Atardeceres
Golpeo mi lápiz con un poquitito de ansiedad sobre mi cuaderno –bueno con mucha ansiedad–. Por fin es viernes y todos estamos ya impacientes para que termine la última clase.
Amo la clase de literatura, no hay nada mejor, pero la nueva profesora suplente se las ha arreglado para aprender mar de lo más aburrido, nunca hacemos nada y mágicamente una final de mes todos tiene aprobada la materia sin esfuerzo. No soy una traga libros, pero muchos ni lo intentan.
Obvio no me quejaría si serían en el caso de matemáticas; esa materia y yo no nos vamos a llevar bien jamás, un motivo más que suficiente para no elegir una carrera universitaria con matemáticas, específicamente, donde Pitágoras este presente para hacerme imposible la vida.
Los minutos pasan y parecen eternos, inspección por enésima vez el aula y todos siguen en el mismo estado, y Daniel es el único que tiene estado energético, más hiperactivo de lo normal ya que habla de muchas cosas que nadie entiende y muy rápido.
—¡Hola Molly! —Me sobresalto de manera que mi lápiz cae al suelo. Me doy la vuelta para encontrar a Logan que me grita desde la otra punta del salón.
Le doy una mirada cansada, ¿Por qué siempre grita de esa manera?
—No tengo, no presto, y no doy la tarea si no me pagan—le digo mientras sonrío.
—Eres muy mala, además no te iba a pedir nada — dice mientras se sienta en la mesa de enfrente. —Solo quería decirte que después de clases iremos al club, bueno no todos, me refiero a que tal vez tu quie ... —lo Interrumpo Antes de Que Siga
—No creo que sea buena idea —sus ojos se desvían de los — ademas debo ayudarle a Papa con algunas cosas —Logan en solitario Suspira y luego se levanta para alejarse. Rápido y sin rodeos, así es Logan, no era de insistir mucho . Porque un guapo como él jamás insistiría .
Recuerdo que siempre repetía la misma frase, cada vez que rechazaba sus propuestas, nos tratábamos con mucha cercanía, tanto que llegamos a un punto que no nos daba vergüenza decir y hacer las cosas más ridículas y penosas del mundo.
Que más decir sobre, éramos muy buenos amigos.
Sí, éramos. Se alejó por alguna razón, nunca supe el motivo y siempre me preguntaba que nos había pasado. En su momento me dolió mucho su distancia, hasta que me acostumbre a ello.
La campana suena y casi se me rompe el tímpano del grito de felicidad que pegó Daniel.
Junto a mis libros y salgo disparada del salón, no quiero escuchar a mis compañeros por lo que resta de vida, pero sé que el lunes volveré así que no me hago ilusiones.
Salgo por la puerta y voy camino a la parada del autobús, la calle es un mundo de gente, más de estudiantes cabe aclarar. Todos terminamos en el mismo lugar al terminar el día; la parada es el punto de encuentro donde estamos todos los estudiantes de distintos colegios.
Me recuso sobre un poste mientras escucho a la gente cuchichear acerca de mi recuerdo de V invasión extraterrestre. Eso se lo necesitó a mi papá, caí en su fanatismo poco sano. De tal padre, tal astilla.
El autobús se acerca y todos corremos como hormigas y gritando por quien sube primero, y casi una hora más tarde bajo respirando aire puro, caminando unas cuadras sintiéndome libre y fresca.
—Llegué papá ...— hablo entrando a casa, pero no obtengo respuesta. Voy directo a la cocina y veo una nota en la heladera.
Mi querida Molly:
Déjame decirte que, así como llegué a nuestro querido hogar tuve que volver. Tengo que atender algunos asuntos aquí; para ser más específicos tengo que recibir un nuevo estudiante y darle un recorrido por las instalaciones del colegio.
Sé que quieres leer que te dejé un rico almuerzo de 'día de acción de gracias' sobre la mesa, pero no. Hay para hacer quesadillas o puedes comer un sándwich de crema de maní. Es todo lo que puedo ofrecer. Nos vemos luego.
Papá.
Pd: si sigues con hambre hay una bolsa de hielo en la heladera que puede funcionar perfectamente como helado, de nada.
Suspiro con una sonrisa: siempre haces innecesarias cartas papá, además de sarcásticas.
Abro la heladera y veo salsa de chocolate, salsa picante, mantequilla y algunas verduras. Creo que te equivocaste papá, tampoco hay crema de maní.
Después de todo no creo tener mucha hambre, el olor a cigarro y sudor del autobús me cerraron el apetito.
Subo a mi cuarto y yo cambio la ropa por una más casual. Sí, mucho más casual o de vagabundo como describir a Valery. Y como si ella leyese mis pensamientos su nombre brilla en la pantalla de mi celular y un timbre chillón resuena por todo el cuarto.
—Hola hermosa, preciosa y chica que me roba el sueño —dice gritando obligándome a apartar el celular de mi oído.
—Debes dejar de tomar energizante, te daré un paro cardíaco un día de estos Valery.
—Tú viene comida chatarra todo el día, todos los días, podría tener colesterol alto, o quizás podría darte ...—
—Ok, nadie juzga a nadie — camino dando vueltas por mi dormitorio mientras cambio de tema. - Por cierto, quiero saber porque mi imperfecta mejor amiga no asistió al colegio hoy — esperando su respuesta me detengo y miro algo perpleja a la ventana; observando lo que pasa detrás de ellas.
—Sé que debí ir hoy, pero Aitor estaba allí y no quería enfrentarlo sabes, me hace mal verlo y después de todo lo que sucedió. Sé que soy una ridícula, pero me enganché y solo Dios sabrá con quien ...—
—El vecino — digo algo perdida en la misma posición.
—¿El ... vecino? —Pregunta confundida. No pasa ni tres segundos cuando ya comienza un cambio.
—¿Acaso me engañó también con el vecino? ¿¡eso quieres decir Molly !? ¿¡qué mi muy hermoso y perfecto ex novio Aitor también me engañó con el vecino !?
—¿Qué? —Vuelvo a la conversación. Valery llora desconsoladamente desde el otro lado de la línea—¿Por qué ... lloras? no debes ...
—Cómo no quieres que llore si Aitor también me engañó con el vecino, ese bastardo ...
—¿Aitor es gay? cuando fue que no me enteré de ese pequeño detalle.
—De que hablas si dijiste que me engaña con el vecino— Dios Valery, tú y tus conexiones neuronales
No ridícula, el vecino, mi vecino ... me interrumpe.
—¡¿Aitor también me engañó con tú vecino?! —su voz sale entrecortada y grita por los mil demonios. —Ese idiota hermoso y perfec ... espera tú no tienes vecino.
—Aun no entiendo como llegas a tener una de las notas más altas del salón— a veces parece no razonar lo suficiente —Aitor no te comprometió con ningún vecino, aún no se declaró gay que yo sepa, a lo que iba es que al parecer tengo vecinos nuevos ...
No sé cuántas veces dije la palabra "vecino" pero desde que recuerdo jamás lo hemos tenido, y nunca nadie quiso comprar la casa de al lado, según dicen hay fantasmas en esa casa, nunca me animé a entrar, soy muy cagona para esas cosas .
Me arrimo más para obtener una mejor vista de la situación; hay un enorme camión, tres hombres bajando cajas, una niña y un niño corriendo para todos los lados, ambos con cabello castaño, pero no muy oscuro. Una mujer rubia se acerca hacia ellos. Tiene ropa casual, nada voluptuosa, pero aun así se ve muy linda y arreglada.
—Molly ...— Valery me hace volver a la realidad.
—Perdón, no escuchaba. ¿Qué decías?
—Solo ...— calla por unos segundos como si no se atreviera a terminar sus palabras — es que ... aún me importa Aitor. —Dice finalmente.
No se nota ...
—Claro que se nota Molly, estoy aquí llorando, ¿Acaso no es suficiente?
—Fue sarcasmo Val.
—Tus sarcasmos son fatales nena —sonrió ante su comentario
—Valery, eres una chica hermosa, un poco ridícula y bastante hiperactiva, pero debes olvidar a Aitor, si tanto daño te hace y si realmente te ha engañado es mejor que olvides. Quiero estar equivocada, pero sabes ...— a veces olvido que debo ser menos directa.
—Entiendo, gracias Molly. Gracias por los consejos, debo ir al baño a lavarme la cara, No quiero que mamá note que lloré — sé que intenta evadir el tema por ahora
—Perdona Val no quería ...
—Está bien Molly. No te disculpes, solo dices la verdad.
—Adiós Valery, cuídate por favor— es lo último que está de acuerdo antes de que ella corte la línea.
Entiendo que no debo medir mi torpe presencia en su relación, amistad relación, relación platónica de un rato o lo que habían tenido que sufrir, y aunque me había quedado muy en claro el significado de la palabra 'novio' para ellos, debo hacer algo. Creo que me debo una charla con Aitor Price.
Recuesto mi cabeza sobre el vidrio de la ventana y el espejo del cielo; en ella se refleja el atardecer, el color naranja está por todas partes. De fondo escucho una vieja música country proveniente de la radio de la radio local. Papá solía escuchar esa música.
Recuerdo cuando él la ponía camino al campo, íbamos muy seguido. No teníamos preocupaciones, nada podría estar mal en ese entonces. Todo iba bien, todo estaba bien. Éramos felices.
Un ruido me saca de mi trance y escucho unos pasos detrás de mí, me quedo atado y trato de estar calmada, una respiración aparte de la mía inunda la habitación. Me sube un cosquilleo en la columna vertebral. Estoy a punto de voltear cuando uno de mis brazos toma por la espalda y no pasa muchos segundos para saber de quién se trata. Gus
—¡Bájame ... no me toques! —Chillo en la espalda de Gus, el solo finge ignorarme mientras ríe — bájame Gus ... ¡ahora! —Grito y yo se acomoda en el suelo.
—Perdón, es que te extrañaba.
—No vuelvas a asustarme de esa manera —él se da la vuelta y se sienta en-mí-puf de patito.
—¿Qué quieres? —Pregunto fastidiada.
—Solo te extrañaba, ¿tiene que haber alguna razón? —Finge dolor por mis palabras.
—Viniste ayer, nos vemos todos los días.
—Cierto, solo quiero que me alimentes — qué descaro. Es que no tiene remedio.
—Aquí no hay nada, vete a tu casa.
—Tengo mucha hambre — dice haciendo un puchero. Estoy a punto de gritarle cuando unos pasos nos alertan haciéndonos voltear a la puerta del dormitorio, y un silbido característico hace que me relaje.
—Mi querida Molly, no desespere que ya llegué— canta papá en tono sarcástico y burlón. Lo siento acercarse y se detiene en la puerta al ver a Gus.
Su mirada es fija en él. Gus solo ríe secamente. Son un completo cansancio, ambos.
Papá entra y le tira su mochila a Gus y esto se incorpora tomándola con las manos como de costumbre mientras papá le apunta con su mano simulando una pistola y el ridículo de Gus vuelve a caer como si recibiera la bala. Esto ya es un ritual y lo hacen cada vez que se ven. Una palabra, Pa-tético.
—No es patético —me responde papá. Debo dejar de pensar en voz alta.
—¿Qué haces aquí Gus ? ¿no deberías estar en tu casa?
—Papá me echo porque reprobé una materia, no puedo volver
—No te echo, solo te prohibió salir y no te daré más dinero hasta que subas tus notas — replica papá sentándose en mi cama. Mi tío es una buena persona y personalmente sus castigos son algo suave y para nada exagerados.
—Deja que me quede ...— hace un puchero.
—¿Qué te hace pensar que si no consigues dinero con tu padre lo conseguirás aquí?
—Vete a tu casa, aquí no te vamos a alimentar — digo aburrida.
—Espera a reprobar una materia — le tiro una almohada y le doy unos pequeños golpes en su ante brazo.
—No soy una vaga como tú, y direccionas la conversación a algo sin sentido. Jamás suspendí ninguna materia.
—La perfecta Molly — odio cuando dice eso, y lo sabe, pero solo lo hace cuando ya no le quedan recursos para seguir discutiendo.
Papá regaña a Gus sobre sus notas y de cómo debe valorar más el esfuerzo de su padre y qué debe pensar en el futuro y bla bla bla ... nunca aprende. Me alejo un poco de ellos y me acerco a un cielo ahora más oscuro y con algunas estrellas vagas titilando sobre él. El energúmeno de Gus no me dejó disfrutar del atardecer.
Oigo las voces de él y papá alejarse por las escaleras, mientras hablan de otra cosa y de lo único que saben los hombres de la familia, deportes. No logro escuchar muy bien así que no sé específicamente en específico, pero hay pocos en el interés familiar.
Corro del todo las cortinas y abro las ventanas. Me acomodo en el borde sentándome y disfrutando de la vista.
La brisa cálida golpea mi cara y yo permito cerrar los ojos mientras escucho al locutor en la radio
«Buenas noches Sand Sea, ya hijo las 7:58 pm y antes de dar las noticias nocturnas daremos tocar nuestra última canción por este día. Dejaremos que disfruten de Dangerously de Charlie Puth. Nos encontramos luego»
Poco a poco la música invade mi dormitorio, y canto a medida que la canción comienza
«Esto va a doler, pero primero me culpo a mí mismo,
porque ignoré la verdad.»
Amo su letra ...
«Ebrio de ese amor, me jod** la cabeza,
no hay un "olvidarme de ti".»
Me muevo como vaivén mientras canto, me suelto de mi agarre y estiro mis manos mientras sigo el compás de la canción
«Me has despertado, pero me estás asfixiando,
estaba tan obsesionado.»
Canto una vez dejándome llevar por su ritmo
«Te di todo de mí, y sinceramente, ya no me queda nada.»
Muy confiada de lo que hizo vi mi mundo girar mil vueltas y antes de reaccionar para poder soportarme, ya estaba cayendo de la ventana y con el suelo cada vez más cerca de mí. Solo le pedía a Dios dos cosas; que nadie está pasando cerca de verme morir de manera vergonzosa y caer con mi trasero para no arruinar mi cara para el funeral.
Escucho el sonido de mi trasero llegar primero y luego del peso del resto de mi cuerpo. Gracias dios. Y es lo último que digo antes de que todo se oscurezca.
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Algo se mueve cerca de mí. Sonidos aislados entran por mis oídos.
«Suspiros, pisadas, algo que parece ser ... ¿Césped?»
«¿Acaso en el paraíso hay césped? me pregunto cómo será. ¿estará Frank Sinatra en el paraíso? no estaría tan mal si él está. ¿Habrá aguacate y café en el paraíso? seguro que sí, qué clase de paraíso seria de lo contrario»
Sigo escuchando el sonido de lo que estoy casi seguro que es césped. Espero que sean de chocolate.
«Deja de pensar estupideces, te fuiste al cielo con la ropa más espantosa del mundo Molly, por lo menos te hubieses peinado un poco, ¿cómo crees que Jesús te verá?»
Siento una presión en mi estómago repetidas veces, como si me estuviesen picando con algo. Poco a poco abro los ojos. Mi vista es un poco borrosa, y una silueta sin sentido se encuentra frente a mí, pero no distingo quien es o que es.
Me vuelven a presionar el estómago, esta vez con más insistencia. Abro aún más los ojos.
Una varilla de madera posa en mi abdomen, subo mi mirada por ella y unas manos la sostienen, sigo subiendo para encontrarme con los lindos ojos verdes y una cabellera castaña mirándome con confusión y cansancio.
Es un chico. Y uno muy guapo.
—Ah ...— resopla pesadamente —respiras...— el tono de su voz es de decepción. ¿Acaso me quería muerta?
Arrugo mis cejas y trato de incorporarme, pero mi trasero arde por las mil glorias y las siete maravillas del mundo. Me duele.
Me muevo con dificultad y el chico vuelve a hablar.
—¿Estás borracha? —Niego con la cabeza— ¿drogada? —vuelve a preguntar y solo vuelvo a negar. Se posiciona de mejor manera y me inspecciona de pies a cabeza.
—¿Fumas marihuana, consume éxtasis? —¿se burla de mí?
—¡No! —Digo levantándome rápido y casi fracaso cuando un dolor se instala en mi cuerpo, pero logro sostenerme
—Al parecer el bichito tiene voz—bichito tu ...
—Si intentas ser gracioso no vas por buen camino — digo limpiándome la ropa. Maldita sea la hora de mirar el cielo
—No intento serlo, pero parecías una borracha adicta a la porquería aquí tirada y diciendo cosas incoherentes.
—No estoy borracha y no consumo nada, me caí de la ventana — explico y el vuelve a reír. Odio su risa, ni dos segundos y ya lo considero como el sonido más irritante del mundo.
—Sí, sí, lo vi todo, sentado en la orilla de una ventana no es algo que debas hacer — creo que Dios no escuchó todo mi lamento antes de quedar inconsciente.
La vergüenza no me cabe en el cuerpo y sé que estas alturas ya me encuentro como un tomate.
El chico solo sonríe y no de manera dulce y amistosa, sino con arrogancia y burlándose de mí.
Tiene puesta una franela blanca y unos shorts deportivos negros, y en su mano sostiene una varilla. ¿Me picaba con eso? Idiota.
—Sí, te estaba picando con está varilla, y no llamaría a nadie idiota si hubiera caído desde la ventana de esa manera tan vergonzosa —aaaagh que desesperante.
—Pudiste notar que respiraba, no era necesario picarme con esa cosa — hago una mueca de disgusto.
—Sabía que respirabas, pero no quería correr el riesgo de tocar y contagiarme alguna enfermedad — no me doy cuenta de mis actos, pero para cuando puedo notarlos mi puño se tenía en su brazo derecho provocando que se tambalee y chille de dolor. Sí, puedo pegar, y muy fuerte.
Me volteo decidida a entrar a casa.
—Oye ... no hizo falta eso ¡te salve! —descarado.
Lo vuelvo a mirar desde mi distancia. —¡Un cuerno lo hiciste! —le grito intentando escupir mi veneno en esas simples palabras.
—Oh bichito ... claro que lo hice, no lo niegues.
—No me llames así, y no te pedí que me salves, no busco ni quiero ser salvada por nadie, menos por ti —un silencio tenso se forma entre ambos, estoy a una distancia prudente y aun así lo siento.
Él solo está allí parado con cara de ¿confusión? ¿enojo? ¿de querer asesinarme? No tengo la menor idea. Con ambas manos rectas y cerradas a un costado comienza a decir cosas ilegibles
Pues no sé su intención y poco me interesa la verdad, es un latoso.
Me giro y salgo casi corriendo por lo que me resta de dignidad. Me quejo por el dolor con cada paso, y no parece ser suficiente tanto maltrato divino porque lo vuelvo a escuchar.
—Como quieras Bichito, me rogaras para que te salve de nuevo —se ríe a lo lejos y con todas mis fuerzas lo ignoro.
Entro por la puerta principal sintiendo cuatro ojos sobre mi espalda. Papá y Gus.
No notaron nada. No sé qué me fastidia más, si su poca atención y interés hacia mi persona en los últimos cuarenta minutos, donde ese idiota pudo haberme asesinado y entregar mis restos a los gatos, o que no hayan escuchado todo el alboroto. Sea como sea y de la misma forma ambas cosas son iguales y me fastidian de igual manera.
—Molly que ...— Gus habla desconcertado y lo interrumpo.
—Fue mala idea poner ventanas, no diré más— de manera pesada y airada voy a pasos ruidosos a mi habitación.
Ellos tampoco insisten en que solo suben el sonido de la televisión.
Gracias familia, sangre de mi sangre.
Me miro en el espejo inspeccionando mi cuerpo; Tengo algunos raspones y algunas partes duelen más que otras. Para mañana tendré moretones, de eso no hay duda.
Sacudo mi ropa y un grillo salta de la parte baja de mi cintura
Grillo
Insecto
Bicho
Bichito ...
—¡Ese chico! —Digo gritando para nadie más que a mí— ¡Ese energúmeno, idiota, fastidioso, raro, sarcástico! —Me recuesto en la cama con la rabia y la cólera a mil que me alcanza a las tripas.
Lo único que hago es enumerar las mil maneras de cómo llamarlo. Ningunas lindas.
Solo fue esta noche. No gastes tu tiempo y energía en ese energúmeno, latoso e inaguantable. No lo volverás a ver en lo que te reste de existencia Molly, solo ... olvídalo de una vez.
Merci pour la lecture!
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