convencerla lejos de las miradas curiosas de sus amigos, recordó que Mara tenía cierta fascinación por los actos prohibidos; hacer el amor en un lugar público, cuando ambos tenían sus citas esperando por ellos respectivamente, sería algo con la que la podría tentar; y si ella daba alguna señal de sentir el mismo deseo que él estaba sintiendo, tenía altas probabilidades de persuadirla a aprovechar el momento.

Se tomó de golpe su quinto vaso de whisky, mientras se dispuso a maquinar cómo hacerla suya esa noche.


***


Mara no pudo calmar la zozobra que la mantenía inquieta, ver de nuevo a Joshua después de su doloroso rompimiento le afectó cada una de sus terminaciones nerviosas, su piel recordaba sus caricias, y la añoranza de sentirlas de nuevo cosquilleaban su cuerpo.

La culpa también formaba parte de sus sentimientos, Santiago tuvo que soportar su evidente distanciamiento, ella estuvo segura desde el primer segundo que visibilizó a su ex novio, de que no deseaba ser el objeto de atracción de su cita. Debía acabar con eso, pero también sabía, que esa noche de fiesta y celebración no era el momento. Lamentaba tener que rechazarlo, sin embargo, no tenía otra opción, era imposible intentar iniciar una relación con alguien, cuando Joshua la hacía sentir de esa manera.

Acalorada y contrariada, Mara se disculpó con Geraldine para escabullirse al sanitario, Joshua la siguió con la mirada como un halcón acosando a su presa, y tomando un trago más de su vaso, caminó tras de ella.

La chica se detuvo en la fila de mujeres que esperaban el uso del abarrotado cuarto de baño, él tenía la llave de la oficina de Alejandro en su bolsillo, y confió que podría persuadirla a ir con él hasta ahí para poder hablar con ella a solas.

Joshua se posicionó tras su espalda, muy cerca, acercó su nariz a su nuca para aspirar aquel aroma que siempre lo volvió loco, aquella mujer olía como un paraíso sexual, era algo único y que solo sentía con ella. Una de sus posturas favoritas, la de ambos, era cuando la tomaba por detrás, a ella también le gustaba como él reaccionaba a su fragancia.

Mara sintió el aliento del chico en su cuello, y su cuerpo se sacudió de deseo, antes de voltearse, supo que era él, reconocía su colonia, y de la misma manera que él, la volvía loca el apetito por sentirlo en su interior.

—Te extraño —confesó Joshua al oído de la chica.

—Joshua, no podemos.

—¿Por qué? —preguntó él conteniéndose las ganas de rodearla con sus brazos.

—Me heriste, mucho —recordó ella.

—No sabes cómo lamento y me arrepiento de haber sido tan egoísta, nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, ¿verdad?

—No te guardo rencor, de verdad, solo que no puedo arriesgarme a que me rompas el corazón de nuevo —replicó Mara.

—Me encantaría besarte, no tiene por qué ser algo más que eso: un beso —dijo Joshua acariciando la oreja de la chica con sus labios provocando miles de sensaciones eléctricas.

—¿Pueden irse a otro lugar? —dijo una mujer de voz chillona, que, por el movimiento de sus pies, era evidente que estaba desesperada por ingresar en el sanitario, varias chicas estaban tras ella, la fila ahora era más larga, y Mara la estaba obstruyendo.

—Puedes utilizar el baño de Alejandro en su oficina, así no tienes que esperar por nadie —propuso Joshua.

Mara se percató que por lo menos faltaban siete personas delante de ella para entrar, y su vejiga estaba que explotaba de los nervios, avanzó un poco para que la mujer impaciente comprendiera que no era su culpa que hubiera tantas personas.

—No puedes tratarme como un juguete que puedes agarrar y soltar a tu antojo —dijo Mara.

—¡Nunca te he tratado como un juguete! Sabes muy bien que siempre la pasamos muy bien juntos, solo te pido que lo vivamos una vez más —aclaró Joshua.

Ella bajó la mirada dolida, su relación fue mucha más que sexo, por lo menos para ella. Lo amó, y en esos momentos se preguntaba si todavía lo amaba, la respuesta parecía ser positiva.

—Mara, mi sol —susurró él posando su mano en su hombro con ternura—. Lo siento, sabes que a veces el alcohol me entorpece, no solo la pasamos bien, nos quisimos. Fuimos felices la mayoría del tiempo, por lo menos, yo lo fui.

Ella levantó su rostro para encararlo, teniéndolo tan cerca pensó que no iba a poder resistirse, pero recordó sus últimos meses, Joshua la tomó por sentado, se entregó a sus deportes y actividades personales restando mucho tiempo para ella.

Mara no esperaba que él abandonara sus pasatiempos, pero lamentablemente, sus hobbies lo eran todo para él, y ella, era solo un personaje secundario en su vida, pasaba semanas sin verlo, se desaparecía con sus amigos, y luego regresaba relatando cómo se había ido del país a ver unos partidos de fútbol sin avisarle, ni llamarla, no había comunicación entre ellos, y cuando Mara le decía cómo se sentía el respecto, Joshua la ignoraba.

Al final, no pudo más, Mara terminó aquello sin mirar atrás, y Joshua, por orgullo, no la buscó, a pesar de que lamentó su rompimiento, se convenció de que no podía abandonar sus actividades personales por una mujer. Jamás.

La chica sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas, y deseó que la fila se apresurara para poder escapar, necesitaba liberar su vejiga imperiosamente, y supo que Joshua era su única opción para agilizar todo el proceso y alejarse de él.

—No hablemos del pasado, no vale la pena —dijo ella—. Necesito un cuarto de baño con urgencia, vamos a la oficina de Alejandro, pero luego bajo inmediatamente.

—Sí, sé que estás acompañada y te debe estar esperando, yo en su lugar estaría impaciente —replicó él con amargura—. Vamos por aquí.

Joshua la guio por una escalera interna para no ser vistos por sus amigos, él sabía que eso cohibiría a Mara, y la necesitaba cómoda si quería lograr que le regalara un beso por lo menos.

La chica admiró la oficina y su panorama por unos segundos, y luego siguió los movimientos de su ex novio que abría la puerta de un grandioso y elegante sanitario. Se sonrojó al ver su imagen en el espejo y la mirada ardiente que Joshua le dirigió. Ambos disfrutaron hacer el amor contemplando sus reflejos en varias ocasiones, Mara supo que los dos recordaron aquello, y se apresuró a cerrar la puerta para refugiarse unos minutos en aquel espacio.

Antes de salir, se retocó el maquillaje, esparció un poco de perfume en su cuerpo, y se aseguró que todo estuviera en su lugar, estaba segura de que aquel vestido rojo le favorecía, y que Joshua debía estar ardiendo de las ganas de quitárselo.

Cuando abrió la puerta, sintió los brazos del chico rodeándola y sus labios cubriendo su boca. No se opuso, cedió de inmediato aferrándose a Joshua con ambas manos, y cuando los dedos de su ex novio rodearon su trasero para pegarse más a ella, y la chica sintió su sexo humedecerse al tiempo que sentía la fría baldosa de los muros del cuarto de baño en su espalda, su conciencia le gritó que se alejara, y así lo hizo.

—No puedo —dijo Mara tapándose el rostro.

—No tenemos que decir nada, solo vamos a vivir el momento, disfrutemos la magia que sentimos cuando nos tocamos, la emoción de hacer algo que no debemos. Sé que ya tienes tu vida establecida sin mí, y que yo no tengo cabida en ella, pero no tiene que ser más que esto, un parpadeo, y luego, cada quien seguirá su camino —suplicó Joshua.

Mara analizó la mirada ardiente del chico, y estuvo consciente de que ella debía tener una igual, ¿cuál era el problema de sentirlo una vez más? Los dos estaban ansiosos por el cuerpo del otro, ¿por qué no ceder a la tentación?, ¿qué la detenía? No tenía una relación con Santiago, ni siquiera se habían besado, y aunque le pareció deshonesto acostarse con otro hombre mientras estaban en una cita, Joshua no era cualquier hombre, Joshua era el único ser que la excitaba con solo oír su voz.

La chica bordeó a su ex novio y cerró la puerta del baño, luego, lentamente, desde sus hombros, se dispuso a despojarse del vestido, una seductora ropa interior de encaje rojo despertó todos los instintos animales de Joshua, y sin decir palabras, le robó la tarea a Mara de desvestirse para hacerlo él, mientras besaba su piel en el proceso.

Cuando la boca del chico llegó a su vientre, ella tembló y abrió las piernas, él la despojó de las bragas, y enterró su lengua entre sus delicados pliegues, Mara gimió entrelazando sus dedos en los cabellos de Joshua para invitarlo a acercarse más.

Joshua utilizó ambas manos para alzarla y sentarla en el lavabo, deseaba una mejor postura para entregarle su boca al centro sexual de la chica, con experimentada avidez, fue besando y chupando provocando que ella gritara cada vez más, con sus manos pellizcaba sus pezones, uno de sus dedos se dirigió a los labios de la chica, y ella lo recibió entre gimoteos para succionarlo con fuerza.

Mara alcanzó el orgasmo sintiendo que su cabeza era un arcoíris de sensaciones explosivas, pero no fue suficiente, quería más, y él lo sabía, la conocía.

Él alzó la cabeza para con besos subir hasta la boca de la chica, sus flujos se mezclaron placenteramente, y ella devoró su lengua con incontenible pasión. Consciente de que no deseaba que todo se acabara todavía, Joshua utilizó sus dedos para estimularla, con una mano masajeó uno de sus pechos, y con la otra, agasajó la mojada entrepierna de Mara.

Con movimientos circulares y lineales, fue intercambiando velocidades y locaciones entre sus pliegos para calentar a la chica hasta el punto que ella le rogó que la penetrara.

—¡Por favor! —gimió Mara—. Te necesito dentro de mí.

Joshua la complació, y gruñó al sentir la seductora caverna recibirlo complacida, se abrazaron, y él pudo ver la espalda de la chica en el espejo arquearse hacia adelante y hacia atrás indicando como deseaba ser satisfecha.

Mara rodeó sus piernas en la cintura del chico, clavó sus talones con fuerza para sentirlo cada vez más adentro, aquello era para ella mucho más que una sesión de sexo, lo amaba, con locura. Él era el amor de su vida, estaba perdida, y no le importó, nadie la hacía sentir como Joshua.

Luego de que Mara aulló anunciando que había alcanzado la cima del clímax que tanto buscó, él se apresuró a acompañarla, llegó unos segundos después, donde ella seguía sacudiéndose en espasmos mejorando la experiencia de ambos.

Con sus respiraciones agitadas, y sudando profusamente, mantuvieron el abrazo durante unos cuantos minutos, en silencio, ambos sonreían, él le sonreía el espejo, ella, para sus adentros.

De pronto Mara se sobresaltó al oír la voz de Joshua susurrándole en su oído:

—Vámonos de aquí, duerme en mi casa esta noche.

Ella se tensó, evidentemente deseaba irse con él, pero, ¿qué pasaría a la mañana siguiente? Sería despachada y olvidada, y eso no podría soportarlo.

—Nos deseamos, nos complacimos, y ya es hora de que regrese a mis amigos —replicó la chica alejándolo para bajarse del lavabo y comenzar a vestirse.

Joshua admiró el cuerpo desnudo de su ex novia mientras buscaba sus prendas, sus movimientos le parecieron maravillosos, su voz, su olor, todo era adictivo. No quería volver a alejarse de ella, ni esa noche, ni nunca más. Lo supo en ese momento con la misma seguridad con la que sabía su nombre y apellido.

—No, no tienes por qué regresar a ellos, puedes regresar a mí, si te sientes capaz de darme otra oportunidad.

Mara contuvo la respiración por un instante por la sorpresa, dudó lo que sus oídos habían escuchado.

—¿Qué dijiste? —preguntó.

—Que quiero que estemos juntos de nuevo. Sé que fui un imbécil, y sé que actué como un egoísta descerebrado, pero te amo, te sigo amando, y si así lo quieres, mañana mismo nos casamos —soltó él sin pensarlo, pero convencido de que quería estar con ella el resto de su vida.

—No puedes estar hablando en serio, tenemos meses sin hablar, y de repente, ¿me pides matrimonio?, ¿de la nada?, es decir…

—Solo te digo que estaría dispuesto a lo que sea con tal de que vuelvas a mí —interrumpió él.

—¿Crees que casarnos es lo necesario para que todo funcione? —preguntó ella burlonamente.

—Sé que debo comunicarme, demostrarte lo importante que eres para mí, dedicarte el tiempo que mereces, y renunciar a todo lo que tenga que renunciar con tal de que estemos juntos —dijo Joshua.

—Yo no quería que renunciaras a nada, yo no quería que resintieras abandonar por mi culpa pasatiempos que te hacen feliz, yo solo quería formar parte de tu vida, y que tú formaras parte de la mía —confesó ella.

—Lo sé, quizás no me estoy expresando bien. Solo te pido, que me des otra oportunidad para probarte que estoy dispuesto a tomar los pasos necesarios para que seamos felices —replicó el chico tomando las manos de la chica para besarla de nuevo.

Eso fue la gota que derramó el vaso, Mara no podía negarse a aquello, él le decía que la amaba y que estaba dispuesto a intentar de nuevo su relación, ella también lo amaba, así que no había nada más que decir.

—Tengo que despedirme de los demás, no puedo ser tan descortés —dijo ella abrazándolo con fuerza.

—¿Es necesario que vayas a despedirte de tu novio? Sé que no tengo derecho a disponer de tus acciones, pero no te imaginas los celos que siento.

—No somos novios, era una cita, ni siquiera nos hemos besado —admitió ella.

Él la besó apasionadamente, deslizando sus manos por su cuerpo. Mara lo detuvo.

—No tardo mucho, solo diré que me voy, ¿tú viniste con alguien?

Joshua se había olvidado por completo de Catrina hasta ese momento que le preguntaron por su cita.

—Nadie importante, primera cita. No compartimos sino unos minutos al llegar, al verte a ti, no tuve ojos para nadie más, está con unas amigas —contestó el chico—. Te espero aquí, no tardes por favor, estoy desesperado por irnos.

Ella sonrió.

Sin muchas explicaciones, Mara se disculpó con Santiago, le dijo que Joshua era el amor de su vida, y que lamentaba que no funcionara entre ellos, los demás ocultaron su emoción para no herir los sentimientos del chico, pero apoyaron su decisión sin dudarlo.

Ya en el auto, Mara y Joshua se miraron a los ojos y rieron de felicidad, él posó su mano sobre su pierna y subió sus dedos bajo su vestido. Ella lo recibió besándolo, y en aquel vehículo, celebraron su renovada unión.

19 Juin 2020 01:25:43 2 Rapport Incorporer Suivre l’histoire
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La fin

A propos de l’auteur

Ondrea Lion "Las palabras viajan de mi imaginación a mis dedos..." 𝘈𝘭𝘵𝘦𝘳 𝘦𝘨𝘰. Escritora de Romance. Me encanta la lluvia y el café junto a un buen libro, y la música es mi mejor compañía cuando escribo, puedo, literalmente, imaginarme historias detrás de una canción. Me gusta mucho leer los comentarios de los lectores en mis obras, es como si tuvieramos una complicidad junto con la historia. Muchas, muchas, muchas gracias por leerme, siempre alegran mi día :D Instagram: @ondrealion

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Lucia Mendez Lucia Mendez
Excelente relato, cuándo tienes al amor de tu vida al lado hay que jugarse la última carta para ser feliz
January 15, 2021, 18:04

  • Ondrea Lion Ondrea Lion
    Es así. Me encantan las historias de reconciliaciones. ¡Muchas gracias por leerme y por comentar! 🖤​ July 26, 2022, 00:50
~