Tenía semanas observando esa casa. La familia que en ella vivía parecía agradable, nada similar a la mía. La casa era sencilla a pesar de que el esposo trabajaba en una empresa importante y ganaba muy bien, lo sabía porque a diario los veía llegar con algo nuevo del centro comercial, solían salir a comer y usaban mucha ropa de marca lo que hacía que cada vez estuviese más seguro de que ese lugar era mi objetivo perfecto.
Robaría todo lo que encontrara que pudiese vender, sobre todo joyas y objetos pequeños de valor; robaría todo aquello que sabía me podría dar buen dinero. Lo necesitaba.
Decidí que el sábado sería el día en que lo haría. Escuché a la Sra. hablando por teléfono y durante la conversación decía que iría de visita a casa de sus padres en Valencia, que estaría todo el fin de semana. Viajaría con sus dos hijos pero el esposo se quedaría por razones de trabajo. Habría preferido que la casa se quedara sola pero el hombre no me preocupaba, podría manejarlo.
Llegada la noche del sábado y asegurándome que el hombre estuviese dormido, me deslicé a través de una ventana y comencé a sacar todo lo que podía. Intentaba ser silencioso y ágil en mi labor, tenía que aprovechar cada minuto. Me encontraba concentrado en mi faena cuando escuché el timbre de mi celular, era una notificación, la ignoré y continúe pero a los pocos segundos llegó otra y luego otra hasta que decidí tomar el teléfono revisarlo. Me distraje por un momento, esos memes de internet resultan muy divertidos, me comencé a reír con varios de ellos así que decidí compartirlos pero en el momento en que comencé a hacerlo, me quedé sin crédito
– ¡Mier..! – me dije a mi mismo – ¿Esta gente tendrá wifi? – me pregunté
Revisé las conexiones que aparecían en mi teléfono y vi que efectivamente tenían wifi pero para mi decepción, estaba con contraseña. Sin saber que hacer comencé a caminar por toda la casa, no sabía realmente que buscaba así que de alguna manera terminé en la habitación donde el esposo dormía y sin pensármelo mucho me acerqué a él para comenzar a agitarlo bruscamente lo que hizo que despertara agitado y mientras me miraba asustado le pregunté:
– ¡Epa mano, necesito la clave del wifi! ¿Me la puedes dar?
A. R. GRIMÁN
Febrero -2020
Merci pour la lecture!
Final que no te lo esperas en todos los sentidos. Muy bien narrado y con un gran toque de humor. ¡Recomendado!
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