Ese momento en el que te das cuenta de que lo que tantas ganas tuviste que pasara, no es tan bueno como pensabas. Ese momento en el que te das cuenta de que algo va a desaparecer, algo que nunca volverás a ver, algo que estás a punto de perder. Nada volverá a ser igual y tu vida cambiará. ¿Estás dispuesto a asumir ese cambio? No importa, porque no tienes elección.

Estoy recogiendo mandarinas en el frío intenso. Pelo la cáscara y el aroma ácido se me cuela, un líquido espeso se escapa entre mis manos, es sangre. Veo el horizonte pintado de un magenta degradado en tonos oscuros, un sol pálido y hueco de fondo. Ayer enterré a mi hermano, la comida se descompone por cada lágrima derramada, pronto vendrán los soldados. ¿Mamá por qué te suicidaste? Y me dejaste en este infierno de abuso y pólvora. El cáncer ya no duele como la violencia desatada por la guerra.

La noche me recuerda mi soledad. Me recuerda que entre mis brazos nunca vas a estar. A veces trato de conciliar el sueño preguntándome si tú me piensas, me sueñas o que si quiera mi nombre resuena en tu cabeza. Hace mucho me resigne a perder, pero como duele tener que esconder lo mucho que te puedo llegar a querer. Aunque no te importe, desearía que lo hiciera; y aunque desearía que no me importe, siempre lo hago. Solo le pido al futuro una cosa: Si no estoy con ella, permíteme olvidarla.

"Y vi sus ojos, grandes y brillantes, tan semejantes a una galaxia repleta de bellas estrellas relucientes. Aquellos me miraban con su característico e inefable destello, supe entonces que había caído en una perdición placentera." – Aradia ★